lunes, 15 de noviembre de 2021

Las falsas disculpas del diputado

                                                                                                     Quien no se mueve, no siente sus cadenas 

Rosa Luxemburgo

 

El diputado Luis Enrique Miramontes, ofreció disculpas a la Presidenta Municipal de Tepic,  Geraldine Ponce, sin realmente sentirlas. Se ampara en que fue educado en los años setenta, lo que le impide tener un nuevo trato con las mujeres. Las disculpas fueron solicitadas por la diputada Alba Cristal Espinoza, Presidenta del Congreso de Nayarit, de quien reconocemos la intermediación para resolver el conflicto.

 

Las disculpas obedecen a que el jueves 11 de noviembre, el diputado Miramontes, haciendo uso de la tribuna del Congreso, aseguró que un hombre le ayuda a dirigir el Ayuntamiento a la Presidenta Geraldine Ponce. En su calidad de diputado realizó esa aseveración. En septiembre, el diputado mencionado había denostado a la diputada Selene Cárdenas, de Movimiento Ciudadano, diciendo que eran “diputadas de regalo”. 

 

Como se observa, no es la primera ocasión que ocurren agresiones de Miramontes contra las mujeres que están en el poder. Si en la primera ocasión también se le pidió diera disculpas a la diputada y no lo hizo, podemos entender que no está dispuesto a cambiar las actitudes misóginas con las que se refiere a las mujeres que se encuentran en puestos de poder en la Entidad.

 

Cierto, se comprometió a tomar un curso, aunque no se dijo qué tipo de curso. El problema estriba en que un curso no cambia la visión misógina de nadie, menos de quien no tiene la decisión de cambiar. Por el contrario, el esquema puede generar un círculo vicioso de la violencia política: 1) se agrede a una mujer en un cargo público; 2) se piden disculpas, 3) se toma un curso y 4) se agrede a otra mujer en un cargo público. La cadena continúa, porque realmente no existe la mínima intención de cambiar la actitud. Ese círculo vicioso ocurre en la violencia familiar.

 

Geraldine Ponce recibió las disculpas, y al mismo tiempo anunció que interpondrá una denuncia contra las agresiones del diputado. Esto sí puede marcar una diferencia porque la comisión de delitos debe castigarse conforme a las leyes que sancionan la violencia política contra las mujeres. Se debe terminar con la impunidad de quien agrede. 

 

Recordemos el caso del Papa Juan Pablo II, quien después de sufrir una agresión de arma de fuego, fue a visitar a su agresor a la cárcel, le otorgó el perdón personal, pero eso no obvió para que el sujeto pagara el delito cometido. El papa no pidió que fuera absuelto por parte de la justicia italiana. 

 

El delito de violencia política tuvo que ser incorporado a la normatividad debido a los distintos actos que se ejercen contra las mujeres al ser candidatas y al ejercer un cargo. Violencias, como las que hemos presenciado en Nayarit, contra las mujeres en puestos de poder a partir de las elecciones 2021.

 

Desde 2017 quienes integran el Congreso de Nayarit no tienen fuero, ya que fue eliminado en 2017; por ello, el diputado no puede ampararse en el fuero para cometer delitos, ni tampoco en su educación autoreconocida como de machismo tradicional. Debe terminarse con la impunidad que han gozado los agresores, porque ahora, las mujeres tenemos derecho a estar en el poder y la decisión de ejercerlo.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 15 de noviembre de 2021.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

Quienes volvemos

Perdí algunas diosas en el camino de sur a norte

y también muchos dioses en el camino de este a oeste. 

Se me ahogaron para siempre un par de etrellas, ábrete cielo.

 

Wislawa Szymborska

 

Estamos regresando a trabajar con nuevas rutinas; quizá la que más nos marca  es la de evitar el contacto personal: no nos abrazamos, no nos damos besos; tampoco saludamos de mano. ¿Qué perdemos al dejar de hacer contacto? Es cierto, las manos transmiten virus, esos seres que no tienen vida por sí mismos, pero la quitan. Siento un funeral en mi cerebro cuando dejamos de apapacharnos unas a otras.

 

Algunas no regresan. Vemos sus lugares vacíos. Hacen falta sus pisadas llegando al trabajo, sus maneras de estar aquí, sus voces. Sabemos que el tiempo del confinamiento nos dejó estos huecos por donde se fueron las colegas, los amigos, los familiares. Quienes volvemos tenemos esa mudez del alma con que recorremos de nuevo las aulas, los pasillas, las oficinas. 

 

Nos alegramos de estar aquí, es cierto. Encendemos de nuevo la computadora, alistamos el café, para iniciar una nueva época donde el trabajo tiene la impronta de la pandemia, porque en la pretensión de que todo vuelva a una normalidad, advertimos la impostura: no logramos escapar del recuerdo. Ahora las plataformas son parte del ambiente laboral, pero también de las relaciones sociales y familiares. 

 

Quienes volvemos, ya no somos las mismas personas. El presente se ha vuelto intenso como ocurrió después de las guerras o de las revoluciones. Mi abuela decía que cuando terminó la revolución todas estaban dispuestos a cantar por cualquier cosa, a bailar si se podía. Era un frenesí que contrastaba con las muertes que habían acontecido. Así nosotras, estamos dispuestas a disfrutar cada día, a ensayar nuevas cosas que teníamos pendiente porque el tiempo donde la muerte pasó a su gusto, terminó. 

 

Tengo colegas que toman clases de baile en línea; otras que aprenden a cantar francés; quien estudia escritura de novela policiaca; la que adelante la jubilación. Todas aquellas actividades que querían hacer pero el imperativo del trabajo les impedía desarrollar. Es posible que el gusto personal se convierta en opciones de vida en una nueva valoración de estar aquí en la tierra. Es la reacción de una generación que llega a la madurez de su vida y prefiere estar en el lugar escogido para decir ¡viví!

 

La vacuna nos ha dado la seguridad de salir como humanidad de esta amenaza. Ahora estamos viviendo la euforia de buscar interacciones sociales para reconocernos, para alargar los instantes de la dicha, para hacer, al fin de cuentas, lo que consideramos esencial, postergado por una sociedad que obliga al trabajo exhausto. 

 

Lo que antes era normal y rutinario como estar en un aula con estudiantes, ahora se vuelve especial y notable. Porque lo dejamos de hacer, lo valoramos; porque fue prohibido, lo incorporamos de nueva cuenta. 

 

Quienes volvemos enumeramos uno a uno, los instantes del contacto como si fuesen pájaros al vuelo, cuyo instante preciso se torna precioso. 

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 8 de noviembre de 2021.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

Guardianes de la siembra

El sitio del "corazón de la Tierra" es el Talokan,

que también recibe los nombres de Tepeyolo “Corazón del cerro“, 

Yolotalmánik “Donde se extiende la tierra de corazones“ 

o Tepeyolómej (“Los corazones cerriles“).

 […] Para alguno el Talokan se extiende por todo el mundo, 

sosteniendo la tierra.

 

Alfredo López Austin

 

En la ceremonia de Esquite[1] en la comunidad wixarika[2] de El Naranjo del Municipio de Ruiz, Nayarit, los hombres del grupo se trasladaron a un coamil, alejado cerca de dos kilómetros de la ranchería indígena. Subimos una ladera y los jóvenes iniciaron el proceso de desmonte del coamil ceremonial  tal como ocurrió en el tiempo mítico cuando la madre Oliánaka[3] enseñó al primer wixarika a sembrar. Una vez que terminaron de desbrozar la tierra, los participantes dejaron ofrenda al pie de la cueva de la madre Tierra. La ofrenda era tamal, chocolate, galletas, velas, sangre de venado y peyote. El marakame[4] realizó el canto ceremonial en lengua wixárika reproduciendo el establecimiento de la siembra como pacto de humanos y dioses. 

 

El marakame pidió la participación de dos jóvenes indígenas, los cuales se convertirían en guardianes del ciclo de siembras de ese año. Tendrían que dejar ofrenda en cinco puntos cardinales donde habitaban distintas deidades de la cosmogonía wixarikaHa´ramara en el poniente; Aurra'manaca en el norte, Rapavilleme en el sur y Wirikuta, en el oriente. Nadie se movió. El marakame, mediante el canto volvió a solicitar la participación de dos jóvenes, mas ninguno de los presentes hizo alguna señal para aceptar el cargo. A lo lejos, veíamos el avance de los trabajos de la construcción de la carretera por donde la modernización subía a la montaña. Ningún joven de la comunidad daba muestra de aceptar el cargo. 

