miércoles, 16 de marzo de 2022

La guerra, la guerra y Amado Nervo

Huye de la marea de sangre, hacia otras playas

donde se quiebren límpidas las olas de cristal

 

Amado Nervo

 

Amado Nervo vive el estallamiento de la Primera Gran Guerra de Europa (1914-1918), lo cual le ocasiona una expectación inusitada puesto que había asistido al inicio del siglo XX de la mano de las exposiciones universales, donde los países mostraban los avances en tecnología, en ciencia, en organización. La guerra sume al poeta en la desilusión del progreso.

 

Lo primero que hace es no tomar partido por ningún país ni siquiera por Francia, país en el que tenía especiales lazos. Este hombre múltiple a decir de Alfonso Reyes, no encarnó el nacionalismo para defender ninguna nación a través de la violencia. Por el contrario, cuestionó la violencia como forma de resolver cualquier tipo de controversia, lo mismo a nivel nacional, derivado de lo que ocurría en México con la revolución mexicana, como los sucesos internacionales.

 

Desde el estallamiento de la guerra, AN se ubica en el lugar el pacifismo. Ramón Xirau señala que el escritor entiende la enseñanza que arroja la guerra para los seres humanos: “Pacifista, quiere que el poeta renuncie a cantar himnos bélicos; pero por pacifista que sea, siente que la guerra aproxima y unanimiza a los hombres y siente, sobre todo, que los hombres –como aquel noble francés que regresa del frente y no sabe cómo vivir en la lujosa mansión familiar- querrán, después de la guerra, regresar a una vida sencilla, a la esencia misma del vivir “(Ramón Xirau, 1970 “Del pensamiento de Amado Nervo, UNAM).

 

El principal poema del pacifismo de AN es Poeta, tú no cantes la guerra, del cual son las siguientes estrofas:

 

Poeta, tú no cantes la guerra; tú no rindas

ese tributo rojo al moloch, sé inactual;

sé inactual y lejano como un dios de otros tiempos,

como la luz de un astro que a través de los siglos

llega a la humanidad.

 

Huye de la marea de sangre, hacia otras playas

donde se quiebren límpidas las olas de cristal;

donde el amor fecundo, bajo de los olivos,

hinche con su faena los regazos, y colme las

ánforas gemelas y tibias de los pechos

con su néctar vital.

 

AN vio el horror de la guerra en los diversos países que Alemania invadía, salvo aquellos lugares donde se establecieron amnistías para que no fueran atacados. Uno de esos lugares fue la residencia de la Emperatriz Carlota. En la crónica que AN envía a México dice:

 

“-¿Quién reside en este castillo que se acoge al pabellón austriaco?

-Su majestad la Emperatriz de Méjico. Archiduquesa de Austria- contestó el servidor.

El Estado Mayor alemán ha hecho fijar en la puerta principal del castillo de Aremberg un cartel que reza así:

Residencia de S.M. la Emperatriz de Méjico, Archiduquesa Carlota de Austria y hermana política de S.M.I. el Emperador Francisco José, nuestro augusto aliado. Respétese esta posesión, y absténgase todo militar alemán de penetrar en esta morada y de llamar a sus puertas” (Nervo II: 1087 y 1088).

 

En 1914, en el poema Pájaro milagroso, escrito después de un concurso de aviación, realiza una exaltación de paz dirigida a los gobiernos con la finalidad de que no utilicen los aviones para la guerra: 

¡No mancilléis al pájaro celeste con misiones

de guerra: él las rechaza; nació para el mensaje

cordial y siembra besos de paz entre los hombres!”

 

El poeta ve la moral burguesa como una moral de doble fondo porque es el mismo burgués a quien adornan todas las virtudes domésticas quien hace la guerra “desnudan mujeres y ríen de su sonrojo (claro que se trata de mujeres del otro bando); degüellan niños, apalean ancianos, roban cuanto encuentran al paso, incendian las pobres casas de los labriegos, destruyen ciudades, saquean bancos, fusilan a un infeliz porque pudiera ser un espía y todo esto ante la complaciente sonrisa de sus jefes” (II: 641). Esta idea de Nervo, de que el hombre normal hace la guerra, está muy cerca del pensamiento de Hannah Harend, para quien en cada ser humano hay inscrito un abismo y ese abismo puede utilizarse para la creación o para la destrucción. 

 

Por lo tanto, AN sostiene que la guerra no es producto de personas sanguinarias, sino que la guerra tiene una base en el hombre común y corriente quien es llevado por la camarilla política o militar de un país contra otro país vecino. La guerra saqueará y destruirá, pero sólo será negocio para “diez o doce políticos, diez o doce generales, cuatro o cinco trust y dos o tres reyes que realizarán una operación brillante” 

 

También AN critica el hecho de que los reyes conviertan  la guerra en un espectáculo para lucirse. Los reyes van a la guerra, lo cual es magnificado por los cronistas y periodistas de la época, tanto el rey de Inglaterra, como el rey Alberto de Bélgica: “¿Qué tiene de particular –nos preguntamos- que un rey exponga su vida? ¿No es mucho más heroico, mas admirable, más digno de veneración que la exponga un padre de familia pobre, único sostén de sus hijos, consciente de que al morir él nadie va a mantenérselos” (Nervo Obras Completas, Aguilar, II: 652).

 

El escritor no solo es pacifista, sino que critica la guerra como negocio para unos cuantos y espectáculo para los poderosos ¡Nada lejos de la guerra actual!

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 15 de marzo de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

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