Tenemos que proteger
nuestras mentes
y nuestros cuerpos
y no solo salir
y hacer lo que el mundo
quiere que hagamos.
Simone Biles. Gimnasta olímpica
Dentro del término “salud mental” se incluye un estado de equilibrio con que las personas hacemos frente a la cotidianidad. Incluye el bienestar emocional, psíquico, la empatía con las personas con las que convivimos, la tranquilidad con nosotras mismas; la capacidad de relacionarnos con lo que nos rodean, sean seres humanos, animales o cosas. También, incluye recuperar trozos de nuestro pasado para hacernos vivir el presente de manera armónica y con ello, tejer ilusiones hacia el futuro. Todo ese amasijo de emociones, sensaciones y razonamientos es la salud mental; un término plástico capaz de abarcar la potencialidad humana.
Simone Biles, la gimnasta estadounidense considerada la mejor de la historia, encontró un intersticio por el cual abrir la polémica sobre la disciplina férrea que se aplica en los entrenamientos para los juegos olímpicos. “Hubo un par de días en que todo el mundo te tuitea y sientes el peso del mundo”. Con esta declaración, dice adiós a las medallas para dedicarse a cuidar su salud mental.
Las olimpiadas muestran la sociedad del sobreesfuerzo a que estamos sometidas en la actualidad. Si bien, vemos ese disciplinamiento en los cuerpos de deportistas en las diversas competiciones y categorías, la episteme se extiende a prácticamente todas las actividades del mundo contemporáneo: sólo si te esfuerzas al máximo podrás lograr primer lugar en la academia, en los negocios, en la cultura, la ciencia, etc. Por ello, cada quien traza sus propias rutas para llegar a la cúspide de sus metas en un proceso de autoexplotación que se esconde en la nueva religión del éxito.
Porque el éxito es la medida con que actualmente se mide la vida. Para lograrlo, se establecen parámetros: lograr el primer lugar, conseguir romper el récord de ventas, obtener cum laude en el doctorado, publicar libros best seller, producir mercancías, subir la montaña más alta, obtener trofeos, sobrevivir en la vida salvaje, merecer la distinción, cruzar el Canal de la Mancha, etc. Entrenar, ejercitarse, disciplinarse, obedecer, practicar, ensayar, etc., son actividades que se realizan a partir de la búsqueda del éxito. Puede ser que esa decisión se tome por alguien externo, -entrenadores, pedagogos o progenitores- y/o sean asumidos por una misma.
Actualmente, interiorizamos los mandatos de ser siempre mejores, de estar en la cúspide, sin importar que ello represente una verdadera enajenación puesto que la meta es individual, personal, individual. Aún el tiempo del descanso, nos lleva a conseguirlo. Al hacerlo, dejamos de ser personas para convertirnos en indicadores dentro de las empresas, las instituciones, las organizaciones: medallas, nombramientos, trofeos, son la materialidad del éxito que distingue a uno y excluye a todos.
El éxito deja de ser una autorrealización para ser un espectáculo para los otros. Ser observada es la consecuencia de la autoexplotación. Quizá por ello, nos reflejamos tanto en Facebook, en Twiter; porque requerimos esa mirada de los otros para completar lo que soy. Entre más personas me miren, me den like, tendré la certeza de que ese día vivo. El aplauso digital se convierte en la medida de mi estar en el mundo. Mi estar exitoso: vivo en la medida en que los otros me observan, aún sea en la fugacidad de los mensajes, de las fotos que se cambian día a día.
La salida de la lógica carcelaria que encerraba a Simone Biles; la renuncia a un tipo de éxito, pone en entredicho las claves del disciplinamiento sobre los cuerpos. La frase “Tenemos que proteger nuestras mentes y nuestros cuerpos, y no solo salir y hacer lo que el mundo quiere que hagamos”, encierra la potencialidad de lo rebelde, de lo que transgrede lo impuesto. En ese germen, puede surgir la potencialidad de la vida desde otro lugar.
Simone Biles se refugia en la salud mental, pero realmente está resguardando la vida para ser vivida.
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 3 de agosto de 2021.
Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx
Adelante maestra
ResponderEliminarExcelente Lourdes, tienes mucha razón en tu reflexión, asumo lo que me corresponde, teniendo más claro la causa el objetivo y el efecto del éxito de cada quien.
ResponderEliminar