De niñas nos convierten en globos
Siempre quieren que lleguemos más alto
También nos dicen mariposas
¿De veras creemos que existe la realidad? ¿cuál es la realidad que existe? ¿la que vemos con los ojos, con las cámaras de gran angular y ultra gran angular y Deep de fusión? ¿o es la realidad la que nos devuelven las películas después de la edición? Cada máquina de tomar fotos o videos cambia nuestra sensación de la realidad. Los drones, además, combinan la cámara con la posición, toman las fotografías y los videos desde el aire, desde lugares donde nadie podría pararse o ubicarse. Así se esté incendiando el bosque o desbordándose la presa; explotando granadas o desbarrancándose los cerros; ahí donde nadie puede estar, ni los helicópteros, ahí estará el dron.
Los drones no están quietos, su naturaleza es girar, estar sobre nosotras. Ven nuestro transcurrir, pero no nuestra esperanza. Conducidos a control remoto sobrevuelan los espacios de conflicto, los de los desfiles, los de los desastres. Son máquinas creadas originalmente para el control bélico que ahora, por el crecimiento de la tecnología y la IA se pueden encontrar en múltiples espacios; inundan los juguetes infantiles.
¿Son para vigilar o para ayudar? Es el panóptico que no imaginaron Foucault ni el Hermano Mayor: pueden monitorear grandes áreas desde diversos ángulos, desde el aire, claro. El mercado de drones de vigilancia crece a mayor ritmo que los drones de recreación en una sociedad cuyos dueños necesitan vigilar a las hormigas que trabajan, que descansan, que se rebelan.
Ellos, los dueños del mundo viven en fortificaciones con guardias personales, caballeros templarios del siglo XXI, cuidados por su enjambre de drones.
Los drones son provistos de armas que pueden descargarse sobre enemigos y territorios o ambos. Espían desde el espacio, llegaron como novedad, pero ahora se instalan del lado de quienes vigilan y castigan. Por eso ahora está surgiendo la cacería de drones, de derribarlos.
Los drones se instalan también en la agricultura y la industria porque su capacidad de registrar desde el aire los convierte en ojos espaciales para monitorear los cultivos y las áreas de riesgo para las construcciones. Se adelantan en los caminos para evitar las sorpresas. ¡Qué Robinson Crusoe los hubiera querido para explorar las islas! ¡Qué Julio Verne para las Cinco semanas en globo!
El globo fue la máquina que primero subió al cielo. Fue la primera aeronave desde la cual, seres humanos pudieron asomarse a otro paisaje de la tierra, de la ciudad, de los ríos. Era el siglo XVIII cuando se inventó esta aeronave que hizo realidad tener la visión de los pájaros.
Hoy se rompen record Guinness con el número de drones volando. Por cierto, China tiene ese record por volar 10 mil drones controlados por una sola computadora. Se dice que los drones sustituirán los fuegos artificiales puesto que podrán simular esos espectáculos con menos riesgos, pero siempre que nos hablan de ventajas, sin duda, se están escondiendo otras desventajas. Por ejemplo, ¿hay un cementerio de drones? ¿a dónde va a dar la basura tecnológica cuando los drones ya no sirven?
Me imagino nuevas fotografías aéreas que antes se tornaban imposibles: wixaricas en su excursión al desierto de San Luis Potosí en la peregrinación sagrada del peyote; cascadas no filmadas desde el aire; superficies de maíz, tabaco y agave en plena cosecha; incendios forestales; inundaciones; tormentas en el centro del océano; abismos y barrancas en su núcleo; minas deshabitadas. Aquí la imaginación permite encontrar un uso de la tecnología en múltiples lugares.
En estas vacaciones, en el muelle de San Blas había personas tirando anzuelos al océano. Niñas y niños podían practicar el lanzamiento, aunque no pescaran. De alguna manera, se trataba de entender la técnica del lanzamiento y de la espera. En eso escuchamos las instrucciones de un guía a un grupo que lo seguía. Tenían que caminar a cierto ritmo, hacer tales paradas, mirar el mar, abrazarse a una indicación, hacer exclamaciones. Todo medido al ritmo del dron, porque ahora el video era producido por ese medio. El dron subía y bajaba, se acercaba al grupo, se internaba en el mar. De pronto parecía zancudo en su zumbido; de pronto, pájaro. Mientras, todas las demás personas usábamos nuestras cámaras del teléfono para capturar los pasos de las niñas, la caída del sol, o la iguana que asomaba en las piedras, el dron estaba ahí para mostrarnos nuestra obsolescencia.
Los drones no son solo herramientas tecnológicas, sino que moldean la forma de ver el mundo. Así como ahora cada quien trae un teléfono celular en la palma de la mano y con ello, se siente cerca de todo, así los drones son los nuevos dispositivos políticos destinados a controlarlo todo, redefinir las relaciones de poder y reconfigurar nuestra manera de entendernos.
Tal vez mañana, detrás de cada quien, vaya un dron como ave domesticada, pero no, no son aves, aunque vuele sobre el mar.
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 26 de abril de 2025.
Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx
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