miércoles, 8 de mayo de 2024

Maternidad: la subjetividad entre pañales

Cada vez soy más igual a ti, madre,

 más huesos que horizonte,

más días animales que lluvia.

 

Me lo dijo mi hermana.

 

Y esperé la bandada de pájaros

que pasa en primavera.

 

Lourdes Pacheco

 

Es claro que las maternidades tradicionales están vaciadas de sentido, pero ¿cómo acceden las jóvenes a un nuevo significado de la maternidad? Conocemos estudiantes de posgrado y jóvenes investigadoras que han vencido diversos obstáculos para terminar los estudios de doctorado; disfrutan los derechos y libertades obtenidos por las generaciones de mujeres precedentes; entre ellas, la independencia individual, la autonomía, la forma de asumir la sexualidad; sin embargo, cuando se enfrentan a la decisión de maternar o dejar de hacerlo, los argumentos para tomar la decisión son limitados.

 

La maternidad había sido uno de los ejes de significación de las mujeres que hoy está en crisis. En la época de nuestras madres, la maternidad era un lugar bien delimitado y confortable, desde el cual se podía estar en el mundo.

 

Es cierto, la revolución de las mujeres ha desmontado diversos mandatos asignados a las mujeres, sin embargo, en el tema de la maternidad poco se ha avanzado, las decisiones siguen siendo individuales. Actualmente, la práctica de la maternidad sigue implicando una dedicación absoluta, lo que significa desgaste y la necesidad de posponer proyectos de realización personal. La maternidad compite con los proyectos de vida de las jóvenes quienes maternan en una permanente tensión.

 

Quizá porque la maternidad se convierte en el engranaje de la continuación del orden de género y desde este punto de vista, sigue intocado, es que nos causa esta desazón. Somos feministas, tengo un proyecto de vida propio, pero no quiero renunciar a mi deseo de maternar. ¿Qué me pierdo si renuncio a ello?

 

Entonces se embarazan en el supuesto de que realizarán una maternidad diferente a la maternidad sacrificial tradicional. Las mujeres que se atreven a intentar esta otra maternidad, construyen redes, alianzas con otras mujeres; hacen uso de servicios de guardería, lo cual viven con agotamiento y, en ocasiones con extrañeza y culpa. ¿Es esto lo que pensé que sería la maternidad?

 

¿Por qué las mujeres siguen teniendo hijos?  Una respuesta puede ser porque lo desean y este deseo se va configurando en cada época histórica a partir de diversos elementos. No se tienen hijos para garantizar la sobrevivencia de la especie, sino que la respuesta va más por el sentido del soporte emocional de lo que significa tener un hijo o hija. Anteriormente, los hijos tenían una función económica y, en sociedades como la mexicana, se convertían en el soporte para la vejez de los padres/madres, su seguro social.

 

La maternidad es como la roca que fragua los cimientos del orden de género, porque ni las libertades feministas, las críticas al patriarcado, los avances tecnológicos, las políticas, han logrado descolocar la maternidad de ese lugar fundante del orden de género porque la maternidad sigue siendo uno de los ejes de la identidad femenina.

 

Las jóvenes que hoy están en las aulas, ven transformada su subjetividad con la práctica de la maternidad. Enfrentarse a las vicisitudes del embarazo, en el sentido de cuidar de sí para hacer posible la vida que se está formando; el tránsito del parto, aprender a cuidar una cría humana en estado casi fetal, cambiar los pañales, sentir la transformación del cuerpo al lactar y otros, revoluciona la subjetividad de las jóvenes.

 

Quizá puedan explicitar los motivos que las llevó a ser madres, pero la experiencia de la maternidad se convierte en prácticas de vida que las lleva a preguntarse acerca de esa experiencia, del transcurrir como mujeres en tanto madres y de cuestionar las condiciones y posibilidades de la maternidad. Lo novedoso de ello es que se trata de voces colectivas; de mujeres madres que se reúnen para generar espacios de solidaridad que, en estos encuentros, generan comunidades de mujeres-madres y, pueden otorgar otros significados a las maternidades contemporáneas en colectividad, espejeándose unas con otras.

 

Al final de una conferencia que impartí sobre el avance de las mujeres en la educación, una estudiante me dijo “yo quería seguir estudiando maestría y doctorado, pero tuve una hija y eso me cambió la vida. Me salí de la escuela un año para dedicarme a mi hija. No podía volver a la escuela porque mi vida transcurría entre pañales. Pensé que ya no podía hacer otra cosa. Cuando, por fin retomé mis estudios, tenía otros intereses: buscaba a otras estudiantes que hubieran tenido hijos. Era como una urgencia de hablar entre nosotras”.

 

Bienvenidas los caudales de voces de todas las madres que somos.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 9 de mayo de 2024.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

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