lunes, 26 de septiembre de 2022

¿Para qué trabajamos?

El cielo de veras que no es éste de ahora

el cielo de cuando me jubile

durará todo el día

todo el día caerá

como lluvia de sol sobre mi calva.

 

Mario Benedetti

 

Tuve varias tías maestras a las cuales les pregunté por qué decidieron tener esa profesión. Una me dijo: “me daba lo mismo; era lo que podía hacer entonces”. La segunda expresó: “para que aquí se formaran ingenieros, doctores, enfermeras”. La primera de ellas se disgustaba cuando alguien en la calle la saludaba, puesto que le recordaba todo el trabajo que había invertido en la escuela, “muchachos desagradecidos”, decía. La segunda, se llenaba de orgullo cuando la reconocían, ya fuese una exalumna que trabajaba en una tienda o un funcionario con una alta posición en el gobierno. Se alegraba cuando descubría en el doctor que la trataba, a un exalumno.

 

A primera vista, trabajaban en lo mismo, pero la actitud de una y de otra no lo era. Ello ocurre con el trabajo, se puede pensar que se trata tan solo de ganar dinero con el cual adquirir lo que necesitamos para nuestras familias. Sin embargo, a través del trabajo podemos darle un sentido a nuestra vida.

 

El trabajo ha sido considerado como un castigo bíblico a partir de la desobediencia de Adán y Eva en el paraíso: ganarás el pan con el sudor de tu frente, dijo el Angel castigador, emisario del Dios iracundo; por lo que el trabajo tiene un ámbito de penalidad, de carga, de fatigosidad. Quizá por ello, en latín, las palabras trabajo y tortura provienen de la misma raíz. Sin embargo, el trabajo es la posibilidad de supervivencia de la especie ya que los seres humanos intervenimos el mundo y al transformarlo, nos transformamos también. Es en el proceso del trabajo como nos convertimos en humanos, de acuerdo a Marx.

 

Además, el trabajo tiene un ámbito de divinidad: los pueblos agricultores conciben el trabajo vinculado a la tierra como una colaboración entre los dioses y los seres humanos. Los dioses no pueden hacer germinar la tierra, pero tampoco los seres humanos, por sí solos lo pueden hacer; necesitan el auxilio de la lluvia, del viento, del sol. Por ello, el trabajo humano completa esa labor divina. De ahí surgen los ritos de la agricultura sobre la unión del cielo con la tierra con la consiguiente fertilización de esta última.

 

¿Qué es hoy el trabajo? Todavía pervive la división entre el trabajo intelectual y el trabajo físico o manual. Este último sería un trabajo repetitivo, enajenante que convierte a su autor en un engranaje más de la cadena de producción, mientras que el trabajo intelectual sería mejor pagado y gozaría de mayor prestigio en la sociedad.

 

Hoy pugnamos porque todas las personas tengan derecho al trabajo ya que reconocemos este ámbito como el lugar donde transcurre la vida. También se puede pensar en el trabajo como el derecho a la explotabilidad por el capital, porque esta es la época que nos tocó vivir.

 

En nuestro país, no todas las personas tienen derecho al trabajo. Porque, además de la crisis de empleo y del empleo mal pagado, existen diversas desigualdades en el acceso al trabajo, las cuales se traducen en discriminaciones: sexistas contra las mujeres; racistas, contra integrantes de pueblos originarios; xenobóficas contra migrantes y extranjeros; de creencias contra personas que profesan ciertas religiones; heterosexuales contra quienes tienen diversas preferencias sexuales; incapacitantes contra grupos con otras condiciones de salud; adultocéntricas que excluyen a la niñez y a los adultos mayores, y otras.

 

También debemos reconocer que no somos libres para decidir el trabajo al que nos podemos dedicar ya sea por falta de talento, de recursos económicos o de acceso cultural. En medio del contexto en que vivimos, estamos compelidas a cursar una profesión a nuestro alcance y a aceptar el trabajo realmente existente.

 

Es cierto, trabajamos para vivir, para ganar dinero, para ser útiles en la vida, para tener una jubilación cuando se cumpla el ciclo de la vida productiva. Sí, todo esto es cierto. Pero también lo es que a través del trabajo entendemos nuestro estar en el mundo.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 28 de septiembre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

miércoles, 21 de septiembre de 2022

19 de septiembre

Se fugó de la conciencia una mañana 

la luz real,

la física, la concreta.

Huyó empavorecida de su verdugo :

el Sismo.

Y durante cinco horas

la conciencia creyó

que ya jamás volvería

a llenar los caminos de fulgor.

 

Miguel González Lomelí

 

Para mi generación, la fecha 19 de septiembre no es una fecha más, sino una fecha que marca un parteaguas en las historias personales, familiares y, también, en la historia del país.

 

Todo inició en 1985 cuando a las 7.17 de la mañana (hora de la Ciudad de México), ocurrió un sismo de 8.1 grados en la escala de Richter. Después ocurrió en 2017 en la misma fecha y este año de 2022. En los tres casos el epicentro se localiza en Michoacán.

 

El sismo de 1985 se llevó al país que existía. Cayeron los edificios del centro de la ciudad de México e inició el desplome del sistema político que había prevalecido. El sismo devastó la ciudad de México donde más de cuatro mil personas perdieron la vida, de acuerdo a las cifras oficiales. En esos momentos, México protagonizó una historia de rescate, de solidaridad que no se veía desde los tiempos de la revolución mexicana donde también se cuentan heroicidades de personas que no alcanzaron a ser registradas por la historia porque se trata de microheroismos, recordados por quienes los vivieron.

 

Ese año, regresé a la Ciudad de México el 23 de septiembre, ya que aún no sabíamos la magnitud de lo que había ocurrido. Llegué a una ciudad de México desolada: sin luz eléctrica en gran parte de las colonias, sin gas en las viviendas, con escasa disponibilidad de agua. Ahí surgió un tipo de convivencia inusitada: las personas como tú y como yo dirigían el tráfico vehicular, se compartía lo que se tenía y, sobre todo, siendo desconocidos nos tratábamos como semejantes. Como si caminar sobre escombros nos expulsara de un largo exilio en el que habíamos errado.

 

El sismo nos exilió del aislamiento en que estábamos unas y otros, nos devolvió a la ciudad como el lugar de la Matria. Por eso, ese lugar de lo semejante humano, pudo vislumbrarse en la solidaridad entre extraños, en el rescate de quienes quedaron atrapados bajo los edificios. Esa luminosidad reaparece cuando la tragedia se convierte en el lugar de otro enunciamiento.

 

A partir del sismo nada fue igual: ni la comunicación pública, ni la relación del Estado con la ciudadanía, ni la idea de lo que debe ser la política y la sociedad. En este 37 aniversario quiero recordar a héroes y heroínas que levantaron piedras; a las que acarrearon agua; a quienes volvieron a convertir la ciudad en un lugar vivible. Mi vecina tomó como suya la seguridad de los niños y niñas de la escuela primaria que estaba en la colonia y no descansó hasta que todas las criaturas fueron entregadas a sus familiares. Recuerdo, también, a una colega que adoptó dos niñas huérfanas del sismo.

 

Mujeres que nunca habían participado en la arena pública fueron arrojadas, desde su condición de ser mujer, a actuar más allá de su hogar: dar de comer a quienes no tenían, buscarles lugar para pasar las noches. Aquello que apenas nacía, esa luminosidad del umbral de lo humano, apareció ahí.

 

Recuerdo, sobre todo, a Miguel que sobrevivió a la caída del edificio Nuevo León del conjunto habitacional Tlatelolco y que hoy su vida es celebratoria, gustosa. Porque la tragedia del sismo, de la que fue rescatado mientras otros morían a su alrededor, (él cantaba como espera del rescate), no marca de manera negativa su vida; sino que se convirtió en un momento de ruinas, de aridez, que decidió encerrar dentro de sí; una tragedia que ocurrió, para, con una gran lucidez, saber que está en la vida, desposeído casi de toda pretensión, salvo saberse vivo.

 

Le asiste una desconocida confianza propia de quienes han cruzado la irreversibilidad de la frontera. La fragilidad lo abrió de otra manera al mundo: entra a ser solo, con el mínimo acompañamiento y así, en su soledad intacta (aunque estemos con él) vuelve a despertar cada día a un estado naciente desde donde está en la vida, la disfruta y a la vida, le agrega vida.

 

Hoy, en 2022, vuelve a temblar el mismo día como si fuera maldición mexicana de septiembre; seguramente habrá explicaciones de la ocurrencia circular en la misma fecha. Mientras tenemos esas explicaciones, no nos queda más que abrazarnos, circular los memes y volcarnos a la esperanza de que resurjan otras relaciones sociales en un país que es hogar, horizonte, ciudad: el territorio emocional donde vivimos.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 20 de septiembre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

domingo, 11 de septiembre de 2022

Pacto entre rectoras

No dudé en aceptar esta gran responsabilidad

porque estoy convencida de que en el IPN

 existen muchas mujeres valiosas

que pueden desarrollarse al máximo.

 

Yoloxóchitl Bustamante.

Directora del IPN (2012-20149

 

¿Por qué es necesario un pacto entre rectoras y directoras de las Instituciones de Educación Superior (IES) en el país? Porque la llegada de las mujeres a los más altos puestos de poder en las IES puede significar un avance en el adelanto hacia la igualdad. En este sentido, la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), de donde es rectora la Dra. Margarita Teresa de Jesús García Gasca, a través de la Coordinación de Igualdad de Género, propició el primer “Encuentro Igualdad. Rectoras y Directoras de Instituciones de Educación Superior”, en vinculación con la Red Nacional de Instituciones de Educación Superior. Caminos hacia la Igualdad (RENIES-Igualdad-ANUIES) que coordina la Dra. Beatriz Eugenia Rodríguez Pérez.

 

El Encuentro se llevó a cabo los días 8 y 9 de septiembre en las instalaciones de la UAQ, al que acudieron 14 rectoras y directoras entre las que se puede mencionar a: Dra. Norma Liliana Galván Meza, rectora de la UAN; Dra. Silvia Elena Giorguli Saucedo, Presidenta del Colegio de México; Dra. María Gabriela Guadalupe Sánchez Gutiérrez, directora del Instituto Mora; Dra. Silvia Paz Díaz Camacho, rectora de la Universidad Autónoma de Occidente; Dra. Ana Eugenia Patiño, rectora de la Universidad Tecnológica de Corregidora; la Universidad Pedagógica Nacional; Instituto Tecnológico de Toluca y otras.

 

La llegada de las mujeres a las rectorías de universidades y direcciones de centros de investigación e institutos tecnológicos ha ocurrido una vez que las académicas se convirtieron en actoras decisivas al interior de las casas de estudio. Su acceso al poder ha generado resistencias; se han enfrentado a obstáculos tanto institucionales como culturales y, sobre todo, han tenido que romper la estructura masculina del poder en las IES, lo cual no ha sido un camino terso.

 

Ejemplo del control masculino del poder ocurre en las universidades grandes del país, como la UNAM y la Universidad de Guadalajara, con más de 100 años de existencia en la época contemporánea, en las que no ha habido rectoras. Ello no significa que se carezca de académicas con las credenciales necesarias y la experiencia en gestión para ello, sino que los obstáculos se encuentran en que el poder es monopolio de los hombres: ahí está la disposición de recursos y el prestigio.

 

En el Encuentro, la rectora Teresa García Gasca afirmó la decisión de abrir las posibilidades para que las mujeres participen en los procesos de elección a cargos directivos tanto en la administración central como en las unidades académicas de la UAQ.  A nivel nacional, es preciso, realizar medidas para cerrar las brechas de desigualdad de acceso al poder porque las mujeres, en el más alto cargo de dirección, apenas representan el 0.7% de las IES del país, afirmó la rectora. Ello habla del lento y desigual acceso a los cargos de rectoras y directoras.

 

En las mesas de trabajo se abordaron diversas temáticas que tienen que ver con la construcción de igualdad en las IES, como la atención a las violencias de género y no discriminación en las IES; la institucionalización de la perspectiva de género y otras.

 

En la mesa de “Corresponsabilidad trabajo-familia-educación”, la Dra. García Gasca anunció la creación de un Sistema de Cuidados impulsado por la UAQ, donde se reconoce la corresponsabilidad institucional hacia las condiciones en que transcurre la educación y el trabajo de mujeres y hombres, tanto del estudiantado como del personal académico y administrativo. Con esto, se demuestra que la llegada de mujeres a las rectorías, permite priorizar problemas, que antes se encontraban ocultos, lo que posibilita generar soluciones colectivas.

 

El pacto entre rectoras y directoras se refiere a la voluntad política para que se cumplan las disposiciones de los convenios internacionales que México ha firmado en materia de igualdad sustantiva en la educación superior y, sobre todo, las disposiciones de la normatividad mexicana, donde sobresalen las disposiciones sobre igualdad y paridad de la Ley General de Educación Superior aprobada el 20 de abril de 2020. Por ello, es claro que las rectoras y directoras marcan la diferencia en la construcción de igualdad en las IES.

 

Ellas están fundando la genealogía de las mujeres del poder dentro de las universidades.


Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 13 de septiembre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

Belleza y bondad

 Cuando soy buena, soy buena;

cuando soy mala, soy mucho mejor

 

Mae West

 

Llegamos a la comunidad serrana con un grupo de estudiantes de la Universidad. Empezamos a distribuirnos en las diversas casas para realizar el trabajo de campo, cuando al poco tiempo, nos dimos cuenta de lo atractivo que resultaban algunas estudiantes que tenían cuerpos corpulentos. En cambio, las estudiantes delgadas, no parecían tener ninguna relevancia.

 

Para los hombres de las comunidades serranas donde estuvimos, el ideal de belleza de las mujeres es aquella que posee caderas anchas. Ello ocurre porque las mujeres están vinculadas a la reproducción; ellas son las que podrán sobrevivir a los partos y a los trabajos de la maternidad.

 

Es claro que la idea de belleza de las mujeres es diferente en cada contexto y, también ha cambiado en el tiempo. Actualmente, en la sociedad occidental, la belleza de las mujeres se asocia a lo delgado; a los cuerpos donde casi desaparecen las huellas de la voluptuosidad.

 

Además, la belleza se vincula a la bondad mientras que la fealdad se vincula a la maldad. No es una casualidad que los dioses de todas las religiones sean la síntesis de la belleza de su época; la religión cristiana es un ejemplo del culto al clasicismo italiano en las caras de las vírgenes.

 

La política y la mercadotecnia también hacen uso de la belleza. En la época actual dominada por la imagen visual más que por la palabra, la argumentación y la razón; quienes venden están obligados a presentarse de manera agradable al público que los consumirá como imagen. Para ello, tienen que blanquearse, alaciarse el pelo, tener dentadura perfecta; ya sean diputadas o gerentes de empresa o actores y actrices.

 

¿Cuál ha sido el imaginario de lo feo? Sí, claro, la mujer vieja y decrépita, con la nariz prominente. Mientras las hadas son hermosas, los malvados llevan la fealdad y la suciedad en su cuerpo, en su rostro, en su pelo. Belleza se ha equiparado a bondad y fealdad se ha equiparado a maldad.

 

Aunque en el posmodernismo, se pretenda que la belleza se encuentra en casi todo, ser bello o parecerlo es una obligación de los vendedores, sean de la política o del mercadeo, porque en el inconsciente social se tiene la idea de que alguien bello sólo puede ser bueno. Aunado a que la belleza está vinculada a lo juvenil; por eso, cada vez más se aparenta juventud través de la cosmetología y cirugías: Cristo cada vez es más joven y más blanco, no el señor adulto del catecismo que aprendí.

 

Con la belleza no se discute. Es sólo contemplativa, porque lleva al arrobamiento y a la cancelación de una parte de la razón. En la sociedad griega se pensaba que la belleza era contemplativa y conducía a la inactividad.

 

Si el canon de belleza derivaba de la escultura y la pintura, actualmente es la versión hollywoodense la que impera mundialmente sobre lo que se considera bello y adecuado o feo e incorrecto. Los publicistas lo saben, por ello, hoy la venta de imágenes impera en el mercado: se dirigen a un consumidor contemplativo.

 

Aunque las abuelitas digan que la verdadera belleza está en el alma, todas y todos queremos un poco de belleza exterior, cuerpos proporcionados, atléticos y juveniles.

 

Los hombres han estado excluidos de una cierta estética; han sido recluidos en imágenes conservadoras precisas en las cuales se les ha negado la posibilidad de adornarse. El adorno correspondía a las mujeres puesto que serían escogidas en base a su atractivo.  El hombre, por el contrario, era quien seleccionaba, por lo que no tenía necesidad de agradar. Hoy, ese tabú se está rompiendo tanto por la mercadotécnica que abre paso al cuidado del cuerpo de los hombres como en los hombres feminizados. Es cierto que el castigo inmediato es para quienes pierden los límites de la masculinidad tradicional, pero esperamos que solo sea una transición.

 

Casi al terminar el viaje en la comunidad serrana, una señora nos ofreció faldas en venta: “mira, con esta te verás más gordita y bonita”. Cómo explicarle las torturas de las dietas para adelgazar con tal de entrar en las tallas minúsculas de la idea de belleza actual.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 7 de septiembre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

jueves, 1 de septiembre de 2022

El Rey Lear o la vejez

No debiste haber sido viejo hasta que fueras sabio

 

Shakespeare. El Rey Lear

 

Cuando el Rey Lear se siente viejo decide heredar su reino a sus tres hijas. Les pregunta cómo es el amor que ellas sienten por él: “Es mi firme decisión liberar mi vejez de tareas y cuidados, asignándolos a sangre más joven, mientras yo, descargado, camino hacia la muerte”.

 

Las dos hijas más grandes, exageran el amor ante el padre, quien las va dotando de extensiones de tierra. Cuando le hace la pregunta a Cordelia, la más chica, ésta le responde: “mis labios no pueden decir lo que siente mi corazón”. Ante esta enigmática respuesta, Cordelia es desterrada mientras que el reino es dividido en dos partes que son entregadas a las hijas mayores.

 

El Rey Lear pretende pasar su tiempo “en tanto camina hacia la muerte” con sus dos hijas herederas, alternando el tiempo de las estancias por turnos, pero muy pronto, estas se cansan de su presencia, por lo que le reducen los espacios donde debe habitar, lo despojan de todo poder y despiden a sus acompañantes; en síntesis, lo privan de un hogar. El Rey Lear se queda en ese entremedio, en el camino entre los dos reinos. El bufón y un acompañante leal, el duque de Kent, se refugian en una choza.

 

El bufón de Lear actúa como contrapunto, como el cuerdo irónico de las conductas humanas, aquél que puede mencionar lo que ocurre sin fingimientos y por ello, se anticipa a las desgracias, por lo que no siempre es bien visto.

 

El Rey Lear se da cuenta del error cometido: el amor de sus hijas mayores era adulación para quedarse con el reino, en tanto que Cordelia prefirió callar antes que usar el lenguaje para decir intenciones impuras. Lear no solo envejece sino también teme por su cordura, como si la vejez estuviese siempre caminando en el abismo de la lucidez-locura. El lenguaje de Lear nos da idea de su impotencia: “Oh, no me enojes, no me enojes, dulce cielo; mantenme en calma”. Se da cuenta que ya no manda en nada; que puede ser expulsado de los reinos de sus hijas, la misma noche que llega a pernoctar; tan solo el bufón que lo acompaña obedece sus órdenes.

 

Durante el transcurso de la obra, deja de llamarse a sí mismo Rey, para llamarse viejo: “Aquí estoy, soy tu esclavo -dice a la tormenta- un anciano pobre, enfermo, débil y despreciado” (Acto 3, Escena 2).

 

Mientras, las hijas mayores, Gonerilda y Regania, inician una serie de traiciones entre ellas porque cada una quiere todo el reino para sí. Cordelia acude por su padre que vaga por el bosque, pero la orden de matarla, impide que logre su propósito. La tragedia termina con el  rey Lear, llevando el cuerpo de su hija Cordelia entre sus brazos en medio de la tormenta. Finalmente, loco, muere. 

 

Shakespeare nos entrega una novela sobre la vejez, el poder, la sucesión; también sobre lo que cada quien quiere escuchar. Cuando el Rey Lear no escucha lo que dice Cordelia por tratarse de palabras sinceras, refiere la necesidad de escuchar lisonjas, para creerlas ciertas

 

El texto nos habla a quienes habitamos el siglo XXI sobre el amor filial, la autoridad del padre (como un rey), la sinceridad, los cuidados. Es la idea de la familia la que se encuentra en el centro del drama, pues es ahí donde se concibe que los y las viejas pasen la vejez, ese último umbral previo a la muerte.

 

La familia se concibe como un principio de moralidad social, donde los seres que nacen son incorporados a lo humano, son construidos como seres culturales; pero también donde envejecemos como un proceso asumido como una pérdida de energía, de poder, de prestigio, de dinero: las pérdidas del ocaso de la vida. Aunque la familia es el lugar moral para nacer y para envejecer, de acuerdo con esta obra, los viejos y viejas pueden ser expulsados de su hogar por sus propias hijas, por su propia familia

 

Por ello, todos podemos ser Lear y todas podemos reactuar a Gonerilda, a Rogania y también a Cordelia, mientras estemos en lo humano-social.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 30 de agosto de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx