Hay algunos que nacieron de la tierra, otros
quedaron allí. Muchachas estarían aquí entre nosotras viendo el atardecer,
quizá un poco envejecidas para llamarlas muchachas, pero estarían con sus
recuerdos de la infancia en Tlatelolco.
Supongo incluso que algunos quedaron unidos
en un abrazo al verse a esa hora en la Alameda, porque también sabemos que los
brazos llenos de vida, nos rodean en cualquier minuto ante bahías deslumbrantes
o en bancas, frente a mausoleos de los Héroes de la Patria.
A veces me causa dolor el morado deslumbrante
de las jacarandas de Reforma donde el rocío vuelve a posarse sobre las hojas,
indiferente a la ausencia de quienes ya no volvieron a detenerse en su sombra.
Otros nacieron de la tierra. Nacieron ahí
mismo en el minuto preciso cuando las olas del silencio, vagabundas o
perezosas, dejaron pasar los quejidos, las canciones, los murmullos, los
sonidos de quienes aún respiraban en el inframundo de los escombros.
No, no se los tragó la tierra. Alguien los
volvió a tomar desde el fondo de la entraña y los trajo al verde de la orilla,
al amarillo, a los atardeceres rosados. Quizá alguien recuerde cómo fue. Tampoco
me importa el instante preciso, la crónica de los segundos, porque hoy están
plantando sus propios verdores en el valle de ceniza donde resurge la vida.
Quizá, una noche, el mismo sueño se apodere
de los matorrales del recuerdo y toquen virtuosos el piano, agranden los
panales de las abejas, canten las melodías de la milpa o dibujen volcanes
flotando en el aire, como se debe. Entonces, los verás caminar en el empedrado
de un pueblo que todavía no los convierte en nostalgia.
Ayer, en el aeropuerto, un rescatista me
mostró la placa que lleva colgada al cuello, rescatista en Oaxaca, hace un año. Me dijo que la lleva
porque si la gran tierra se fractura, bajará de nuevo en busca de quien aún late,
niña o anciano; vida, la que sea. Regresaba a casa por el momento. No huye, sabe
que puede volverse escombro, pero la placa lo devolverá de la tierra, del
silencio.
Debo mucho a los que nacieron de la tierra. Debo
la hermosa ilusión de estar en la vida.
Socióloga, investigadora de la Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco_1@yahoo.com
Publicado en Nayarit Opina,
Tepic, Nayarit noviembre 13 de 2018.
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