William Shakespeare. Las alegres comadres de Windsor.
En el naufragio del Titanic los ricos tuvieron un acceso privilegiado a las pocas balsas que garantizaban la vida. En la actualidad, la vacuna Pfizer aprobada en Gran Bretaña para su utilización contra el covid 19, se generará para los ricos de los países ricos, en un golpe de Estado de la riqueza contra la pobreza de todo el mundo.
Las primeras dosis ya están compradas por los países ricos, -eufemísticamente llamados desarrollados- de acuerdo a la información dada por los propios laboratorios. Como en la antigüedad, quien primero se salva es la reina, como si los 300 años de Revolución Social no significaran nada. La democracia y toda su carga de teoría ha sido evaporada simple y llanamente por el poder del dinero. Las élites sobrevivientes de las antiguas noblezas junto con las nuevas que otorga el dinero, se salvan primero. ¡La vacuna salve a la reina!
Los países pobres, (léase: en vías de desarrollo) tendrán que destinar parte de su presupuesto a la obtención de la vacuna, después de hacer fila para que los anoten en la lista de peticionarios. Seguramente, se endeudarán, porque ante la disyuntiva de quedarse sin vacunas o endeudarse, escogerán esto último.
El acceso a la vacuna por los ricos de los países ricos muestra la cara severa de la injusticia mundial. El humanismo se esfuma en los aires con su propuesta de que todos los seres tenemos el mismo valor o más bien dicho, se estrella contra el muro del dinero. El dinero abre puertas, garantiza jerarquía, asegura el poder y ahora, proporciona acceso a las balsas para retirarse del Covid-Titanic y su carga de muerte.
¿Podemos romper el poder del dinero? Ninguna doctrina humanista, ninguna ética religiosa, ninguna ética laica, ningunos principios democráticos, ni la más alta poesía o la novena sinfonía de Beethoven han sido capaces de hacerlo. Ante la catástrofe de salud, los dueños del dinero se apropian de los mejores productos de la civilización para su beneficio como grupo. A esto se reducen los siglos de filosofía, de principios, de valores; los libros sagrados quedan hechos añicos ante el imperio de la moneda. Los ricos ganan la carrera de la competencia por la sobrevivencia de la especie no porque sean los mejores y merezcan sobrevivir, sino porque pueden pagar el conocimiento acumulado.
El reinado del dinero adquiere rostro en el covid-19 en la selección perversa, exhibicionista y hedonista volcada en la hiperindividualidad de los dueños del dinero que adquirirán la vacuna sin asomo de culpa ni de solidaridad, para seguir en los modos de vida narcisistas, de derroche, lujo y placer ilimitados que los caracteriza.
Los demás somos desechables. Quienes están en la punta de la pirámide se salvan primero en tanto que, quienes estamos en las bases tendremos que esperar que la vacuna se disemine socialmente. El barco naufraga. No escucharemos las voces de ¡las mujeres y los niños primero! Lo que ahora presenciamos es el arrebato de las fórmulas científicas para salvar a los ricos, como en las historias del robo de la pócima mágica para controlar el mundo.
El discurso del amo vuelve a retumbar en el encuentro con la ciencia, esa sirviente del dinero. La ciencia obedece al mandato único de producir incesantemente bienes y servicios que cumplan la función de ser útiles; de dar placer y ahora, de asegurar la vida de quien la compra. El amo es completamente ajeno al saber científico, solo se lo apropia como se apropia el mundo: como objeto de goce.
El dinero no tiene entrañas, ya lo sabíamos; se rodea de aureolas para su propia gloria: de él emergen los propietarios del dinero que compran el salvoconducto para seguir existiendo con su rostro de propietario de las vidas del mundo.
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 8 de diciembre de 2020.
Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx
Excelente artículo. Felicidades, doctora. Saludos desde Celaya. Jeremías Ramírez.
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