Más de una vez he intentado explicar este extraño
y doloroso fenómeno histórico:
la incapacidad de México para avanzar
simultáneamente hacia la libertad política
y el bienestar material para todos
Daniel Cossío Villegas
¿Son las elecciones del próximo seis de junio las que unirán al país? Los gobernantes actuales leen la estructura social mexicana como en la época colonial puesto que en los años de la independencia se reconocían tres grupos sociales contrapuestos: los conservadores, identificados con los criollos, (españoles e hijos de españoles); los liberales, (integrado por los mestizos ilustrados) y, en tercer lugar, la población indígena, las etnias derrotadas.
Cada uno portaba un proyecto de país: los conservadores, la monarquía o gobiernos centralistas; los liberales la república federalista y la libertad económica y, los indígenas, la comunidad de apoyo mutuo y reciprocidad en un orden patriarcal y gerontocrático.
Actualmente, la política vuelve a poner en vigor las categorías del enfrentamiento político del siglo XIX en México, pero ¿quiénes son ahora los conservadores, ¿quiénes los liberales y quiénes, los indígenas? Los conservadores son identificados con los ricos, nuevos ricos o ricos a expensas del gobierno, a los que se agregan todos aquellos que se opongan al actual gobierno, ya sea periodistas, académicos, organizaciones de la sociedad civil, líderes populares, demandantes de justicia, etc. Por su parte, los liberales no se denominan así, sino protagonistas de la 4T: funcionarios, ideólogos; en general, quienes están de acuerdo con la forma actual de gobernar. En este esquema, los indígenas vuelven a estar al margen, no son parte de la contienda; vuelven a ser considerados como el grupo que seguirá la suerte de quien obtenga la victoria entre conservadores y la 4T.
La Revolución Mexicana fue un intento histórico por conciliar los tres campos a través de la simbología de una Patria, una Nación, llevado de la mano por el México mestizo. Sin embargo, siguieron prevaleciendo los muchos Méxicos. El Estado revolucionario correspondiente al Estado de Bienestar donde surgió el ISSSTE, el IMSS, la educación laica y gratuita, así como las leyes laborales proteccionistas, lo que en conjunto propició la consolidación de la clase media mexicana, fue disminuido y desmantelado por el Estado de los neoliberales, identificados como conservadores. Estos, a través de la corrupción, convirtió los bienes públicos en riqueza de particulares; desmantelaron el proteccionismo laboral para dar pie a la flexibilización laboral que aumenta la explotabilidad de las personas y, sobre todo, se convirtieron en servidores del capital financiero transnacional.
Aunque se hace aparecer que los dos grupos, conservadores y 4T son quienes están en pugna en el México contemporáneo, se trata de una falsa lectura porque han surgido, al menos, otros sujetos sociales y políticos que han sido negados en esa aparente contienda bipolar: las mujeres, los pueblos indígenas, los pobres y la delincuencia organizada, al menos. Es cierto que las políticas para pobres e indígenas han sido asistencialistas: la creación de Conasupo, Liconsa, Progresa, Oportunidades, El Programa Nacional de Becas para el Bienestar Benito Juárez y otros. Mientras, que, en el caso de las mujeres, su lucha ha carecido de entendimiento desde la 4T, encerrándolas en estereotipos de mujeres responsables de familia. En cuanto a la delincuencia organizada, el gobierno de la 4T parece no tener conciencia del avance en todo el territorio nacional, considerándolo un asunto de “malos” mexicanos que, con una beca de dos mil pesos, optarán por volver al camino del bien.
Además, la pandemia del Covid 19, extremisó las posiciones del gobierno y sus opositores, del origen que sea. Mostró la antisolidaridad e intensificó los enfrentamientos. La ceguera de unos y otros rehace la patología del conflicto interno, tan caro a la historia del país.
Nombrar como conservadores en bloque a quienes se oponen a la 4T, provoca la desunión del país, además de enrarecer la comprensión de lo que ocurre en México.
En cuanto a la violencia política, se han perpetrado más de 80 asesinatos a candidatos durante la contienda electoral; así mismo se ha registrado violencia política contra las mujeres. ¿No era la democracia un método pacífico de alternancia del poder?
El gobierno actual tiene la oportunidad de unir a México si desarrolla un nuevo simbolismo de país y las políticas correspondientes, donde se puedan resolver las contradicciones originadas por el capitalismo financiero. Sin duda, no es la entrega de dádivas a ciudadanos mayores o a jóvenes sin empleo, como se logrará, aunque ambas medidas sean necesarias para paliar la pobreza insólita y la cancelación de oportunidades. ¿Qué será hoy lo equivalente a la distribución de tierras de Lázaro Cárdenas que pudo detonar un desarrollo del campo mexicano y el imaginario desarrollista de la industrialización?
Por lo tanto, ¿son las elecciones de 2021 una convocatoria para unir al país? Me temo que no; por el contrario, es más bien un llamado para ahondar la división. El resultado seguirá siendo el grupo nebuloso de los malos, porque recordemos: los malos siempre son los otros. Se perderá la oportunidad de unir a este país desde la izquierda, si es que todavía quedan rastros de ella.
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 2 de junio de 2021.
Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx