Lourdes C. Pacheco Ladrón de Guevara[1]
La voluntad y el sino nuestro
corren tan encontrados
que toda estratagema nuestra
es derribada,
son nuestras las ideas nuestras,
pero ajenos sus fines.
William Shakespeare. El actor rey en Hamlet
Aunque me hubiera gustado haber ido porque los XV de Rubí marcan un
hito en la comunicabilidad social. En las regiones rurales donde no había
medios de comunicación, era común que se lanzara un cuete para señalar a las
rancherías vecinas, la invitación a la fiesta. Entonces llegaban los habitantes de los
pueblos circunvecinos con colaboraciones para la fiesta, una gallina, un poco
de azúcar, miel o calabaza.
Actualmente el cuete se lanzó en internet con el mismo significado.
Sin embargo, si la luminosidad del cuete puede ser vista a la redonda de la
localidad donde será el festejo, el video subido a internet se convirtió en un
“cuete de cuetes”, de tal manera de replicarse en otro espacio: el
cibernético.
Los XV de Rubí asomaron al México moderno a la ruralidad. Los memes
que hicieron burla del video de los padres lo que muestran es la ignorancia de
los códigos de la ruralidad, incluido el video de Gael García. También muestran
la profunda discriminación con que el México urbano y cosmopolita realiza hacia
los habitantes del mundo rural. Las televisoras exhibieron a la familia de Rubí
como los portadores de una ruralidad ingenua (cercana a lo tonto), incapaces de
hacer un uso correcto de las redes sociales. ¿A quién se le ocurre hacer una invitación
“abierta” a una fiesta?
Los XV años de Rubí apelaron a muchos y muchas. Desde los políticos
que aprovecharon la multitud para hacer llegar los regalos costosos, hasta el
Chapo que regaló lo que le sobra: dinero. Pero también abrió un espacio para que Thalía recordara su
propio pasado de quinceañera al verse reflejada en los ojos sinceros de Rubí. Es
la Thalía de hoy la que intenta hablar a la Thalía de ayer.
¿Por qué los XV años de Rubí tuvieron tal convocatoria? Asistimos a
uno de los acontecimientos que retan las explicaciones sociológicas,
mediáticas, políticas, etc., porque nuestras teorías de la acción social, de la
acción colectiva, no alcanza para explicar lo que ocurrió alrededor de Rubí. Tal
vez podríamos pensar es que se trató de una espectacularización del ritual de
los XV años llevada a escala internacional. Un rito que debió estar marcado por
la intimidad de la familia y la cercanía de los allegados, se convirtió en un
espectáculo donde podíamos participar, porque efectivamente, todos y todas
estábamos convocados.
En la universidad donde laboro, mis colegas de la sección sindical del Área de Ciencias Sociales y Humanidades circularon una invitación “Si no te invitaron a los XV de Rubí, ven a la posada
de ciencias sociales” o algo así. Era el tema del momento, hablábamos de lo que se
habla, etc.
Salir de la infancia en México tiene un ritual de paso en las fiestas
de quince años para las mujeres. Los orígenes se pueden rastrear en los
consejos de las madres a las hijas en el mundo prehispánico, en la misa
española durante la conquista o en los vestidos y vals de la corte imperial de
Maximiliano y Carlota. Lo cierto es que los quince años para las mujeres marcan
un ritual de paso de la niña-adolescente a la joven-mujer.
Quizá el millón de pesos que le regaló El Chapo, la casa que le
regalaron los políticos o la beca del grupo Carso, puedan compensar la pérdida
de la magia de la infancia en que vivió Rubí. Ahora entrará al mundo de las
mujeres jóvenes que no quiero decir que son rechazadas de la educación superior,
violentadas, golpeadas, desaparecidas y asesinadas. Sólo quiero decir que ese
paso de niña a adulta no ocurre con los derechos que debieran tener las mujeres
jóvenes en México. Puede ser que Rubí, a través de la brevedad de su
celebración, consiga posicionarse en el mundo adulto con su propia propuesta de
vida.
Rubí quería una fiesta de XV años, porque es el día donde ellas son
las protagonistas, el centro de la atención, las festejadas.
No fueron estrellas de la farándula ni del deporte los que reunieron a
40 mil asistentes: ni concierto de Rock ni final de futbol. Fue la
excepcionalidad del festejo de XV años en la ruralidad. Todos los que fueron
querían tocar esa autenticidad de Rubí y su familia, saber que ese México aún
existe y pervive. Fue la necesidad de tocar lo sagrado en lo profano de la
fiesta. Por eso yo también quería ir.
Publicado en Nayarit Opina, el 5 de enero de 2015, Tepic, Nayarit, p. 5.
Publicado en Nayarit Opina, el 5 de enero de 2015, Tepic, Nayarit, p. 5.
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