martes, 13 de diciembre de 2022

Guadalupe y sus vislumbres

Desde el cielo una hermosa mañana

Desde el cielo una hermosa mañana

La Guadalupana

La Guadalupana, bajó al Tepeyac

 

Canción popular

 

Es cierto que existe una Virgen de Guadalupe en el Santuario de Extremadura, España, pero la representación no tiene nada que ver con la Virgen de Guadalupe del Santuario de México. La Virgen de Guadalupe de España está representada en madera como madre con niño, en tanto que la Virgen de Guadalupe de México, es una imagen de una mujer sola.

 

Gisela Von Wobeser  del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, en el ensayo “Antecedentes iconográficos de la imagen de la Virgen de Guadalupe” (Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, v. XXXVII, num. 107, del 2015) afirma que la iconografía de la virgen mexicana proviene de los Países Bajos y Alemania, proveniente de un modelo denominado Mujer rodeada de sol, que se utilizó desde mediados del siglo XV en esos lugares. Al parecer provenía de la afirmación del Apocalipsis “una mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”. Se encuentran grabados de vírgenes con esas características antes de la imagen guadalupana mexicana, una de ellas, por cierto, firmada por Alberto Durero (1471-1528) y denominada la “Vida de la Virgen” donde aparece la virgen con los rayos a su alrededor y la luna a sus pies, impresa en 1511.

 

En la iconografía europea se tiene un grabado anónimo de Berlín sobre La Virgen de la gloria, fechado en 1421, que representa una virgen coronada con rayos alrededor de ella y un ángel al pie.

 

Existen múltiples opiniones sobre los elementos que contiene la Virgen de Guadalupe mexicana: uno de los más populares es que está representada sobre un nopal, por lo que tiene esa forma ovalada; también se afirma que muestra un embarazo avanzado, ya que se trata de una representación antes del parto. Ese rasgo más el verde del manto la vincula a la tierra.

 

En el campo de las interpretaciones nada es cierto para siempre, por lo que cada persona o grupo, puede elaborar su propia versión. Ello ocurre, además a través del tiempo, por lo que cada época vuelve a resignificar el pasado. Lo que resulta importante es fundamentar los argumentos para tener sustento de lo que se afirma en cada momento. Por ejemplo, rastrear los antecedentes de la imagen en las representaciones europeas permite cuestionar la originalidad, puesto que existían representaciones parecidas. Aunque, se puede afirmar que es original, ya que no se trata de una copia de otra virgen, sino de una imagen construida con préstamos de elementos que ya existían, combinados con otros que se añadieron en México: el color de la piel de la virgen y rasgos más cercanos a la fisonomía de los pueblos originarios.

 

También se han multiplicado las vistas de apariciones a partir de siluetas que se acercan a esa figura: se ha querido ver esa imagen como descomposición de la luz en cristales, manchas de gasolina, huellas en troncos de árboles, etc. De cualquier manera, la imagen de la Virgen de Guadalupe se ha convertido en un símbolo de la mexicanidad y de la madre sagrada. Su dibujo es reconocible en México y en otras partes del mundo.

 

La Virgen de Guadalupe, al ser portada por Miguel Hidalgo, en el estandarte que llamó a la libertad, se convirtió en emblema de la nación nueva, del nacionalismo, de la identidad naciente. Por ello, al ser una representación de los componentes del mestizaje, vincula el pasado indígena con el presente mestizo y, al mismo tiempo, evoca otras vírgenes de países remotos, a las madres de la tierra, a la fertilidad del mundo. Todo ello, encerrado en una imagen familiar, hoy  divulgada por marcas de papas y vuelta caricatura en este proceso de desacralizar para acercar la imagen a la multitud y convertirla en una cartita para traer en el cartera o calcomanía para pegar en el celular.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 14 de diciembre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

lunes, 5 de diciembre de 2022

Menos legisladores, lo que se ve de la reforma

El mexicano nace, crece y se desarrolla

en un ambiente de desconfianza hacia la política

 

Jorge Ibargüengoitia

 

La reforma electoral que actualmente se encuentra en discusión tiene en el centro una nueva estructura electoral para la elección de las Asambleas Legislativas: propone reducir el número de diputados federales de 500 a 300 y el número de senadores de 128 a 95, lo cual disminuye la burocracia legislativa: recuérdese que cada diputada o diputado tiene ayudantes, secretarias, asesores, viáticos, etc. Entonces, la reducción se antoja considerable.

 

La reforma a profundidad no se encuentra en la reducción del número de legisladores, sino en la forma en que serán electos. Si actualmente se decide por el criterio de mayoría/minoría, a partir de la reforma, tanto diputados como senadores, serán electos por partido político. Cada ciudadano ya no votará por un diputado o senador de mayoría (e indirectamente, por otro de minoría), sino que votará por listas de candidatos que cada partido propondrá para cada Entidad Federativa (y no como ahora se realiza, por Circunscripciones Electorales).

 

El sistema, sin duda, es novedoso. Recordemos que la fórmula para elegir diputados del sistema electoral mexicano fue modificada a partir de la Reforma Electoral de 1986, en la cual se establecieron las diputaciones plurinominales. En esa reforma, ganaba la representación del distrito, el diputado o diputada que obtenía la mayoría de votos, pero también se asignaban diputados a la minoría más grande. Este sistema pretendió reconocer las minorías partidarias en un momento cuando los partidos de oposición no tenían competitividad electoral. Ello aumentó los diputados en 200 y los senadores, en 62. Estos son los pluris, que se repartían las burocracias de cada partido político.

 

Con la reforma de 2022, cada partido político establecerá listas de candidatos. En los hechos, la ciudadanía no votará por diputados de mayoría, sino que todos serán diputados de partido político o, dicho de otra manera, todos serán diputados de lista, pues ninguno será votado por mayoría. Lo que ocasiona este sistema es fortalecer el sistema de partidos.

 

Es posible pensar que el sistema actual de mayoría/representación plurinominal haya llegado a su fin puesto que, si el objetivo era que los partidos minoritarios tuvieran participación en la asamblea legislativa en un contexto de nula y escasa competitividad, hoy lo que ha cambiado es, precisamente, la competitividad. Actualmente, los partidos políticos han mostrado tener robustez en diversas elecciones, lo que hace innecesaria la representación de partidos de oposición por la vía plurinominal. Lo innecesario de las representaciones plurinominales había sido fundamentado en diversos estudios académicos que fundamentalmente se preguntaban ¿a quién representan los diputados y senadores plurinominales?


Las representaciones plurinominales también tuvieron impacto en las regidurías a nivel municipal, por lo que, por ejemplo, en Nayarit, tenemos regidores electos por ese principio.

 

El efecto que puede ocasionar la reforma es borrar los mini partidos para dar lugar a un sistema electoral de partidos fuertes. También, como ocurre en otros países, puede impulsar u obligar a los partidos políticos a realizar alianzas no solo para llegar al poder, sino para gobernar.

 

De cualquier forma, son bienvenidas las ideas para repensar el sistema electoral mexicano. No es posible que se trate de un sistema que debe permanecer intacto para siempre, sino que estamos en un contexto donde estamos obligadas a repensar los mecanismos por donde transitará la voluntad ciudadana. El mecanismo que ya conocemos de mayoría/plurinominares se encuentra muy viciado por las prácticas partidarias de las cúpulas de los partidos políticos, las componendas para otorgarlas, etc. Me parece que es preciso dar paso a nuevas ideas con tal de que la voluntad ciudadana tenga mejores cauces de verse reflejada en representantes más eficientes que, al mismo tiempo, signifique menor carga para el erario.

 

Lo que se ve de la reforma de AMLO, es disminuye el número de legisladores; aquí diremos que lo que además se debe impulsar es la calidad de la actividad legislativa.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 6 de diciembre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

jueves, 1 de diciembre de 2022

Marchas

¡Viva la Independencia!

¡Viva la América!

¡Muera el mal gobierno! 

                                                                                                                                                Miguel Hidalgo 

He marchado del otro lado del poder, generalmente, para abrir el horizonte de gobernabilidad a quienes han sido excluidos de él.

Vi tomar las calles de Tepic, en 1975, cuando Alejandro Gascón Mercado reclamaba el respeto al voto popular en las elecciones donde había contendido bajo las siglas del Partido Popular Socialista (PPS) frente al Coronel Flores Curiel, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Ahí marchamos junto con campesinos que portaban banderas rojas-solferinas y pobladores urbanos.

 

En la Ciudad de México, estuve en algunas sesiones del movimiento de 1971, porque mi hermana estaba en la Facultad de Medicina y la acompañaba. Ahí experimenté ese sentido de comunidad estudiantil, de rebelión justa de quienes reclamaban.

 

En Guadalajara fui a marchas contra la guerra de Vietnam, en un ambiente de transgresión, de fiesta colectiva, al son de la canción de protesta con que cantábamos la indignación. Cantábamos junto con Joan Baez, Mercedes Sosa, Víctor Jara y Amparo Ochoa.

 

También marchamos los 26 de julio para conmemorar la revolución cubana junto con el Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM) que por entonces llenaba de rojo la Escuela Normal Superior de Nayarit durante los veranos. Ahí conocí a personas que habían sido desterradas por Gustavo Díaz Ordaz como Judith Reyes, cantante y compositora mexicana que recién regresaba del destierro. Eran los años setenta del siglo XX.

 

En Berlín, en la década de los ochenta, marchamos en contra de la utilización de la energía nuclear que había sido utilizada contra Japón, cuando este país, prácticamente se había rendido. Pedíamos la no utilización de la energía atómica con fines destructivos.

 

También marchamos contra las tiranías que dominaban en América Latina: la salida del dictador Somoza de Nicaragua; en protesta por los golpes de Estado de Chile, Brasil, Argentina. Llorábamos cuando llegaban los jóvenes nicaraguenses y chilenos mutilados por su participación en la resistencia.

 

En la Ciudad de México marchamos por el reconocimiento del profesorado  universitario como trabajadores dentro del apartado A del artículo 123 de la Constitución. Esa lucha se dio porque se pretendía no reconocerlos como trabajadores, sino considerarlos “profesionistas”, lo que implicaba, en la práctica, negarles el derecho a constituirse en sindicatos.

 

En Nayarit, las primeras marchas fueron por la desaparición de mujeres. Recuerdo el caso de Brenda, una joven de 17 años que en 2005, fue degollada y tirada en un cañaveral. Fue, quizá, la primera marcha que hicimos las mujeres vestidas de blanco; fuimos las madres quienes acompañamos a la familia de Brenda para pedir justicia. Recuerdo que el Procurador nos dijo que eran “problemas pasionales”, “seguramente el muchacho era su novio”. La culpa era siempre del lado de las mujeres.

 

No teníamos Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia: a nivel general se aprobó en 2007 y en Nayarit, a fines de 2008. Tuvimos que marchar para que ese marco normativo se pusiera en vigor en Nayarit. Tampoco teníamos conceptos para identificar la violencia como una consecuencia de la desigualdad estructural en que estamos las mujeres, pero sí la indignación.

 

También marchamos por el respeto al sufragio del voto en elecciones locales; por el subsidio a la Universidad; por los derechos de los pueblos indígenas; por las madres de hijas e hijas de desaparecidos y por el reclamo de justicia de las mujeres víctimas de feminicidios.

 

Nunca he marchado del lado del poder. Pienso que la toma de las calles es un ejercicio de ciudadanía que se ejerce cuando los caminos legales se cierran o para presionar para que se tomen las medidas que se deben tomar. El poder ya tiene el poder. Creo que hay algo inmoral en apoyar al poder desde estas acciones que han sido las estrategias de la sociedad alternativa. 


También, porque mi madre nunca nos llevó a peregrinaciones.

 

Publicado en Meridiano de Nayarit, Tepic, Nayarit, diciembre 1 de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

lunes, 21 de noviembre de 2022

Nos metimos a la revolución. Mujeres nayaritas y la revolución mexicana

Nacha Ceniceros domaba potros

y montaba a caballo mejor que muchos hombres…

Se fue a la revolución porque los esbirros

de don Porfirio le habían asesinado a su padre...

Ahora digo, y lo digo con la voz

del que ha podido destejer una mentira:

 “Viva Nacha Ceniceros, coronela de la revolución

 

Nellie Campobello. Cartucho

 

Yo ayudaba a tu abuelo a cargar los rifles cuando se le acababan los cartuchos. Una vez él tuvo que escapar por la azotea, pero yo seguí disparando para que creyeran que era él”. Nos contaba mi abuela cuando alguna tarde se acordaba.

 

En Nayarit se libraron diversas batallas, revoluciones locales con causas propias derivadas de la revuelta general, sin que formen parte de las narraciones de la historia nacional porque como sabemos, aquí no libró ninguna batalla heroica Pancho Villa, ni llegaron los ejércitos de Emiliano Zapata. Sin embargo, la revolución provocó diversas revueltas en las haciendas, en el cambio del poder que introdujo un tiempo nuevo para las mujeres y los hombres.

 

¿Participaron las mujeres nayaritas en la revolución mexicana? Desde luego, las revoluciones nunca se hacen sin las mujeres. Las mujeres participan porque son parte de la sociedad, participan desde su misma condición de mujeres sólo que en este caso, las actividades que se realizaban al interior del hogar, se tuvieron que realizar fuera del hogar. Lo privado se trasladó a lo público.

 

A ellas les tocaba preparar la comida para los soldados de cualquier bando de la revolución porque todas las facciones: zapatistas, villistas, carrancistas necesitaban mujeres que los mantuviera listos para la contienda. Por eso, llegaban a los pueblos a robarlas, a forzarlas a irse con ellos.  Las querían para que echaran tortillas y les sirvieran de mujeres. Pero los contextos donde se realizaban los roles tradicionales se modificaron y con ello, los propios roles.

 

La revolución, para las mujeres, significó el fin del enclaustramiento del hogar para ser lanzadas en tropel, en masa, a lo público, ya sea que se hubieran incorporado dentro de la soldadesca o no, porque aún permanecer en la casa, buscando la forma de esconderse de los revolucionarios, significó una nueva visibilización femenina.

 

Las mujeres significaban cuerpos disponibles y comida para los bandos contendientes; por todos podían ser violentadas y llevadas a la fuerza. En medio de esa violencia, tenían que inventar estrategias para asegurar la comida para la familia. En entrevistas realizadas a mujeres que habían vivido la época de la revolución mexicana, nos dejaron sus testimonios. Florentina Lomelí nos dijo: “Torteábamos la masa entre las rodillas para evitar que palmearlas nos delatara o en las piedras del arroyo molíamos los elotes para hacer unas gordas todas pallanadas”. María Montes explicó: “…torteábamos despacito, despachurrando la harina podridita, ya con gusanos, y dizque torteábamos apachurradito para no hacer ruido[1].

 

Los grupos armados robaban el fuego de las mujeres como una estrategia para desbaratar las posibilidades de resistencia de los grupos contendientes. En realidad, se trataba de la destrucción de una de las herramientas de trabajo de las mujeres, a través de la cual se organizaba la sobrevivencia familiar. Por ello, las mujeres recuerdan la destrucción de las propias condiciones para sobrevivir Braulia Cortéz recuerda: “…se fueron en la noche, se llevaron el tizón de mi lumbre porque si se me apagaba tenía que sacar lumbre tallando de un ilabón en una piedra que tenía que estar soplando hasta que hiciera ruido”. El fuego significaba la posibilidad de cocinar, de ahí que las mujeres del campo nunca apagaban el fuego ya que significaba la pérdida de un capital familiar.

 

El sobresalto que significaba un bando o el otro, era vivido por las mujeres de manera igual. Guadalupe Ramírez dijo:

 

Cuando la revolución, yo tenía seis años. Me acuerdo que me metían debajo de la cama porque caían las balas encima de las tejas que por poquito y me caía un pedazo en la cabeza. Me tenían arriba primero y ya vio mi mamá eso y me metió debajo de la cama, ahí dice; si no lo mata una bala la va ha matar una teja. Me metió debajo de la cama, duró 24 horas el tiroteo, ahí en lo que es La Loma, lo que es la arboleda esa que ahí está. Entonces era puro llano, llanos con zacatito bajito y a la pura mitad había un kiosco, alrededor del kiosco hicieron un cotín y luego arriba en el piso pusieron costales llenos de arena que cupiera un hombre para checar y por allí metían los cañones para estar contestando al fuego. Duró mucho ese tiroteo, pues empezó a las cuatro de la mañana, duro todo el día y toda la nochi hasta como a la misma hora que empezó ya fue calmando”.

 

Si los hombres significaron tropa de a pie, carne de cañón, para los distintos bandos, las mujeres se convirtieron en botín, en víctimas del desabasto.

 

Las mujeres hicieron posible la revolución porque sin ellas no hubiera sido posible el mantenimiento de los combatientes ni la conservación de las mínimas posibilidades para continuar la vida, pero, al terminar la revolución, las devolvieron al hogar sin derechos. Tuvieron que librar otras batallas para conseguirlos.

 

Publicado en Meridiano de Nayarit, Tepic, Nayarit, 21 de noviembre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx



[1] Parte de las entrevistas fueron tomadas del libro Cien Revoluciones (Lourdes Pacheco y Enedina Heredia, coordinadoras), editado por la Universidad Autónoma de Nayarit, 2005

domingo, 20 de noviembre de 2022

Dolor

Once mujeres asesinadas 

en México cada día  

 

 Que noviembre esconda la luna de octubre mientras las ballenas grises regresan a la revelación primordial del apareamiento.

 

Que una flor morada justifique mi rostro en tanto la paloma vuela lo universal del cielo.

 

Que el despertar de la música celebre el largo movimiento de los párpados siguiendo la historia de los girasoles de Van Gogh.

 

Que la luz descienda suave, apaciguada, sobre abejas de valles olvidados, donde todo volverá ser como antes de nosotras.

 

Las muchachas siguen en la noche larga.

 

Arriba, todos los soles del mundo; los dólares gastados antes de obtenerse; los vestidos estrenados al medio día; las promesas de amantes que se separan.

 

Las muchachas siguen en la noche obscura.

 

Ningún rezo las alcanza, ninguna ley humana ni divina, ninguna crucifixión. Solo el odio.

 

Las niñas pueden contar las melodías traídas por los arroyos, las semillas arrojadas a los surcos, las luciérnagas que tintinean; los saltos de la gata tras los relámpagos del mediodía.

 

Los jueces no abren la puerta a los golpes de la tierra, al cielo raso del otoño, a las madres que caminan. A los gritos.

 

Los jueces no cuentan las muertas.

 

Prefiero los indiferentes que no prometen nada.

 

Prefiero los cínicos que no hablan de leyes.

 

Prefiero los insolentes que no citan a dioses.

 

Las muchachas siguen en la noche muda.

 

Yo estaba cantando una canción que oí, una melodía que entibia el silencio antes de dormir.

 

Sobre el limonero volaba un colibrí. Jamás se demora sobre la flor que lo contempla en su viaje.

 

Yo estaba entonando la canción para mis hijas; inflada como globo surqué los aires y empecé a golpear todos los muros.

 

Ninguna ventana se abrió, ningún postigo. Ningún juez abandonó sus lingotes.

 

Me devolví sin ningún cielo, como si mi oficio fuese la piedra.

 

Las muchachas siguen en la noche inmóvil.

 

Nada sabemos de la sombra intacta del olvido.

 

En tanto, las muchachas siguen en la larga noche.


Publicado en Nayarit Opina Tepic, Nayarit, 23 de noviembre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

domingo, 13 de noviembre de 2022

Ney

Ha habido tiranos, asesinos

y por un tiempo pueden parecer invencibles,

 pero al final, siempre caen.

 

Gandhi

 

Ney González Sánchez fue gobernador de Nayarit de 2005 a 2011 en elecciones cuestionadas debido a que se registró el mayor índice de abstencionismo: 42% y se declaró nula una cantidad de votos muy cercana a la diferencia entre los dos candidatos principales: Ney González por el PRI y Miguel Ángel Navarro Quintero, por la Alianza por Nayarit (PRD-PT-PRS). En esta alianza no participó el PAN, quien con su candidato, Manuel Pérez Cárdenas, obtuvo 22,952 votos.

 

Ney González obtuvo 176,500; Miguel Ángel Navarro Quintero161,634. Los votos nulos fueron 12,246, en tanto que la abstención fue de 272,694.

