domingo, 16 de abril de 2017

Sábado de Gloria

Para Ele

El Sábado de Gloria los nayeri entregan las máscaras al río donde el agua se rompe, se desangra ante las máscaras del rito.

El oleaje de las miradas no ve la salida del agua hacia el inframundo donde el río deposita las máscaras sagradas. Los indios nayeri bajo el cielo sin orillas, entre las piedras descarnadas, bailaron a sus dioses, a sus raíces, la ceremonia que los remueve y los devora.

A las diez de la mañana volaron los pájaros, en tanto, el agua salpicaba al cielo. Uno a uno los judíos-indios entregaban las máscaras a la sed del río, esa tumba de agua que suena y sueña.

El agua extiende su dominio, llega a cada una de nosotras y nos arrastra a lo largo del tiempo. Es el río sagrado al que nos acogemos en el verde tenaz en que crecemos.

Sólo el agua. Una fluyente respiración de animales y dioses, ojos desorbitados y garras solares. En el día del Sábado de Gloria el agua se convierte en horizonte, en esplendor persistente, en la vida de quienes respiran, en las semillas y su vaho, en las pupilas fervorosas, en la tonada de los gallos.

El río circunda a quien lo piensa, a quien no duerme, a los indios que idénticos a sí mismos, se repiten en la ceremonia del agua. El río sagrado de los nayeri arrrastra un silencio hundido desde el alba al aire, desde el nacimiento hasta el canto de las mayordomías ensimismadas y sombrías.


Ahí, en cada Sábado de Gloria, rasgan el agua. Benditos, los indios abren los cielos a la embriaguez humana.

miércoles, 5 de abril de 2017

Golpes de Justicia

 Y en esta hora fría, en que la tierra 

trasciende a polvo humano y es tan triste,

quisiera yo tocar todas las puertas, 

y suplicar a no sé quién, perdón, 

y hacerle pedacitos de pan fresco

aquí, en el horno de mi corazón...!

César Vallejo. El pan nuestro

Los golpes de justicia “abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte”[1], convierten en frágil lo que antes era poderoso, inabarcable y lo transmutan en barro.

¿Por qué los poderes formales del Estado son lentos para reaccionar ante situaciones de injusticia continuas y prolongadas? En Nayarit hemos pasado de los mitos intocables alrededor del Fiscal Edgar Veytia al pantano del descrédito de quienes encabezan las instituciones. Incapaces de salvarse a sí mismos vemos las reacciones de los poderes formales: el Gobernador del Estado, el Presidente del Congreso, el Presidente del Tribunal Superior de Justicia, en el coro del balbuceo de la sombra.

Porque eso es lo que hemos presenciado en torno a la detención del ex Fiscal: los ojos estaban cegados, los oídos estuvieron tapados para quien debía oír y quien debía escuchar, iniciar procesos e impartir justicia. La justicia de fuera sí veía y oía; la nuestra, no.

Sin embargo, en la tienda de la esquina, en la parada del autobús, en la panadería, todos tienen un dato que aportar sobre vejamiento, despojo de terrenos, la amenaza, el silenciamiento, las extorsiones.

Los tiranos deslumbran por su borde de féretro con que expanden su poder.

Hoy se esgrime la legalidad como el camino para salir de este entramado de descrédito, pero a la legalidad hace tiempo le dieron una palmada y la ahogaron en la copa del mal. El gobernador designó al segundo funcionario de la Fiscalía como encargado del despacho; los diputados inician el kafkiano proceso para seleccionar a quien cumpla requisitos, sea honorable, etc. para proponer terna  al gobernador: de nuevo estamos ante la víbora que se muerde la cola.

¿Hasta dónde llega la autonomía de los funcionarios de primer nivel de un gobierno? ¿Debe el gobernador responder por sus funcionarios? La elección del Fiscal fue resultado de un proceso donde interviene el Poder Legislativo y el Ejecutivo, pero todos sabemos que a partir de la priisación de los poderes reales, la separación de poderes es una anécdota de la democracia mexicana.

La sociedad nayarita no se mueve, dicen. Más bien, es una sociedad con indefensión aprendida: feminicidios, desapariciones, fosas clandestinas, extorsiones, rectores fugados, periodistas enmudecidos, delitos sin registrar, delincuentes sin perseguir, indicadores sin documentar. Mínima importancia para un Estado que aporta menos del 1% al PIB nacional y tiene menos de un millón de electores (1% del padrón electoral: 817,398 electores).

Los partidos políticos arrancan sus campañas para renovar poderes casi con lujuria. Es el tiempo perdido de la cruzada de las promesas. No se tienen propuestas reales para hacer frente a mundo negro de la delincuencia.

¿Y la justicia? Hace muchos años dejé la carrera de derecho porque la práctica me hizo entender que la justicia era la injusticia mayor cuando se trataba de impartirla a los comunes y corrientes, mujeres y hombres, wixarikas, nayeris. Hoy la detención del ex Fiscal otorga un golpe de justicia que devela la espesa mezcla de intereses político-económicos donde prevalecen las reglas no escritas en que se ha convertido la trama del poder.

Los golpes de justicia cruzan umbrales de bronce y vuelven barro lo que es de barro.




[1] César Vallejo, Los Heraldos Negros