El ángel:
-Si puedes destruir en Fausto lo divino:
tuya será la Tierra.
Mefisto:
-Ningún hombre se
resiste al mal!
Acepto la apuesta.
Goethe. Fausto
La insólita voluntad de ser honesto le valió a AMLO
para llegar a la Presidencia de la República, y la tenacidad.
La honestidad se convirtió en una moneda de difícil circulación en México donde los integrantes del poder político afamaron el éxito vinculado a la rapacidad con que convertían los bienes públicos en patrimonio privado.
La honestidad se convirtió en una moneda de difícil circulación en México donde los integrantes del poder político afamaron el éxito vinculado a la rapacidad con que convertían los bienes públicos en patrimonio privado.
Ese larga práctica de la rapacidad pública
alcanzó a una gran cantidad de instituciones donde se maneja dinero del erario
nacional: lo mismo hospitales que universidades; partidos políticos que
programas sociales: todo dinero público era posible extraer, convertirlo en
riqueza personal o canalizarlo para campañas políticas que permitieran el
triunfo de bandoleros.
La rapacidad alcanzó a todos los agentes de la
arena pública, quienes se mimetizaron en ella.
El patrimonio público fue empobrecido. Las
calles de la ciudad donde vivo son una muestra del robo sistemático de los
recursos destinados a la urbanización. ¿Cómo llegamos a tener una ciudad sucia,
deteriorada, mal oliente, insegura, obscura, fea, con monumentos de unicel,
peligrosa para las mujeres, la niñez? Deberíamos echar un vistazo a las
fortunas de los presidentes municipales y su funcionariado de los
últimos treinta años para encontrar la respuesta.
¿Por qué subraya AMLO la honestidad como
atributo de sí mismo? Porque requiere construir un imaginario basado en la
confianza ya que la honestidad no se refiere solo a que no tomará dinero de las
arcas de la república, sino a que el robo no será la marca del gobierno.
La confianza es un sentimiento que se ubica en
otro lado diferente a la razón. Consiste en la franqueza, la capacidad de decir
la verdad (con todo y lo que ello implica); no depende de consensos, sino que
depende de la percepción que se genera ante la coherencia y la sinceridad. La
integridad es la consecuencia de ambas. Nos da la impresión de apertura,
respeto por sí mismo y los demás; bondad, disposición a vivir en la frugalidad,
despojarse de falsedades, engaños, egoísmo.
No robaré es más bien, la adopción de un
mandamiento por medio del cual, el presidente AMLO quiere sintetizar ser
decente, justo, reservado, prudente, razonable, claro, acertado, benévolo, cumplidor
de palabra. Los signos exteriores fueron: manejar un coche barato, vivir en un
departamento de clase media, llevar la cotidianidad sin ostentaciones, vivir sin
escándalos, no entrar a la farándula. Abrir el tiempo de la república franciscana.
No robaré se asume como lema de gobierno, como
política correcta, desarrollo moral, vida buena, sello personal.
¿Cómo desandar los caminos de las
microrapacidades que permanecen?
¿Y si todos y todas lo imitaran, tendríamos un
mejor país?
No robaré llevó a AMLO a la presidencia de la república.
No sé si le valdrá para gobernar porque ¿cómo
se convierte No Robaré en justicia, en empleos, en seguridad?
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit diciembre
10 de 2018.