Cuando mi perro me mira con cariño,
leo ya en sus ojos la tristeza de la futura humanidad.
Amado Nervo. Apuntes e ideas
La sensibilidad poética de Amado Nervo (1870-1919) lo llevó a entender el sufrimiento de los animales de una manera diferente a como cualquiera lo pudo haber realizado. Esa sensibilidad poética le permitió comprender profundidades de la existencia de los animales. AN esbozó un pensamiento moral sobre los animales que hoy se denomina especismo.
En el texto Ellos, publicado en París en 1909 (Ediciones Literarias 7 Rue de Lille, 7) se conduele de las terneras que van al matadero:
“Todos los días pasan frente a mi ventana dos terneras
Van al matadero, llevadas por sendos rapaces.
Tienen aún ese gracioso aturdimiento de las bestias jóvenes; se repegan la una a la otra, saltan, miran a todas partes con sus grandes y apacibles ojos glaucos y curiosos.
Llegarán a su destino; les ligarán las piernas, y con una gran maza, les darán un certero y terrible golpe en el testuz.
Luego…la nada”.
En este texto discute que ese sea el final de las terneras, que su existencia solo sea para terminar en chuletas para los humanos.
50 años después de la muerte de AN, en la década de los 70´s del siglo XX se abrió paso la conciencia especista que permite repensar la condición de los animales no humanos. El especismo inició como un debate desde la ética y poco a poco ha tomado mayor fuerza para criticar el uso que se realiza de los animales a partir del pensamiento de superioridad que se autoasignó el hombre para dominar el resto de las especies.
El poeta Amado Nervo, despliega su oposición al uso desalmado que se realiza sobre los animales en el texto “Pájaros fritos”, incluido en Mis filosofías, publicado en 1912 en París por la Librería Paul Ollendorff. Dice:
“En cuanto llega el invierno, el transeúnte advierte en muchos escaparates de pastelerías, tocinerías, tabernas y tiendas de comestibles de Madrid, rimeros enormes de pájaros fritos.
Son éstos, el manjar más suculento de la gente modesta, de la clase media y aún, de la pobre pues el precio varía desde dos sueldos, hasta cuatro y cinco la pieza, según el lujo del escaparate, y, sobre todo, según la antigüedad de los pájaros.
Gracias a la temperatura, los míseros animalitos, ya de suyo se conservan frescos por tres y cuatro días.
Una vez fritos, su duración es ilimitada”.
Amado Nervo reconoce poseer una sensibilidad incómoda, fuera de lo que se espera de las personas de su tiempo:
“Este servidor de ustedes posee una sensibilidad de tal suerte desviada y ridícula que sería incapaz de golpear a un perro, a un caballo… ni siquiera a un mulo… ni siquiera a un sapo.
La bestia es para él algo sagrado, por inocente, por indefensa y porque mientras el hombre se aparta de su fin y desvanece cada día más en su espíritu la oculta huella, el signo enigmático de su parentesco con los dioses, la bestia conserva el admirable secreto de su origen. Es como fue al principio, a pesar de que también evoluciona y «sabe y se acuerda» del génesis arcano que nosotros hemos olvidado”
El especismo sostiene que partir de la conceptualización de la inferioridad de los animales, se ha conducido a la matanza a seres indefensos para saciar la gula humana; incluso, ha conducido a un holocausto animal moralmente normalizado.
Amado cuestiona, precisamente, este estatus de inferioridad que se asigna a lo animal, eje del pensamiento de la civilización:
“Inferior a nosotros?
¡Y por qué? ¿Porque no habla? ¡Pero si esto es una superioridad!
¿Porque no escribe? ¡Pero si esto es otra superioridad! ¿Porque no se viste a la moda ni lleva en el pecho condecoraciones?
Si las bestias y el hombre no siempre se entienden, culpa es del hombre y no de la bestia. Ellas piensan, pero piensan de otro modo, porque viven en otro plano.
Critica a los científicos que los han catalogados de inferiores.
“Creo que fue Augusto Comte quien llamó a los animales «nuestros hermanos inferiores». Este sabio era demasiado orgulloso. San Francisco de Asís los había llamado mucho antes «hermanos a secas».
El especismo sostiene que a partir de la inferiorización que se realiza de los animales, se justifica y normaliza su utilización como objetos de consumo para beneficio humano en la alimentación, las corridas de toros o peleas de gallos; el trabajo, los circos, la experimentación científica, la recreación turística o como ayuda para liberar el estrés. Nervo, debate el derecho de comer animales mostrando una escena dantesca:
“Los cazadores aristocráticos los abaten sin misericordia durante el invierno y los proveedores de la ciudad, los campesinos, astutos solo para engañarlos, aprisionan en sus redes a centenares de aves hermosas; junto al pardillo cae el tordo, junto al gorrión la lírica alondra. Y una mano, ágil también solo para eso, los despluma con sorprendente diligencia, y los arroja en confusión, torcidos, con los débiles apéndices caricaturizado muñones, con las pobres cabecitas mostrando negras y desconsoladas las cavernas donde antes se movían los avizores ojos luminosos, que sabían desde la rama atalayarlo todo; los arroja, digo, en promiscuidad horrible, a la candente cacerola…”
Quienes conceptualizan el especismo sostienen que se trata de una discriminación más sobre lo no humano a partir del temor que nos ocasiona lo que no conocemos. Los animales, en concreto, los convertimos en objeto de adorno para exorcizar su fuerza o sus capacidades. En este sentido si Nervo critica utilizar los animales para el consumo humano, mucho más lo hace cuando se les utiliza para cosas fútiles, como adorno de los sombreros de las mujeres.
“O bien un preparador más ágil todavía, los vuelve, gracias a su triste química, cadáveres de lujo, momias emplumadas que tornasolan después en los infinitos sombreros de mujer”.
Además, reseña el artículo La Psicología de la babosa, escrito por el Dr. Manuel Flores (Obras completas de Aguilar, p 426) donde argumenta lo poco que sabemos de la inteligencia de los animales:
¿Estado de alma La Psicología de la babosa?, diréis sorprendidos. Sí, señor, estado de alma, el estado de alma…de una babosa. En este magistral artículo del doctor Flores, la babosa, en efecto tiene alma…y una alma complicada y rara.
“¡Qué sabemos nosotros, en suma, del misterio de ciertos organismos! La vida no hace inteligentes a los seres más bellos. Hay más espíritu en el sapo que en el pececillo metálico, donaire del agua cristalina y anida más inteligencia en el cerebro de una fea hormiga que en el de un joyante y esplendoroso pavo real”
Tenemos que preguntarnos si AN comía carne o se abstuvo de hacerlo en alguna parte de su vida, como una praxis coherente con su pensamiento. Sospecho que Amado Nervo era vegetariano, quizá al final de su vida, pero es una hipótesis porque tendría que leer toda su obra para encontrar claves de tal aseveración. Resalto algunas líneas que pueden apuntar a ello, ya que en el texto “Seamos alegres”, del mismo libro de Mis Filosofías, dice:
“…la alegría de la vida, el todo poderoso secreto de la joi de vivre, está en la sobriedad y en el vegetarianismo…Vegetarianismo y agua clara: he aquí las fuentes supremas del equilibrio, de la ecuanimidad, del éxtasis mismo; sí, del éxtasis”.
Amado Nervo fue un especista sin saberlo, un defensor de lo animal, gracias a la sensibilidad poética y seguramente a una ética vinculada a la franciscana que hermanaba los animales con lo humano como totalidad de la creación.
Publicado en Meridiano de Nayarit, Tepic, Nayarit, 24 de mayo de 2025.
Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx
No hay comentarios:
Publicar un comentario