 

El marakame volvía a hacer el llamado infructuosamente. Pasaron los maestros de la educación bilingüe de regreso a sus comunidades, mientras arriba, en el coamil sagrado, reinaba el silencio. Oíamos el chirrido de los grillos, el viento tibio del mediodía entre las hojas de los árboles, pero los jóvenes no se movían del lugar donde reposaban después de la faena agrícola. Después de diversas llamadas, un joven aceptó asumir el cargo en tanto el grupo se dispuso a esperar la decisión de otro de los muchachos presentes. Las aves pasaban en busca de otro cielo mas ningún joven rompía el silencio de quienes estábamos en la montaña. Los dioses de la siembra, de la lluvia y el viento también esperaban por su nuevo guardián. 

 

Empezó a oscurecer cuando por fin, un muchacho pidió permiso para tomar el cargo. Los dos hombres fueron separados del resto en su paso a la dimensión comunitaria sagrada (aunque siguieran entre nosotros). 

 

¿Por qué reviste tanta importancia que un joven acepte continuar la tradición a cambio del resto de jóvenes que no lo acepta? La explicación estriba en el compromiso. El compromiso de cuidar la siembra, de estar al tanto del ciclo agrícoa. Como se trata de una actividad donde los dioses y los hombre participan de la creación, durante ese año, los jóvenes son sagrados. 

 

La comunidad compele, pero no obliga. Los cargos deben ser asumidos voluntariamente por eso los jóvenes indígenas pueden escapar de ese designio un año. Al otro, volverán. Se van a la economía dineraria donde sobrevivrán. 

 

Los jóvenes indígenas no pierden las valoraciones respecto de sus actividades comunitarias cotidianas, no obstante, la cada vez mayor participación en la sociedad del dinero. El significado otorgado al trabajo comunal como la actividad laboral primordial establecida a través de la ceremonia del trabajo mítico, los cubre de la desprotección a la que ingresan cuando se incorporan a la economía dineraria. El trabajo comunitario, creación central de su cultura, les ofrece un significado vital porque está entrelazado inseparablemente en el mundo de la naturaleza y el mundo espiritual del que provienen. En esta tensión se convierten en los guardianes de la ruralidad porque a partir del trabajo comunal construyen el sentido de vida con que se trasladan a los campos mercantiles, a las ciudades mexicanas, a la frontera norte, a los Estados Unidos a conseguir dinero.

 

Dejamos la cueva de Oliánaka, la Madre Tierra, junto al coamil ritual. Los guardianes del ciclo agrícola de ese año bajaron la montaña para preparar el camino de los sembradores. Por la tarde continuó la ceremonia. Nos incorporamos a la ceremonia. Las mujeres tostaron el corazón de Iku/maíz y alimentaron con tejuino a Nakawue/Abuela de la creación. Por la noche, hablaron a Tayao/Abuelo Fuego con su lengua de pájaros. También bailamos acompañadas de las deidades de la tierra. La luna, inició su recorrido.

 

A la mañana siguiente, en nuestro regreso a la ciudad, las nubes volvían a cubrir el camino con su engaño de agua. Los adultos quedaron en la comunidad fijos en la tierra de los ancestros. Poco a poco fuimos encontrando a los jóvenes indígenas con su rostro de jornaleros agrícolas, de peones de albañilería, de migrantes en las orillas. En el corazón llevaban su soplo de guardianes.  

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 25 de octubre de 2021.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@


[1] Esquite: ceremonia propiciatoria de la siembra a los Padres-Madres, se realiza por cada comunidad antes del inicio del periodo de lluvia

[2] Los wixárika o huicholes habitan la Sierra Madre Occidental en los estados de Nayarit, Jalisco y Zacatecas.

[3] Oliánaka: Madre de la Tierra

[4] Marakame: sabio, curandero, sacerdote, guía espiritual de los wixarika, conductor de las ceremonias del costumbre.