viernes, 17 de enero de 2025

El síndrome de levedad del primer cuarto de siglo

Para hacer esta muralla 

tráiganme todas las manos:
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.

Ay,
una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa, bien,
allá sobre el horizonte.

 

Nicolás Guillén

 

Estamos llegando al primer cuarto del siglo XXI cuando el mundo es atravesado por el síndrome de levedad (Maruan Soto Antaki). Yo lo interpreto como un síndrome que consiste en que todo es tomado a la ligera, así sea las desapariciones de personas, las guerras en diversas partes del mundo, las catástrofes ambientalistas, las migraciones, el populismo de derecha o el trasplante de pulmones. ¿Cuándo perdimos, como humanidad la capacidad de asombro y de indignación? ¿dónde quedaron las acciones colectivas para construir sociedades justas?

 

Mientras esto escribo veo las filas ante un restaurant cerca de casa. Me pregunto si en la comida de los domingos los integrantes de las familias hablarán de alguno de estos temas, aunque es claro que no. Si acaso, se referirán al incendio que ocurre en California centrado en la devastación de las casas de gente famosa. La música se escucha y aunque no siempre reconozco las canciones, sé que se trata de festejos alrededor de comida y bebida. Ese paréntesis de los domingos donde la cerveza se vuelve homenaje.

 

¿En dónde hablamos de los temas que nos preocupan como sociedad? No, ciertamente en familia; tampoco en los ámbitos laborales puesto que el tiempo del trabajo está cooptado por las lógicas propias de los ambientes laborales. En las redes sociales los temas se abordan de manera fragmentaria, dependiendo del interés que cada quien tenga en tal o cual problemática. Más bien, las redes sociales están enfocadas a mostrar al yo de cada quien, ya sea en las minucias de la vida cotidiana o en lo que se quiere exhibir ante los demás; sus afectos, su turismo, sus festejos, sus preferencias.

 

Entonces, carecemos de comunidad en la cual reflexionar colectivamente lo que duele a la sociedad. Por eso, el síndrome de levedad conduce a abordar los sucesos de pasada, sin profundizar en lo que puede significar para la vida en conjunto y, mucho menos para la vida de cada quien.

 

El síndrome de levedad consiste en darle un instante de atención a los sucesos, sabiendo que detrás de este, vendrá otro de mayores proporciones. Nuestra atención está preparada para desechar la información que acaba de pasar para esperar una nueva que vendrá a suplir la anterior y a mostrarnos algo más más escandaloso, de mayor estruendo, más cruel o banal. En cualquier caso, solo merecerá un instante de atención para ser desechado, arrojado al tiempo del olvido. Somos consumidores de espectáculos: siempre estamos esperando el siguiente. Como tales, cambiamos de canal o de página de la web.

 

Perdemos humanidad con cada nueva tragedia que ocurre en el mundo. Retrocedemos en sensibilidad con la mera visualización de las catástrofes, en tanto, no están en nuestra cercanía. Hemos dejado de tener empatía con las personas lejanas o tal vez nunca la tuvimos. Tal vez esa idea de sentirnos humanidad con todos y todas haya sido solamente una canción de la década de los setenta, una idea de una generación que está muriendo con ella.

 

¿Será posible que encontremos otra manera de relacionarnos con los otros y otras que no sea a través de categorías? ¿Dejar de vernos como migrantes, hondureños, mujeres, negras, extranjeras, ancianas, para recuperar el hecho de ser personas? En el amor eso ocurre, tratamos de encontrar en el otro, en la otra, una forma de ver el mundo de otra manera. De atisbar la profundidad de cada quien que el otro me revela y me contiene y en ello, nos reinventamos humanos. ¿Podremos hacerlo de manera colectiva?

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 16 de enero de 2025.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

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