lunes, 4 de diciembre de 2023

Violencia virtual: daño real

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Frase de control digital

 

La violencia digital contra las mujeres no la inventaron las redes sociales, sino que las redes sociales muestran las formas de relación entre mujeres y hombres en la sociedad contemporánea. Las redes sociales amplifican los escarnios sobre las mujeres porque los difunde desde un lugar específico del emisor para llegar a quién sabe dónde.

 

Una estudiante nos comentaba que a ella “la quemaron” en las redes: a una de sus fotografías le fue cambiado el cuerpo para agregarle un cuerpo de marrano, mientras en la cara dejaron su rostro. Desde luego, la postura aludía a la sexualidad humana. Esta fotografía circuló entre las y los estudiantes quienes se burlaron de ella a sus espaldas. Ella aseguraba que el autor de esa burla había sido un exnovio con quien ella dejó de salir porque era muy controlador y, sobre todo, había sufrido diversas agresiones.

 

Internet juega un papel muy importante en las relaciones sociales de la juventud y, podría decirse, de una gran parte de la población adolescente y adulta que vincula su identidad a la forma como se muestra en las redes. Por ello, son impresionantes los daños que la violencia digital puede causar en las personas.

 

La violencia digital se articula con la violencia machista porque se utilizan las redes sociales para hacer daño a la otra persona. Se expresa la violencia misógina a través de plataformas que tienen un alcance ilimitado porque ni el emisor puede controlar a dónde va a dar la agresión. Todo ello, se ancla en el morbo social, esa necesidad de ver e interactuar con lo obscuro de la otra persona. Puede ser que las fotografías no tengan un contenido sexual, -a lo que generalmente se asocia el morbo-, pero sí se refieren a aspectos privados de la persona a los cuales se asoma la multitud desde el anonimato de quien ve.

 

Se crea la complicidad de los anónimos.

 

Seguramente se trata de un tipo de defensa de mi propia intimidad. ¿Por qué? Porque mientras se muestren las zonas obscuras del otro u otra, yo me sentiré defendida en mi fuero interno. Mientras le pasen las cosas a la otra, estaré más atrincherada de que no eso no me pasa a mí.

 

Pienso que el razonamiento debiera ser exactamente el contrario: si veo que a una conocida le está ocurriendo violencia digital, es muy posible que muy pronto se extienda a todas. Anteriormente era común que se hiciera caricaturas de algún personaje molesto para la sociedad, pero actualmente, la extensión del uso de memes provoca que todas y todos estemos propensos a sufrir violencia digital. Basta con que una persona se lo proponga, para lanzar un meme donde no solamente se haga reír, sino que ese origen de la burla se ancle en un estereotipo sexual, racial, de inferioridad, que denigre.

 

No estoy en contra de los memes ni mucho menos, estoy en contra de su uso para agredir a las personas en su dignidad.  

 

La violencia digital causa angustia. La alumna en cuestión narraba cómo se sentía aislada en su propio grupo, hasta que alguna amiga le contó lo que estaba sucediendo. En ese proceso, las personas se enfrentan a su propia vergüenza, antes de decidirse a tomar cartas en el asunto: a denunciar al agresor, cuando se atreven. Generalmente no lo hacen porque carecemos de posibilidades tecnológicas de demostrar de dónde surgió la fotografía en cuestión. Si bien existe una policía cibernética en el país, es poco probable que se logre hacer justicia, o al menos, eso nos explicaba la estudiante. Lo que hizo fue cambiar de turno escolar.

 

La violencia virtual no se queda en el ámbito virtual, sino que se convierte en daños reales: a la angustia, miedo, tristeza, vergüenza, aislamiento, debe agregarse la depresión. La incapacidad de lograr justicia, la imposibilidad de borrar de las mentes de las personas la fotografía que vieron, es parte de los costos sociales que provoca la violencia digital.

 

Por ello, debemos estar conscientes de todo aquello que retransmitimos en redes; todo aquello que compartimos en cualquier tipo de plataforma. Es preciso romper la cadena de transmisión si un meme o fotografía ofensiva llega hasta nuestros celulares. No seamos parte de la complicidad que se esconde detrás de las pantallas para denigrar a otra persona.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 27 de noviembre de 2023.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

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