Sabemos lo que somos, pero no lo que podemos ser.
W. Shakespeare. Hamlet
Se nos dio la indicación de que las personas mayores de 60 años no podíamos ingresar a la Universidad, por lo que todas las actividades las realizaríamos en el ámbito digital. Esa línea de demarcación me afectaba, así que a partir de ese momento, participar en el ambiente digital me alcanzó con sus dinámicas para ser parte de los cambios que necesitábamos. Como en las historias de naúfragos en islas desiertas, empecé a preguntarme con qué recursos contaba para ingresar al campo de internet para sobrevivir.
Desde luego, ahí estaba el correo electrónico, el whastapp y el facebook. El primero, rápidamente dio muestras de ser un medio prácticamente obsoleto puesto que las actividades académicas requieren comunicación casi inmediata. Por ello, el uso de plataformas se convirtió en el recurso principal entre quienes realizamos docencia de diversos niveles. Aparecieron entonces zoom, meet, bluejeans, cisco webex y otras. Al inicio, se convirtió en un reto, pero poco a poco, con la ayuda de colegas y tutoriales, entramos a las plataformas con más o menos destreza que nos permite dar clases, celebrar reuniones, llevar a cabo tutorías, organizar congresos académicos y otras actividades que realizábamos presencialmente.
Nos vimos obligadas a acelerar la transformación de la docencia, un paso retrasado por el peso de la inercia, sin darnos cuenta que la tecnología que ya estaba ahí, podía ser utilizada para mejorar. Desde luego, estoy hablando de la educación superior universitaria en profesiones que no requieren laboratorios ni trabajo de campo. También me estoy refiriendo a una franja de población que cuenta con dispositivos tecnológicos con alcance digital, además de conexiones seguras y veloces a internet. Toda la población que no cuenta con estas condiciones, automáticamente se encuentra marginada de la educación en línea.
Las profesoras nos convertimos en buscadoras de información digitalizada con la finalidad de aprovechar el medio no solo para agregarle un plus a las clases, sino para modificar el propio sentido de la docencia; nos convertimos en blogueras, en youtubers. Incursionamos en tareas tipo videojuegos, en entrevistas de google, en pensadoras twitteras, en facebukeras. Todo ello, para hacer agradables, atractivas, las sesiones docentes con estudiantes, pero sobre todo porque entendemos que el traslado de las clases al ambiente digital no es simplemente repetir lo viejo en dispositivos nuevos, sino en transformar lo que se entiende por enseñar y aprender en este cambio educativo mundial que ha acelerado la pandemia.
Ha cambiado la forma de entender el proceso de enseñar. El medio digital nos permite incorporar videos, podcast, link en las clases. También hacemos uso de diversas formas de comunicarnos por lo que podemos decir que la comunicación se realiza permanentemente ya que utilizamos grupos de chat, reuniones de video y hasta el correo electrónico para intercambiar documentos. Sabemos que con alguno de estos medios tenemos la posibilidad de alcanzar a las y los estudiantes, siempre y cuando tengan alguna forma de conectividad.
¿Qué perdemos y qué ganamos con las clases en línea? Abordarlo como pérdida y ganancia es parte de una mentalidad de saldo final donde los acontecimientos se ven en blanco y negro. Lo más probable es que surja un nuevo movimiento híbrido de educación puesto que el entusiasmo que acarrea la utilización de los medios digitales se enfrenta a las realidades de nuestras conectividades y de las condiciones en que se encuentra el estudiantado.
Si lo enfocamos como una lucha de sobrevivencia de la juventud en edad escolar, ello se está dando en cuanto el acceso a la tecnología. No todo el estudiantado tiene acceso a un dispositivo de uso exclusivo para el trabjo de clase, por lo que contar con una computadora o un celular, un espacio propio y una conexión a internet son condiciones para continuar en la educación superior.
¿Se aprende más en línea que de manera presencial? es muy pronto para valorar los efectos de la educación en línea; sin embargo, el aprendizaje digital introduce una variedad de acciones para utilizar una gama de herramientas y métodos de participación, lo que puede involucrarlos de manera integral a fin de que aprender sea atractivo. Al final de cuentas, se trata de un cambio que impactará el sistema educativo en su conjunto.
Es cierto, la generación anterior todavía educa a la generación siguiente, pero sin duda, son las y los estudiantes quienes realizan esa magia que consiste en entender, en incorporar el aprendizaje a su subjetividad. Porque al final de cuentas, lo que pretendemos las profesoras es que mediante el aprendizaje tomemos conciencia de lo que podemos ser y no solo de lo que somos, como le dijo Ofelia a Claudio en Hamlet.
Encerradas en nuestra edad, descubrimos que la isla está poblada de dispositivos tecnológicos, pantallas, imágenes, e-libros, bibliotecas infinitas, videoconferencias, donde las participaciones no se las lleva el viento, sino que quedan en el canal de youtube del profesorado, en el facebook, en el bloog, donde seguirán siendo reproducidas o dormirán para siempre en esa trama infinita del mundo digital.
Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, octubre 27 de 2020.