sábado, 16 de noviembre de 2024

Senderos de vida. Libro de memorias de Américo Saldívar

 El desarrollo del individuo es, ante todo

-pero en modo alguno exclusivamente-

función de su libertad fáctica

o de sus posibilidades de libertad.

 

Agnes Heller

 

La memoria individual está lejos de pertenecer a la persona que la narra. Por el contrario, cuando leemos el libro Senderos de Vida. Memorias de solidaridad, represión y lucha de Américo Saldívar, estamos accediendo a la memoria de una generación que creció y se forjó en la izquierda mexicana y, podría decir, latinoamericana, en la década de los sesenta.

 

Américo narra su versión de cómo vivió su vida, lo que recuerda desde su pequeño Montemorelos, Nuevo León, su propio Itaca hasta la época contemporánea. El ejercicio va más allá de simplemente narrar el pasado, puesto que es un viaje introspectivo a partir de un proceso creativo que deja huella; se convierte en un legado familiar y social porque guarda un registro y, sobre todo, inspira a otras personas a escribir también sus memorias.

 

El libro que tenemos aquí es cautivador. Aunque yo no hubiera conocido previamente a Américo, aunque no hubiera sido profesor del Doctorado de Economía en la UNAM, donde estudié; aunque no hubiese sido parte de un grupo de latinoamericanos que formaban la planta docente del Posgrado; aunque no hubiese sido mi director de tesis de doctorado, de todos modos, hubiese leído este libro con la avidez de quien se asoma a una historia que atraviesa barreras, porque la travesía del mundo rural signado por el esfuerzo familiar, la convicción de que la educación es la puerta para acceder a otras explicaciones, la laicidad como ética, la vida en la URSS, la militancia en la izquierda, las represiones vividas, la creación de ideas para pensar el mundo, realizado en la academia, etc. son los trazos de un espíritu que hace uso de su libertad.

 


Entre el profesorado con quien me tocó convivir en el Posgrado de la UNAM, puedo mencionar a: mexicanos: Bolívar Echevarría, Américo Saldívar, Leonel Corona, María Eugenia Romero, Sergio de la Peña, Ángel de la Vega; los chilenos Orlando Caputo, Daniel Varela, Los brasileños Herbert De Souza, Theotonio dos Santos, Vania Bambirra, Ruy Mauro Marini, la argentina Rosita Kuminsky y otros más como Fausto Burgueño, José Luis Ceceña, etc.

 

A través de los relatos de las memorias de Américo Saldívar nos damos cuenta que pertenece a la generación de luchadores sociales que tuvieron el socialismo como horizonte y la democratización de las sociedades autoritarias latinoamericanas como meta. Es cierto, en América Latina, el avance del socialismo fue duramente reprimido tanto en Cuba como en Chile, pero la generación de activistas por el socialismo logró nada más y nada menos que la apertura de las dictaduras latinoamericanas.

 

En México, el dominio del PRI, si bien se legitimaba en las urnas, se convirtió en el dominio de un partido único que cancelaba cualquier manifestación de oposición, cualquier disidencia. Esta generación de luchadores, logró que se abriera; primero en las urnas y posteriormente, en la administración, una serie de andamiajes sociales e institucionales que permitió la apertura.

 

El costo fue alto, como se narra en las memorias: varias generaciones marcadas por la lucha clandestina, la exclusión, la descalificación por ser comunistas, hasta sufrir la pena más alta: el encarcelamiento.

 

Quiero decir que las memorias de Américo son un conjunto de recuerdos seleccionados. Ninguna memoria puede ser total: nadie puede recordar todo porque ya lo dijo Jorge Luis Borges en Funes, el memorioso, donde narra la historia de Irineo Funes quien recuerda absolutamente todo, pero ello le provoca una alteración de la realidad, una incapacidad para realizar generalizaciones y abstracciones; en síntesis, una incapacidad para vivir la cotidianidad. Así, entonces, las memorias son siempre una memoria selectiva. Aquí asistimos a la que Américo Saldívar escogió para encontrarse con su pasado y de esta manera, hacernos partícipes de diversos periodos de vida donde se pueden encontrar las claves del presente.

 

El autor narra su vida, pero la narra teniendo como telón de fondo el contexto de la sociedad mexicana, los movimientos sociales y políticos mundiales. Por eso, las memorias se convierten en historia. Aquí están los seres individuales que transforman las sociedades y los contextos sociales que moldean a los seres individuales. No hay lo individual sin lo social ni entenderíamos los cambios sociales, la vida en comunidad, sin las acciones de individuos concretos.

 

En cuanto el punto de vista, quiero decir que las memorias están escritas desde un punto de vista de lo que ocurrió como ocurrió, sin asumir la pobretud de la pobreza, tampoco la victimización de la represión ni la heroicidad de la cárcel. Por eso digo que el punto de vista, el enfoque está dado desde lo que le tocó vivir, sopesándolo como parte de los acontecimientos de la vida. Las diversas vicisitudes vividas con entusiasmo, con pasión, con el ánimo de seguir adelante.

 

Nos encontramos ante un texto celebratorio, vemos a una persona capaz de gozar los acontecimientos de la vida, ya sea en La Cotorra en Villa de Ocampo, Nuevo León, en la URSS, en Puebla o en México. En los diversos contextos en que vivió Américo es capaz de encontrar motivos para vivir con alegría; motivos para vivir la vida que le tocó y que seleccionó.

 

Esta capacidad de salir del infortunio, de encontrar disfrute en circunstancias difíciles, es una de las lecciones más importante de las memorias. Otra, lo es la capacidad de hacer comunidad, la solidaridad hacia los amigos, esa capacidad humana de construir comunidad como el único medio de sobrevivir en distintas condiciones.

 

En particular, disfruté la parte de la vida en la Unión Soviética, quizá porque me recordó mi propia estancia en la República Democrática Alemana, la Alemania Socialista, veinte años después de la estancia en la URSS de Américo.

 

En síntesis, aquí vemos a la generación de la ilusión. La que fue al socialismo realmente existente para formarse en una nueva ética de cooperación, de colaboración, de no explotar a nadie, de crear condiciones para construir una nueva vida. Testigo del esfuerzo de la URSS por cambiar las condiciones de trabajo de millones de personas, pero también de las contradicciones estando sitiados por el capitalismo.

 

Esta generación es también la que nos ha heredado las mejores ideas con que aún pensamos el presente. Su vida se convierte en un ejemplo de congruencia porque el corazón comunista no desaparece se transforma en nostalgia, en nuevos compromisos, en acciones, en esperanza, en entusiasmo.

 

Es una presencia de actos idos, es un pasado expuesto ante el alma donde están los afectos, las emociones, los exámenes de conciencia. Pero también el desconcierto, las incertidumbres, los dolores, las nuevas decisiones.

 

Resalto una frase que se encuentra en la página 87:

 

El tiempo se me escurría de las manos y yo no alcanzaba a leer todo. Les decía a mis compañeros que me gustaría pasar unos ocho meses en la cárcel completamente aislado para dedicarme de tiempo completo a la lectura. Cuidado con los deseos (p. 87).

 

Así que cuidado con los deseos.

 

Quisiera terminar agradeciendo a Américo por escribir estas Memorias, por permitirnos asomarnos a estas etapas de su vida.

 

Intervención en la presentación del libro de Américo Saldívar el 14 de noviembre en el Centro de Arte Contemporáneo Emilia Ortiz de Tepic, Nayarit.

 

Publicado en Meridiano de Nayarit, Tepic, Nayarit, 16 de noviembre de 2024.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

No hay comentarios:

Publicar un comentario