Hice una
campaña consistente en que cada niño
de cada escuela trajera un ladrillo y lo
pusiera en
la “Ciudad de la Cultura” pues ya teníamos el
terreno.
Los niños hacían cola por la tarde ya que los
maestros
hicieron
que cada niño llevara en sus manos
un ladrillo y lo depositara ahí.
Julián Gascón Mercado (1985)
Los
bienes públicos son aquellos que no se extinguen con su uso, por el contrario
la participación de la comunidad en el bien público, logra que se expanda y con
ello, que permanezca. La Universidad Autónoma de Nayarit es el mayor bien
público que se ha generado en Nayarit en los últimos 50 años.
La
Universidad de Nayarit, en 1969, se convirtió en el espacio para integrar a los
jóvenes al pacto social a través de proporcionar la educación y la cultura que
los insertaría a la ciudadanía y al mercado laboral. La educación universitaria
es generadora de identidad individual, generacional, regional y nacional; forma
comunidad, construye lazos sociales y se convierte en el disparador de la juventud
hacia el futuro.
En
los 50 años de vida de la UAN ha cambiado la Universidad pero también ha cambiado
la sociedad. Originalmente se pensaba crear profesionales que contribuyeran al
desarrollo regional en un esquema donde la sociedad adulta formaba a la
juventud. Actualmente vivimos en la sociedad educadora donde el conocimiento es
parte de la innovación social y tecnológica, pero la Universidad sigue siendo
el centro de esa transformación ya que las universidades no sólo desarrollan
capacidades y habilidades, sino que forman seres humanos.
Es
cierto que la sociedad cibernética pone al alcance de la juventud información
de todo tipo, sin embargo, es en la universidad donde se desarrollan las
capacidades para identificar problemas, la ética de diferenciar efectos no
deseados, la lectura pertinente del entorno, la comprensión de la otredad, la argumentación
para resolver conflictos de manera razonable, la posibilidad de pensar de
manera crítica. En síntesis, la universidad construye personas capaces de
descubrirse a sí mismas como seres sociales, titulares de derechos, descubrir
el mundo, reflexionar sobre él y actuar para transformarlo.
En
las aulas universitarias se genera pertenencia generacional, identidades individuales,
colectivas e identidades institucionales. Los universitarios nos convertimos en
comunidades reflexivas en cualquier lugar donde actuemos. Por ello, es vigente
la universidad pública.
En 50 años se registrado en las aulas universitarias
casi medio millón de matrículas de bachillerato (220,192
hombres y 239,739 mujeres); aproximadamente, 400 mil en la educación superior
(177,520 hombres y 177,498 mujeres)[1]
y alrededor de diez mil en estudios de posgrado. La UAN es la
principal institución de formación de la juventud en la Entidad. El paso por la universidad no ha sido en vano
ya que quien ha egresado de la UAN actúa en su vida diaria a partir de una
frase leída en un libro, el recuerdo de
una maestra que lo alentó a seguir adelante, el barullo de amigos con quienes
socializó esa parte de la vida, las amistades que permanecen para el tiempo
largo de la madurez y la vejez, las parejas que se formaron en el entorno
escolar. Por eso, volvemos a reencontrarnos en conmemoraciones de la ceremonia
del egreso, en la muerte de un maestro, en el recuerdo que nos devuelve esa parte
de la juventud.
Cada
año vemos llegar jóvenes de distintos lugares de la Entidad, desde los pueblos
de Amatlán de Cañas hasta jóvenes que provienen de la montaña en la Sierra
Madre Occidental, además de quienes vienen de Sinaloa y Jalisco. Aquí están
también hijos e hijas de trabajadores de la ciudad, de comerciantes, de empleados
y profesionistas. Para todos ellos la universidad significa entrar al pacto
social que hemos establecido con la juventud. Aquí tienen acceso, quizá, por primera vez a
espacios de arte, a actividades culturales profesionales, a bibliotecas
especializadas. Es,
para muchos, como lo fue para mí, cuando entré a la Preparatoria de Tepic el 2
de septiembre de 1969, la única posibilidad de arribar a la enseñanza superior
y con ello, a otras formas de entender la vida y estar en el mundo.
Cada
ladrillo que trajeron niñas y niños se convirtió, desde la primera hora, en
vidas vividas, en sueños reales; ha atravesado las historias personales de 50
generaciones y quedado en la memoria colectiva de la sociedad.
Por
ello, la Universidad es el mayor bien público que se ha generado en Nayarit en
los últimos 50 años. Nos toca ampliar la herencia de los fundadores.
Socióloga de la Universidad Autónoma de Nayarit. lpacheco_1@yahoo.com
Publicado en Nayarit Opina, agosto 27 de 2019.
Publicado en Nayarit Opina, agosto 27 de 2019.