martes, 17 de octubre de 2023

Eclipses

Una escalera negra conduce al núcleo terrenal 

mientras una soledad incansable espera

tirando la risa en su desesperación.

Las espinas de un animal corren

 

Ruperta Bautista. Eclipse en la madre tierra

 

“Cuando Fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podía salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de Los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez al bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.

 

Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.

 

Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.

 

Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento, de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.

 

-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.

 

Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos.

 

Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles”.

 

El anterior es un cuento titulado Eclipse, escrito por Augusto Monterroso en 1959, donde nos da a entender que el Frayle quiso salvar su vida a partir del conocimiento europeo, con el cual esperaba deslumbrar  a los indígenas, en su supuesta ignorancia. Lo que no sabía el frayle era que los mayas tenían calculados los eclipses de sol y luna que ocurrirían los siguientes 33 años. El Códice Dresde que se encuentra en Alemania, contiene una tabla para calcular eclipses.

 

Es también una narración sobre el choque de los visiones: la occidental europea que considera los indígenas como ignorantes y el conocimiento europeo como superior.

 

Actualmente, no tenemos que acudir a las tablas mayas para conocer las fechas de los siguientes eclipses, basta con que goglemos la pregunta para conocer las fechas y latitudes dónde ocurrirán los siguientes eclipses de sol y de luna. Es cierto, la mayoría se observarán desde el mar, porque recordemos que nuestro planeta tiene más superficie marina que terrestre. Aún así, es impresionante saber que se puede observar desde las cercanías donde vivimos.

 

Antes de que ocurran los eclipses tenemos acceso a información sobre el acontecimiento, qué previsiones debemos tener y, también, cómo elaborar dispositivos para verlos. Para el eclipse parcial del 14 de octubre se pudo adquirir lentes que cumplían con las especificaciones para observar el eclipse y niñas y niños tuvieron la posibilidad de elaborar sus propios filtros.

 

Una cultura de ser testigo de los fenómenos astronómicos se abre paso entre la niñez, mientras que para muchos adultos, el eclipse es una ocasión para recordar que antes el eclipse se veía a través de una cazuela de agua.

 

Los pueblos indígenas tienen tradiciones especiales para los eclipses: por ejemplo, los ancianos dan la instrucción de que todo el grupo entre a sus chozas y se abstenga de ver el sol; en tanto, los sacerdotes, realizan plegarias y cantos para ayudar al sol en su batalla con la luna. El eclipse es una ocultación transitoria del sol; el eclipse produce sombra, que es la sombra de la muerte, del frío,  por lo que genera zozobra.

 

Para los pueblos indígenas, el universo es una realidad total donde el sol y la luna son los principales protagonistas, por ello, su alineación debe respetarse porque no se trata solo de un fenómeno metereológico, sino que se trata de una lectura de lo que ocurre que tiene consecuencias en los seres humanos.

 

Porque las estrellas, la luna, el sol, los planetas están presentes en la vida de los pueblos indígenas. Lo que ocurre en el cielo no está alejado de la tierra, sino que la influye. Somos un todo con el universo.

 

Valdría la pena recuperar esta visión indígena para nuestro parcelado conocimiento científico que nos hace ver el mundo como fragmentos de vida.

 

 

El cuento El Eclipse, fue transcrito de:

www.ingenieria.unam.mx/dcsyhfi/material_didactico/Literatura_Hispanoamericana_Contemporanea/Autores_M/MONTERROSO/Eclipse.pdf

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 17 de octubre de 2023.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

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