lunes, 11 de diciembre de 2023

La Madre Guadalupe

Suplicante, juntaba sus manos,

suplicante, juntaba sus manos.

Y eran mexicano, y eran mexicanos

y eran mexicanos, su porte y su faz.

 

La Guadalupana

 

La música que se oye fuera de mi casa rompe la tranquilidad del otoño. En estas tardes de domingos de diciembre es posible gozar del silencio de la calle, lo cual no ocurre otros días de la semana cuando pasan estudiantes a las escuelas y las personas mayores se apresuran a llegar al trabajo o a algún lugar de sus vidas.

 

La música poco a poco se hace reconocible en la tonada “Desde el cielo una hermosa mañana/desde el cielo una hermosa mañana/La Guadalupana, la Guadalupana/la Guadalupana bajó al Tepeyac

 

Pasa la peregrinación a la Virgen de Guadalupe organizada por los vecinos de la colonia donde vivo. Los teléfonos celulares hacen las veces de veladoras para quienes no alcanzaron a comprar veladoras de pilas. Este fervor a la Madre Guadalupe nos recuerda la desventura en que nos encontramos, el desaliento, lo fortuito de vivir, pero también, la esperanza.

 

La religión monoteísta católica, en cuya cúspide se encuentra un Dios todopoderoso, fue impuesta a un pueblo vencido. Ese principio masculino de la deidad había destruido a diosas y dioses de los pueblos mesoamericanos. La población, derrotada y humillada, veía destruidos los fundamentos donde había florecido su mundo: negado el lenguaje; derrotada la cosmogonía; derribadas las pirámides, los templos del culto, la base material de la vida. Todo caía.

 

Un pueblo se acerca al precipicio. Al borde del colapso, surge el mito de la Madre Guadalupe como un caso de sincretismo religioso entre las cosmovisiones europeas e indígenas: una analogía entre las advocaciones de la Virgen María y de las Diosas/Madres de la cultura náhuatl.

 

Expulsados del orden mesoamericano, los pobladores fueron arrojados al orden de los conquistadores: solo si hablaban en el idioma español, la lengua de los dominadores, renegando de las lenguas originarias, podían ser aceptados. Solo si nombraban a los dioses de los conquistadores podían ser reconocidos como bautizados, como súbditos de la corona española. Entonces surge la Madre Guadalupe como vínculo con el orden simbólico perdido.

 

Porque Guadalupe es donde nos podemos reconocer plenamente, confiar en nosotras. Ella nos salva del infortunio porque también habla la lengua de los vencidos, de las expulsadas, de quienes han sido humilladas. Tonatzin era tanto madre de los dioses como madre de los hombres, en una cosmovisión profunda narrada por Fray Bernardino de Sahagún.  

 

La Madre Tonatzin-Guadalupe representa la protección frente al dolor y la miseria; la fortaleza ante la desventura de la vida anterior destruida; el resguardo ante la tristeza en que sucumbía el mundo indio. Por ello, la Madre Guadalupe porta ese orden perdido frente al dominio español ya inamovible para 1531.

 

No me refiero aquí a la verdad o falsedad de las apariciones, sino solo al simbolismo que ha tenido en la reestructuración del alma indígena y en la conformación del México mestizo al convertirse en el símbolo de lo mexicano. La pintura, está elaborada a modo de códice indígena donde la imagen era fundamental para la comunicación. De ahí que el conjunto del Huipil de San Diego puede ser leído como un códice con símbolos de la cultura y religión náhuatl, de acuerdo a José Luis Guerrero (Flor y canto del nacimiento de México).

 

La representación de la guadalupana recupera el alma de lo indígena que sucumbe, de la cosmovisión indígena negada y al mismo tiempo, anuncia una nueva visión fusionada con la religión impuesta. Se puede decir que actúa como un “portal” entre el mundo indígena en su angustia de la pérdida y el mundo hispano que inicia.

 

Por ello, porque salvó al pueblo indígena de la derrota de los dioses; porque surgió en ese momento de la destrucción y la pérdida, el mito se encuentra en las profundidades del alma. Es la Madre Guadalupe quien devuelve al pueblo mexicano de la muerte simbólica, al ser ella misma el símbolo del orden perdido.

 

Los vecinos siguen pasando con sus ramos de flores y su música de viento. Los cuetes se oyen a la distancia en tanto que las luces artificiales anuncian a un pueblo en su devoción.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 12 de diciembre de 2023.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

lunes, 4 de diciembre de 2023

¿Cuál ciudadanización? ¿Cuál democracia?

La sociedad civil,

puede articular diversidad de actores

 en una sociedad que aspire a ser democrática,

más allá de la clase política.

 

Si la ciudadanización es la forma de participar en el debate, la forma de construir lo social y lo público, establecer las normas que guiarán las normas sociales fuera de las visiones parciales de los partidos políticos, en nuestro país no existe ciudadanización.

 

No existe, porque la partidización y la fidelidad a políticos, ha tomado la forma de concertar acuerdos para elegir a los que, a su vez, dirigirán organismos autónomos. Si se hace un recuento de las personas que actualmente asumen cargos ciudadanos en nuestra entidad, podremos darnos cuenta de sus antecedentes partidistas muy marcados, y sus vínculos con políticos que les postularon.

 

Esos vínculos se van a traducir en fidelidad, se va a convertir en la forma de mirar, en la manera de exigir, en la subordinación a los antiguos correligionarios, amigos, jefes, a quienes piensen que les deben el cargo. No se trata, desde luego, de una postura extrema en el sentido de que sólo quienes no han participado en ningún partido pueden tener una mirada no partidista, desde luego que no. De lo que se trata es de construir otras miradas que parte desde lo social y vaya más allá de las estrechas posturas establecidas por la clase política.

 

La ciudadanización de los organismos autónomos en este país constituye una meta de largo aliento, la partidización priva por encima de intereses ciudadanos, lo cual constituye un obstáculo serio para ser considerad@ candidat@ imparcial. Ahora estamos en pleno proceso de selección de quienes presidirán órganos descentralizados del poder público: las convocatorias fueron publicadas, las y los candidatos llenaron sus expedientes; el Congreso del Estado les entrevistó.  Debemos preguntarnos ¿cuáles son los criterios de la designación que realice el Congreso del Estado? ¿Se basarán en cuestiones técnicas, en la expertis de quienes contienden o será de nueva cuenta un acuerdo desde la clase política?

 

Ciudadanizar los organismos autónomos no es cualquiera cosa en un Estado donde el poder hegemónico no admite fisuras, sino que trata de controlarlo todo. Por ello, se puede afirmar que el proceso de “ciudadanización” es una falacia cuando el propio poder público no entiende el beneficio que le acarrearía contar con verdaderos ciudadanos y ciudadanas al frente de organismos descentralizados. Ciudadanos no leales a partidos políticos ni tampoco a la clase política o a políticos en particular.

 

Es muy posible que los propios partidos políticos estén lejos de atender las demandas de los ciudadanos por estar pendientes de sus propios intereses.

 

El problema es que pierde la sociedad en su conjunto. La función de la política, lo que la vuelve democrática es hacer posible el diálogo entre las distintas posturas. Este diálogo tiene necesidad de libertad en que cada individuo se constituya prioritariamente como actor y como sujeto poniendo en relación entre sí prácticas y valores en organizaciones de la sociedad civil.

 

¿Por qué el énfasis en la ciudadanización? ¿Qué tienen las y los ciudadanos que los hace tan importantes para la democracia? Para responder estas preguntas se tiene que tomar en cuenta que la democracia representativa parte de una concepción de los derechos que funda toda una serie de derechos tan universales como l@s de ciudadan@s, pero que deben ser defendidos y puestos en práctica en situaciones concretas. Por su parte, los partidos políticos son instituciones que tienen como finalidad la toma del poder y el ejercicio de este con la finalidad de ¡de seguir en el poder!

 

Las y los ciudadanos, fuera de los partidos políticos e independientes de ellos, serían entonces aquellas personas que tendrían las posibilidades para regular la arena en la que actuarían los partidos políticos. Sin embargo, resulta que son precisamente, los partidos políticos los que tienen que seleccionar a l@s ciudadan@s que regularán buena parte de sus acciones. Como se observa, no hay manera de salir de tal incongruencia. En México ha habido, en la mayor parte de los casos, una simulación de la ciudadanización, lo que ha dado por resultado una permeabilidad de los partidos políticos gobernantes en las distintas agencias, dependencias u organismos, supuestamente ciudadanizados.

 

La democracia se vuelve social donde la sociedad se estructura como una gran clase media extendida en articulación con la clase popular. La democracia se coloca, por lo tanto, en el nivel de los actores sociales y no por encima de ellos. Busca garantizar el acceso de los dominados a una acción política que se convierta en su propia participación.

 

Se reconoce que en México tenemos una gran capacidad para establecer leyes avanzadas, leyes justas, leyes de vanguardia, como las leyes de la ciudadanización de los organismos públicos descentralizados, porque ello ampliaría las bases de la participación en el poder. Pero la clase política/partidaria ha acumulado todas las artimañas para simular que ellas se cumplen. De ahí que la ciudadanización de la democracia sea de esas metas pendientes de cumplir.

