lunes, 21 de noviembre de 2022

Nos metimos a la revolución. Mujeres nayaritas y la revolución mexicana

Nacha Ceniceros domaba potros

y montaba a caballo mejor que muchos hombres…

Se fue a la revolución porque los esbirros

de don Porfirio le habían asesinado a su padre...

Ahora digo, y lo digo con la voz

del que ha podido destejer una mentira:

 “Viva Nacha Ceniceros, coronela de la revolución

 

Nellie Campobello. Cartucho

 

Yo ayudaba a tu abuelo a cargar los rifles cuando se le acababan los cartuchos. Una vez él tuvo que escapar por la azotea, pero yo seguí disparando para que creyeran que era él”. Nos contaba mi abuela cuando alguna tarde se acordaba.

 

En Nayarit se libraron diversas batallas, revoluciones locales con causas propias derivadas de la revuelta general, sin que formen parte de las narraciones de la historia nacional porque como sabemos, aquí no libró ninguna batalla heroica Pancho Villa, ni llegaron los ejércitos de Emiliano Zapata. Sin embargo, la revolución provocó diversas revueltas en las haciendas, en el cambio del poder que introdujo un tiempo nuevo para las mujeres y los hombres.

 

¿Participaron las mujeres nayaritas en la revolución mexicana? Desde luego, las revoluciones nunca se hacen sin las mujeres. Las mujeres participan porque son parte de la sociedad, participan desde su misma condición de mujeres sólo que en este caso, las actividades que se realizaban al interior del hogar, se tuvieron que realizar fuera del hogar. Lo privado se trasladó a lo público.

 

A ellas les tocaba preparar la comida para los soldados de cualquier bando de la revolución porque todas las facciones: zapatistas, villistas, carrancistas necesitaban mujeres que los mantuviera listos para la contienda. Por eso, llegaban a los pueblos a robarlas, a forzarlas a irse con ellos.  Las querían para que echaran tortillas y les sirvieran de mujeres. Pero los contextos donde se realizaban los roles tradicionales se modificaron y con ello, los propios roles.

 

La revolución, para las mujeres, significó el fin del enclaustramiento del hogar para ser lanzadas en tropel, en masa, a lo público, ya sea que se hubieran incorporado dentro de la soldadesca o no, porque aún permanecer en la casa, buscando la forma de esconderse de los revolucionarios, significó una nueva visibilización femenina.

 

Las mujeres significaban cuerpos disponibles y comida para los bandos contendientes; por todos podían ser violentadas y llevadas a la fuerza. En medio de esa violencia, tenían que inventar estrategias para asegurar la comida para la familia. En entrevistas realizadas a mujeres que habían vivido la época de la revolución mexicana, nos dejaron sus testimonios. Florentina Lomelí nos dijo: “Torteábamos la masa entre las rodillas para evitar que palmearlas nos delatara o en las piedras del arroyo molíamos los elotes para hacer unas gordas todas pallanadas”. María Montes explicó: “…torteábamos despacito, despachurrando la harina podridita, ya con gusanos, y dizque torteábamos apachurradito para no hacer ruido[1].

 

Los grupos armados robaban el fuego de las mujeres como una estrategia para desbaratar las posibilidades de resistencia de los grupos contendientes. En realidad, se trataba de la destrucción de una de las herramientas de trabajo de las mujeres, a través de la cual se organizaba la sobrevivencia familiar. Por ello, las mujeres recuerdan la destrucción de las propias condiciones para sobrevivir Braulia Cortéz recuerda: “…se fueron en la noche, se llevaron el tizón de mi lumbre porque si se me apagaba tenía que sacar lumbre tallando de un ilabón en una piedra que tenía que estar soplando hasta que hiciera ruido”. El fuego significaba la posibilidad de cocinar, de ahí que las mujeres del campo nunca apagaban el fuego ya que significaba la pérdida de un capital familiar.

 

El sobresalto que significaba un bando o el otro, era vivido por las mujeres de manera igual. Guadalupe Ramírez dijo:

 

Cuando la revolución, yo tenía seis años. Me acuerdo que me metían debajo de la cama porque caían las balas encima de las tejas que por poquito y me caía un pedazo en la cabeza. Me tenían arriba primero y ya vio mi mamá eso y me metió debajo de la cama, ahí dice; si no lo mata una bala la va ha matar una teja. Me metió debajo de la cama, duró 24 horas el tiroteo, ahí en lo que es La Loma, lo que es la arboleda esa que ahí está. Entonces era puro llano, llanos con zacatito bajito y a la pura mitad había un kiosco, alrededor del kiosco hicieron un cotín y luego arriba en el piso pusieron costales llenos de arena que cupiera un hombre para checar y por allí metían los cañones para estar contestando al fuego. Duró mucho ese tiroteo, pues empezó a las cuatro de la mañana, duro todo el día y toda la nochi hasta como a la misma hora que empezó ya fue calmando”.

 

Si los hombres significaron tropa de a pie, carne de cañón, para los distintos bandos, las mujeres se convirtieron en botín, en víctimas del desabasto.

 

Las mujeres hicieron posible la revolución porque sin ellas no hubiera sido posible el mantenimiento de los combatientes ni la conservación de las mínimas posibilidades para continuar la vida, pero, al terminar la revolución, las devolvieron al hogar sin derechos. Tuvieron que librar otras batallas para conseguirlos.

 

Publicado en Meridiano de Nayarit, Tepic, Nayarit, 21 de noviembre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx



[1] Parte de las entrevistas fueron tomadas del libro Cien Revoluciones (Lourdes Pacheco y Enedina Heredia, coordinadoras), editado por la Universidad Autónoma de Nayarit, 2005

domingo, 20 de noviembre de 2022

Dolor

Once mujeres asesinadas 

en México cada día  

 

 Que noviembre esconda la luna de octubre mientras las ballenas grises regresan a la revelación primordial del apareamiento.

 

Que una flor morada justifique mi rostro en tanto la paloma vuela lo universal del cielo.

 

Que el despertar de la música celebre el largo movimiento de los párpados siguiendo la historia de los girasoles de Van Gogh.

 

Que la luz descienda suave, apaciguada, sobre abejas de valles olvidados, donde todo volverá ser como antes de nosotras.

 

Las muchachas siguen en la noche larga.

 

Arriba, todos los soles del mundo; los dólares gastados antes de obtenerse; los vestidos estrenados al medio día; las promesas de amantes que se separan.

 

Las muchachas siguen en la noche obscura.

 

Ningún rezo las alcanza, ninguna ley humana ni divina, ninguna crucifixión. Solo el odio.

 

Las niñas pueden contar las melodías traídas por los arroyos, las semillas arrojadas a los surcos, las luciérnagas que tintinean; los saltos de la gata tras los relámpagos del mediodía.

 

Los jueces no abren la puerta a los golpes de la tierra, al cielo raso del otoño, a las madres que caminan. A los gritos.

 

Los jueces no cuentan las muertas.

 

Prefiero los indiferentes que no prometen nada.

 

Prefiero los cínicos que no hablan de leyes.

 

Prefiero los insolentes que no citan a dioses.

 

Las muchachas siguen en la noche muda.

 

Yo estaba cantando una canción que oí, una melodía que entibia el silencio antes de dormir.

 

Sobre el limonero volaba un colibrí. Jamás se demora sobre la flor que lo contempla en su viaje.

 

Yo estaba entonando la canción para mis hijas; inflada como globo surqué los aires y empecé a golpear todos los muros.

 

Ninguna ventana se abrió, ningún postigo. Ningún juez abandonó sus lingotes.

 

Me devolví sin ningún cielo, como si mi oficio fuese la piedra.

 

Las muchachas siguen en la noche inmóvil.

 

Nada sabemos de la sombra intacta del olvido.

 

En tanto, las muchachas siguen en la larga noche.


Publicado en Nayarit Opina Tepic, Nayarit, 23 de noviembre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

domingo, 13 de noviembre de 2022

Ney

Ha habido tiranos, asesinos

y por un tiempo pueden parecer invencibles,

 pero al final, siempre caen.

 

Gandhi

 

Ney González Sánchez fue gobernador de Nayarit de 2005 a 2011 en elecciones cuestionadas debido a que se registró el mayor índice de abstencionismo: 42% y se declaró nula una cantidad de votos muy cercana a la diferencia entre los dos candidatos principales: Ney González por el PRI y Miguel Ángel Navarro Quintero, por la Alianza por Nayarit (PRD-PT-PRS). En esta alianza no participó el PAN, quien con su candidato, Manuel Pérez Cárdenas, obtuvo 22,952 votos.

 

Ney González obtuvo 176,500; Miguel Ángel Navarro Quintero161,634. Los votos nulos fueron 12,246, en tanto que la abstención fue de 272,694.

 

El periodo gubernamental 2005-2011 inició el vaciamiento del Estado de Estado. Uno de los mecanismos para lograrlo fue el socavamiento de fondos. La administración de Antonio Echevarría Domínguez (1999-2005) había terminado su gestión dejando una deuda pública de 363 millones de pesos, en tanto que después del periodo de Ney González, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, reportó que para el 19 de septiembre de 2011, la deuda ascendía a 5 mil 534 millones de pesos; lo que significó un aumento del 1,424%. Debe recordarse que el Congreso local (de mayoría priísta), a pocos meses de terminar el mandato, le autorizó contratar un nuevo crédito hasta por mil 98 millones 78 mil pesos.

 

El endeudamiento de Nayarit junto con la desaparición de los fondos de pensiones durante esa gestión, se convirtió en el principal problema de la Entidad. El crédito pactado a 20 años implicó pagar más de 2 mil millones solo por concepto de intereses. En 2012, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) señaló a Nayarit como el Estado más endeudado, además de que los pasivos equivalían a 725.5% de los recursos que la Entidad generaba mediante la recaudación tributaria y cobro de derechos.

 

Lo paradójico fue que durante ese mandato no se registraron obras de especial importancia para la infraestructura urbana o carretera de la entidad. Quizá lo más recordado sea la colonia gobernadores, donde se glorifican los nombres de los gobernadores priístas; la estatua a Don Emilio González frente al teatro Alí Chumacero (¿no sería mejor una del poeta?) y el obelisco que construyó en la Plaza frente a gobierno para celebrar el Bicentenario. Obras con costos estratosféricos aunque estuvieran hechos de cartón-piedra y unicel.

 

Lo que sí recordamos de Ney es el desabasto de medicamentos en el sector salud, la falta de personal médico en los hospitales y clínicas, la falta de campañas epidemiológicas para prevenir enfermedades derivadas del dengue; la entrega de licitaciones a amigos y compadres fuera de Nayarit; la destrucción de los Estadios de Beisbol y Futbol para construir nada y la falta de entrega del impuesto del 10% a la Universidad Autónoma de Nayarit.

 

Ahí inició el saqueo y el debacle. La ciudadanía, con el síndrome de indefensión aprendida, dejamos pasar ese saqueo de las arcas públicas: pocas voces o ninguna se han atrevido a realizar análisis, a fundamentar los excesos del poder, mientras está en funciones el gobernante. La ficción de la división de poderes ha conducido a que el gobernador concentre el poder en sí mismo. Se trata de regímenes unipersonales basados en la alineación al partido y la fidelidad al gobernador, independientemente del Poder que se trate.

 

Por ejemplo, en una conversación con un presidente municipal de Tepic, narró el desabasto que había dejado el anterior: venta de camiones de la basura, venta de terrenos del ayuntamiento a particulares, etc. Le pregunté por qué no denunciaba esos hechos. Me contestó que eran del mismo partido, por lo que no podía hacerlo ya que se trataba de reglas no escritas.

 

La fidelidad partidista antes que el cumplimiento de leyes.

 

Al inicio del mandato de Ney, la Comunidad de Artistas e Intelectuales de Nayarit tuvimos una reunión para proponer líneas de política cultural. Al finalizar, Ney se levantó frente a nosotros y nos habló de seres superiores: “ustedes también los ven, ¿verdad?” nos dijo. No sé los demás, pero entré en un camino lejano y ciego donde el andamiaje ciudadano había desaparecido junto con el Estado de derecho y la justicia, para dejar el lugar a las alucinaciones de quien nos gobernaba.

 

¿Lo alcanzará la mano de la ley o los seres superiores lo protegerán?


Publicado en Meridiano de Nayarit, Tepic, Nayarit, 15 de noviembre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 


domingo, 6 de noviembre de 2022

Por arrojarse de un taxi

El precipicio no nos corta en dos.

El precipicio nos rodea.

 

Wislawa Szymborska

 

Una muchacha sale de su casa en la mañana. Se despide de sus familiares a quienes verá, de nuevo por la tarde-noche cuando la ciudad la regrese a ese pedazo de patria que se llama casa, que se llama hogar. Ve, de reojo, la fotografía colgada en la pared donde está ella misma en la graduación de la escuela primaria y, sin querer, recuerda el coro de cuarenta ángeles de la iglesia del pueblo.

 

Un taxista está en su ruta de la tarde. Arrastrado por el tráfico del día, llega a la boca del metro donde espera a las muchachas universitarias, a las oficinistas vencidas por la rutina, a las jóvenes que esperan la oportunidad del trabajo. Sabe que ellas llegarán aniquiladas por los días pesados, en busca del asiento que les completará el último tramo del traslado cotidiano.

 

Un trailero sube la carga a la plataforma. Los gruesos brazos sobre el volante dirigen el camino. Desde la altura, observa el pulular de la ciudad, el coche blanco que avanza, el semáforo en sus señales hacia la eternidad; los que compran el pan caminando en la proximidad del suelo. El ritmo de quienes pasan resuena dentro de la cabina en la cadencia de la estación de radio que parpadea en el tablero.

 

El sol del ocaso permanece cayendo sobre el cemento sucio, sobre los rojos de las blusas, los contenedores de basura; sobre los cables que dan falso testimonio de los cielos.

 

La muchacha abordar el taxi fuera del metro. Respira con la satisfacción de encontrar ese vehículo que la sacará del remolino de ese punto de la ciudad donde confluyen todas las periferias, las ilusiones y las esperas. Ve el nombre del taxista colgado en el identificador oficial sobre la ventana. No retiene rostro ni nombre porque un taxista es alguien que se desvanecerá en cuanto la deje en el lugar de destino. Recuesta su cabeza en el asiento para percibir la ruta.

 

En el centro del cuerpo, violentamente, aparece la pérdida y la salvación. Quiere que se detenga, le grita ¿por dónde va? Pero el taxista sigue en la orilla ajena. Desaparece el rostro de quien está identificado en la ficha, para convertirse en un perpetrador de crímenes, en un eslabón de la cadena de trata de personas, en un delincuente que acaba de atrapar una mujer-botín.

 

Todas las pesadillas, todas, están aquí. Todas las advertencias de las madres, resuenan dentro de ella. Todas las voces de las amigas amplían el instante ante el abismo. También, la indefensión social.

 

Si existe la solidaridad no está aquí. La muchacha pide ayuda por la ventana, saca las manos del vehículo, asoma medio cuerpo pidiendo auxilio. La ciudad se desvanece en sus prisas. Los transeúntes continúan en sus pasos hacia el Oxxo, hacia el programa de televisión, hacia el espejo de su propia pantalla.

 

El trailero se percata de la muchacha que pide auxilio desde la cabina de doble piso. Graba la escena de lo ocurre sin detenerse; graba en el río vehicular que circula hacia ninguna parte. Manejando, se convierte en testigo digital de la desesperación, de la indefensión de todas las mujeres que claman ayuda en la ciudad vuelta anzuelo.

 

La muchacha abre su conciencia de camino cerrado; de  trampa mortal del taxi. La sonrisa del otro está ahí, delante de ella. Se arroja desde el vehículo en movimiento.

 

Muere instantáneamente, muere lo necesario. El cuerpo y el grito interrumpido. El clamor de ayuda, el susurro, callándose rápido.

 

No quiso estar en el abismo de lo fortuito, en la grieta de la desolación, en el sufrimiento de las desaparecidas; en los infiernos.


El taxista huye. Ha perdido el botín precioso, la mujer-moneda; no tendrá la recompensa esperada. ¿cuántas antes de hoy? ¿cuántas secuestró con este formato? ¿en qué obscuridad están los cómplices? ¿cuántos taxistas más?

 

Si existe la seguridad de las mujeres, no está aquí.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 8 de noviembre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

viernes, 4 de noviembre de 2022

No son solo huesos

No están muertas, no están muertos,

por eso vestimos de blanco,

en la esperanza de encontrarlos.

No es posible que sus cuerpos sean encontrados

 en lotes baldíos, en basureros.

 

Madres buscadoras en Nayarit

Marcha del 12 de mayo de 2022

 

No son solo huesos los que buscan las madres que han perdido a sus hijas e hijos, ellas van en busca de justicia, de saldar el dolor, de ir más allá de ellas mismas venciendo el infortunio.

 

Las que les dieron la vida, ahora les buscan para darles sepultura; realizar sobre ellos los signos que les permitirán estar en un lugar cierto por la eternidad.

 

El enterramiento con sentido de trascendencia y respeto al cuerpo es parte de la tribu humana a la que pertenecemos. Las madres, ignorando la erudición antropológica, saben que el cuerpo salido de ellas mismas debe tener un sitio en la tierra para dejar la señal. El alma de las madres tiene momentos huidizos por eso violenta todas las puertas hasta tocar el delirio de encontrarlos.

 

Todo yacimiento homo sapiens es una tumba. Toda huella humana se puede reducir a la memoria que dedicamos a quienes han muerto. Los entierros nos hablan de la vida y del amor de las familias, de la necesidad del recuerdo ante la inmensidad del olvido. Son puertas hacia otros mundos, hacia otras dimensiones donde se piensa que se dirigirán.

 

La idea de la muerte genera angustia ante la seguridad de la vida finita. Siempre es alguien diferente a mí, quien muere. La conciencia se detiene, demasiado consternada para moverse, siente un espectral terror aunque no se detenga para mirarla. Aprisionamos la vida y el mundo en que vivimos aunque sepamos que el coágulo avanza lento hacia el corazón o los tumores puedan volver a surgir en alguna parte de nuestro cuerpo.

 

Una sociedad completa se retrata ante la muerte propia y ajena. Levantamos altares a nuestras muertas alojadas en panteones familiares; a personas destacadas, a poetas y héroes. Indiferentes a la incertidumbre de las madres buscadoras celebramos con las costumbres de nuestra época, comemos los panes festivos, cantamos las tonadas precisas.

 

Los pasos de las madres prefiguran el regreso. Caminan fuera de sus casas para traerlos de vuelta porque no solo perdieron a sus hijas, sino que tampoco tienen la certidumbre de su muerte: no tienen el cuerpo Por eso, llevan en su corazón el dulce peso que las hace sobrevivir a las arrugas, a las veleidades, a las confrontaciones.

 

Las madres buscadoras son hoy el rostro de la sociedad que busca justicia, que busca a sus muertos. Ni las amenazas ni las inclemencias del clima ni la falta de recursos detiene el rastreo de tumbas, la formulación de preguntas, las caminatas por pantanos y playas, por montes y abismos. Ellas vencen las resistencias autoritarias, la indiferencia social para traer los huesos que no solo son huesos, sino la resurrección de las hijas e hijos.

 

Permanece en ellas la fe que sobrepasa la esperanza porque ellas han sido endurecidas por el infortunio e iluminadas por la aurora.   

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 31 de octubre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

martes, 1 de noviembre de 2022

Revoloteamos sin designio hacia la muerte

¿Quién nos conformó así

que hagamos lo que hagamos,

tenemos siempre la actitud de quien se va?

Como el que sobre la última colina,

desde donde se divisa todo el valle,

una vez más, se vuelve, se detiene y rezaga,

Así vivimos-

despidiéndonos siempre

 

Rainer María Rilke. Octava Elegía

 

Hay algo que no se sabe y es el momento de la muerte. Todo el afán del conocimiento humano, de las especulaciones filosóficas, de la melodía poética, de la fe religiosa tienen como finalidad desentrañar la muerte.

 

Vamos hacia ella con los ojos abiertos, enceguecidos por el aquí y el ahora, por las luces de neón del presente que pasa. Entretenidas en el encaje del vestido, los caballos de raza, las galaxias remotas, las monedas de cuño y la casa.

 

Una minúscula criatura, la hormiga roja, tiene ante sí el paisaje sin muerte. Tal vez tampoco vea el paisaje, sólo el pequeño espacio en que camina nerviosa. La hormiga, el pájaro, el colibrí ven siempre el presente a salvo de dioses, de ángeles y melancolía.

 

Pero los seres humanos vemos como peces sonámbulos desde el lugar de adentro donde se fragua la muerte. Caminamos hacia ella sin que nadie se detenga, sin que nada nos lo impida. Irreversible en su mandato, todas las razones se encuentran de su lado y todos los miedos y todos los instintos y las rabias.

 

Las máscaras que hemos construido para vivir no sirven para morir. Debemos entrar con el rostro profundo de lo que somos, sin nombre ni bandera; ni padres ni madres; ni hijas ni amantes. Sin voz ni aullido.

 

La muerte es lo desconocido sin más, sin falsos atractivos. Todas las palabras del después, toda la imaginación y el deseo inagotable de la promesa, toda la fantasía de reinos con ríos luminosos; de infiernos de hierro y fuego; de jardines majestuosos y plácidos; de estrellas al alcance y de abismos de polvo, detienen la salida, oxidan la cordura.

 

La muerte, incendia los instintos. Los rebela en su límite de soplo, de viento que pasa, petrificada cabellera del espanto.

 

Nos habita el silencio y el vacío. Cesa el canto y el beso; cesa la danza y el llanto. Cesa mi semejante, mi tribu.


Publicado en Meridiano de Tepic, octubre 31 de 2022

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, lpacheco@uan.edu.mx