No vayas donde guía el camino.
Ve donde no hay camino y deja huella
Ralph Waldo Emerson
Bien pudo ser cambiada la historia política de Nayarit y del país, si el movimiento encabezado por Alejandro Gascón Mercado (AGM) como líder del Partido Popular Socialista hubiese sido reconocido dentro de la democracia mexicana de la década de los setenta del siglo XX. Hoy a partir del libro escrito por Carlos Rea Rodríguez (Gasconismo. Esplendor y ocaso de una cultura política regional, Tepic:UAN), se puede explicar la secuela dejada por el gasconismo como una “cultura política” que impregnó la forma de hacer política en Nayarit y que posteriormente se reconfiguró en diversos movimientos que aún hoy le son deudores.
AGM fue, ante todo, un líder carismático. Estamos en presencia de una personalidad capaz de aglutinar los anhelos de buena parte de la población y que, más allá de la ortodoxia de la izquierda de ese momento, se anclaba en la tradición populista que había atravesado el país a partir de la Revolución Mexicana en personajes como Lázaro Cárdenas a nivel nacional y en distintos personajes de la política regional, como Tomás Garrido Canabal en Tabasco.
¿Quería AGM una revolución comunista? Aunque optó por una lucha dentro de las reglas de la incipiente democracia mexicana, parecía que el objetivo de la lucha encabezada por AGM sería desaparecer toda distinción entre poder político y poder económico, luchando por la emancipación de los trabajadores en tanto productores. De ello da cuenta la construcción de comités y comandos del pueblo que recuperarían el poder para recrearlo a fin de que sirviera realmente a la mayoría de la población. Recordemos que Nayarit era una Entidad con grandes sectores agrícolas, cuya producción estaba íntimamente vinculada al tabaco como cultivo de exportación a través de corporaciones trasnacionales.
El énfasis de AGM en los comités y comandos del pueblo tendía a superar la escisión productor/ciudadano sobre la que el poder se instala. Lograr que los productores tuvieran dominio sobre lo que producen y a partir de ello, instalar el poder político implicaría que los consejos se convirtieran en el órgano unificador de la sociedad. Todo ello, estaría orientado por el Partido Político quien realizaría la elaboración teórica y por la educación proletaria que correspondería a los sindicatos. En síntesis, el proyecto de AGM significaba la creación de instituciones propias de la clase popular (campesinos y trabajadores) y, por esa vía, construir otro poder.
Era muy seductor. Sus discursos antiesquemáticos llenaban las plazas de los pueblos por donde pasaba porque renovaba el discurso de una izquierda anquilosada en fórmulas doctrinarias rígidas. Por eso fue innovador: dio un respiro a la izquierda, pero, sobre todo, mostró los límites del sistema político mexicano en los años setenta. Ni la izquierda ni el propio sistema político se pudieron levantar de esa derrota, porque efectivamente, al derrotar al movimiento gasconista, la propia democracia mexicana revelaba la incapacidad para la apertura. Apertura a una alternancia, que, en esa época, provenía de raíces campesinas, en un lugar remoto de la república, pero que su anhelo de otra sociedad, anunciaba abrirse hacia algo desconocido y, por lo tanto, temido.
Fue una derrota para la izquierda mexicana porque al no dar cabida al movimiento de masas del gasconismo, calificado como “la ola verde” en el II Congreso Nacional del Partido Socialista Unificado de México (PSUM) en 1983, la izquierda se alejó de los movimientos populares, para convertirse en una izquierda burocrática-administradora-intelectual.
El libro de Carlos Rea otorga una mirada al movimiento gasconista y con ello, contribuye a documentar uno de los principales movimientos políticos de la Entidad, del siglo XX.
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 18 de febrero de 2020.
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