“Ah, ¿por qué habría
de ser muda la ira y sorda la furia?
William Shakespeare. Aarón en Tito Andrónico
Vaciaron las palabras de sentido: dijeron democracia cuando instalaron
tiranía; dijeron justicia cuando instalaron
impunidad; dijeron derecho cuando aparecieron las complicidades. ¿Cómo saldremos
de este laberinto donde las palabras se encuentran convertidas en su propia
negación?
La política nos limita y nos fracciona. Son las acciones de la clase
política las que provocan el descontento porque muy poco alcanzamos a entender
sobre las medidas económicas que dicen beneficiar a la población pero favorecen
a una porción muy pequeña: la clase del capital financiero especulativo que
gana y gana. El aumento de la gasolina tiene como propósito hacer competitivo
el mercado de la gasolina en México para que sea atractivo a las compañías
mundiales que venden gasolina. Si no se les garantiza una ganancia media, no se
establecerán en México. Tener sólo gasolina de Pemex es como continuar con una
pantalla monocromática. ¡Debe instalarse la competencia! Que usted pueda
comprar gasolina Shell o Chevron en Tecuitata o en Real de Catorce.
La clase política ha logrado desaparecer la realidad. En su lugar
establece las verdades de sus propios fines: crecer para mejorar, una fórmula
rebasada por su injusticia y su falacia.
¡Eliminar el subsidio a la gasolina sería creíble si se quitara el
subsidio a la ganancia subiendo el salario mínimo!
Los partidos han quedado varados en medio de la farándula de las
elecciones. Nada qué decir, nada qué liderear ante las demandas cotidianas de
la población. La multiplicación de partidos políticos ad infinitum con nula o muy escasa variedad de posiciones ante el
proyecto de país sólo muestra su inventiva para nombrar partidos, siglas, lemas,
escoger colores y obtener prerrogativas.
La información nos bombardea de escándalo en escándalo: la anemia de
una artista es sustituida por el tiroteo en el aeropuerto, la caída del
cantante, la extinción de la última especie, el descubrimiento de la
nanomolécula, el derroche de tal presidente. No pensar, no dialogar, no
discutir. Sólo un suceso tras otro sin que sigamos de cerca los acontecimientos.
Ya no hay pasado ni futuro, todo queda en un eterno presente donde esperamos el
próximo escándalo, la siguiente catástrofe. Se nos arrebata la experiencia para
sustituirla por el ruido de lo que está pasando en algún lugar del mundo establecido
como centro del espectáculo.
Pero salieron a la calle los que no debían. Desde quienes ya habían tomado
la justicia por su propia cuenta, las que buscaban a sus hijos desaparecidos,
quienes pugnaban por la presencia de los 43, quienes demandaban justicia a los
criminales, quienes resistían en sus tierras los proyectos invasores. Ahora
también está en la calle la inconformidad por el aumento de precio a la
gasolina.
Probablemente no tienen los medios políticos para hacerlo. Quizá por
el momento son poco claros, son
balbuceos de lo que vendrá. Pero en toda circunstancia están resistiendo a la
desmemoria, están actuando contra el olvido. Ahora tenemos que imaginar otra
sociedad entre fuegos: el del narcotráfico, el del descontento, el de la
incivilidad, el del gobierno opresor
Porque quizá si la clase política fuera decente, honesta, cumpliera el
estado de derecho. Quizá si los gobernantes, senadores, magistrados, diputados,
no tuvieran la fastuidad faraónica de las casas blancas, los caballos de raza,
los aviones de lujo, aguinaldos insultantes, bonos y comisiones millonarias.
Quizá si estuviesen en la cárcel los corruptos, los saqueadores, los ladrones.
Quizá entonces podrían pedir “sacrificios”
al pueblo.
Hasta en tanto, esos balbuceos en su demanda y protesta instalan la
esperanza: tenemos la herencia y el coraje para resistir, tenemos la memoria.
El presidente fue a jugar golf en las vacaciones. No sabemos si ya
regresó.
Publicado en Nayarit Opina,
Tepic, Nayarit, 13 de enero de 2017.
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