Ya ninguna patria está sola;
ya todas las tierras son nuestra patria;
ya no puede perecer una nación
sin que todas las naciones
se estremezcan de angustia.
Amado Nervo
Ninguna democracia, ninguna tiranía, ninguna república garantiza la paz; pudiéramos decir que tampoco la busca. Platón decía que la guerra era un instrumento político legítimo ofensiva y defensivamente si en ello iba el bien de la polis. Heráclito, por su parte, pensaba que la guerra era un instrumento del orden cósmico porque podía convertir a los hombres en esclavos o reyes.
Si bien la historia de la civilización occidental inicia con la guerra, también irrumpe como un tema central en la política y en la filosofía política. Lo que se cuestiona es ¿existe una guerra justa? aunque la pregunta lleva en sí misma una contradicción, se ha debatido la justificación de la guerra para legitimar o no los conflictos armados.
Se ha pensado que la guerra es un mal menor o un mal necesario; también, que es parte de la evolución humana y, por lo tanto, no puede desaparecer del todo. Desde luego que no es lo mismo pensar en la guerra en los términos del mundo griego o mesoamericano que en las dimensiones actuales. Hoy nos aterra la idea de las consecuencias mundiales que una tercera gran guerra pudiera provocar; el más importante es destruir todo rastro de vida sobre el planeta, porque, a diferencia de las etapas anteriores, hoy existe el armamento para destruir el planeta tres veces.
¿Alguien puede pretender la paz practicando la guerra? Tanto los Estados Unidos como Rusia se han preparado durante muchos años para una situación de guerra. Dígalo si no, la cantidad de armamento existente en ambos países y en otros, como China o Corea.
Después del desplome de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), Rusia inició un proceso de occidentalización, sin que haya desaparecido la rivalidad entre Rusia y Occidente. Si antes se trataba de dividir el mundo entre capitalismo y socialismo, en la actualidad se trata de una rivalidad por establecer la hegemonía capitalista en amplias zonas del planeta.
Tenemos que preguntarnos qué se debate, además de los intereses geopolíticos. En la respuesta se encuentra los modos de vida, de alguna manera enfrentados: el modo de vida occidental y todos los otros, donde el modo de vida ruso representa la punta del iceberg. Es claro que, en la actualidad, es el modo de vida europeo-norteamericano quien llena las esferas de relaciones, para utilizar el lenguaje del filósofo alemán Peter Sloterdijk.
¿Cómo se preparan las mentalidades para la guerra? Nuestro himno nacional inicia con “mexicanos al grito de guerra”, elaborado en un momento donde el país sufría invasiones por parte de otros países. Lo repetimos sin cesar como si fuese un mantra para alejar la guerra, porque ningún mexicano en su sano juicio, pensará que México sería capaz de ganar una guerra contra nadie. Sin embargo, ahí queda, como un recurso ideológico del Estado soberano que debe garantizar la unidad e identidad dentro de sus fronteras y fuera de ellas.
Hegel, por su parte, hablaba de la ética de la guerra o mejor, dicho, del momento ético de la guerra, donde supone que, si la soberanía es el bien más elevado de un Estado los habitantes estaban obligados a mantenerla, aún a costa de sus propiedades. Desde luego, Hegel era un alemán que reflexionaba a principios del siglo XIX en Berlín, justo antes de que se convirtiera en capital de imperio alemán. Ese razonamiento seguramente no se puede extender a los mexicanos, ni a los ucranianos contemporáneos.
Amado Nervo presenció el inicio de la Primera Guerra Mundial y plasmó su rechazo en el poema Poeta, tú no cantes la guerra”, donde llama a no sucumbir a saborear ese placer embriagador de la sangre y de la furia, a partir del abismo que se abría con la violencia:
Pooeta, tú no cantes la guerra: tú no rindas
ese tributo rojo al Moloch, sé inactual;
sé inactual y lejano como un dios de otros tiempos,
como la luz de un astro, que a través de los siglos
llega a la Humanidad.
Hoy estamos en guerra en Ucrania, la cual parece muy lejana en la geografía. Sin embargo, el mundo se ha acercado tanto, que se convierte en una guerra próxima. Vemos los rostros de las personas ucranianas y vemos nuestros propios rostros: los de la humanidad asustada, aterrorizada; como iniciando una larga despedida de lo cotidiano, de la vida que conocemos para entrar en un paisaje que no queremos mirar.
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 1 de marzo de 2022.
Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx