lunes, 3 de octubre de 2022

1968-Ayotzinapa: ¿Por qué asesinar estudiantes?

 El sentir de la población era que no se podía respirar.

Luis González de Alba, líder de 1968.

En la niñez estamos atrapadas en el juego; en la adultez, estamos enajenadas en el trabajo y en la reproducción. Es por ello que la juventud es la etapa de la libertad; es el momento donde la infancia quedó atrás mientras el futuro todavía no ha llegado. Por ello, en la juventud se abren todas las posibilidades para enfrentar lo que no queremos.

 

Ni las y los estudiantes del 68 ni los jóvenes de Ayotzinapan, querían morir. Solo aspiraban a una sociedad no autoritaria, a ejercer derechos sociales sin vivir en un régimen represor. Paradójicamente, los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapan se preparaban para viajar a la conmemoración del 2 de octubre en la Ciudad de México, cuando fueron, a su vez, asesinados.

 

La información de lo que ocurrió en cada uno de los casos ha develado las contradicciones del Estado cuando intenta justificar lo que no tiene justificación. Porque matar estudiantes no es una solución de regímenes democráticos, sino de gobiernos autoritarios que cancelan, por la vía de las armas, cualquier posibilidad de diálogo.

 

En ninguna democracia el ejército es la solución.

 

Hoy vivimos un momento de gloria para el ejército porque la percepción popular lo señala como una organización confiable, por encima de los cuerpos policiacos. ¿Son las soluciones militares quienes devolverán al país la normalidad de la no violencia? Aunque repartan vacunas y ayuden en las inundaciones; aunque en esas acciones parezcan amigables e inofensivos, las historias de violación de mujeres se incrementan en los territorios indígenas y rurales donde se asientan las partidas militares.

 

Puede ser que la percepción social positiva sobre el ejército, por encima de los jueces y los partidos políticos, sea una consecuencia del grado de violencia que se ha generado en el país en los últimos veinte años. Si el crimen organizado actúa con células de organización y disciplina militar, entonces, solo puede ser enfrentado por el ejército oficial.  

 

Es el desamparo lo que ocasiona la percepción social positiva.

 

Lo que ocurre hoy en México, es un estado de excepción, porque no es posible que esto sea democracia cuando existen cien mil desaparecidos, ocurren diez feminicidios al día, y cada día desaparecen 14 personas para nunca volverlas a ver (según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas).

 

Pero, veamos, después del “Grito” de Independencia, los Tigres del Norte cantaron “Jefe de jefes” en el zócalo capitalino. El alma patriótica pasa de vitorear a los héroes y heroínas de la Independencia a exaltar el poder absoluto. Ya sé que los corridos también son cultura, expresan lo popular de cada época, etc., pero hay algo ahí que necesita ser nombrado en términos de mero poder, de mera voluntad.

 

Es cierto, el movimiento de 1968 era estudiantil, pero sus demandas no se circunscribían a las Instituciones de Educación Superior, sino que expresaban el sentir de toda la población. Por eso, porque en su libertad expresan el mundo deseado, el futuro posible, los estudiantes han sido asesinados.

 

Y quienes han dado las órdenes, los Jefes de Jefes, viven en la impunidad.


Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 3 de octubre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

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