domingo, 2 de noviembre de 2025

Las horribles y asquerosas escritoras

Soy mujer

un entrañable calor me abriga

cuando el mundo me golpea.

Es el calor de otras mujeres,

de aquellas que hicieron de la vida

este rincón sensible, luchador,

e piel suave y tierno corazón guerrero.

 

Alejandra Pizarnik

 

¡Qué pronto nos convertimos en horribles escritoras cuando narramos las experiencias de las mujeres como experiencias humanas! O quizá la propia experiencia de ser mujeres sea horrible y esa horribilidad se extienda a lo que escriben.

 

Tan horribles deben ser que lanzan mensajes encriptados “Hombres necios que acusáis/a la mujer sin razón/sin ver que sois la ocasión/de lo mismo que culpáis” Porque es horrible ser acusados de algo, sobre todo si esa acusación es realizada por mujeres. ¿Quién se atreve a acusar a los hombres de necios si ellos son la cúspide de la razón, los portadores de la universalidad humana? ¡Ah, las mujeres, esos seres casi inferiores que sienten en lugar de pensar, seres emocionales incapaces del sentido sublime!

 

Las mujeres han imaginado ser hombres. Juana de Ibarbourou (Montevideo 1892-1979) dice: Si yo fuera hombre/qué hartazgo de luna, de sombra y silencio me había de dar!  ¡qué extraño, que loco, /tenaz vagabundo que había de ser! Porque es pavoroso estar anclada a una casa, a la maternidad y a la conyugalidad. Entonces inventan pensando que si fueran hombres… podrían estar solas (lo que es negado a las mujeres), en silencio y más aún, vagabundear por el mundo. ¡Qué horribles! ¡mujeres solas andando en el mundo! ¿qué querrán?

 

Si Sor Juana escogió “necios” como el calificativo exacto para los hombres, Alfonsina Storni (Argentina 1832-1938) los llama pequeñitos. Veamos: Hombre pequeñito, hombre pequeñito/Estuve en tu jaula, hombre pequeñito, hombre pequeñito que jaula me das. / Digo pequeñito porque no me entiendes, / ni me entenderás. Y miren, el siguiente verso lo horrible que es: “hombre pequeñito, te amé media hora, no me pidas más”. Se puede entender que este rechazo vaya directo al orgullo masculino ya que las mujeres han sido pensadas como las adoradoras de los hombres; mujeres contemplativas destinadas al culto al marido. Como religiosas casadas, apartadas del mundo en adoración perpetua a su pequeño Dios del hogar.

 

Gabriela Mistral (Chile 1889-1957)) lanzó un manifiesto contra el destino de princesas de las niñas materializado por Walt Disney: “Yo no quiero que a mi niña/ la vayan a hacer princesa. / Con zapatitos de oro/ ¿cómo juega en las praderas? /” Piensen en los dineros que dejaría de ganar la industria de las niñas princesas ya que dejarían de comprar los cosméticos, las diademas, las zapatillas de aguja de ocho centímetros ¡Eso sí es un verdadero horror!

 

La poeta uruguaya Ida Vitale (Montevideo 1923) dice: “No ser casada en un negocio, / medido en cabras, / sufrir gobierno de parientes/ o legal lapidación/. Y no admitir palabras/ que pongan en la sangre/ limaduras de hierro. / Descubrir por ti misma/ otro ser no previsto/ en el puente de la mirada. / Ser humano y mujer, ni más ni menos. Aquí el horror consiste en que la poeta por sí sola se descubre un ser humano, sin la mediación de ningún hombre, sin que a ella le expliquen qué es, desde fuera de ella misma.

 

A mitad del siglo XX las mujeres se hicieron cada vez más horrorosas. Veamos este poema de Gioconda Belli (Nicaragua 1948) “¿Cómo decirte/ hombre/ que no te necesito? /” Este manifiesto la coloca en la tesitura de otra libertad para las mujeres. No la libertad de los hombres, pensada en relación al amo, al estado. Sino en relación a los hombres, lo que han marcado sus vidas.

 

En México, entre otras, Rosario Castellanos (México 1925-) duda de la cordura de los hombres “Hombrecito, ¿qué quieres hacer con tu cabeza? ¿Atar al mundo, al loco, loco y furioso mundo? / ¿Castrar al potro Dios?” Aquí, la poeta se coloca como la otra sujeta para interpelar al dueño de la razón, al creador de la ilustración, al vencedor de las expediciones, para llamarlo, de frente: loco. ¡Qué atrevimiento horroroso!

 

Rosa María Roffiel (México. 1945) Somos locas rebeldes/locas de estar vivas, / locas maravillosas, estrafalarias, floridas/ Ovejas negras/descarriadas sin remedio, /vergüenza de la familia/piezas de seda fina, /amazonas del asfalto,/,guerrilleras de la vida.

 

Pienso que son horrorosas porque, nada más y nada menos, descolocan a los hombres del centro de la vida de las mujeres. Ellas son su propio centro. Lo cantan, lo poetizan, lo narran, lo viven.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 1 de noviembre de 2025.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx