El sabía lo que sabía:
que el mundo real está lleno de magia,
por lo que es fácil que los mundos mágicos
se hagan realidad.
Salman Rushdie. Harun y el mar de las historias
Harun y el mar de las historias es un cuento que Salman Rushdie escribió como regalo para su primer hijo y con ello, nos regaló una narración llena de magia donde el contador de cuentos Rashid Khalifa pierde la capacidad de contar e inventar nuevas historias, por lo que su hijo decide ayudarlo a recuperar esa potencialidad. Ahí inicia la aventura que nos hará viajar para recuperar la capacidad de narración y con ello, pervivan todas las historias posibles, las que han existido y las que se fabularán en el futuro.
El viernes pasado apuñalaron a Salman Rushdie cuando se disponía a dictar una conferencia en Nueva York. Es cierto, el atentado no fue por escribir cuentos dirigidos a niñas y niños, sino, seguramente, como cumplimiento de la fatwa o condena a muerte, dictada contra él en 1989, por su cuarta novela Los versos satánicos, una historia ficcional sobre los sueños del profeta Mahoma. El Ayalota Jomeini, líder de Irán, consideró la novela una blasfemia, por lo que ordenó su muerte y también, la de los traductores de la novela.
El nombre de “versos satánicos” proviene del Corán: un grupo de versículos del mismo nombre que se refieren a tres diosas preislámicas de la Meca: Allat, Uzza y Manat. Mahoma las incluyó en el Corán, a partir de una revelación divina, pero después reconoció que fueron dictados por satán. Las diosas formaban una triada en la Arabia preislámica; eran hijas del dios supremo y protectoras de la Meca. Uzza significa la Poderosa y se vincula con la estrella de la mañana y del atardecer (su símbolo es la estrella); Allat es la diosa madre (su símbolo es el sol) y Manat, la diosa del Destino y del Tiempo (su símbolo es la luna en cuarto creciente). Estas dioas eran ampliamente veneradas en la época de Mahoma, pero finalmente, fueron desterradas en aras de expulsar el principio femenino de la religión patriarcal y monoteísta.
Salman Rushdie es un escritor de entrecruce de civilizaciones entre lo que denominamos Oriente y Occidente; de pasados y presentes; también, de entrecruce de la realidad con la imaginación. Esa posibilidad de inventar mundos ficticios con los que los seres humanos aliviamos la angustia de vivir.
Somos rehenes de la violencia no solamente porque un escritor de ficción puede ser asesinado por lo que imagina; sino también porque las balas, las metrallas, las bombas, nos alcanzan en las tiendas, en la calle, en la escuela, en el parque de diversiones. En México no es necesario ser escritor de renombre ni haber publicado nada en particular para que, en cualquier momento, desaparezca tu hija, secuestren al esposo o mueras en una balacera en el centro comercial.
La violencia ha cubierto al país de ignominia. Vivimos una realidad violenta sin que tengamos seguridad de ningún tipo de control. Quizá por eso prevalece el desamparo, la idea del Estado fallido y las estrategias desafortunadas contra el crimen, ya sea organizado o no. ¿Se trata de riñas entre grupos por las plazas de narcotráfico? ¿Es una muestra de poder de los grupos derivado de decomisos realizados por las fuerzas de seguridad? Como quiera que sea, la ciudadanía nos convertimos en rehenes de la violencia.
Las fatuas locales se han desatado contra pequeños comerciantes, empresarios, periodistas, mujeres, jóvenes; contra el señor de la tienda solamente porque su negocio es exitoso. Sin orden ni control, la violencia carcome la sociedad, socava la democracia como forma de gobierno e inutiliza los derechos humanos como discurso para construir sociedades igualitarias para todas y todos. No hay control, pero lo peor, no se implementan caminos que puedan conducir a una sociedad en paz.
No es una guerra, porque la guerra ocurre entre ejércitos regulares; es una violencia contra la sociedad civil, incorporada como rehenes.
No estoy a favor de responder la violencia con la violencia, pero sí, a establecer estrategias múltiples e integradas para desarticular el poder aniquilador de quien hace uso de la violencia.
Como en el cuento de Harun, nos están quitando la posibilidad de fabular, de inventar los futuros. Por ello, debemos viajar en las alas de la Abubilla para recuperar la posibilidad de seguir contando nuestras historias, lo cual solo puede ocurrir cuando prevalezca la paz.
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 16 de agosto de 2022.
Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx
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