viernes, 30 de mayo de 2025

Ciudadanía política exprimida

Yo, pa´ comer frijoles tengo que cantar. 

Si suben los frijoles, suben las canciones

 

Película Los olvidados. 1950

 

 

La construcción de ciudadanía implica ser titular de derechos y obligaciones frente al Estado. Por ello podemos discutir que la pobreza patrimonial empobrece también a las personas para la vida social y para la participación ciudadana. O más bien dicho, a partir de esa pobreza se relacionan con el Estado.

 

Se supone que el ciudadano es una persona capaz de exigir sus derechos frente al Estado, de hacerlos valer. Ese ciudadano atiende las leyes establecidas y es capaz de interponer recursos legales con la finalidad de que le sea otorgada justicia. Bien, en el caso de la población empobrecida ninguna de esas características les atañe.

 

La pobreza, por el contrario, establece un estado de indefensión que se prolonga hacia la esfera de los derechos individuales, sociales y colectivos. Parte de la carencia de los derechos individuales porque los individuos no tienen poder real para demandar el cumplimiento de las mínimas garantías que les permita sobrevivir. Carecen de derechos sociales porque al estar fuera de los circuitos económicos a través de un empleo remunerado y contractual, es ignorado por el derecho social.

 

Quienes viven en la pobreza no construyen un horizonte político donde la democracia sea una meta.

 

¿Qué significa la pobreza para la democracia? El sistema político en México tiene como trasfondo la pobreza de cerca de la mitad de la población. El Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2024 del CONEVAL, establece que más de 46 millones de mexicanos viven en situación de pobreza. Aproximadamente el 29.3% (37.7 millones) están en pobreza moderada y el 7.1% (9.1 millones) en pobreza extrema

 

La ciudadanía política es un principio universal, pero en la práctica, se le exprime hasta dar por resultado votantes. Emitir el voto es la única acción que importa de quienes viven en pobreza o tienen algún estado de indefensión o de dependencia del gobierno. Por lo que, así como en las licuadoras, en las procesadoras, en los exprimidores se extrae el jugo de los alimentos; se les tritura hasta obtener la esencia, así también las democracias de pobres, vulnerables y dependientes, obtienen de ellos la esencia: el voto.

 

Los 46 millones de mexicanos tenían un ingreso mensual máximo de $1,652 pesos, monto menor al necesario para cubrir las necesidades básicas de alimentación, vestido, calzado, vivienda, salud, transporte público y educación. Aún más, del total de habitantes del país en pobreza patrimonial, 21.7 millones se situaban en el de pobreza de capacidades, ya que carecían de ingresos mínimos necesarios para cubrir el patrón de consumo básico de alimentación, salud y educación. Estos últimos son los pobres pobres, los que se encuentran en pobreza extrema, los excluidos de la revolución, los olvidados de Dios, los que sobran, la población excedente o como quiera que se les llame.

 

Es claro que quien no resuelve sus problemas elementales de sobrevivencia, tendrá como meta principal en su vida diaria, conseguir la forma de comer, al menos y de tener un lugar donde vivir; aunque ese lugar sea una casa de cartón y de plástico en un cerro a punto de derribarse. De ahí que las preocupaciones de la democracia pasan a una segunda prioridad o de plano no será planteada en su vida.

 

El primer objetivo de las personas sea buscar satisfacer las necesidades básicas (comida y techo) sin que tengan posibilidad de crear un ámbito de autonomía desde el cual plantearse la vida y plantarse en la vida. Los economistas dicen que la pobreza es un freno al desarrollo porque no es posible establecer capacidades competitivas en la población. Como consecuencia de este razonamiento la política económica se debe proponer eliminar la pobreza, la vulnerabilidad, la dependencia, de ahí que se haya apostado al crecimiento económico como una forma de hacer frente a estas carencias.

 

La política económica seguida por los gobiernos mexicanos ha planteado que el crecimiento económico traerá bonanza para todos. Sin embargo, crece la riqueza, pero también crece la desigualdad y crece la pobreza. Es cierto, en México se crea riqueza, pero esta es concentrada en pocas personas: hay un puñado de ricos y una masa empobrecida. Según el estudio de Oxfam México, el 1% más rico concentra alrededor del 43% de la riqueza nacional (oxfammexico.org).

 

Primero los pobres ¿es una política económica? Es un eslogan de política y puede ser el eje de la política de asistencia social.

 

Por ello, las tesis del crecimiento económico deben ser revisadas porque México ha tenido crecimiento económico y al mismo tiempo, ha tenido crecimiento de la pobreza. Paradoja que aún los economistas son incapaces de valorar: siguen pensando que la apuesta por el crecimiento económico les permitirá resolver todo lo demás.

 

Se parte del principio de que, si les va bien a los ricos, les va bien a todos; en los hechos, no es así. Se deberían establecer límites a la riqueza para evitar la concentración y aumentar la distribución.

 

Como ya sabemos, la democracia representativa en México permitió hacer negocios a los miembros de la clase política, a empresarios diversos, a empresas trasnacionales y otros actores, quienes se beneficiaban de esa democracia. De lo que se trata, es de construir otra democracia capaz de redistribuir la riqueza que se genera en el país y levantar un movimiento masivo de reivindicación de derechos. No de crear otra clase política que, de nuevo, haga negocios a costa de la mayoría.

 

La pobreza como freno a la democracia

 

La pobreza, la vulnerabilidad y la dependencia es un freno a la democracia porque se relaciona con la capacidad que tienen las personas para actuar en provecho de sí mismos y de la comunidad en aras de un proyecto común. La pobreza dispersa los esfuerzos al establecer condiciones de vida salvaje donde cada quien tiene que salvarse a sí mismo. En estas condiciones no es posible que la pobreza sustente democracias de calidad.

 

La nula capacidad de los pobres de construir ámbitos de autonomía se relaciona con las oportunidades escolares, dentro de la educación formal, ya que el acceso a ésta les permitiría construir narrativas individuales y de grupo en las cuales se establecieran metas de acuerdo con su forma de vida. Crearían confianza en sí mismos, lo que les permitiría buscar espacios en la vida social con la finalidad de participar en metas colectivas y también, les permitiría establecer horizontes a mediano plazo.

 

La autonomía también les permitiría adquirir confianza en sí mismos, empoderarse de sus capacidades y, por lo tanto, ser responsables de las decisiones que toman y de sus consecuencias.

 

Por el contrario, la pobreza crea votantes, masas clientelares que otorgan el voto hacia aquellas instituciones que les proporcionen una salida inmediata a problemas básicos. De ahí, entonces, que el clientelismo en México tenga su raíz en las necesidades básicas de la población, por lo que es consustancial al sistema político en que vivimos.

 

Democracia de pobres, pobre democracia

 

Los movimientos populistas son exitosos si tienen capacidad de integrar a sectores amplios de la población en los beneficios de la economía y en hacer efectivos los derechos individuales y sociales, como ocurrió con el cardenismo en México. Actualmente, la construcción de la democracia en nuestro país está más cerca de la ficción que de datos reales. La esperanza es un ingrediente que ayuda a pensar que poco a poco se va a lograr; que necesitamos votar otra vez para que ahora sí, se afiance una nueva clase política que haga realidad la obtención de beneficios.

 

En este proceso no se consolida la ciudadanía política de los pobres, por el contrario, se exprime esa ciudadanía hasta quedar convertidos en votantes, como se dijo anteriormente

 

La democracia fundada en los pobres no tiene más remedio que ser una pobre democracia. Se tendría que hacer una reflexión crítica a fin de cambiar la base social de la pobreza para aspirar a construir una democracia a partir de ciudadanías políticas, seres humanos capaces de plantear las posibilidades de su propia marcha por la vida. Estos ciudadanos plantearían sus propuestas no sólo ante el Estado, sino ante los dueños de la riqueza, ante los medios de comunicación: los nuevos leviatanes contemporáneos. Mientras tanto, asistimos a un ritual más de nuestra democracia donde se vota como único momento que tenemos para participar en la vida pública.

 

Tendremos que pasar a una democracia participativa que no se agote en emitir un voto.

 

Publicado en Meridiano de Nayarit, Tepic, Nayarit, 31 de mayo de 2025.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

miércoles, 28 de mayo de 2025

La conciencia animalista de Amado Nervo en el texto “Pájaros fritos”

Cuando mi perro me mira con cariño,

leo ya en sus ojos la tristeza de la futura humanidad.

 

Amado Nervo. Apuntes e ideas

 

La sensibilidad poética de Amado Nervo (1870-1919) lo llevó a entender el sufrimiento de los animales de una manera diferente a como cualquiera lo pudo haber realizado. Esa sensibilidad poética le permitió comprender profundidades de la existencia de los animales. AN esbozó un pensamiento moral sobre los animales que hoy se denomina especismo.

 

En el texto Ellos, publicado en París en 1909 (Ediciones Literarias 7 Rue de Lille, 7) se conduele de las terneras que van al matadero:

 

“Todos los días pasan frente a mi ventana dos terneras

Van al matadero, llevadas por sendos rapaces.

Tienen aún ese gracioso aturdimiento de las bestias jóvenes; se repegan la una a la otra, saltan, miran a todas partes con sus grandes y apacibles ojos glaucos y curiosos.

Llegarán a su destino; les ligarán las piernas, y con una gran maza, les darán un certero y terrible golpe en el testuz.

Luego…la nada”.

 

En este texto discute que ese sea el final de las terneras, que su existencia solo sea para terminar en chuletas para los humanos.

 

50 años después de la muerte de AN, en la década de los 70´s del siglo XX se abrió paso la conciencia especista que permite repensar la condición de los animales no humanos. El especismo inició como un debate desde la ética y poco a poco ha tomado mayor fuerza para criticar el uso que se realiza de los animales a partir del pensamiento de superioridad que se autoasignó el hombre para dominar el resto de las especies.

 

El poeta Amado Nervo, despliega su oposición al uso desalmado que se realiza sobre los animales en el texto “Pájaros fritos”, incluido en Mis filosofías, publicado en 1912 en París por la Librería Paul Ollendorff. Dice:

 

“En cuanto llega el invierno, el transeúnte advierte en muchos escaparates de pastelerías, tocinerías, tabernas y tiendas de comestibles de Madrid, rimeros enormes de pájaros fritos.

 

Son éstos, el manjar más suculento de la gente modesta, de la clase media y aún, de la pobre pues el precio varía desde dos sueldos, hasta cuatro y cinco la pieza, según el lujo del escaparate, y, sobre todo, según la antigüedad de los pájaros.

 

Gracias a la temperatura, los míseros animalitos, ya de suyo se conservan frescos por tres y cuatro días.

 

Una vez fritos, su duración es ilimitada”.

 

Amado Nervo reconoce poseer una sensibilidad incómoda, fuera de lo que se espera de las personas de su tiempo:

 

“Este servidor de ustedes posee una sensibilidad de tal suerte desviada y ridícula que sería incapaz de golpear a un perro, a un caballo… ni siquiera a un mulo… ni siquiera a un sapo.

 

La bestia es para él algo sagrado, por inocente, por indefensa y porque mientras el hombre se aparta de su fin y desvanece cada día más en su espíritu la oculta huella, el signo enigmático de su parentesco con los dioses, la bestia conserva el admirable secreto de su origen. Es como fue al principio, a pesar de que también evoluciona y «sabe y se acuerda» del génesis arcano que nosotros hemos olvidado”

 

El especismo sostiene que partir de la conceptualización de la inferioridad de los animales, se ha conducido a la matanza a seres indefensos para saciar la gula humana; incluso, ha conducido a un holocausto animal moralmente normalizado.

 

Amado cuestiona, precisamente, este estatus de inferioridad que se asigna a lo animal, eje del pensamiento de la civilización:

 

“Inferior a nosotros?

¡Y por qué? ¿Porque no habla? ¡Pero si esto es una superioridad!

¿Porque no escribe? ¡Pero si esto es otra superioridad! ¿Porque no se viste a la moda ni lleva en el pecho condecoraciones?

Si las bestias y el hombre no siempre se entienden, culpa es del hombre y no de la bestia. Ellas piensan, pero piensan de otro modo, porque viven en otro plano.

 

Critica a los científicos que los han catalogados de inferiores.

 

“Creo que fue Augusto Comte quien llamó a los animales «nuestros hermanos inferiores». Este sabio era demasiado orgulloso. San Francisco de Asís los había llamado mucho antes «hermanos a secas».

 

El especismo sostiene que a partir de la inferiorización que se realiza de los animales, se justifica y normaliza su utilización como objetos de consumo para beneficio humano en la alimentación, las corridas de toros o peleas de gallos; el trabajo, los circos, la experimentación científica, la recreación turística o como ayuda para liberar el estrés. Nervo, debate el derecho de comer animales mostrando una escena dantesca:

 

“Los cazadores aristocráticos los abaten sin misericordia durante el invierno y los proveedores de la ciudad, los campesinos, astutos solo para engañarlos, aprisionan en sus redes a centenares de aves hermosas; junto al pardillo cae el tordo, junto al gorrión la lírica alondra. Y una mano, ágil también solo para eso, los despluma con sorprendente diligencia, y los arroja en confusión, torcidos, con los débiles apéndices caricaturizado muñones, con las pobres cabecitas mostrando negras y desconsoladas las cavernas donde antes se movían los avizores ojos luminosos, que sabían desde la rama atalayarlo todo; los arroja, digo, en promiscuidad horrible, a la candente cacerola…”

 

 Quienes conceptualizan el especismo sostienen que se trata de una discriminación más sobre lo no humano a partir del temor que nos ocasiona lo que no conocemos. Los animales, en concreto, los convertimos en objeto de adorno para exorcizar su fuerza o sus capacidades. En este sentido si Nervo critica utilizar los animales para el consumo humano, mucho más lo hace cuando se les utiliza para cosas fútiles, como adorno de los sombreros de las mujeres.

 

“O bien un preparador más ágil todavía, los vuelve, gracias a su triste química, cadáveres de lujo, momias emplumadas que tornasolan después en los infinitos sombreros de mujer”.

 

Además, reseña el artículo La Psicología de la babosa, escrito por el Dr. Manuel Flores (Obras completas de Aguilar, p 426) donde argumenta lo poco que sabemos de la inteligencia de los animales:

 

¿Estado de alma La Psicología de la babosa?, diréis sorprendidos. Sí, señor, estado de alma, el estado de alma…de una babosa. En este magistral artículo del doctor Flores, la babosa, en efecto tiene alma…y una alma complicada y rara.

 

“¡Qué sabemos nosotros, en suma, del misterio de ciertos organismos! La vida no hace inteligentes a los seres más bellos. Hay más espíritu en el sapo que en el pececillo metálico, donaire del agua cristalina y anida más inteligencia en el cerebro de una fea hormiga que en el de un joyante y esplendoroso pavo real”

 

Tenemos que preguntarnos si AN comía carne o se abstuvo de hacerlo en alguna parte de su vida, como una praxis coherente con su pensamiento. Sospecho que Amado Nervo era vegetariano, quizá al final de su vida, pero es una hipótesis porque tendría que leer toda su obra para encontrar claves de tal aseveración. Resalto algunas líneas que pueden apuntar a ello, ya que en el texto “Seamos alegres”, del mismo libro de Mis Filosofías, dice:

 

“…la alegría de la vida, el todo poderoso secreto de la joi de vivre, está en la sobriedad y en el vegetarianismo…Vegetarianismo y agua clara: he aquí las fuentes supremas del equilibrio, de la ecuanimidad, del éxtasis mismo; sí, del éxtasis”.

 

Amado Nervo fue un especista sin saberlo, un defensor de lo animal, gracias a la sensibilidad poética y seguramente a una ética vinculada a la franciscana que hermanaba los animales con lo humano como totalidad de la creación.

 

Publicado en Meridiano de Nayarit, Tepic, Nayarit, 24 de mayo de 2025.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

viernes, 23 de mayo de 2025

De las manos de las maestras

Enseñar siempre:

en el patio y en la calle

 como en la sala de clases.

 

Gabriela Mistral

 

Las maestras nos muestran horizontes para que alcancemos otras alturas. Con motivo del 15 de mayo, quiero recordar a las maestras de mi vida escolar. Del Jardín de Niños Luz María Serradel (1958-1960), a Felicitas Ulloa, a la señorita Berenice y a la maestra de piano: Julia Cisneros. De la Escuela Primaria Amado Nervo (1960 a 1966), -escuela de niñas-, a Guadalupe Zavalza en primer año; Camerina Becerra, en segundo; Angelina Escudero, en tercero y cuarto; Noemí Valle, en quinto y Catalina Romano, en sexto.

 

Después, en la Escuela Secundaria Justo Sierra, recuerdo a la maestra de cocina, cuyo nombre he olvidado; la clase empezaba yendo al mercado donde nos enseñaba a escoger verduras, frutas, pollo y pescado antes de preparar los alimentos, en una época donde los pollos se vendían vivos en los mercados de Tepic. Después, en la Escuela Secundaria Moisés Sáenz de Huichapan Hidalgo donde cursé segundo y tercer año (1967-1969), a la maestra de química Margarita Delgado; la maestra Basilisa, de biología, la maestra Alicia Aguirre de mecanografía y a la maestra Consuelo Guevara de literatura.

 

En la Preparatoria de Tepic, sólo la maestra Blanca Cervantes, nos dio clase (1969-1971). En la licenciatura en Derecho (1971-1976) no tuve ninguna maestra. En la Maestría en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (1976-1978), solo me dio clases la Doctora Carmen Miró, experta en Demografía; mientras que, en el Doctorado de la UNAM (1978-1980), solo asistí a un seminario con la Dra. Rosa Kuminsky: el seminario de Estado y Economía.

 

Son los gestos, las inflexiones de voz, el entusiasmo, lo que va quedando como recuerdo de las maestras; el taconeo con que entraban al aula, el perfume que esparcían. Las maestras eran mujeres perfumadas a diferencia de nuestras madres y abuelas que quedaban en casa. Las abuelas olían a frijoles recién cocidos, a leche hervida; al agua fresca de la pileta que enseñoreaba en las casas de corredores de adobe y ladrillo. Ahí transcurría su vida entre los fogones, el patio de flores y el agua. Las maestras, en cambio eran mujeres de perfume.

 

Conocíamos qué maestra se acercaba al salón de clase o a la dirección de la escuela, solo por el taconeo.

 

Recuerdo la satisfacción de estas maestras cuando aprendíamos las fracciones, memorizábamos la poesía del homenaje del lunes o porque, por fin, el tejido, nos salía parejito. Eran maestras de la memoria, de la reflexión, pero también de las labores de las niñas, como la costura, la cocina o la mecanografía. A las niñas de entonces nos enseñaban costura como un aprendizaje propio y necesario para las mujeres que seríamos en el futuro. Desde la puntada sencilla del primer grado hasta el bordado en seda del sexto grado. En segundo año nos enseñaban a bordar en punto de cruz en telas ya cuadriculadas; en tercero, a tejer con aguja; en cuarto seguían los deshilados y en quinto año, el bordado de punto de cruz fino.

 

Cuando nos repartieron los libros de texto gratuitos, en el primer año, fue inusitado; era una verdadera fiesta puesto que, para muchas alumnas, fueron los primeros libros que se tuvieron en casa. Mis compañeras venían de la pequeña ciudad de Tepic, pero, sobre todo, de los pueblos rurales cercanos como La Fortuna, Lo de Lamedo, El Rincón. Amamos esos libros que forrábamos con periódico y pegábamos con engrudo; las maestras insistían en el valor de lo escrito. Los abrazaban como tesoros y se convirtieron en textos que guiaron nuestra imaginación. Lecciones enteras las memorizamos.

 

Ahí estaba Mi mamá me mima, Lola asea la sala, que hoy podemos leer como estereotipos femeninos, pero que nos introducían a la musicalidad del lenguaje. También leímos:

 

Cultivo una rosa blanca

en junio como en enero,

para el amigo sincero

que me da su mano franca

 

Y para el cruel que me arranca

el corazón con que vivo

cardo ni ortiga cultivo,

cultivo una rosa blanca,

 

poema de José Martí como un canto a la hermandad.

 

Las maestras nos hablaron de ellas mismas porque era imposible que no lo hicieran. Todo el año con su vida frente a nosotras nos iban dejando partes de sus propias vivencias, esperanzas, proyectos fallidos. Nos enseñaban no solo los contenidos de los libros, sino también, cómo entender los libros; la importancia de la formación al inicio del día; el prestigio individual del uniforme limpio y alisado; la relevancia de saludar de pie cuando llegaba la directora; la generosidad de hacer acciones para los demás al formar parte de las comisiones para adornar el salón o asear el aula; el orgullo de desfilar con el nombre de la escuela; la alegría de los juegos entre las niñas.

 

Ahí estaban las maestras-madre como una de las primeras generaciones que salía de casa a trabajar. El horario era de 9 a 13 horas y de 15 a 17. Nos dejaban tarea de la mañana para la tarde, aunque generalmente, la tarde era para las clases de música y las costuras; actividades armonizadas en el mismo espacio.

 

Cómo no agradecer a la que alabó la buena lectura, la que nos subió al teatro escolar para declamar, la que nos hizo dar un paso al frente para distinguirnos con una pregunta, la que comentó la buena caligrafía. También, a las que devolvieron la tarea por incompleta; las que deshicieron la costura porque estaba mal la puntada; las que deshicieron el tejido de ganchito; a las que nos sacaron del desfile por no llevar el paso. A todas, porque sus acciones, sus palabras, sus actitudes, nos llevaron a ser lo que ahora somos.

 

Aquellas que estuvieron con nosotras repitiendo las lecciones para que las aprendiéramos; aquellas que nos enseñaron a enseñarnos unas a otras porque a las que habíamos entendido a sacar decimales o raíz cuadrada nos asignaban una niña que no lo había entendido para que nosotras le explicáramos. Invertíamos parte del recreo para ayudar a esas niñas que todavía no entendían un proceso o concepto.

 

Esta manera de transmitirnos este acompañamiento entre nosotras, lo que ahora se llama mentoría o tutoría, fue parte de la construcción de la generación a la que pertenecemos. Las maestras de la escuela primaria trataban de que todas las niñas se ayudaran unas a otras para que ninguna quedara rezagada.

 

Pienso que en la edad adulta somos esa curiosidad que las maestras sembraron en nuestro cerebro ¿cuántas partes tiene la amiba? ¿por qué caen en diferente tiempo una pluma y una piedra? ¿si reparto 120 manzanas entre 8 marineros durante cinco días, cuanto debo dar a cada uno, cada día? ¿cómo te gustaría contribuir con la Patria? Si encuentras un pájaro herido, ¿qué haces? Esas preguntas siguen teniendo sentido en la edad adulta porque, prácticamente, seguimos tratando de analizar, de repartir, de participar, de ayudar. También somos lo que dejaron en nuestros corazones como trazos de gis sobre pizarrones que continuamente se borran y se llenan.

 

Cada vez que accedemos a nuevo conocimiento o hacemos una nueva pregunta, ahí está la curiosidad que las maestras impulsaron porque nos alentaron a preguntar, a indagar a no quedarnos con dudas ni aceptar respuestas simples. En ello les iba la vida, en lograr que las niñas pudieran aprender a preguntar.

 

Recuerdo a maestras que, cuando algunas niñas tenían dificultades para aprender no las enviaban a las últimas filas, sino que, al contrario, las sentaban cerca de su escritorio para estar al tanto de su aprendizaje. Hoy se habla de educación individualizada, pero ellas lo hacían desde la década de los sesenta como una parte de su manera de enseñar. Trataban de que todo el grupo fuera caminando en el mismo nivel. Sabían que todas éramos una.

 

No lo romantizo, solo señalo la labor de las maestras que al pasar nos dejaban el halo de perfume que las distinguía de otras mujeres y que también nos dejaban el halo de conocimiento con que crecimos.

 

La maestra, al llegar al salón de clase anotaba la fecha en el pizarrón de gis. Hoy basta con recordar la línea recta debajo de la fecha para volver a entrar en la voz de las maestras donde la infancia queda marcada por el tiempo de ellas.

 

¡Gracias, maestras!

 

Publicado en Meridiano de Nayarit, Tepic, Nayarit, 17 de mayo de 2025.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

lunes, 12 de mayo de 2025

Madres de letras

Mi madre no tenía un yo,

tenía un hijo

 

Albert Cohen. El libro de mi madre

 

En mi generación leímos La Madre de Máximo Gorki, la historia de una campesina que no tiene historia en la Rusia zarista, hasta que su hijo es apresado. Eso la vuelve revolucionaria para convertirse en el ejemplo para todas las madres que salen del lugar presocial que significa el amamantamiento para convertirse en una luchadora de la revolución bolchevique. Desde luego, es una narración donde se exalta la función heroica de ser madre en el sentido de que lucha por los ideales del hijo.

 

Notemos que ser madre no es heroico en sí mismo, solo lo es si a partir de la maternidad, se alienta al hijo que lucha por la patria.

 

Se han escrito diversos libros donde los hijos escriben sobre sus madres. Ese es el caso de Consolación a Helvia, un libro clásico escrito por Séneca en el año 65 de nuestra era, donde habla de su madre como una mujer fuerte y él, es el hijo donde ella encuentra consuelo “Muchas veces, oh madre excelente, he sentido impulsos para consolarte…Nunca te avergonzó tu fecundidad; nunca ocultaste tus embarazos como una carga indecorosa”.

 

Más cerca de nuestra época, en 1954 el escritor suizo Albert Cohen escribe El libro de mi madre, memoria donde presenta a una madre que asume las opiniones de su hijo. La madre muere bajo la ocupación nazi. El autor escribe la famosa frase Mi madre no tenía un yo, tenía un hijo, donde se aprecia ese ideal de la maternidad donde la identidad de la mujer se anula para centrarse en el hijo.

 

En México, Sealtiel Alatriste escribe Los desiertos del alma. Relato de la muerte de mi madre en 1997,  donde habla de la pérdida de su madre a causa del cáncer. En este texto el autor va destacando la presencia de la madre en las distintas etapas de su vida para, finalmente, rebelarse contra el cuerpo enfermo que muere.

 

¿Cómo relatan las hijas a sus madres en la literatura? Tuvieron que incursionar las mujeres en la literatura para que poco a poco aparezca la presencia literaria de la madre en relatos escritos por hijas. Empecemos por Simone de Beauvoir donde en el libro Una muerte muy dulce (1964) narra la enfermedad y muerte de su madre de cáncer. Relata la forma como ella y su hermana asumen ese tránsito de la madre; es consiente de la diferencia que su madre hacía entre ambas; a la hija intelectual no le pide cuidados personales, pero sí a su hermana; Simone fue la hija intelectual; la hermana, Hèlena (conocida como Poupette), la cuidadora; a pesar de que esta última, era pintora.

 

En España, circuló el libro Madres e hijas (1996), coordinado por Laura Freixas, que reúne escritos de las relaciones de madres a hijas de diversas escritoras, entre ellas, Rosa Chatel, Almudenas Grande, Ana María Matute y otras. Generalmente se habla de la madre muerta.

 

La mala hija de la italiana Carla Cerati (1997), rompe con el romanticismo del amor de la hija a la madre puesto narra las relaciones tensas y complejas entre hija y madre cuando la primera cuida a la madre anciana y se pregunta cuál es el sentido de pasar el tiempo cuidándola si al final de cuentas, se espera que muera. Es un relato que transgrede las concepciones normalizadas del amor que debe una hija a la madre.

 

También se tienen narraciones desde la madre, como el libro Paula (1994) de la chilena Isabel Allende escrito en el formato de cartas a su hija que se encuentra en coma. A través de este estilo, la autora cuenta el duelo de la pérdida.  

 

Las madres terribles son un recurrente en la literatura. Desde el mito griego de Medea, donde ésta ayuda a Jasón en la búsqueda del vellocino de oro, pero cuando Jasón planea casarse con la princesa Creúsa, hija del rey Creonte, Medea asesina a sus hijos en venganza contra Jasón para dejarlo sin descendencia. Esta historia presenta la maldad de las madres que persiguen sus intereses antes que los de sus hijos. Aquí se fragua la idea de la madre desnaturalizada que es capaz de matarlos, como si hubiera una ley universal que obligue a las madres a querer a sus hijos.

 

Las madres terribles de la literatura son autoritarias, guardianas férreas del patriarcado, reniegan de la maternidad, buscan su propia belleza y juventud a toda costa. Estas madres quieren el poder, la juventud; adquieren el poder por medios ilícitos; no se conforman con el destino marcado por la biología, ejercen autonomía sobre sí mismas, provocan el caos; por ello, deben ser eliminadas para recuperar el orden. A este género pertenecen las madrastas y las brujas de los cuentos infantiles ya que son el prototipo de las antimadres.

 

A fines del siglo XX aparecieron novelas donde las hijas luchan por un lugar a pesar de la madre. Ejemplo de ello es la novela de la estadounidense Vivian Gornick Apegos feroces (1987).

 

Se tienen también letras del embarazo y de la maternidad, las cuales empezaron alojándose en la literatura de autoayuda Ha nacido una madre (2024) de Paula Camarós Ruiz y un largo etcétera. Emma Ruiz, de Guadalajara, Jalisco publicó en (2011) Mi diario de la maternidad, donde nos advierte que quien no siente un profundo deseo de ser madre, es mejor que no lo haga, porque la maternidad no es nada fácil.

 

También existe literatura sobre maternidades cuestionadas, como el libro Silvia Nanclares (2017) Quién quiere ser madre, donde refiere la reproducción asistida como manera de acceder a la maternidad. El libro Madres arrepentidas de Oma Donath (2015) refiere a madres desesperadas, defraudadas, irrealizadas, deshechas. Guadalupe Nettel (2020) en La hija única, cuenta tres historias que se entrecruzan en tres maneras de asumir la maternidad. Una de las protagonistas está embarazada de una hija que no podrá sobrevivir. En el libro No madre (2017) María Fernández Miranda advierte que todavía en el siglo XXI se tienen que dar explicaciones cuando una mujer decide no ser madre, en un ensayo lúcido en defensa de la libertad de no ser madre.

 

Tendríamos que hablar también de la literatura de la maternidad obligada, casi el tema del costumbrismo mexicano. En los últimos años sobresale El cuento de la criada de Margaret Atwood donde las mujeres fértiles son obligadas a concebir para otras.

 

Otras temáticas corresponden a maternidades que no fueron como el libro de Paula Bonet Cuerpo de embarazada sin embrión, que desgarradoramente narra el duelo por los hijos perdidos y no nacidos.

 

En el siglo XXI se tiene literatura sobre el aborto como Aborto en la escuela  de Kathy Acker, en el cual, sin eufemismos se narra la experiencia del aborto o el de Annie Ernaux (2000) El acontecimiento en el que narra el intento de un aborto solitario.

 

Existe una literatura extensa en las letras mexicanas sobre la maternidad a la cual no me voy a referir en el presente texto. También una literatura de adopción o de personas de la diversidad sexual que bien vale la pena estar al tanto de estas letras.

 

Quisiera referirme a una literatura de no ficción relacionada con hijos desaparecidos; a esta literatura pertenece el libro de Cecilia Flores, madre buscadora de Sonora que escribió Crónica de la desesperación (2023, editorial Fondo Blanco), donde relata su historia; la de una madre que, pese a las adversidades, remueve tierras para buscar a sus dos hijos desaparecidos.

 

La maternidad ha sido considerada un tema menor en la literatura comparado con la guerra, los descubrimientos, la ciencia, el heroísmo. En gran parte porque es algo que les acontece a las mujeres y ha sido considerado un acontecimiento natural. Las mujeres escritoras están aquí con sus letras, para resignificarlo. Desde la literatura del amor filial hasta la del desconcierto de enfrentarse a la decisión de ser madres.

 

Para terminar, relataré un cuento de mi autoría en el libro Las curaciones de la Negra y otras historias.

 

 ¿Usa bikini?

 

-Sí, dije débilmente por la anestesia que cerraba mis ojos y mi cuerpo.

Cuando desperté, tenía un pequeño bulto junto a mí. Dijeron que era mi hijo. Sentía la piel caliente a punto de explotar. Un intermitente cólico atravesaba mi vientre; me escurrían líquidos de mi vagina, de mis pechos. Me dolía la piel.

- Es lindo, ¿verdad?

Veía el bulto y me preguntaba ¿dónde está el amor de madre? Pensé que al tenerlo en brazos sentiría cariño o algo así. Nada. Supuse que tal vez, tengo atrofiado ese sentimiento. Mi madre y hermanas se desvivían por contar las linduras del niño. Yo sentía que me costaba trabajo respirar cuando me lo acercaban. Tal vez así sea el amor de madre, empieza de la nada, con el cuerpo magullado; las entrañas, lastimadas.

 

¿Por qué preguntó si usaba bikini? —interrogué al médico, tiempo después.

 

La operación debe ser horizontal para que la cicatriz no se vea.

 

Poco a poco me acostumbré a mi hijo; desde luego que no quise tener más. Por cierto, dejé de usar traje de baño de dos piezas.

 

Publicado en Meridiano de Nayarit, Tepic, Nayarit, 10 de mayo de 2025.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

jueves, 8 de mayo de 2025

Dioses y elecciones

Ayer soñe que veía 

A Dios y que a Dios hablaba;

Y soñé que Dios me oía…

Después soñé que soñaba.

 

Anoche soñé que oía

A Dios, gritándome ¡Alerta!

Luego era Dios quien dormía

Y yo gritaba ¡Despierta!

 

Antonio Machado. Proverbios y cantares

 

Nos asomábamos a la Casa Real donde los Principales de la comunidad nayerij (cora) se reunieron para elegir al primer gobernador y segundo gobernador para el año siguiente. Era septiembre, el sol todavía estaba en su apogeo por lo que buscábamos cualquier sombra para refrescarnos. Los nayerij nombran a sus autoridades tradicionales cada año, por lo que se les considera acompañantes del sol en el recorrido anual que realiza.

 

En la Casa Real se encontraban los gobernadores tradicionales anteriores, los Principales, llamados kawiteros. Fuera, estaban algunos músicos afinando los instrumentos, el violín y los tambores.

 

El reino de Xécora fue la consecuencia de la labor de integración que el caudillo Nayar realizó sobre las tribus coras desde lo que hoy es Zacatecas hasta el mar Pacífico. Es cierto que los españoles llegaron a la región en 1530 pero fue hasta 1722 cuando subyugaron esta región (Salvador Gutiérrez Contreras, Los coras y el Rey Nayarit, 2001). En 1723 la osamenta del gran Nayarit y la imagen del Sol fueron quemadas en la plaza de la Ciudad de México por órdenes del arzobispo capitalino. La historia, novelada, la cuenta Queta NavaGómez en la adictiva novela El Rey Nayarit.

 

Muy poco les duró el gusto a los españoles porque con la expulsión de los jesuitas en 1767, los frailes que acababan de subir a la sierra, tuvieron que abandonarla. Los nayerij, entonces, conservaron la mayoría de sus tradiciones, en una hibridación con las enseñanzas aprendidas a través de los frailes.

 

Actualmente, las comunidades nayerij conservan la gobernanza de sus propios territorios; ello significa que nombran sus autoridades a través de métodos tradicionales. Por ello, los Principales se encontraban en la Casa Real en el proceso de elegir a los gobernantes del año siguiente. ¿Cómo los nombran? a través de los sueños; cuando todos los participantes sueñan a las mismas personas para ocupar el cargo, se le nombra y aclama. Sí, efectivamente, eso ocurre; ha sido el método para nombrar a las autoridades antes de la conquista y ahora continúa, después de más de 500 años.

 

¿Es posible que distintas personas sueñen lo mismo? En el siglo XIX se pensaba que los sueños eran afloramientos fantasiosos de la actividad mental carentes de realidad, pertenecían a cada quien porque eran resultado de sus vivencias; pero actualmente se consideran experiencias humanas cargadas de materialidad y simbolismos (Oliver Sacks, Despertares, 1973). Cada grupo humano los utiliza en prácticas específicas. Por ejemplo, se les da valor a los sueños propios en determinadas circunstancias, por lo que también deben tener valor, los sueños de los otros.

 

En esa ocasión, los nayerij tardaron tres días en soñar a las mismas personas para que ocuparan los cargos de autoridades. En medio circuló el peyote, el alcohol, los cigarros. Era una asamblea del colectivo de varones mientras las mujeres, desde las orillas esperaban las decisiones. Ellas saben lo que ocurre cuando los hombres se reúnen, se empeyotan, se alcoholizan y hablan con los dioses. La labor de las mujeres estaba en la elemental tarea de preparar los alimentos, sin los cuales, ningún sueño individual o colectivo, es posible; ningún Dios se manifiesta.

 

Nadie discute la decisión de los Principales. Si el elegido no está en la comunidad, comisionan a un propio para que vaya y lo traiga, ya sea que esté en la costa trabajando o en alguna ciudad del norte. Al haber sido revelado su nombre por los dioses, los artífices de la decisión, tendrá que venir a asumir el cargo. Es ineludible.

 

La gerontocracia comunitaria conserva la ritualidad al interior de las comunidades, rehacen el liderazgo al incorporar a alguien más joven y de esta manera, prolongan su propio poder. Protegen las costumbres y con ello, la estructura político-religiosa marca el ritmo de la propia comunidad. La comunidad se establece a partir de la organización familiar donde cada hombre, es a su vez, reconocido como el eje.  A su vez, la organización comunitaria está por encima de las familias. Es un poder familia-comunidad, que se refuerza mutuamente.

 

En ello, los sueños son el factor de unión, de continuidad y de validación.

 

A los ancianos solo les queda la ritualidad porque lo que acontece en la comunidad, pasa por otras vías, qué se siembra, qué se construye, qué medios de comunicación les atraviesa, etc.

 

Ahora, estamos a punto de ser testigos de otra forma de intervención de los dioses en la selección del Pontífice, porque es el Espíritu Santo el que guía la mano de los cardenales que votarán por el nuevo Papa. El cristianismo es la religión con mayores adeptos, y dentro de ella, los católicos son 1,500 millones en Europa, América Latina y Africa. La mayoría de países católicos fueron conquistados, lo que vuelve a esta religión, una religión impuesta.

 

Puede ser que la ciencia haya eliminado la hipótesis de Dios, pero no lo eliminaron las elecciones de autoridades. Miles, millones, esperan su intervención para nombrar al nuevo líder de la Iglesia Católica; como los nayerij de la montaña que esperan el sueño colectivo para nombrar, también, a su Principal.

 

Publicado en Meridiano de Nayarit, Tepic, Nayarit, 3 de mayo de 2025.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

jueves, 1 de mayo de 2025

La danza de arco de Jomulco, el sueño de los pasos


Hay en la danza 

un rumor a piedra volcándose.

Y hay una tribu que baila,

que canta,

para abrir el silencio.

 

Escuchamos los pasos de la danza de los arcos en el pueblo de Jomulco, en Jala, Nayarit. Aunque ahora es una representación sobre una tarima para celebrar el Día Internacional de la Danza el 29 de abril, creado para conmemorar a Jean-Georges Noverre, el creador del ballet moderno, aquí, en las hendiduras de la Sierra Madre Occidental, la danza tiene sabor a costumbre.

 

Porque la danza, en nuestros pueblos, está asociado a las cosmogonías religiosas. La Danza del Arco inicia el 20 de septiembre, cuando inaugura el novenario de San Jerónimo, patrón del pueblo de Jomulco y terminará el 30 de septiembre, el mero día del santo.

 

María de Jesús Celedón Ocampo es hoy la presidenta de la comitiva de la danza quien tiene nueve años bailando. El gusto le salió porque su hermana María Magdalena era la que portaba la bandera, la Meca, con el tiempo se fue involucrando para suplir a quien faltara porque la danza es por parejas. De esa manera se quedó en la danza.

 

Los integrantes actuales recuerdan a quienes estuvieron antes, como Don Rafael Fránquez Pérez y Federico Partida Pérez, danzante de edad mayor, quien recuerda a quienes contribuyeron de manera significativa.

 

Anteriormente era una danza guerrera, formada por hombres. La característica es que el arco de madera y la flecha son parte de las percusiones, junto con la sonaja y los pasos sobre la tierra. Dice Miguel González Lomelí, cronista de Jala, que es una danza con raíces prehispánicas, característica del México del norte. Los frailes la habrían adaptado para la religión, de una danza de guerreros a una danza religiosa.

 

Sobre su capa roja, las y los danzantes portan la figura del Santo Patrono San Jerónimo, bordado en chaquira. La falda roja de mujeres y hombres, los huaraches, el sombrero de picos adornado con flores, la blusa blanca, conforman el atuendo.

 

El Encumbramiento de la Danza de Arco, legado de nuestro pueblo artesano, organizado por el Consejo Ciudadano del Ecomuseo Jala-Jomulco, presidido por el maestro Fredy Perales, inició con un desfile de danzas por las calles de Jomulco, desde el templo de San Jerónimo hasta el patio del DIF donde se llevó a cabo el evento. Inicia con el estandarte con que inician las fiestas del Santo Patrón y a continuación desfilan las danzas participantes. Vimos el Ballet Xomulxali, danza con tecomates; el Ballet de Maestros Pensionados y Jubilados, con equipales; todo, artesanía del pueblo. Siguió la danza de Santa Rosa de Lima, de Rosa Blanca, Nayarit, formada solo por mujeres, al igual que la Danza del Sol-Jomulco. Siguió la Danza Guadalupana de Coapan. La última danza que cierra el desfile es La Danza de los Arcos.

 

Por la calle resuenan los pazos de danzantes. Dan vueltas los vestidos de pájaros rojos y las vestidas de flores de colores. Danzan en este valle musical formado por el violinista y las percusionistas. Flotan las notas de los arcos al ritmo de los pasos que figuran círculos sobre el empedrado. En la orilla, los vecinos se asoman a su propia memoria de danzantes, recordando a padres, a hermanos, a hijos que danzaron.

 

Hay muchas mujeres danzando y marcando el ritmo. Tal vez sea un signo de la migración de los hombres, ausencias que son suplidas por las mujeres desde que son niñas, como Alicia Coral Castañeda, de once años, de los cuales lleva siete bailando.

 

Porque aquí, en Jomulco, inició la danza del arco. Todos y todas tienen un antepasado que bailó o ellos mismos lo fueron. Juana Estrada Luna, tiene 69 años y bailó desde los 8 años de edad. Ella dice que don Nacho Estrada tocaba el violín y la motivó a bailar. Petra Rosas Villanueva entró a la danza para pagar una manda; después que pagó el encargo, siguió porque le gusta. Quizá son los pasos dispersados sobre el suelo los que recuerdan que estamos aquí sobre la tierra.

 

La Danza del Arco de Jomulco, no solo se baila cuando le toca, esto es, en la fiesta del Santo Patrono del pueblo, si no que es invitada a bailar a otras localidades. Por ejemplo, a Talpa; en estos casos, deben pedir cooperación porque cuesta dinero conservar el atuendo y sufragar los gastos del viaje y estancia. En todos los casos, es la propia comunidad la que sostiene al grupo porque carecen de apoyos oficiales.

 

Al final de las danzas, las autoridades del pueblo, el Presidente Municipal, el Delegado de Jomulco, los maestros que organizan y la Directora del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, terminan la comitiva.

 

Cuando termina el evento, las danzantes recuperan su personalidad habitual, los arcos regresan al lugar donde se guardan. Mientras, se desata la fiesta de sabores en el atole blanco con su piloncillo y los taquitos dorados, regalos de este pueblo que reconoce la ofrenda que significan los alimentos.

 

Se apaga el sol sobre esta ceremonia demasiado pura.

 

Publicado en Meridiano de Nayarit, Tepic, Nayarit, 29 de abril de 2025.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx