sábado, 30 de junio de 2018

Banderas blancas para la democracia mexicana

Nuestra vida política descansa en la presunción
de que podemos producir la igualdad a través de la organización,
porque se puede actuar en un mundo común,
cambiarlo y construirlo,
junto con sus iguales y sólo con sus iguales.

Hanna Arendt.

Queremos banderas blancas para la democracia mexicana. Queremos que en los procesos electorales se respeten los derechos de quienes sufragan el voto. Queremos que las autoridades hagan posible la expresión libre de la ciudadanía. Queremos que los grupos políticos se comporte con la madurez cívica para aceptar las decisiones que sean tomadas por la mayoría.

Entendemos que la democracia necesita la confianza de los electores. Que los electores necesitan confiar en las instituciones. Entonces, ¿por dónde empezamos? ¿la ciudadanía da el voto a las instituciones o las instituciones respaldan a la ciudadanía? Estamos atrapados en una encrucijada donde a través del proceso electoral se envía nuevos mensajes a la clase política de este país, precisamente a partir de la desconfianza.

La democracia requiere una ciudadanía fuerte, informada y organizada como condición para el ejercicio de los derechos humanos, la vigilancia de las autoridades constituidas y la observación de quienes actúan en la vida pública.

Hemos sido una ciudadanía cuyo reflector se agota en el momento de depositar el voto.

¿Por qué México necesita cambiar? Porque se han afinado los mecanismos de la democracia política, pero ha quedado intacta la desigualdad social o más bien dicho, se ha profundizado el abismo entre quienes son pobres y quienes son ricos. La igualdad abstracta que parte de la igualdad formal dentro de la desigualdad real no construye sociedades de paz, sino que siembra el conflicto estructural de la violencia. La paz es una consecuencia de un orden justo, la ausencia de violencia no es la violencia de los individuos entre sí, sino la violencia estructural que expulsa a grupos enteros a la orilla social.

No podemos aspirar sólo a democracia electoral, se requiere democracia económica, porque las elecciones no es un fin en sí mismo sino que es la posibilidad de discutir entre todas y todos, el tipo de país que queremos para que la población pueda tener capacidades para desplegar todo lo humano posible.

Hoy México está hablando. Tiene voto, pero sobre todo tiene voz, tiene palabras. Ha encontrado el tono en el que quiere ser escuchado y esa voz y esas palabras están diciendo con toda claridad, el cambio. Queremos vivir en paz, dentro de un orden justo donde todas y todos tengamos cabida. Donde se castigue la corrupción y el enriquecimiento cínico.

Queremos que este ejercicio ciudadano del primero de julio sea alzar las banderas blancas para la democracia: conjuntar los esfuerzos para trabajar en pos de otra realidad posible. Y sí, queremos que gane México.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco_1@yahoo.com
Enviado a Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 26 de junio de 2018


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