Dar a la mujer una acertada instrucción educativa
y será capaz de conducir al mundo
por el camino de la felicidad.
Rosa Navarro
Se sabe que Rosa Navarro nació el 30 de marzo de 1850 en Compostela, cuando esta región formaba parte del Séptimo Cantón de Jalisco (1824-1867). Apenas habían transcurrido tres años de la invasión norteamericana a Veracruz en 1847. Para ese tiempo, se calcula que el Partido de Compostela tenía alrededor de 9 mil habitantes, en tanto que la cabecera del Cantón, Tepic, tenía 15 mil y apenas se estaban estableciendo las diligencias entre Tepic y Guadalajara (Raymundo Ramos, La conformación del espacio urbano en Tepic, capitl del Séptimo Cantón de Jalisco, Tesis de Doctorado en Ciencias Sociales, UAN, 2016).
Al morir su madre, Mariana Flores, y debido a la persecución contra su padre, el liberal Albino Navarro, se confinó en la Hacienda de San Felipe de Híjar, huyendo de los conservadores, donde dura seis años, después de los cuales se traslada a vivir a Guadalajara. Como se utilizaba en esa época, las primeras letras y operaciones, fueron enseñadas por Don Albino a la hija mayor, Paula, quien, al morir el padre se las enseña a Rosa. Ambas quedan al cuidado de sus tíos quienes internan a Rosa en el Liceo de Niñas de Guadalajara, donde obtiene el título de Preceptora de Primer Orden, el 3 de enero de 1867.
Con apenas 17 años se convierte en Directora de la Escuela Municipal de Mascota, Jalisco, donde ocupa tal cargo de 1867 a 1873. Posteriormente, se convierte en Directora de la “Escuela Oficial Superior número 2 para niñas” en Guadalajara. En ese cargo se distingue por su compromiso con la educación de las niñas, puesto que amplió sus conocimientos de inglés y francés a fin de que las estudiantes accedieran a estos idiomas.
El arribo de las mujeres a los espacios públicos ocurrió a través de la incorporación a la docencia, una actividad desde la cual participó en organizaciones de profesores, pero que le permitió integrarse a organizaciones de señoras para alentar el estudio, el trabajo y el progreso dentro de las ideas del positivismo imperante en el último tercio del siglo XIX. Las mujeres que laboraran en la educación se organizaron para impulsar el avance social de las mujeres y sobre todo, terminar con las condiciones de ignorancia en que vivían.
En 1873 se fundó el periódico Las hijas del Anáhuac, como un periódico de señoras, por alumnas y maestras de la Escuela de Artes y Oficios de la Ciudad de México. La directora era Laureana Wright. El editorial menciona que se funda para “hacer la competencia a las dedicadas a la mujer” dirigidas por hombres. El editorial dice: “Ya no es mal visto que la mujer escriba y exprese sus sentimientos por medio de la pluma (…) ¿Por qué si el hombre puede manifestar públicamente las galas de su inteligencia, la mujer ha de estar privada de hacerlo, habiendo, como hay, mujeres cuyos talentos igualan a los de los hombres?” (Las hijas del Anáhuac).
El periódico cambió el nombre a Violetas del Anáhuac, el 22 de enero de 1888. Rosa Navarro se convierte en una de las colaboradoras desde Guadalajara, donde publica sistemáticamente. Los textos de Rosa Navarro son poesía, prosa y narrativa. Se refieren al progreso técnico, como la poesía A una locomotora (13 de mayo 1888); a reseñas de actividades de importancia social Al Sr. Ignacio Pujol (3 junio 1888), donde narra la llegada del ferrocarril a Guadalajara; la narrativa Fiesta conmovedora (17 de junio 1888) referido a la ampliación del Hospicio de Guadalajara; poesías amorosas Romances dedicados a la Srita. Ma. del Alba; textos patrióticos Juárez (8 abril 1888), así como escritos sobre pedagogía Observaciones pedagógicas (24 febrero 1888; 3 marzo 1889), entre otras.
Se encuentra publicado un texto Rectificación firmado en Guadalajara, como Rosa (15 abril 1988) y el Diario de una mujer del gran mundo, firmado como R.N. (26 de agosto de 1988). Este último es un cuento escrito en primera persona.
