Nací de una raza triste,
de un país sin unidad
ni ideal ni patriotismo;
mi optimismo
es tan sólo voluntad;
obstinación en querer,
con todos mis anhelares,
un México que ha de ser,
a pesar de los pesares,
y que yo ya no he de ver...
Amado Nervo
[1][2]
Si crees que vives en una democracia puede ser que
estés en el límite de la normalidad. Si piensas que el estado puede asegurar la
vida de las personas, entonces es necesario que acudas a un especialista para
que se asegure de la cordura con que te conduces en el mundo.
¿En qué democracia vivimos cuando la violencia es la
cara contemporánea de la democracia? Cuando pensamos arribar al siglo XXI con
nuevas reglas para construir la democracia institucional en América Latina, se
apoderan del continente dos problemas fundamentales: por una parte, la
violencia brutal como la mayor sorpresa en buena parte de los países
latinoamericanos, en particular en Ecuador, México y el Salvador. Por la otra,
la corrupción que atraviesa las instituciones democráticas como la mayor
sorpresa del siglo XXI en el continente.
Tanto la violencia como la corrupción no son
particulares de países pobres o de élites gubernamentales emergentes, sino de
países de democracias maduras con élites formadas en el centro del mundo
globalizado: en Harvard o Inglaterra.
Pensábamos en la democracia como ideal, como un
proceso político ordenado, el cual traería un estado de tranquilidad después
del cual vendría una bonanza económica donde los beneficios se repartirían
entre todos y todas. Por eso, en la década de los sesenta, el nombre del Che
Guevara, de Fidel Castro, de Tania la guerrillera, se convirtieron en los
iconos para una generación que luchábamos contra distintos autoritarismos.
En México era el autoritarismo del PRI, un partido
político instaurado en el poder por más de 70 años, que mantenía una democracia
de fantasía a base de controlar el aparato del estado y disponer de los fondos
públicos. En Nicaragua la lucha contra el dictador Anastasio Somoza Debayle, en
Brasil contra el dictador Castelo Blanco, en República Dominicada contra Rafael
Trujillo. A partir de la década de los
setentas, las democracias electorales fueron derrotadas para instalarse nuevas
dictaduras. Vimos entonces el golpe de estado de Argentina y de Chile.
El regreso a la democracia de estos últimos países,
con elecciones regulares la democracia no resolvía los problemas de la mayor
parte de la población, porque en la teoría, la democracia debe producir
igualdad pero en América Latina la democracia electoral persiste con déficits
significativos. En la década de los sesenta se pensaba que la pobreza del
subcontinente latinoamericano era resultado de la insuficiencia dinámica de la
región: el crecimiento económico crecía poco en relación a la tasa de
crecimiento de la población que crecía mucho. Actualmente se calcula que
alrededor de 200 millones en América Latina viven con cuatro dólares al día
(Banco Mundial, 2014) y que 71 millones viven en la indigencia con dos dólares
al día. En tanto en el extremo, se tiene al millonario del mundo, Carlos Slim y
a otros millonarios latinoamericanos.
La democracia, entonces, ha producido una desigualdad
estructural. Los países con mayor porcentaje de personas en situación de
pobreza e indigencia son Bolivia con el 55% de la población, México con el 51%,
Ecuador, con 45%.
Los gobiernos solo pueden ser progresistas dentro de
la democracia, pero a través de la democracia pueden llegar los saqueadores
como ha ocurrido en Perú o en México. Por eso, como las piedras del principio,
el pensamiento latinoamericano se convierte en una manera de hacer frente a la
ficción electoral.
Requiem por la democracia realmente existente porque produce
desigualdad.
En el ritual de la democracia latinoamericana el voto
es un cheque en blanco para los gobernantes porque la ciudadanía carece de
posibilidades de vigilar el mandato público. Desde hace tiempo, en las
democracias maduras se instrumentaron diversas formas de controlar el ejercicio
del poder a través de plebiscitos, referéndum y revocación de mandato principalmente, formas ausentes en la
democracia latinoamericana.
La democracia en América Latina tampoco ha sido capaz
de establecer una cultura de la legalidad. Se pueden tener los instrumentos
normativos más avanzados, sin embargo estamos condenados a la trampa, al dar
las vueltas, a caminar en círculos para no cumplir lo que marca la norma. No
tenemos siquiera la experiencia de un Estado que respete las normas, mucho
menos de un Estado que las haga respetar. Si los que deben respetarlas las usan
como franquicia para delinquir, ¿de dónde surge la idea de un Estado ideal?
¿Por qué es funcional la democracia al capitalismo?
Porque ha sido fundamental para organizar la acumulación de capital ya sea por
extracción o por saqueo. De ahí que la democracia sea ahora también funcional
para el nuevo orden criminal que azota al continente. En México se reconocen
100 mil muertos en dos sexenios, un número más grande que el reconocido para
las guerrillas.
Réquiem por la democracia del capital saqueador de los
pueblos latinoamericanos.
En América
Latina tenemos un déficit de ciudadanía. No me refiero a la ciudadanía
individual donde cada quien ve por su propio beneficio, sino a la ciudadanía
colectiva, a los movimientos populares a la acción organizada de la sociedad no
estatal.
Si la
ciudadanización es la forma de participar en el debate público, en la forma de
construir lo social y lo público, de establecer las normas que guiarán las
normas sociales, fuera de las visiones parciales de los partidos políticos, en
nuestros países existe una incipiente ciudadanización colectiva.
No existe, el
asalto a lo público porque la partidización ha tomado la forma de concertar
acuerdos para elegir a los que a su vez, elegirán. Si se hace un recuento de
las personas que actualmente asumen cargos ciudadanos
en nuestra entidad, podremos darnos cuenta de sus antecedentes partidistas muy
marcados, e incluso de sus fidelidades a los partidos políticos que los
postularon.
Esa fidelidad se
va a convertir en la forma de mirar, en la manera de exigir, en la
subordinación a los antiguos correligionarios, amigos, jefes. No se trata,
desde luego, de una postura extrema en el sentido de que sólo quienes no han
participado en ningún partido pueden tener una mirada no partidista, desde
luego que no. De lo que se trata es de construir otras miradas que incluya a
los partidos políticos pero que vaya más allá de las estrechas posturas
establecidas por ellos.
Por eso, el
mayor éxito del neoliberalismo es haber creado al habitante de las urbes
productivo, consumidor y endeudado. Esta subjetividad que permite formar parte
del engranaje, ser padre de familia, pagar los impuestos, ir a Cinemex y pagar
el endeudamiento del coche y la casa, se convierte en el mayor triunfo del
liberalismo o neoliberalismo porque se convierte en cuerpo, en sueños, en metas
que alcanzar.
A la entrada de
Tepic, está un promocional que dice algo así como soltera, guapa y con casa. Eso
supone que cumple con los rituales necesarios para ser incluida en el
directorio de quien triunfa.
Requiem por la
democracia que en lugar de construir ciudadanía, produce consumidores.
Una de las características del siglo que comienza es
la pérdida de la centralidad de las instituciones. Por eso es crucial el
sistema de elección de gobernantes y en general, de tomadores de decisiones. El
sistema que se sigue en México, el ritual de las elecciones ha permitido hacer
intercambios entre la clase política, no necesariamente hacer relevos entre las
generaciones y mucho menos, entre los equipos de gobierno. En México hemos
asistido al recambio de la clase partidista en el nivel de interpartidos, de tal manera de garantizar estar en alguna posición
de poder sin importar el partido político que haya permitido llegar a esa
posición. Se trata de una clase partidista capaz de intercambiarse entre sí
para continuar en el ámbito del disfrute de los cargos públicos.
Esta perversión de la democracia se aúna a otras. Una
de ellas es pensar que el ritual de las elecciones agota la vida democrática.
La reducción de la democracia al momento electoral ha llevado a fortalecer
instancias que, a fin de cuentas, han impedido transitar hacia una verdadera
democracia. Esto es, garantizar que los ciudadanos tengan acceso al ámbito de
las decisiones de lo público para conformar sociedad. Círculo vicioso el que
instala la democracia para practicar la antidemocracia. Ello es el resumen de
lo que ha ocurrido en el sistema político mexicano como herencia del siglo que
terminó. Tendremos que ver si en el siglo XXI somos capaces de darle otro
contenido a la democracia.
La
ciudadanización de los organismos autónomos en este país constituye una meta de
largo aliento, la partidización priva por encima de intereses ciudadanos lo
cual constituye un obstáculo serio para ser considerad@ candidat@ imparcial.
El problema es
que pierde la sociedad en su conjunto. La función de la política, lo que la
vuelve democrática es hacer posible el diálogo entre las distintas posturas.
Este diálogo tiene necesidad de libertad en que cada individuo se constituya
prioritariamente como actor y como sujeto poniendo en relación entre sí
prácticas y valores.
¿Por qué el
énfasis en la ciudadanización? ¿Qué tienen los ciudadanos que los hacen tan
importantes para la democracia? Para responder estas preguntas se tiene que
tomar en cuenta que la democracia representativa parte de una concepción de los
derechos que funda toda una serie de derechos tan universales como los del
ciudadano, pero que deben ser defendidos y puestos en práctica en situaciones
concretas. Por su parte, los partidos políticos son instituciones que tienen
como finalidad la toma del poder y el ejercicio de este con la finalidad de
establecer un gobierno fundado en
valores determinados.
Los ciudadanos,
fuera de los partidos políticos e independientes de ellos, serían entonces
aquellas personas que tendrían las posibilidades para regular la arena en la
que actuarían los partidos políticos. Sin embargo, resulta que son
precisamente, los partidos políticos los que tienen que seleccionar a los
ciudadanos que los regularán. Como se observa, no hay manera de salir de tal
incongruencia. En México ha habido, en la mayor parte de los casos, una simulación
de la ciudadanización, lo que ha dado por resultado una permeabilidad de los
partidos políticos gobernantes en las distintas agencias, dependencias u
organismos, supuestamente ciudadanizados.
Desde que la
modernización económica se acelera y se instaura el capitalismo vigoroso, el
espíritu democrático ya no se identifica con el Estado Republicano. La función
de éste es defender a una clase sobre otra o al pueblo contra los dueños del
dinero. La democracia se vuelve social donde la sociedad se estructura como una
gran clase media extendida. La democracia se coloca, por lo tanto, en el nivel
de los actores sociales y no por encima de ellos. Busca garantizar el acceso de
los dominados a una acción política que se convierta en su propia
participación.
Se dice que en
México tenemos una gran capacidad para establecer leyes avanzadas, leyes
justas, leyes de vanguardia. Pero la
clase política/partidaria ha acumulado también todas las artimañas para simular
que ellas se cumplen. De ahí que la ciudadanización de la democracia sea de
esas metas pendientes de cumplir.
¿Qué compromisos tiene la ciudadanía con la
democracia, las instituciones, los principios y valores de la sociedad? Existen
compromisos no utilitarios en las sociedades pero es muy probable que ante la
pobreza generalizada, la incertidumbre ante las fuentes de empleo, esos otros
valores se dejen de lado. Porque ¿a quién le podrá interesar la convivencia
democrática, el bien común, la participación en la vida pública? Suenan a
palabras vacías cuando no les damos un contenido, pero pensemos que cada vez
que se anuncia una “Alerta Amber”, sobre una niña o niño que desapareció en las
calles de Tepic o en cualquier lugar, la democracia se quiebra porque la
seguridad de las niñas y niños debería ser un valor supremo de la democracia,
debiera ser un indicador de la convivencia a través de la democracia. Tampoco
hay democracia cuando ser periodista es una profesión de alto riesgo.
A la ciudadanía utilitaria sólo se le da un papel en
el reparto del teatro de la democracia: el momento en que emite el voto, por
eso se trata de democracias electorales que se agotan en el mismo proceso de
votar. Posteriormente las ciudadanías pasan a la sombra donde permanecerán los
siguientes seis años hasta que de nueva cuenta, sean descubiertas por los
nuevos candidatos para que desde el fondo de los abismos vuelvan a salir los
empobrecidos de la montaña, los esperanzados del campo, y sean fotografiados en
los promocionales de los candidatos.
Ellos, los hombres del poder seguirán teniendo los
reflectores, las luces, las fincas, el dinero, el rancho, los helicópteros.
Puede ser que sus propuestas de generar empleo, impulsar el sector agrario,
luchar contra la corrupción, eliminar el corporativismo, les alcance para
arrancar el voto de quienes están en la sombra. O puede ser que el día de la
jornada se pongan en vigor las compras de voto, las operaciones “tamal”, las
“invitaciones” a votar, el espionaje de la lista nominal para asegurar que
vayan a votar los comprometidos, esos a quienes se les dio la despensa, la
lámina, la tarjeta. Asegurar que vayan a votar y anotarlos en las listas para
que después vayan por su pago y por su chamba.
En pleno siglo XXI la democracia como sistema de
participación social no ha anclado en América Latina. Es cierto, es difícil
revertir el utilitarismo del voto. Sin embargo, el mundo público debe ser
guiado por los principios, derechos, libertades, límites, instituciones
establecidos en la utopía democrática.
Réquiem por la democracia del voto utilitario, del
voto que se compra y vende.
¿Por qué ningún candidato se refiere a lo indio? Lo
indígena sigue considerándose un asunto menor como si fuera una piedra en el
zapato o una mercancía por explorar. O se les ve como problema o como producto
de exportación. Por eso, el asesinato de los hermanos Miguel y Agustín Vázquez
Torres se convierte en un asunto que se deberá volver papel lo más pronto
posible.
Se está asesinando a los intelectuales y líderes de
los pueblos indios.
Por eso, tampoco hay democracia cuando asesinan a los
líderes indígenas que reclaman tierras. No importa si las tierras son de
Nayarit o de Jalisco o de Zacatecas. Para los wixaritari el territorio no tiene
fronteras o no tiene las fronteras que las escrituras mestizas determinan. Para
el pueblo wixaritari la frontera oriente es Wirikuta, la poniente es HaraMara,
la norte es Rapawilleme. Otra manera de entender el territorio, la tierra y el
mundo próximo y distante.
Miguel Vázquez se había distinguido por su pertenencia
al Consejo Regional Wixárika por la Defensa de Wirikuta, en el cual formaba
parte de la mesa jurídica. Tuvo que estudiar el derecho mestizo para entender
cómo debía defender los derechos de los indios presentes y de los futuros.
Además fue parte fundamental en la creación de la Preparatoria Bicultura de la
Universidad de Guadalaja, un proyecto largamente incubado y negado por
sucesivas administraciones.
Miguel Vázquez era profesor de educación básica. Los
profesores se vuelven los intelectuales indígenas porque tienen la distancia
suficiente para tomar conciencia de quien son. Por eso, su identidad india es
lo primero con que se enfrentan, lo que llevan por delante y lo que les permite
atreverse a convocar lo comunitario. Lejos están de perseguir sólo un bienestar
individual sino que en los wixárikas es más importante la identidad colectiva,
el compromiso generacional que la comodidad individual.
Hace unos cinco años,
en la pista de Tuxpan de Bolaños una mujer indígena nos alcanzó. Nos preguntó
si éramos maestras de la Universidad de Tepic. Le dijimos que sí. Entonces
ella, una mujer de la tradición, encerrada en la serranía del Nayarit-Jalisco,
nos pidió le avisáramos cuándo empezaran las inscripciones para la
preparatoria. Su hija estaba a punto de terminar la secundaria y ella quería
que se fuera a la ciudad a continuar la preparatoria.
La ciudad, ese sitio
inalcanzable desde la ruralidad indígena donde fluye el tiempo y su latido
indiferente.
Es más fácil
comunicarse a Nueva York que a la Sierra del Nayarit. Por eso, establecer una
preparatoria bicultural no es solamente la posibilidad de que las jóvenes
tengan la oportunidad de continuar los estudios, sino que marca la diferencia
entre quedarse atrapada en el destino asignado por el cuerpo-tradición o
transitar por el mundo de otra manera. La mujer wixárika lo sabía.
Asesinaron a dos
líderes indígenas por ser líderes. Todo se desmorona: las reglas de la
democracia, el espejo en que nos vemos todos los días. Se congela el rostro de
los candidatos en su permanente bla bla bla, en su insistencia de ser los
mejores. En su desesperación por maquillarse con el poder.
Los líderes indígenas
están siendo asesinados por reclamar sus derechos. Esto, no puede ser
democracia.
Requien por la
democracia racista para quienes los pueblos originarios son parte del folcklor
y el paisaje.
El Estado no se responsabiliza del presente de la
juventud porque, en su frivolidad, ve a los jóvenes como amenaza cuando debiera
verlos como oportunidades. La capacidad de crítica, de enojo, de descontento,
de rebeldía, es atrapada en organizaciones corporativas que desciudadaniza a
los jóvenes: les arrebata la posibilidad de pensar por sí mismos, de
convertirse en ciudadanos completos para incorporarlos en redes de fidelidades
dispuestos a pagar el bono correspondiente para asegurar un lugar en la fila
aún cuando sea en los últimos puestos: viciados en el servilismo, en la
subordinación, en la disciplinación de la mente, en la corrupción del cuerpo.
La clase gobernante, preocupada por mantener el poder
del poder, el lugar desde el cual incapacitar a la sociedad, establece sus
propios discursos autocomplacientes para decirse a sí mismos que no pasa nada,
que ellos hacen todo lo posible pero el monstruo no se vence. Después del
discurso van a la cena de las celebraciones, a los aplausos de los que comen
cadáveres. Los escuchamos en su bla, bla, bla, destinados a ensordecerse ellos
mismos. Los vemos verse en sus espejitos mágicos devolviéndose la imagen en que
se quieren ver.
Por eso nos duele el dolor, nos duele el día de
muertos, porque las balas alcanzan a los jóvenes y a sus sueños, a la niña que
va pasando rumbo a la dicha, a los hombres trabajando en el horizonte de la
vida. Por eso, los muertos de hoy, del día de muertos, son los muertos de todos.
Todos morimos un poco en cada joven asesinado, en cada mentira aceptada, en
cada minuto desaprovechado para la vida.
Crece la desdicha y nos inunda con sus propios
líquidos. Nos alcanza en las salas de cine, en la arena de playas soleadas, en
el coche lavándose, en los noticieros, a la hora de ponernos la piyama para
entrar a la noche. Se mete en nuestras horas de sueño porque asesinan a
jóvenes, a niños y nos asesinan la vida cotidiana.
Los gobernantes siguen palabreando.
Vuelvo el rostro.
Somos apenas ese desierto donde dejamos los gritos.
Réquiem por la
democracia que cancela el futuro de la juventud.
¿Por
qué se ha negado a las mujeres el derecho a participar en el poder?
Para
excluir a las mujeres del poder se ha hecho uso de distintas falacias. Las
falacias son argumentos que parecen válidos pero no lo son, se usan para
descalificar y descartar a las mujeres
La
primera falacias que se emplea para marginar a las mujeres del poder dice que
las mujeres no saben gobernar. Si gobernar es tomar decisiones, es claro que
ello es falso porque las mujeres toman decisiones en la vida diaria destinada
al cuidado y reproducción de la vida. En esa toma de decisiones se utiliza el
sentido común, la experiencia acumulada y la consecución del bien para los
demás. Por lo tanto, las mujeres si toman decisiones en la vida privada en base
a esos tres principios, también las pueden toman en la vida pública.
La
segunda falacia esgrime la debilidad de las mujeres. La pregunta es: ¿las
mujeres son débiles para qué? No, sin duda, para soportar el dolor físico,
tampoco para hacer frente a las adversidades de la vida puesto que las mujeres
han desarrollado recursos que les permite sobreponerse a abandonos, pobreza,
enfermedades y aún así, continuar la vida. Por lo tanto, la supuesta debilidad
de las mujeres no tiene que ver con atributos de ellas, sino con las supuestas
características que se quiere ver en ellas.
Las
mujeres no están preparadas es otra falacia frecuentemente utilizada para no
incorporar a mujeres en el poder. Sin embargo, el avance educativo de las
mujeres indica que la matrícula femenina en las Universidades de todo el país
es más alta que la masculina, por lo tanto las mujeres han accedido a la
escolaridad superior, han construido mayor capital social y cultural, lo que
las capacita para ejercer el poder, pero no tienen posibilidades de convertir
ese capital educativo en capital político. En los puestos administrativos donde
los cargos se asignan por méritos y no por redes de complicidades, las mujeres
tienden a ocupar mayores lugares.
La
cuarta falacia recurrente se relaciona con la supuesta emotividad de las
mujeres. Las mujeres priorizan la colaboración y la comprensión, por lo que se
supone que esas emociones las descalifica para la toma de decisiones en el
poder, donde lo que se requiere es la competencia y la agresividad. En este
caso es posible que utilizar la colaboración y la comprensión abriría las
posibilidades de articular un poder consensuado-horizontal en lugar de un poder
autoritario-vertical.
La
quinta falacia alude al hecho de que las mujeres se dejan guiar por los
sentimientos por lo que son proclives a enamorarse fácilmente. La falacia
consiste en atribuir a las mujeres conductas faltas de ética como si las
mujeres estuvieran en la inmoralidad permanente. En este caso la falacia impide
la consideración de las mujeres como personas capaces de tomar decisiones en
base a argumentos, razonamientos y sentimientos.
La
sexta falacia dice que los varones representan a la mujer. Este razonamiento es
falso puesto que los hombres se representan a sí mismos, un ejemplo de ello se
tiene en los códigos penales cuando los hombres que cometían violaciones contra
las mujeres se les perdonaba si se casaban con las mujeres violadas. Es claro
que la legislación elaborada por los varones encierra los valores de
sometimiento de las mujeres y tiene soluciones para ellos, por lo tanto los
hombres se representan a sí mismos y no representan a las mujeres. El varón es
un falso representante universal.
¿Por
qué es necesaria la participación de las mujeres en el poder?
Porque
la conducción del país se ha realizado a partir de los valores masculinos los
cuales priorizan el desarrollo económico por sobre la transformación social
basada en las personas. Ello ha dado lugar a una sociedad desigual, empobrecida
y falta de impartición de justicia, con grave deterioro del medio
ambiente.
Porque
el poder establecido en ausencia de las mujeres cada vez pierde mayor
legitimidad de representación, de ahí la necesidad de incorporar a las mujeres
con la finalidad de ampliar las bases de legitimidad de un poder cada vez más
vacío de contenido.
Porque
está pendiente la agenda de las mujeres.
Réquiem
por la democracia masculina que excluye a las mujeres de la toma de decisiones.
La construcción de un
Estado de Derecho como idea, solo puede prosperar a largo plazo. Puede ser que
sean las generaciones que ya están aquí entre nosotras quienes puedan imaginar
y crear otros estados en América Latina. A mi generación le tocó luchar contra
el PRI, contra Somoza, contra Pinochet. Marchamos en las calles del mundo por
una América Latina en paz. Cantamos contra el imperialismo norteamericano y
unimos las fuerzas por una democracia no ritualizada.
En México, los
partidos políticos son de los políticos viejos. Esperamos que surja entre
nosotros ese momento de la juventud con sus propias propuestas de futuro, no
que retome los ideales del Che Guevara, de las feministas, de quienes han
luchado en las calles. Esperamos que construyan sus propios ideales, sus
propias utopías, sus propios horizontes para caminar, porque el autoritarismo
aparece en sociedades desencantadas de la democracia como decía Hannah Arendt.
Ha costado mucho
trabajo construir la democracia realmente existente, hoy debemos consolidarla
para cerrar el paso a las alternativas autoritarias de derecha y de izquierda.
Dos poemas para
terminar:
Y desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de sér, dolernos doblemente.
Jamás, hombres humanos,
hubo tánto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la arimética!
Jamás tánto cariño doloroso,
jamás tan cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor
dos veces
y el bien de sér, dolernos doblemente.
Jamás, hombres humanos,
hubo tánto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la arimética!
Jamás tánto cariño doloroso,
jamás tan cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
César Vallejo
Alta traición
No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
Es inasible.
Pero (aunque suene mal)
Daría la vida
Por diez lugares suyos,
Cierta gente,
Puertos, bosques de pinos,
Fortalezas,
Una ciudad deshecha,
Gris, monstruosa,
Varias figuras de su historia,
Montañas
-y tres o cuatro ríos.
José Emilio Pacheco
[1] Texto leído el 27 de
octubre de 2017 en el 50 aniversario de la muerte del Che Guevara en la
Universidad Autónoma de Nayarit.