lunes, 28 de febrero de 2022

La guerra tan cercana

Ya ninguna patria está sola; 

ya todas las tierras son nuestra patria; 

ya no puede perecer una nación 

sin que todas las naciones 

se estremezcan de angustia.

 

Amado Nervo

 

Ninguna democracia, ninguna tiranía, ninguna república garantiza la paz; pudiéramos decir que tampoco la busca. Platón decía que la guerra era un instrumento político legítimo ofensiva y defensivamente si en ello iba el bien de la polis. Heráclito, por su parte, pensaba que la guerra era un instrumento del orden cósmico porque podía convertir a los hombres en esclavos o reyes. 

 

Si bien la historia de la civilización occidental inicia con la guerra, también irrumpe como un tema central en la política y en la filosofía política. Lo que se cuestiona es ¿existe una guerra justa? aunque la pregunta lleva en sí misma una contradicción, se ha debatido la justificación de la guerra para legitimar o no los conflictos armados. 

 

Se ha pensado que la guerra es un mal menor o un mal necesario; también, que es parte de la evolución humana y, por lo tanto, no puede desaparecer del todo. Desde luego que no es lo mismo pensar en la guerra en los términos del mundo griego o mesoamericano que en las dimensiones actuales. Hoy nos aterra la idea de las consecuencias mundiales que una tercera gran guerra pudiera provocar; el más importante es destruir todo rastro de vida sobre el planeta, porque, a diferencia de las etapas anteriores, hoy existe el armamento para destruir el planeta tres veces. 

 

¿Alguien puede pretender la paz practicando la guerra? Tanto los Estados Unidos como Rusia se han preparado durante muchos años para una situación de guerra. Dígalo si no, la cantidad de armamento existente en ambos países y en otros, como China o Corea.

 

Después del desplome de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), Rusia inició un proceso de occidentalización, sin que haya desaparecido la rivalidad entre Rusia y Occidente. Si antes se trataba de dividir el mundo entre capitalismo y socialismo, en la actualidad se trata de una rivalidad por establecer la hegemonía capitalista en amplias zonas del planeta.  

 

Tenemos que preguntarnos qué se debate, además de los intereses geopolíticos. En la respuesta se encuentra los modos de vida, de alguna manera enfrentados: el modo de vida occidental y todos los otros, donde el modo de vida ruso representa la punta del iceberg. Es claro que, en la actualidad, es el modo de vida europeo-norteamericano quien llena las esferas de relaciones, para utilizar el lenguaje del filósofo alemán Peter Sloterdijk. 


¿Cómo se preparan las mentalidades para la guerra? Nuestro himno nacional inicia con “mexicanos al grito de guerra”, elaborado en un momento donde el país sufría invasiones por parte de otros países. Lo repetimos sin cesar como si fuese un mantra para alejar la guerra, porque ningún mexicano en su sano juicio, pensará que México sería capaz de ganar una guerra contra nadie. Sin embargo, ahí queda, como un recurso ideológico del Estado soberano que debe garantizar la unidad e identidad dentro de sus fronteras y fuera de ellas.


Hegel, por su parte, hablaba de la ética de la guerra o mejor, dicho, del momento ético de la guerra, donde supone que, si la soberanía es el bien más elevado de un Estado los habitantes estaban obligados a mantenerla, aún a costa de sus propiedades. Desde luego, Hegel era un alemán que reflexionaba a principios del siglo XIX en Berlín, justo antes de que se convirtiera en capital de imperio alemán. Ese razonamiento seguramente no se puede extender a los mexicanos, ni a los ucranianos contemporáneos. 

 

Amado Nervo presenció el inicio de la Primera Guerra Mundial y plasmó su rechazo en el poema Poeta, tú no cantes la guerra”, donde llama a no sucumbir a saborear ese placer embriagador de la sangre y de la furia, a partir del abismo que se abría con la violencia:

 

Pooeta, tú no cantes la guerra: tú no rindas

ese tributo rojo al Moloch, sé inactual;

sé inactual y lejano como un dios de otros tiempos,

como la luz de un astro, que a través de los siglos

llega a la Humanidad.