Fundó la logia masónica de mujeres denominada “Xóchitl”, en Guadalajara, considerada la primera de provincia, para impulsar la ilustración de las mujeres en la ciencia, el arte y el progreso, junto con su hermana Paula.
La característica de la escritura de Rosa Navarro estriba en el impulso a la educación de las mujeres. En el artículo La ilustración de la mujer, discute los argumentos que quienes quieren evitar su educación:
“Mucho se ha hablado sobre la necesidad de instruir á la mujer. Unos han pintado con vivísimos colores esta necesidad; otros han tratado de probar que la mujer ilustrada es perjudicial en la sociedad e incapaz de llenar sus deberes como esposa y madre: esto, aun personas de conocida ilustración lo afirman hasta el punto de hacer vacilar á algunos en la solución del problema: ¿debe ó no instruirse á la mujer en las ciencias? En pleno siglo XIX es extraño que personas de buen criterio opinen que á la mujer sólo se le enseñen las primeras letras para que lea en su libro de oír misa y rece sus novenas, y después de ésto á surcir la ropa y preparar el alimento; es decir, que sólo se la eduque para beata y para ama de casa” (La ilustración de la mujer).
Impulsó la educación superior destinada a las mujeres, para lo cual fundamentó la creación de la Escuela de Farmacia con el argumento de que dicha escuela “proporcionará al sexo débil una nueva arma defensiva contra la temida miseria”.
Publica el poemario “Mis flores. Colección de composiciones de la Srita. Profesora Rosa Navarro”. Laureana Wright de Kleinhans, incluye a Rosa y Paula Navarro en su libro Mujeres notables mexicanas, Ciudad de México: publicado en 1910 por la Secretaría de Educación Pública y Bellas Artes.
Cuando diseñaba un experimento eléctrico, cayó de las escaleras de su casa, por lo que adquirió una incapacidad que la hizo retirarse del magisterio en 1892. El Gobierno de Jalisco reconoció su aporte a la modernización de la educación, por lo que le otorgaron la jubilación. Se considera que murió en 1940.
Rosa Navarro, junto con otras mujeres del siglo XIX, transformaron el imaginario colectivo de ellas mismas, interpelaron los simbolismos de su época y, sobre todo, cambiaron sus propias realidades. Sin ellas, las mujeres que somos ahora, no se podría explicar. Sus palabras, a más de cien años, continúan siendo vigentes:
“Aun hay quien asegure que ‘la mujer pedagoga, literata ó matemática es un ser que se revela contra su sexo’: y por lo tanto inhábil para gobernar el hogar doméstico. Se puede probar con hechos lo contrario. Hemos tenido ocasión de observar que muchas jóvenes, con la misma seguridad que escriben una novela moral, asisten á un enfermo; que con igual facilidad resuelven un problema de Álgebra, que confeccionan la ropa y aprenden el arte culinario” (La ilustración de la mujer).
Rosa Navarro puede ser considerada la primera escritora nacida en territorio de lo que hoy es Nayarit. El rescate de su obra, pensamiento y legado sigue siendo una tarea pendiente, junto con los reconocimientos necesarios a su trayectoria, así como la publicación de su obra reunida.
Gracias a Rosa Navarro por fundar la genealogía de las mujeres escritoras en Nayarit; mujer comprometida con el avance de su época. Gracias por atreverse a pensar y a ser diferente: masona en un país de católicos; letrada en una sociedad que negaba el pensamiento, la ciencia y las letras a las mujeres; polemizadora ante argumentos misóginos; soltera, pese al férreo mandato de la conyugalidad, que le daría un lugar en la sociedad. Dueña de su vida, al optar por no tener hijos en una época que consideraba la maternidad como el destino natural de las mujeres; destino santificado por la religión, la moralidad y las buenas costumbres.
Gracias por imaginar que el horizonte de las mujeres está más allá de lo que vivimos. De mujeres como Rosa Navarro, somos herederas.
Publicado en Meridiano de Nayarit, abril 3 de 2023
Socióloga. Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx
La primera versión de este texto fue presentada el 30 de marzo en Compostela Nayarit, por lo que agradezco al CECAN y a la Presidenta Municipal de Compostela, la invitación a celebrar el 173 aniversario del nacimiento de Rosa Navarro.
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