miércoles, 5 de marzo de 2025

Las cínicas y la tierra extraña

Tú me quieres alga,

Me quieres de espumas,

Me quieres de nácar.

Que sea azucena

Sobre todas, casta.

De perfume tenue,

Corola cerrada.

 

Alfonsina Storni

 

¿A dónde van las cínicas? a tierras extrañas lejos de las noches de temor y de terror. Las cínicas no tienen compromiso con el viejo piso moral que las reduce a vientres fecundables, a cuerpos violables, a inteligencias domesticables.

 

Las cínicas se apartan del binomio en que están encerradas en el dominio patriarcal: buena-mala, pasiva-violenta, nuera-suegra, sumisa-desvergonzada, cotidiana-exótica, dulce-maligna, subordinada-fiera, para subvertir ese lugar y convertirlo en la tierra extraña de nuevos amaneceres.

 

Las cínicas reconocen que los varones no están dispuestos a actuar bajo los códigos morales que ellos mismos han asignado a las mujeres. Entonces, ellas tampoco están dispuestas a cumplir ningún código que ellos no se autoimpongan. Como dice Alfonsina Storni: ¿Tú me quieres blanca? ¿tú me quieres alba? Vete a la montaña, límpiate la boca. Toca con las manos la tierra mojada.

 

El piso moral que las cínicas fracturan es el que reconoce al hombre como el dios que ilumina la historia, la literatura, la política, donde las mujeres son inferiorizadas, depositadas en el subsuelo de la ciudadanía, en la cueva del amamantamiento presocial.

 

Las cínicas tiran la supremacía masculina a la vergüenza de la historia; desnudan la ética racional para mostrarla como misoginia.

 

Gritan las cínicas, ladran. No razonan en el logo del amo porque ahí el lenguaje es trampa para volver a someterlas. El lenguaje es una prisión circular cuyos andamiajes conducen a pensar en los mismos caminos de la razón androcéntrica. El discurso que el hombre se da a sí mismo lo posiciona como el ser racional y todo lo demás, mujeres, animales, naturaleza le son subordinados.

 

Por eso el grito antes del logo. Por eso el murmullo antes que la palabra.

 

La cínicas no reconocen al hombre como cultura ni a las mujeres como naturaleza. Es solo el ilusionismo de la supremacía, las trampas de la razón las que convierten inferiores a las mujeres.

 

Las cínicas no quieren ser una idea que el hombre ha construido para la existencia de sí mismo. No son las idénticas ni las intercambiables; no son un rol ni las repetidoras de sus apellidos. No son la satisfacción de sus fantasías y deseos.

 

Las cínicas repudian el romanticismo según el cual las mujeres son sensibles y espirituales, por lo que deben seguir siendo esposas y madres y abonar con su ternura el mundo.

 

Las cínicas no reconocen un destino por nacimiento: ni heroína, ni monja, ni hija, ni supermadre; ni mujer fatal ni ángel de la casa,  ni exótica o recatada; ni ninguna categoría que nos digan qué somos.

 

Las cínicas no quieren ser como las hormigas, que al final de la cópula pierden las alas.

 

Las cínicas son irreverentes, locas, rotas, feas para los códigos de la belleza normada. Se despojan de las religiones, de los códigos civiles y de la moral que se han tatuado sobre sus cuerpos. No quieren ser medias naranjas, ni naranjas completas. No quieren ser damas para ningún caballero ni doncellas para ningún enamorado. No quieren ser Julietas ni Penélopes, ni musas ni brujas; ni flores ni vírgenes coronadas.

 

Quieren las tierras extrañas, las tierras libres para otra manera de ser. Quieren levantarse de las esclavitudes en que están, liberarse de las tutelas permanentes, cómo dice la poeta Maya Angelou, en el poema Y aún así me levanto:

 

Tú puedes escribirme en la historia
con tus amargas, torcidas mentiras,
puedes aventarme al fango
y aún así, como el polvo… me levantaré.

¿Mi descaro te molesta?
¿Por qué estás ahí quieto, apesadumbrado?
Porque camino
como si fuera dueña de pozos petroleros
bombeando en la sala de mi casa…

Como lunas y como soles,
con la certeza de las mareas,
como las esperanzas brincando alto,
así… yo me levantaré.

¿Me quieres ver destrozada?
¿Cabeza agachada y ojos bajos?
Hombros caídos como lágrimas,
debilitados por mi llanto desconsolado.

¿Mi arrogancia te ofende?
No lo tomes tan a pecho,
Porque yo río como si tuviera minas de oro
excavándose en el mismo patio de mi casa.

Puedes dispararme con tus palabras,
puedes herirme con tus ojos,
puedes matarme con tu odio,
y aún así, como el aire, me levantaré.

¿Mi sensualidad te molesta?
¿Surge como una sorpresa
que yo baile como si tuviera diamantes
ahí, donde se encuentran mis muslos?

De las barracas de vergüenza de la historia
yo me levanto
desde el pasado enraizado en dolor
yo me levanto
soy un negro océano, amplio e inquieto,
manando

me extiendo sobre la marea.

Dejando atrás noches de temor, de terror,
me levanto,
a un amanecer maravillosamente claro,
me levanto,
brindado los regalos legados por mis ancestros.
Yo soy el sueño y la esperanza de la esclava.
Me levanto.
Me levanto.
Me levanto.

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 1 de marzo de 2025.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

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