domingo, 9 de julio de 2023

Adiós al corporativismo

Una palabra está muerta cuando se la pronuncia

dicen algunos-

Yo digo que a vivir recién empieza ese día.

 

Emily Dickinson

 

¿Por qué cada vez son menos necesarios los corporativismos en México? Recordemos que el corporativismo mexicano fue la manera de organizar el control político, por lo que se agrupó a los campesinos en la Confederación Nacional Campesina (CNC); a los obreros en la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y al resto de profesionistas en la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP). Estos grandes corporativismos fueron la base del sistema político mexicano que durante largo tiempo garantizó al Estado, el control de las masas y a las masas, les garantizaba protección y prestación de servicios, como la seguridad social, la jubilación, etc. Este corporativismo fue necesario para esa etapa de la consolidación del Estado mexicano. Creó líderes con poder, dinero, autonomía y desde luego, impunidad: los grandes monstruos de la antidemocracia.

 

A nivel estatal, los corporativismos fueron replicados y así encontramos, por ejemplo, los sindicatos de Estados y municipios; las federaciones de estudiantes en las universidades, el sindicato del magisterio, etc. El modelo daba resultado porque se priorizaba el control para ganar elecciones.

 

En la década de los noventa este corporativismo empezó a hacer crisis porque significaba un lastre para el Estado que necesitaba modernizarse tanto en lo económico como en lo político. ¿Qué hacer con estos corporativismos? Por una parte, el Estado los necesitaba para garantizar el triunfo en las elecciones, pero por otro lado eran obsoletos para reformar el sistema económico y democrático mexicano.

 

El desmantelamiento de los corporativismos ocurrió por diversas vías, aquí solo me referiré a una, a la relacionada con la relación capital-trabajo. La incorporación a los corporativismos se realizaba a través del trabajo asalariado, sin embargo, cada vez más, la inserción al mercado de trabajo ocurrió -y sigue ocurriendo- a través de vínculos no salariales y, cuando son salariales, cada vez son más precarios.

 

La nueva forma de conformar la base social electoral del sistema político ocurrió sin mediar la relación salarial. Aquí me quiero referir a la conformación de una base social electoral por parte del Estado consistente en la relación con cada persona individual, a través de vínculos monetarios.

 

La forma de llevar a cabo esa relación es a través de programas sociales que priorizan la individualización de los apoyos dinerarios. En México, de acuerdo al Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) se instrumentalizan 65 programas sociales entre los que se tienen: Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores; Beca Universal para Estudiantes de Educación Media Superior Benito Juárez; Sembrando Vida (apoyo a productores del campo); Programa de Becas de Educación Básica para el Bienestar Benito Juárez; Jóvenes Construyendo el Futuro; Jóvenes Escribiendo el Futuro; Programa de Apoyo para el Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras, etc.

 

Actualmente los corporativismos están siendo desmantelados porque ya no son la base del sistema político mexicano, su lugar lo ha tomado una nueva base a través de los programas compensatorios de la pobreza que iniciaron hace más de diez años, pero que han alcanzado su cúspide en el sexenio actual.

 

¿De dónde provienen los recursos monetarios para sostener los programas sociales? Sin duda del excedente social reflejado en el presupuesto público. La disputa por el destino de ese excedente ocurre entre una sociedad que reclama que ese excedente se destine para proveer bienes sociales, construir infraestructura comunitaria, etc., y el capital, que reclama que ese excedente se destine para pagar deuda pública y establecer mejores condiciones para que el capital tenga mayores beneficios.

 

Es cierto, los programas sociales son una forma de distribuir el dinero en lugar de ser acumulado por funcionarios para uso personal. Sin duda, distribuir pequeñas cantidades de dinero a muchas personas multiplica su alcance. Aunque las cifras de los beneficiarios de los programas sociales son causa de disputa, su alcance oscila entre 35% de hogares, de acuerdo a estudios académicos, al 50% de los hogares según datos del gobierno. De cualquier manera, el gobierno afirma que los programas sociales benefician a 30 millones de personas en México, cifra superior a cualquier corporativismo.

 

Por ello, los corporativismos han dejado de ser útiles para el control político. El actual sistema político ya no necesita la mediación de las corporaciones porque se ha construido una relación directa del individuo con el Estado a través de una relación monetaria. Y esto rompe los corporativismos. Los líderes son perseguidos, enjuiciados, encarcelados. Las corporaciones quedan como cascarones vacíos que ya no otorgan protección ni garantizan prestaciones. Lo relación del ciudadano con el Estado ocurre el día que depositan el apoyo.

 

La sociedad mexicana ha cambiado, pero ninguno de los dos sistemas, ni el corporativo ni el basado en programas sociales, construye ciudadanía. Esto sigue siendo una deuda del sistema político mexicano, una deuda de la democracia mexicana: construir una ciudadanía capaz de no estar mediada por líderes y tampoco depender del dinero destinado a la compensación de la pobreza. No se ve que, en el futuro inmediato, ello vaya a cambiar.

 

La prueba de la conformación de esta nueva clase social, se verá en las elecciones del 2024.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 5 julio de 2023.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

2 comentarios:

  1. Sin corporativismo y sin programas sociales, cuál sería la alternativa para sacar a flote el país ? Creo que no leí la propuesta !!!

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  2. La propuesta de Noroña, un Congreso Nacional Constituyente al cual acudan todas las organizaciones sociales con todas sus exigencias de solución para escoger las mejores, no las más viables, y hacerlas ley. Aunque Noroña no esté de presidente.

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