Creo que el mundo siempre ha sido igual,
con los
mismos males y con idénticos bienes
Tito Livio. Año 59 a.C. Historia de Roma
Alejadas de la guerra es poco probable interiorizar
sus horrores. No bastan las imágenes que consumimos a través de la televisión y
los medios digitales para acercar la sensibilidad humana al horror de lo que
significa perder la casa, la vida cotidiana, algún familiar, el descanso. También
se pierde la posibilidad de futuro.
Quizá por la exposición permanente a las guerras
digitales de todo tipo, desde los videojuegos hasta las películas temáticas, se
ha generado una amnesia moral mundial, por decir lo menos. La insensibilidad ha
alcanzado a los Estados, a las iglesias, a los partidos políticos, a la ciencia.
La guerra es eso que les ocurre a los otros, mientras nuestras cotidianidades
sigan sin ser alteradas. Lo mismo la guerra contra Ucrania, que las guerras
diarias desatadas por el crimen organizado o la guerra de baja intensidad
contra los jóvenes y las mujeres.
Los muchachos visten sus trajes deportivos, van a
la escuela, tejen planes mientras se hacen mayores hasta que, en algún lugar
del mundo, el ejército los recluta para que vistan un uniforme militar, maten y
sean matados en nombre de principios nacionales, por razones de anexión,
supremacía militar, para apropiarse de recursos naturales o cualquier otro
pretexto.
La guerra contra Ucrania es más que un choque militar
de Rusia contra Occidente, es la confrontación entre modelos de vida donde
Occidente lleva una gran ventaja. La ventaja consiste en la propagación del
modelo de vida americano-europeo como el lugar de llegada de la civilización
mundial. Tanto la literatura, como el cine y la ciencia se han convertido en divulgadores
de un modo de vida que tiene como eje la comodidad, el disfrute y el glamour. Aunque
podemos pensar que ese estilo de vida corresponde a una élite de la sociedad
occidental, es difundido como si todas las personas pudieran acceder a ello.
Aunque después de la Segunda Guerra Mundial, siguió
una sucesión de guerras en el planeta: Vietnam (1945-1946); Corea (1950-1953),
Guerra Ruso-Finlandesa (1939-1940), Árabe-Israelí (1948), Afganistán (1979-1989);
Siria (2011-2021), etc., la guerra contra Ucrania puede convertirse en la más
importante después de la desaparición del bloque socialista. Refiere a una zona
de confrontación entre Rusia y Estados Unidos como parte del equilibrio de
poderes, además de que es la primera vez donde las armas humanas pueden hacer
desaparecer la vida sobre el planeta: moriremos usted y yo y también los
colibríes.
Si el nazismo marcó el mundo, el stalinismo, marcó
las democracias subsecuentes. Ambos sucesos pareciera que conformarían una
advertencia del belicismo, de las masacres que pueden ocurrir
independientemente de la doctrina que lo sustente: nacionalismos, pureza de
sangre, propagación religiosa, modelo económico, socialismo; todo puede
conducir al exterminio de lo otro, lo considerado fuera, diferente, amenazante.
Por eso no hay regreso a la normalidad. Esta no es
la normalidad que teníamos antes del coronavirus. Las democracias retroceden mientras
los nacionalismos, las expansiones geopolíticas, las tiranías, avanzan. Las
democracias no alcanzan para detener la barbarie, por el contrario, validan las
políticas belicistas de los Estados Unidos-Europa.
Tampoco nosotras somos las mismas, el rastro de la
epidemia se queda como memoria, como ola de plaga que fuera vagando entre los
océanos hasta llegar a la perplejidad; hasta nuestras propias playas y veranos;
hasta nuestros pensamientos y arrullos.
Aunque se ha avanzado en la cooperación
internacional, en construir organismos para la paz, es la cuestión bélica quien
gana la partida. Será que, como dice Tito Livio: el mundo siempre ha
sido igual, con los mismos males y con idénticos bienes, aunque variando los
males y los bienes de pueblo en pueblo (Historia de Roma).
Bueno, el mundo dirigido
desde las masculinidades violentas. ¿Puede haber otras? ¡Oh, los dirigentes
juegan a las guerritas, mientras la esperanza es una paloma cada vez más
extraña!
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 31 de marzo de 2022.
Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit,
correo: lpacheco@uan.edu.mx
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