martes, 9 de enero de 2024

Hacía frío, una mariposa voló sobre el reflejo

De dónde llegan las fechas y a dónde van?

Viajan un año entero y

con la precisión de una saeta

se clavan en el día señalado,

 nos muestran un pasado,

 un presente en el espacio,

nos deslumbran y se apagan

 

Elena Garro. Los recuerdos del porvenir

 

Amanecimos en San Andrés Cohamiata, Jalisco (Tateikie en idioma wixarika), donde la temperatura había bajado a 4º centígrados; las niñas y niños de la pequeña localidad tapaban sus brazos con paliacates; también las personas adultas. Quienes íbamos de la ciudad nos sentíamos inmorales al portar chamarras, botas, gorros para el frío.

 

Asistíamos a la ceremonia de “Cambio de Varas”, un ritual donde el gobierno tradicional wixaritari es renovado. La transmisión de las varas representa el cambio de las autoridades en una celebración que se lleva a cabo el primero de enero de cada año porque los funcionarios wixaritari son también funcionarios del sol en su recorrido anual.

 

Sí, vivimos tiempos difíciles, en la montaña y en las costas donde el frío sorprende a la población más desprotegida; para algunas es más difícil que para otros. ¿Por qué digo para algunas? porque, generalmente, las carencias se acentúan para las mujeres. Apenas estábamos saliendo de una pandemia sanitaria global cuando surge la guerra de Ucrania, se acentúa el poder del narcotráfico en el mundo, se profundiza la crisis climática y se movilizan millones de personas que huyen de la pobreza y la violencia; por mencionar algunas dimensiones del mundo contemporáneo.

 

Al mismo tiempo, si volteamos al cielo, el vuelo de las mariposas monarca adorna los cielos del norte del continente americano con millones de ejemplares que viajan con el destello del sol de invierno desde Canadá hasta Michoacán, en el centro de México. Cerca de 20 millones de ballenas grises y seis mil jorobadas migran a las costas del Pacífico Mexicano donde se aparean y cuidan la primera etapa de sus crías.

 

Ahí, la vida respira. En los ballenatos que lentos ingresan al agua; en las aladas que mueren en el vuelo, pero que otras continúan y terminan el camino. Nunca llegan las que salen, llegan sus sucesoras.

 

Procesos de vida y de muerte, de destrucción y de renacer de la vida. Así inicia este año 2024 donde la simultaneidad de la vida-muerte tiene paralelo con las promesas de la inteligencia artificial o con las incertidumbres que se avizoran. Si bien, durante el siglo XX un grupo de físicos y Marie Curie, cambiaron la forma como entendemos el mundo, el universo, la materia; descubrieron la radiación y mostraron las posibilidades del mundo subatómico, el siglo XXI llega con su mezcla de ciencia excéntrica como si no fuera de este mundo o más bien, destinada a cambiar la razón del mundo.

 

Todavía está fuera de nuestra imaginación cómo caminará el siglo; qué sentido común tendremos que desarrollar para adaptarnos a las nuevas condiciones tecnológicas, a las nuevas miserias mundiales. Qué sentimientos serán necesarios para quienes habiten este largo siglo ¿indiferencia? ¿ceguera? ¿tendremos que desarrollar callosidades en el corazón para no ver hacia a los seres humanos convertidos en excedente, en sobras, por quienes acaparan el lujo, la riqueza insultante mundial.

 

¿Qué nos queda? Los lazos construidos en pequeñas comunidades, aquellos que forman parte de nuestros afectos inmediatos, son los que nos permiten sobrevivir. Qué difícil es pensar en una solidaridad mundial que moviera voluntades masivas a fin de cambiar el rumbo de la vida en el planeta. Cada vez son las pequeñas comunidades, nuestras familias, nuestras amigas aun cuando estén en plataforma, quienes nos hacen tener un sentido de pertenencia. A pesar de la ilusión de la interconexión a través de las redes, son los lazos afectivos los que nos generan el sentimiento de pertenecer a una comunidad.

 

Hacía frío en la montaña. Varias niñas iban descalzas en la ceremonia del ritual. Alguien dirá “están acostumbrados” como justificación moral. A mí me parece deshonesta, indigna, esta miseria que es vendida como “folcklor” para el turismo.   

 

Llovió un poco en la madrugada, lluvia fría en esa montaña alta. Pequeños charcos se interponían entre las piedras. Una mariposa voló sobre el reflejo del agua para desaparecer en las montañas de la lejanía. Nadie nos dio noticia si llegó a alguna parte.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 9 de enero de 2024.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

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