Al pasar frente a la Universidad, Julieta dijo "párate".
Agarró un puño de tierra de la Universidad como un recuerdo,
misma tierra que todavía conservo en mi despacho
Julián Gascón Mercado. Andanzas
Inicia el ciclo escolar 2023-2024 en el que vemos llegar a una nueva generación de estudiantes a la Universidad Autónoma de Nayarit. Llegan estudiantes a las 15 preparatorias de las localidades de Tepic, Santiago Ixcuintla, Acaponeta, Tecuala, Tuxpan, Ixtlán del Río, Compostela, Ahuacatlán, Villa Hidalgo, Valle de Banderas, Ruiz, San Blas y Puente de Camotlán, además de la preparatoria de modalidad abierta para quienes trabajan.
También, llegan estudiantes al campus central de la Ciudad de la Cultura Amado Nervo en Tepic, pero también a la Escuela Nacional de Ingeniería Pesquera en Matanchén; a la Unidad Académica de Veterinaria en Compostela; a la Unidad Académica de Agricultura en Xalisco. Así mismo, arriban a las extensiones universitarias de Acaponeta, Bahía de Banderas, Ixtlán del Río, Ahuacatlán, y Acaponeta, en las que se imparten 65 programas de licenciatura, tres programas de profesional asociado y 23 programas de posgrado.
¿A qué llegan las y los estudiantes a la UAN? Sin duda, a educarse en una profesión que les permita trabajar durante su vida. Sí, claro, la universidad es la institución que establece un proceso formativo a través del cual las y los estudiantes se hacen responsables de su libertad, reflexionan sobre las decisiones que van a tomar a lo largo de su vida tanto profesional como personal y, con ello, se enriquece la cultura social de la entidad.
El proceso formativo que se lleva a cabo en la UAN no se limita a un proceso educativo. En la UAN no solamente se escolariza a estudiantes, sino que se generan otros procesos a través de los cuales se atienden diversas aristas de la formación integral: el fomento a la investigación científica desde la educación media superior; la sensibilización a las artes; la responsabilidad social con el entorno; entre las más importantes.
En 54 años de vida ha cambiado la Universidad, de acuerdo a los ritmos de los cambios ocurridos en el desarrollo local y mundial, pero también a la transformación de paradigmas para llevar a cabo el proceso formativo. Por ejemplo, el concepto de docente, como quien tiene el monopolio del conocimiento y lo traspasa a estudiantes ha quedado relegado en aras de un nuevo concepto donde quien ejerce la docencia, acompaña a estudiantes en su apropiación del conocimiento.
También, quienes ingresan a la universidad, lo hacen desde los saberes y habilidades que ofrece el mundo contemporáneo en términos de manejo de tecnología, acceso a información y autoaprendizaje. Por eso, la educación ha dejado de ser un proceso vertical, para convertirse en un proceso de diálogo entre generaciones, que toma en cuenta las condiciones del propio estudiante, del contexto y las formas contemporáneas de la producción de conocimiento.
Las y los estudiantes vienen de diversos lugares. Se puede afirmar que provienen de todos los rincones de la entidad y, también, de estados vecinos. Llegan estudiantes de las colonias urbanas, de pueblos indígenas, del área rural, de pueblos pesqueros. Más mujeres que hombres cada vez. Llegan con las historias de sus regiones, con las narrativas de su vida familiar, con las problemáticas que les atraviesa y con los aprendizajes necesarios para la educación superior. Con todo ello, la Universidad emprende la tarea anual de propiciar una nueva visión del presente y de figurar una concepción de futuro a partir del aprendizaje que pueda ser pertinente para sus entornos de vida; conocimiento útil para la resolución de las problemáticas cotidianas; conocimiento que les permita trabajar en el abanico del empleo que se ofrece por el mercado, pero, también, que tengan una actitud ética para la resolución de los dilemas de la vida.
De ahí que la universidad no solo forma personas con empleabilidad, sino que forma seres humanos para la convivencia social y la paz. Por ello, se busca que la formación sea de manera integral.
Se afirma que la Universidad está en crisis ya que la deuda a instituciones (Infonavit, IMSS y SAT) está por arriba de los seis mil millones de pesos, cifra que se antoja impagable por la propia universidad, por lo que se tendrá que hacer algún tipo de “rescate universitario” que permita la viabilidad financiera de esta institución. Recordemos que el gobierno de México “rescató” a la banca mexicana por un total de más de un billón de pesos que los contribuyentes seguimos pagando.
Hoy, con una nueva administración rectoral, los problemas se asumen de frente, no se ocultan como en el pasado.
Estamos de acuerdo en que se tienen que realizar investigaciones sobre el proceso de endeudamiento, establecer candados para que no vuelva a ocurrir y, en todo caso, fincar responsabilidades, tanto dentro como fuera de la universidad, si fuese necesario.
Son las situaciones de crisis las que requieren líderes, gestores, que sepan leer el momento para salir de ella. Saber pulsar el presente, escuchar a las colectividades, buscar soluciones donde no parece que está.
Pero no toda la vida universitaria está en crisis; no, por ejemplo, la vida académica porque la mayor parte de los estudios de licenciatura están acreditados y una parte de los posgrados tienen reconocimiento de calidad. El 90% de la investigación científica de toda la entidad, se realiza en sus instalaciones y actualmente, es la principal instancia creadora y divulgadora de cultura.
Lo que tenemos que distinguir es la clase política universitaria, al amparo de los corporativos gremiales, que llevó a la UAN a esta situación de crisis y la universidad profunda donde estamos quienes damos clases, generamos conocimiento, formamos profesionales, realizamos investigaciones, nos comprometemos con las comunidades, creamos la cultura. Acá estamos la mayoría y no tenemos acceso a la disposición de fondos.
Lo que quiero rescatar es la dimensión formativa que ha tenido la UAN durante los 54 años de existencia en las sucesivas generaciones de estudiantes, porque ha logrado convertirse en la primera instancia formadora de educación superior y posgrado en la Entidad, lo cual no es poca cosa, ya que forma a profesionales que inciden en el sector público, privado y social. Después de 54 años, la educación universitaria ha dejado de ser un pasaporte de salida para quienes se forman en la UAN porque la propuesta es generar universitarixs que trabajen, produzcan arte, generen ciencia, para Nayarit. No más profesionistas para huir de la entidad.
Por eso, cada vez que inicia un nuevo ciclo escolar, la universidad se pone a prueba ¿cómo respondemos a esta generación de estudiantes? De ahí que vuelva a surgir la emoción de ver llegar a las aulas, a jóvenes, con el entusiasmo de encontrar respuestas a sus preguntas. Es la emoción del encuentro educativo en esos momentos del aprendizaje que deja huella, donde no hay espacio para la desilusión ni para la simulación porque vienen a buscar respuestas. Estamos aquí en el compromiso de lograr el final buscado por quienes arriban a las aulas.
También pienso que la resolución del conflicto relacionado con las escuelas privadas que existían en la UAN, debe tomarse apegada a la normatividad, anteponiendo el derecho superior de los menores. Y que las trabajadoras tienen derecho a guardería para sus hijos e hijas.
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 22 agosto de 2023.
Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx