Un cielo azul de
estrellas
brillando en la inmensidad;
un pájaro enamorado
cantando en el forestal;
por ambiente los aromas
del jardín y el azahar;
junto a nosotros el agua
brotando del manantial
nuestros corazones cerca,
nuestros labios mucho más,
tú levantándote al cielo
y yo siguiéndote allá,
ese es el amor mi vida,
¡Esa es la felicidad!...
brillando en la inmensidad;
un pájaro enamorado
cantando en el forestal;
por ambiente los aromas
del jardín y el azahar;
junto a nosotros el agua
brotando del manantial
nuestros corazones cerca,
nuestros labios mucho más,
tú levantándote al cielo
y yo siguiéndote allá,
ese es el amor mi vida,
¡Esa es la felicidad!...
Amado
Nervo. “La felicidad”
No es cualquier cosa ser un poeta de la
transición del siglo XIX al XX. Es el periodo donde la luz eléctrica gana la
batalla a la noche y donde la ciencia se abre paso a fuerza de desdeñar el
mundo de supersticiones. Porque Amado Nervo nació en Tepic, cuando no era
Nayarit, en el año de 1870, el mismo año que hizo erupción el volcán Ceboruco
en los territorios de Xala y Ahuacatlán y a tres años de que fuera fusilado
Manuel Lozada “el indio guerrillero” en el cerro de los Metates en 1873.
¿Qué hizo que AN nacido en este contexto se
convirtiera en el escritor testigo del cambio de siglo, el poeta que cantó al
amor, a la dicha, a la naturaleza, a la muerte de la amada, el cuentista de
ciencia ficción, el cronista de sociales, el diplomático con que México
mostraba una cara amable al mundo?
Como pensamos que la educación es la
modeladora de las personalidades podemos argumentar que su paso por el
seminario lo dotó de las lecturas básicas para caminar por la vida, pero no
todos los seminaristas se han convertido en escritores excelso. Quizá el
ambiente pueblerino de Tepic, con todo y sus cuentos de corte indígena, le hubieron
proveído de la imaginería con que después deslumbraría en su escritura. Quizá
la infancia vivida en un pequeño lugar haya permanecido como un recuerdo de un
lugar que existía en alguna parte y que, poco a poco, se fue convirtiendo en un
lugar pensado, imaginado, más que en un lugar real.
Lo que sí podemos asegurar es que su pronto
oficio de periodista le otorgó un espacio desde el cual ver el mundo,
escribirlo, recrearlo y que poco fue convirtiéndose, él mismo en escritura. Sus
crónicas periodísticas escritas en Mazatlán, Sinaloa (Lunes de Mazatlán 1892-1894) muestran los diversos intereses del
escritor, como si todo fuera digno de ser revelado, como si todo contuviera un
encanto que debía ser trasladado a los lectores: lo mismo narra las noches de
carnaval que el retrato de las señoritas que pasean en el Malecón. En ese
tiempo, regresa a Tepic en su paso a México, paso que es documentado a través
de los periódicos de la época, sobre todo en “El Tepiqueños. Semanario de
Variedades”[1], que el 7 de julio de 1894
publica en la página 3 la siguiente nota:
“Viajero
Nuestro buen amigo y colaborador, Sr. Amado
Nervo, redactor del apreciable colega mazatleco, “El Correo de la Tarde”, llegó
a ésta procedente de aquel puerto, el martes 3 del corriente. El próximo lunes,
continuará su viaje a la capital de la República y otros lugares del interior.
Sea bienvenido”
Y en la página 4 se publica el siguiente poema:
Cuando
me vaya
Cuando
me vaya para siempre, entierra
Con mis
despojos tu pasión ferviente;
A mi
recuerdo tu memoria cierra:
¡Es ley
común que a quien cubrió la tierra
El
olvido lo cubra eternamente!
A nueva
vida de pasión despierta
Y sé
feliz, que si un amor perdiste
Otro
cariño llamará a tu puerta.
¿Por qué
impedir que la esperanza muerta
Resurja
ufana para bien del triste?
Ya ves,
todo renace, hasta la pálida
Tarde
revive en la mañana hermosa;
Vuelven
las hojas a la rama escuálida
Y la
tumba que forma la crisálida
Es cuna
de pintada mariposa.
Tornan
las flores al pensil galano
Que
arropó con sus nieves el invierno;
¡Hasta
el polo disfruta del verano!....
¿Por qué
no más el corazón humano
Ha de
sufrir el desencanto eterno?
Ama de
nuevo y sé feliz: sofoca
Hasta el
perfume de mi amor si existe….
¡Sólo te
pido que no borres loca
Oprimiendo
otros labios con tu boca
La
huella de aquel beso que me diste….!
Seguramente, a través de los versos publicados
en “El Tepiqueño” Amado Nervo seguía siendo leído en su tierra natal, donde
estaba al pendiente de sus pasos, viajes, poemas. ¡Celebremos pues, el 148
aniversario del nacimiento de Amado Nervo en Tepic, el 27 de agosto de 1870!
Socióloga, investigadora de la Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco_1@yahoo.com
Publicado en Nayarit Opina,
Tepic, Nayarit agosto 27 de 2018