 

Hoy estamos en guerra en Ucrania, la cual parece muy lejana en la geografía. Sin embargo, el mundo se ha acercado tanto, que se convierte en una guerra próxima. Vemos los rostros de las personas ucranianas y vemos nuestros propios rostros: los de la humanidad asustada, aterrorizada; como iniciando una larga despedida de lo cotidiano, de la vida que conocemos para entrar en un paisaje que no queremos mirar.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 1 de marzo de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

 

 

 

 

 

 



[1] Socióloga de la Universidad Autónoma de Nayarit lpacheco@uan.edu.mx

lunes, 21 de febrero de 2022

Humanismo y animalismo

Si Aristóteles decía

 que los seres humanos 

somos animales racionales

 ¿por qué perdimos la dimensión animal?

 

Una de mis hijas tuvo como mascota un pollito. Desde luego que creció para convertirse en un gallo en toda forma. En la familia habíamos tenido gatos, perros, peces, conejos como mascotas, pero en esta ocasión era la primera vez que teníamos un pollo. El asunto no sería trascendente si tuviéramos espacio para el gallo, como en la casa de mis padres que tenía corral y gallinero; mas solo tenemos un pequeño jardín para plantas de ornato y la cochera. 

 

Compartimos la cotidianidad con el pollo-gallo, por lo que aprendimos a compartir la vida con los sucesos de su vida: las horas en que cantaba, la higienización que realizaba de las sobras de comida, sus horas de sueño, etc. Quizá, lo más importante era su relación con los otros animales de la casa que se acostumbraron a este personaje que, aunque recluido en pequeños espacios, podía transitar de las recámaras a la cochera.

 

Convivir con animales nos acerca a entender otras formas de vida de manera diferente porque establecemos relaciones con ellos que los sacan de la generalidad de ser animal, para convertirlos en seres singularizado, cuya individualización inicia con asignarles un nombre. Es de suponer que la convivencia con más animales abriría otro horizonte de comprensión hacia lo no humano viviente de tal manera de respetarlos. Aquí tenemos que preguntarnos: ¿hasta qué animales debemos mover la línea de lo que consideramos animales y, por lo tanto, respetarlos y preservarlos? ¿alcanza para mosquitos, alacranes y ratas?

 

Generalmente esta pregunta se responde diciendo que es lícito matar lo que nos agrede, así como los animales que han sido legitimados como comida, en un supuesto donde lo humano es lo que se debe preservar. Sin embargo, estas dos ideas cada vez se quedan vacías de sentido cuando reconocemos matar a las cucarachas por el solo hecho de serlo, así como preferir comer animales antes que otras opciones.

 

La supremacía humana ante lo animal se fundamentaba en tratarse de seres irracionales, por lo que se les asignaba la no inteligencia, la no conciencia, la no sensibilidad. Se acentuaban, precisamente, las características no humanas en un intento de separar a los humanos como racionales, con tal de alejarnos de lo meramente animal en el supuesto de que lo animal es primitivo. Tales premisas hoy se encuentran en predicamento ya que el estudio de los animales cada vez más, muestra otras dimensiones de lo animal semejantes a lo humano. Por ejemplo, los animales tienen capacidad de sentir dolor y placer, de jugar y disfrutar. 

 

El dolor es una experiencia sensitiva y emocional desagradable para cualquier ser viviente que lo experimente. De ahí que nuestros perros aúllen de dolor cuando se acercan los vendedores anunciando productos a través de megáfonos. La tortura de los perros ante los gritos de los vendedores de camarón, verdura, tejuino, helados, tamales, pescado, etc., se convierte en un calvario diurno. Ya no digamos los cuetes de las fiestas patronales y la música de automóviles que pululan los fines de semana por la noche ¿Se podrían prohibir estas expresiones en aras del bienestar animal? 

 

Tanto los animales como nosotras presentamos la misma expresión ante el sufrimiento. De hecho, las muestras de dolor son reconocidas desde la antigüedad y en distintos contextos: desde los pueblos mesopotámicos hasta los mesoamericanos y la juventud cibernética. Por eso los emojis pueden capturar la expresión de dolor en pocos trazos en los cuales universalmente nos reconocemos.

 

Así como los seres humanos, los animales expresan el dolor a través de cambios de comportamiento y posturales: lamerse, gruñir o alejarse del peligro, son algunas de esas expresiones. El dolor se aprecia por signos que cambian el comportamiento animal. Incluso, somos capaces de reconocer el estado de ánimo de los animales que nos acompañan en la vida: las orejas dobladas expresan miedo, huyen ante una amenaza, tiemblan de frío, etc.

 

Anteriormente se pensaba que solo los animales con cerebro tenían capacidad de sentir. Por ello, les adjudicábamos esa característica a los vertebrados cercanos a lo humano, pero no a los moluscos quienes estaban en otro peldaño de la escala evolutiva. Sin embargo, los pulpos tienen nueve cerebros, uno en la cabeza y uno en cada tentáculo; son seres sintientes e inteligentes. Entre más se estudia a los animales más se avanza en romper paradigmas de la ciencia soberbia que coloca a los humanos en la cúspide de la evolución.

 

Por otra parte, ¿por qué matamos a los animales para comerlos? Vivimos en la etapa de la anestesia emocional a través de la cual negamos el sufrimiento de quienes son asesinados para que podamos disfrutar de la carne asada, el borrego tatemado o el atún a las brasas. Tal vez, parte del cambio civilizatorio tenga que ver con dejar de comer animales que matamos para pasar a otra manera de concebirnos en el mundo, en otra relación con lo viviente.

 

No, nunca nos comimos al pollito-gallo. Entró en otra consideración de lo animal cercano a nosotras. 


Ha llegado el tiempo para pasar del Humanismo al Humanimalismo

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 22 de febrero de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx 

domingo, 13 de febrero de 2022

Amor y seducción

No me dejes completamente abandonado
Espera a que la Estrella de la Mañana
sea un fantasma en el cielo
un ala pálida blanca
transportando al sol

Ion de Chios (s. V a.C.)

 

Cuando Zeus se convierte en el toro blanco que finge mansedumbre para acercarse a la princesa fenicia Europa, y con esa argucia, raptarla, estamos en presencia de una seducción. Zeus finge lo que no es: ser un toro domesticado; la hermosa Europa, atraída por la belleza del toro, le acaricia los costados y al notar que era manso, se monta en él. El toro la rapta, corre por el mar hasta la isla de Creta  y la convierte en la primera reina, según Hesiodo. 

 

En la seducción no se revela el verdadero rostro ni las intenciones del seductor, por ello, pertenece al orden del artificio, ese mundo de los símbolos donde cada quien ve lo que quiere ver. Generalmente, cuando estamos dentro de una relación seductora no nos damos cuenta de ello. Son las otras, quienes nos advierten o se divierten con nuestra situación. Pero basta con que algo nos revele al otro fuera de la apariencia con que lo vemos para que se revele la falsedad, derramemos lágrimas o enfrentemos el coraje de la mentira. 

 

La seducción es una forma ceremonial para lograr el consenso de la otra persona, es un juego de las apariencias en el amor romántico o un juego de la simulación en la política, que también participa de los ritos amorosos. Se puede decir que la seducción es la principal característica de la sociedad contemporánea que promete ilusiones a través de internet, la mercadotecnia, los viajes de turismo o las citas románticas.

 

Pareciera como si la sociedad estuviera ávida de ser seducida por lo que sea. Desde los comerciales de automóviles a los promocionales de la política, es la seducción la que opera como el toro blanco de Zeus para ablandar la voluntad de los habitantes convertidos en consumidores anónimos 24 horas.

 

En el amor erótico, la seducción es necesaria porque la pura demanda de sexo es imposible, la solicitud del sexo adquiere el formato de seducción porque la manifestación del mero deseo es brutal. La seducción es la intermediación necesaria del deseo.

 

La seducción está muy cerca, también, de la muerte. Quizá la primer vez que se tenga conciencia de ello, ocurre en la Iliada, a través del canto de las sirenas. Las sirenas seducen con un canto de amor, sin embargo, ya sabemos que se trata de un canto de muerte. En el cristianismo, la seducción es introducida al mundo por Satanás, quien seduce a la mujer, quien, a su vez, seduce al hombre. De esta manera inicia el ciclo de lo humano con su carga de amor y muerte. Salir de la seducción precisó un desarreglo de los sentidos, tomar conciencia de la desnudez, dejar de vivir en el mundo de las apariencias para ser arrojados a la realidad de sus cuerpos humanos. La seducción y su develamiento se convierten en el rito de paso del paraíso a la realidad, en el principio de la era humana, del dolor y el trabajo.

 

Salir de la seducción es doloroso: se adquiere otro sentido de la visión, ocurre un cambio en la apreciación de los cuerpos; cambia, incluso el futuro porque no es lo mismo considerar el mañana dentro de una situación seductora, que considerarlo sin ella.

 

En el curso de la historia hemos aprendido la existencia de distintas formas de seducción. Desde las cartas que guardaban nuestras abuelas, las serenatas en la época de nuestras madres a los mensajes de texto de nuestras hijas. Actualmente, el confinamiento del coronavirus cambió las formas de seducción. Aparecieron las aplicaciones tipo Tinder o se ampliaron a diversos públicos. La seducción por internet, las citas para conocer a la pareja ideal, se saltan algunas etapas de la seducción, pero no pueden prescindir de ella. Aunque abrevian el proceso, de cualquier manera, se trata de esos intentos por mostrar la mansedumbre de Zeus, las apariencias, el mundo artificioso para lograr la aceptación de la otra, convertida en presa, aunque la denominen reina.   

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 14 de febrero de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

lunes, 7 de febrero de 2022

La Universidad social

En agradecimiento a 

Don Pablo González Casanova,

por los cien años 

de pensamiento comprometido.

 

Es necesario preguntarnos por la Universidad pertinente que se requiere en la actualidad en México. Si se toma en cuenta que en el siglo XXI hemos visto relegados los Estados basados en la tutela de bienes jurídicos y derechos sociales, hacia estados subordinados al mercado y al poder financiero que reducen al ser humano a excedente (Chomsky, 1995, La sociedad global, educación, mercado y democracia. México: Joaquín Mortiz), entenderemos que esa subordinación también se trasladó a la educación superior. 

 

El núcleo del proyecto del capital neoliberal hacia la formación educativa no se redujo a la mera “empresalización” de la educación, tanto en su avorazamiento de privatizar los servicios educativos como en formar profesionales-empresarios, sino en lograr una diferenciación estamental a partir de accesos diferenciados que han dado como resultado aristocracias educativas y tecnológicas, verdaderas élites monopolizadoras de la ciencia-técnica.

 

Para lograrlo, como dice Pablo González Casanova (La Universidad necesaria en el siglo XXI, México: Era) las Universidades fueron impelidas a entrar al mercado (lo que se ha realizado a través del cobro de cuotas y los indicadores de rating), y a su vez, el mercado ha entrado a las Universidades. En esta Universidad-Mercado, las Universidades se convierten en piezas claves del modelo globalizador que, privatiza la conciencia de los estudiantes formándolos como carritos de supermercado. 

 

¿Cómo pensar una universidad social? En primer lugar, tenemos que tomar en cuenta las grandes desigualdades educativas que existen en nuestras sociedades empobrecidas a fin de establecer rutas tendientes a lograr una educación superior para todos y todas. En segundo lugar, las Universidades no pueden desconocer la existencia de otros lugares de generación del conocimiento a fin de establecer un sistema educativo que incluya a la sociedad civil en algo que se puede enunciar como “Universidad de todos los saberes”. En tercer lugar, las pedagogías deben ser de sujetos éticos hacia sujetos históricos. 

 

Lo anterior, porque la Universidad, tal como está estructurada se convierte en un filtro que solo deja pasar a quien previamente ya tenía ventajas sociales y ellas son utilizadas para la carrera educativa. Las Universidades contemporáneas, marginan a quien ya está marginado y favorecen a quien ya lo es. La educación superior dejó de ser un mecanismo de ascenso social como lo fue para las generaciones de fines del siglo XX. 

 

Por ello, de lo que se trata no es de abrir las puertas a toda la población en la idea de Universidad de masas, sino de posibilitar una Universidad que llegue a toda la población, lo cual hoy es más posible por la utilización de dispositivos tecnológicos, el aumento de la velocidad de la información y la existencia de comunidades organizadas. Crear una cultura del pensar-sentir-hacer capaz de formar sujetos éticos, humanistas, científicos y tecnológicos comprometidos en la solución de problemas sociales y ambientales de lo próximo y también, de lo remoto. 

 

Para ello, es preciso construir Universidades sociales que tiendan a permear a la sociedad de una nueva cultura de la inclusión, el respeto y el compromiso. Basarse en las personas, en las comunidades, en el cambio de las relaciones entre mujeres y hombres, en una nueva dimensión Estado-sociedad, para impulsar otra manera de pensar la convivencia, de apropiarse de la ciencia y la tecnología, de organizar la política como lo colectivo humano, en torno a lograr habitar el planeta de manera digna y permanente. 

 

Por ello, la Universidad de saberes disciplinarios, cotos de prestigio, mestizofílica, patriarcal, corporativa y corrupta, deberá dar lugar a Universidades del pensamiento interseccional a partir de las nuevas ciencias, las pedagogías del compromiso y las organizaciones horizontales de comunidades epistémicas, a fin de estar en posibilidad de construir otra sociedad posible, otro mundo alternativo.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 8 de febrero de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx