Me llevó mucho tiempo desarrollar una voz
y ahora que la tengo,
no me voy a quedar callada
Madeleine Albright
Una cierta cantidad de mujeres ocupa puestos de decisión al interior de las universidades, en los distintos órdenes de gobierno, en la empresa privada y en las organizaciones de la sociedad civil. Seguras de sí mismas, toman decisiones; lideran grupos de trabajo, conducen proyectos.
Es necesario reconocer el enriquecimiento de las organizaciones al contar con gestoras, planeadoras y ejecutoras ya que las mujeres en los puestos de decisión desarrollan capacidades que ya habían adquirido en otros ámbitos, pero que son amplificados en los cargos en cuestión. Las líderes utilizan diversos ingredientes para ejercer sus puestos como la conciliación, la creación de consensos, el liderazgo dirigido a logros, las decisiones prácticas, la seguridad de organizar grupos y conducirlos.
Las mujeres han resignificado el liderazgo porque han inventado nuevas formas de conducir, en gran parte, alejadas de liderazgos verticales-tradicionales para consensar en lugar de ordenar. Los liderazgos de las mujeres han tenido que convencer sobre la legitimidad de que sean las mujeres quienes ocupen cargos de dirección. Desde este punto de vista, abren el mundo de lo cerrado, de lo no posible, de lo no imaginado. Por ello, han abierto camino para las mujeres de las siguientes generaciones, pero, sobre todo, han resquebrajado el sentido común del mando masculino para dar cabida a la legitimidad del liderazgo de mujeres al crear el imaginario de las mujeres líderes y su práctica real.
En una entrevista, una rectora de América Latina, relataba que la conciliación y la creación de consensos horizontales eran la base de su liderazgo. Sin embargo, ante quienes se resistían a trabajar bajo el mando de una mujer, no le quedaba otra opción que ser ejecutiva: enviar órdenes por escrito y sancionar si no se ejecutaban, de acuerdo a la normatividad.
Las mujeres líderes crean capacidades para otras mujeres porque abren el abanico de participación de quienes se hubieran quedado en puestos de la tradición. Desarrollan capacidades de éxito para su generación y para la siguiente. Las mujeres líderes miran al mundo desde un piso político propio, marcado por la desigualdad, es cierto; pero una desigualdad consciente y con miras a eliminar. Además, las mujeres en el poder, forman equipos de trabajo con otras mujeres.
Las mujeres todavía estamos subrepresentadas en diversos ámbitos. En el mundo de los negocios, solo el 38% de los puestos de alta dirección son ocupados por mujeres, de acuerdo a “Mujeres en los negocios” (Grant Thornton, 2023).
En las universidades públicas autónomas, existen siete rectoras de un total de 32: Dra. Margarita Teresa de Jesús García Gasca, en la Universidad Autónoma de Querétaro; Dra. Sandra Martha Laffon Leal, en la Universidad Autónoma del Carmen; Dra. María Lilia Cedillo Ramírez, en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; Dra. Norma Liliana Galván Meza, en la Universidad Autónoma de Nayarit; Dra. Sandra Yesenia Pinzón Castro, en la Universidad Autónoma de Aguascalientes; Dra. María Rita Plancarte Martínez, en la Universidad de Sonora; Dra. Yarabí Avila González en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; Dra. Natalia Florentini Cañedo en la Universidad Autónoma de Quintana Roo; Dra. Claudia Susana Gómez López en la Universidad de Guanajuato.
Por ello, el mundo se enriquece con los liderazgos de “nosotras”, este colectivo cuya visibilidad vemos en las marchas del 8 de marzo a lo largo del mundo; que persiste en cada acción que las mujeres toman en los ámbitos de decisión de lo público, ese espacio que no es natural, sino que es el espacio de lo histórico/social donde nos reconocemos como la clase social de las mujeres.
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 7 de marzo de 2024.
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