 

La ciudadanía nos convertimos en neuróticos contemplativos sin que actuemos para exigir el cumplimiento de las leyes.

 

*Neuróticos contemplativos es un término acuñado por Pablo González Casanova.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 5 de diciembre de 2023.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

Violencia virtual: daño real

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Frase de control digital

 

La violencia digital contra las mujeres no la inventaron las redes sociales, sino que las redes sociales muestran las formas de relación entre mujeres y hombres en la sociedad contemporánea. Las redes sociales amplifican los escarnios sobre las mujeres porque los difunde desde un lugar específico del emisor para llegar a quién sabe dónde.

 

Una estudiante nos comentaba que a ella “la quemaron” en las redes: a una de sus fotografías le fue cambiado el cuerpo para agregarle un cuerpo de marrano, mientras en la cara dejaron su rostro. Desde luego, la postura aludía a la sexualidad humana. Esta fotografía circuló entre las y los estudiantes quienes se burlaron de ella a sus espaldas. Ella aseguraba que el autor de esa burla había sido un exnovio con quien ella dejó de salir porque era muy controlador y, sobre todo, había sufrido diversas agresiones.

 

Internet juega un papel muy importante en las relaciones sociales de la juventud y, podría decirse, de una gran parte de la población adolescente y adulta que vincula su identidad a la forma como se muestra en las redes. Por ello, son impresionantes los daños que la violencia digital puede causar en las personas.

 

La violencia digital se articula con la violencia machista porque se utilizan las redes sociales para hacer daño a la otra persona. Se expresa la violencia misógina a través de plataformas que tienen un alcance ilimitado porque ni el emisor puede controlar a dónde va a dar la agresión. Todo ello, se ancla en el morbo social, esa necesidad de ver e interactuar con lo obscuro de la otra persona. Puede ser que las fotografías no tengan un contenido sexual, -a lo que generalmente se asocia el morbo-, pero sí se refieren a aspectos privados de la persona a los cuales se asoma la multitud desde el anonimato de quien ve.

 

Se crea la complicidad de los anónimos.

 

Seguramente se trata de un tipo de defensa de mi propia intimidad. ¿Por qué? Porque mientras se muestren las zonas obscuras del otro u otra, yo me sentiré defendida en mi fuero interno. Mientras le pasen las cosas a la otra, estaré más atrincherada de que no eso no me pasa a mí.

 

Pienso que el razonamiento debiera ser exactamente el contrario: si veo que a una conocida le está ocurriendo violencia digital, es muy posible que muy pronto se extienda a todas. Anteriormente era común que se hiciera caricaturas de algún personaje molesto para la sociedad, pero actualmente, la extensión del uso de memes provoca que todas y todos estemos propensos a sufrir violencia digital. Basta con que una persona se lo proponga, para lanzar un meme donde no solamente se haga reír, sino que ese origen de la burla se ancle en un estereotipo sexual, racial, de inferioridad, que denigre.

 

No estoy en contra de los memes ni mucho menos, estoy en contra de su uso para agredir a las personas en su dignidad.  

 

La violencia digital causa angustia. La alumna en cuestión narraba cómo se sentía aislada en su propio grupo, hasta que alguna amiga le contó lo que estaba sucediendo. En ese proceso, las personas se enfrentan a su propia vergüenza, antes de decidirse a tomar cartas en el asunto: a denunciar al agresor, cuando se atreven. Generalmente no lo hacen porque carecemos de posibilidades tecnológicas de demostrar de dónde surgió la fotografía en cuestión. Si bien existe una policía cibernética en el país, es poco probable que se logre hacer justicia, o al menos, eso nos explicaba la estudiante. Lo que hizo fue cambiar de turno escolar.

 

La violencia virtual no se queda en el ámbito virtual, sino que se convierte en daños reales: a la angustia, miedo, tristeza, vergüenza, aislamiento, debe agregarse la depresión. La incapacidad de lograr justicia, la imposibilidad de borrar de las mentes de las personas la fotografía que vieron, es parte de los costos sociales que provoca la violencia digital.

 

Por ello, debemos estar conscientes de todo aquello que retransmitimos en redes; todo aquello que compartimos en cualquier tipo de plataforma. Es preciso romper la cadena de transmisión si un meme o fotografía ofensiva llega hasta nuestros celulares. No seamos parte de la complicidad que se esconde detrás de las pantallas para denigrar a otra persona.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 27 de noviembre de 2023.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx