-Hijo, siento mucho no haberte dicho nunca
lo orgulloso que estoy de ti.
-Sí lo hiciste, pa´, a tu manera.
Fuiste un gran padre
Bardo
Tenemos películas emblemáticas sobre la paternidad en el cine; basta mencionar El Rey León, Mi villano favorito y La Guerra de las Galaxias, para mencionar películas comerciales de diversos registros y épocas. Actualmente, las películas de Pinocho (2022, Guillermo del Toro) y Bardo (2022, Alejandro González Iñárritu) pueden leerse en claves de paternidad.
La versión de Pinocho de 2022 refiere a un padre que perdió a su esposa y a su hijo. Sin embargo, la búsqueda que atraviesa la película es la del hijo, puesto que es la ausencia que marca la vida cotidiana del padre de ese personaje conocido como Gepeto. Ello, lo lleva, como sabemos, a construir un muñeco de madera como sustituto del hijo de carne y hueso que realmente tuvo.
En esta versión, Pinocho no es un niño que desobedece y miente, y por ello, le crece la nariz, sino que es un niño que se comporta como niño, mientras crece en ese mundo donde le hacen sentir su alteridad, el hecho de ser otro, ser diferente. Descubre, como todos los niños, el valor de la amistad cuando tiene que tomar decisiones; descubre, también, las debilidades de los adultos. Como trasfondo, se tiene la guerra absurda y el fascismo italiano. La guerra transforma el mundo idílico donde los niños, supuestamente, deben crecer para ser alcanzados por el odio y las bombas.
Cuando Pinocho toma consciencia de la importancia de su padre, surge el deseo de acompañarlo en la ancianidad, por lo que inicia el regreso a casa; lo que significa, la búsqueda del padre. Gepeto ha sido tragado por un monstruo y se perderá para siempre en el fondo del océano. Entonces, Pinocho renuncia a las sucesivas vidas que podría tener, con tal de que perdure la corta vida que le queda al padre.
Gepeto le da la vida al hijo; el hijo se la devuelve.
El encuentro de padre e hijo no es el final, sino que es la posibilidad de que pasen juntos la última etapa de Gepeto. Cuando éste muere, Pinocho, avituallado con el capital emocional que le proporcionó la vida con Gepeto, puede iniciar otra vida puesto que el padre lo fortaleció.
En Bardo, Silverio Gama (Daniel Giménez Cacho), un documentalista mexicano que vive en Estados Unidos, regresa a México después de 20 años donde va reconstruyendo su memoria, sus deseos y sus miedos. De manera onírica lo vemos viviendo con el fantasma de un hijo muerto al nacer, hasta que lo despide en una playa mexicana donde la familia va a arrojar las cenizas. La escena es estremecedora porque se deposita al niño en la playa como las tortugas que se liberan en el mar para que sean libres. Aquí, quienes son liberados, son los propios padres.
Silverio Gama, se enfrenta a su propia paternidad con su hijo adolescente, quien le reclama sus ausencias “por estar siempre documentando a otros, a otros desconocidos”, y a su joven hija que rechaza el mundo “pasteurizado” del Estados Unidos que le ofreció. Ella desea volver a México no solo como visita, sino para involucrarse con este país. La extrañeza del Silverio es mayúscula, porque como todo padre, migró a Estados Unidos para que sus hijos vivieran sin la corrupción, los desaparecidos, la impunidad, etc. de México.
Silverio recuerda a su propio padre como quien le dio la seguridad para ser lo que es, aunque no siempre estuviera presente. El júbilo del padre por el hijo lo reconcilia con la paternidad ausente “siempre somos adultos niños ante el padre”. La escena agiganta al padre, mientras Silverio adquiere el tamaño de un infante.
Cuando está a punto de recibir el premio en Estados Unidos como documentalista, Silverio compra unos ajolotes para llevárselos a su hijo adolescente, quien le ha narrado la pérdida de sus mejores amigos: los ajolotes traídos de México. En el metro de Los Ángeles, en el cumplimiento de su propia paternidad, le da un derrame cerebral por lo que queda en estado de coma. Quizá desde ahí nos está narrando la película que vimos: intercalada realidad de sueños y deseos.
En ambas películas, las paternidades son fuente de fortalecimiento para los adultos en que se convirtieron. Por ello, tanto en la ficción de Del Toro como en el onirismo de González Iñárritu, la paternidad es el leit motiv de la filmación.
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 17 de enero de 2023.
Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx
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