 

El periodo gubernamental 2005-2011 inició el vaciamiento del Estado de Estado. Uno de los mecanismos para lograrlo fue el socavamiento de fondos. La administración de Antonio Echevarría Domínguez (1999-2005) había terminado su gestión dejando una deuda pública de 363 millones de pesos, en tanto que después del periodo de Ney González, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, reportó que para el 19 de septiembre de 2011, la deuda ascendía a 5 mil 534 millones de pesos; lo que significó un aumento del 1,424%. Debe recordarse que el Congreso local (de mayoría priísta), a pocos meses de terminar el mandato, le autorizó contratar un nuevo crédito hasta por mil 98 millones 78 mil pesos.

 

El endeudamiento de Nayarit junto con la desaparición de los fondos de pensiones durante esa gestión, se convirtió en el principal problema de la Entidad. El crédito pactado a 20 años implicó pagar más de 2 mil millones solo por concepto de intereses. En 2012, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) señaló a Nayarit como el Estado más endeudado, además de que los pasivos equivalían a 725.5% de los recursos que la Entidad generaba mediante la recaudación tributaria y cobro de derechos.

 

Lo paradójico fue que durante ese mandato no se registraron obras de especial importancia para la infraestructura urbana o carretera de la entidad. Quizá lo más recordado sea la colonia gobernadores, donde se glorifican los nombres de los gobernadores priístas; la estatua a Don Emilio González frente al teatro Alí Chumacero (¿no sería mejor una del poeta?) y el obelisco que construyó en la Plaza frente a gobierno para celebrar el Bicentenario. Obras con costos estratosféricos aunque estuvieran hechos de cartón-piedra y unicel.

 

Lo que sí recordamos de Ney es el desabasto de medicamentos en el sector salud, la falta de personal médico en los hospitales y clínicas, la falta de campañas epidemiológicas para prevenir enfermedades derivadas del dengue; la entrega de licitaciones a amigos y compadres fuera de Nayarit; la destrucción de los Estadios de Beisbol y Futbol para construir nada y la falta de entrega del impuesto del 10% a la Universidad Autónoma de Nayarit.

 

Ahí inició el saqueo y el debacle. La ciudadanía, con el síndrome de indefensión aprendida, dejamos pasar ese saqueo de las arcas públicas: pocas voces o ninguna se han atrevido a realizar análisis, a fundamentar los excesos del poder, mientras está en funciones el gobernante. La ficción de la división de poderes ha conducido a que el gobernador concentre el poder en sí mismo. Se trata de regímenes unipersonales basados en la alineación al partido y la fidelidad al gobernador, independientemente del Poder que se trate.

 

Por ejemplo, en una conversación con un presidente municipal de Tepic, narró el desabasto que había dejado el anterior: venta de camiones de la basura, venta de terrenos del ayuntamiento a particulares, etc. Le pregunté por qué no denunciaba esos hechos. Me contestó que eran del mismo partido, por lo que no podía hacerlo ya que se trataba de reglas no escritas.

 

La fidelidad partidista antes que el cumplimiento de leyes.

 

Al inicio del mandato de Ney, la Comunidad de Artistas e Intelectuales de Nayarit tuvimos una reunión para proponer líneas de política cultural. Al finalizar, Ney se levantó frente a nosotros y nos habló de seres superiores: “ustedes también los ven, ¿verdad?” nos dijo. No sé los demás, pero entré en un camino lejano y ciego donde el andamiaje ciudadano había desaparecido junto con el Estado de derecho y la justicia, para dejar el lugar a las alucinaciones de quien nos gobernaba.

 

¿Lo alcanzará la mano de la ley o los seres superiores lo protegerán?


Publicado en Meridiano de Nayarit, Tepic, Nayarit, 15 de noviembre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 


domingo, 6 de noviembre de 2022

Por arrojarse de un taxi

El precipicio no nos corta en dos.

El precipicio nos rodea.

 

Wislawa Szymborska

 

Una muchacha sale de su casa en la mañana. Se despide de sus familiares a quienes verá, de nuevo por la tarde-noche cuando la ciudad la regrese a ese pedazo de patria que se llama casa, que se llama hogar. Ve, de reojo, la fotografía colgada en la pared donde está ella misma en la graduación de la escuela primaria y, sin querer, recuerda el coro de cuarenta ángeles de la iglesia del pueblo.

 

Un taxista está en su ruta de la tarde. Arrastrado por el tráfico del día, llega a la boca del metro donde espera a las muchachas universitarias, a las oficinistas vencidas por la rutina, a las jóvenes que esperan la oportunidad del trabajo. Sabe que ellas llegarán aniquiladas por los días pesados, en busca del asiento que les completará el último tramo del traslado cotidiano.

 

Un trailero sube la carga a la plataforma. Los gruesos brazos sobre el volante dirigen el camino. Desde la altura, observa el pulular de la ciudad, el coche blanco que avanza, el semáforo en sus señales hacia la eternidad; los que compran el pan caminando en la proximidad del suelo. El ritmo de quienes pasan resuena dentro de la cabina en la cadencia de la estación de radio que parpadea en el tablero.

 

El sol del ocaso permanece cayendo sobre el cemento sucio, sobre los rojos de las blusas, los contenedores de basura; sobre los cables que dan falso testimonio de los cielos.

 

La muchacha abordar el taxi fuera del metro. Respira con la satisfacción de encontrar ese vehículo que la sacará del remolino de ese punto de la ciudad donde confluyen todas las periferias, las ilusiones y las esperas. Ve el nombre del taxista colgado en el identificador oficial sobre la ventana. No retiene rostro ni nombre porque un taxista es alguien que se desvanecerá en cuanto la deje en el lugar de destino. Recuesta su cabeza en el asiento para percibir la ruta.

 

En el centro del cuerpo, violentamente, aparece la pérdida y la salvación. Quiere que se detenga, le grita ¿por dónde va? Pero el taxista sigue en la orilla ajena. Desaparece el rostro de quien está identificado en la ficha, para convertirse en un perpetrador de crímenes, en un eslabón de la cadena de trata de personas, en un delincuente que acaba de atrapar una mujer-botín.

 

Todas las pesadillas, todas, están aquí. Todas las advertencias de las madres, resuenan dentro de ella. Todas las voces de las amigas amplían el instante ante el abismo. También, la indefensión social.

 

Si existe la solidaridad no está aquí. La muchacha pide ayuda por la ventana, saca las manos del vehículo, asoma medio cuerpo pidiendo auxilio. La ciudad se desvanece en sus prisas. Los transeúntes continúan en sus pasos hacia el Oxxo, hacia el programa de televisión, hacia el espejo de su propia pantalla.

 

El trailero se percata de la muchacha que pide auxilio desde la cabina de doble piso. Graba la escena de lo ocurre sin detenerse; graba en el río vehicular que circula hacia ninguna parte. Manejando, se convierte en testigo digital de la desesperación, de la indefensión de todas las mujeres que claman ayuda en la ciudad vuelta anzuelo.

 

La muchacha abre su conciencia de camino cerrado; de  trampa mortal del taxi. La sonrisa del otro está ahí, delante de ella. Se arroja desde el vehículo en movimiento.

 

Muere instantáneamente, muere lo necesario. El cuerpo y el grito interrumpido. El clamor de ayuda, el susurro, callándose rápido.

 

No quiso estar en el abismo de lo fortuito, en la grieta de la desolación, en el sufrimiento de las desaparecidas; en los infiernos.


El taxista huye. Ha perdido el botín precioso, la mujer-moneda; no tendrá la recompensa esperada. ¿cuántas antes de hoy? ¿cuántas secuestró con este formato? ¿en qué obscuridad están los cómplices? ¿cuántos taxistas más?

 

Si existe la seguridad de las mujeres, no está aquí.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 8 de noviembre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

viernes, 4 de noviembre de 2022

No son solo huesos

No están muertas, no están muertos,

por eso vestimos de blanco,

en la esperanza de encontrarlos.

No es posible que sus cuerpos sean encontrados

 en lotes baldíos, en basureros.

 

Madres buscadoras en Nayarit

Marcha del 12 de mayo de 2022

 

No son solo huesos los que buscan las madres que han perdido a sus hijas e hijos, ellas van en busca de justicia, de saldar el dolor, de ir más allá de ellas mismas venciendo el infortunio.

 

Las que les dieron la vida, ahora les buscan para darles sepultura; realizar sobre ellos los signos que les permitirán estar en un lugar cierto por la eternidad.

 

El enterramiento con sentido de trascendencia y respeto al cuerpo es parte de la tribu humana a la que pertenecemos. Las madres, ignorando la erudición antropológica, saben que el cuerpo salido de ellas mismas debe tener un sitio en la tierra para dejar la señal. El alma de las madres tiene momentos huidizos por eso violenta todas las puertas hasta tocar el delirio de encontrarlos.

 

Todo yacimiento homo sapiens es una tumba. Toda huella humana se puede reducir a la memoria que dedicamos a quienes han muerto. Los entierros nos hablan de la vida y del amor de las familias, de la necesidad del recuerdo ante la inmensidad del olvido. Son puertas hacia otros mundos, hacia otras dimensiones donde se piensa que se dirigirán.

 

La idea de la muerte genera angustia ante la seguridad de la vida finita. Siempre es alguien diferente a mí, quien muere. La conciencia se detiene, demasiado consternada para moverse, siente un espectral terror aunque no se detenga para mirarla. Aprisionamos la vida y el mundo en que vivimos aunque sepamos que el coágulo avanza lento hacia el corazón o los tumores puedan volver a surgir en alguna parte de nuestro cuerpo.

 

Una sociedad completa se retrata ante la muerte propia y ajena. Levantamos altares a nuestras muertas alojadas en panteones familiares; a personas destacadas, a poetas y héroes. Indiferentes a la incertidumbre de las madres buscadoras celebramos con las costumbres de nuestra época, comemos los panes festivos, cantamos las tonadas precisas.

 

Los pasos de las madres prefiguran el regreso. Caminan fuera de sus casas para traerlos de vuelta porque no solo perdieron a sus hijas, sino que tampoco tienen la certidumbre de su muerte: no tienen el cuerpo Por eso, llevan en su corazón el dulce peso que las hace sobrevivir a las arrugas, a las veleidades, a las confrontaciones.

 

Las madres buscadoras son hoy el rostro de la sociedad que busca justicia, que busca a sus muertos. Ni las amenazas ni las inclemencias del clima ni la falta de recursos detiene el rastreo de tumbas, la formulación de preguntas, las caminatas por pantanos y playas, por montes y abismos. Ellas vencen las resistencias autoritarias, la indiferencia social para traer los huesos que no solo son huesos, sino la resurrección de las hijas e hijos.

 

Permanece en ellas la fe que sobrepasa la esperanza porque ellas han sido endurecidas por el infortunio e iluminadas por la aurora.   

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 31 de octubre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

martes, 1 de noviembre de 2022

Revoloteamos sin designio hacia la muerte

¿Quién nos conformó así

que hagamos lo que hagamos,

tenemos siempre la actitud de quien se va?

Como el que sobre la última colina,

desde donde se divisa todo el valle,

una vez más, se vuelve, se detiene y rezaga,

Así vivimos-

despidiéndonos siempre

 

Rainer María Rilke. Octava Elegía

 

Hay algo que no se sabe y es el momento de la muerte. Todo el afán del conocimiento humano, de las especulaciones filosóficas, de la melodía poética, de la fe religiosa tienen como finalidad desentrañar la muerte.

 

Vamos hacia ella con los ojos abiertos, enceguecidos por el aquí y el ahora, por las luces de neón del presente que pasa. Entretenidas en el encaje del vestido, los caballos de raza, las galaxias remotas, las monedas de cuño y la casa.

 

Una minúscula criatura, la hormiga roja, tiene ante sí el paisaje sin muerte. Tal vez tampoco vea el paisaje, sólo el pequeño espacio en que camina nerviosa. La hormiga, el pájaro, el colibrí ven siempre el presente a salvo de dioses, de ángeles y melancolía.

 

Pero los seres humanos vemos como peces sonámbulos desde el lugar de adentro donde se fragua la muerte. Caminamos hacia ella sin que nadie se detenga, sin que nada nos lo impida. Irreversible en su mandato, todas las razones se encuentran de su lado y todos los miedos y todos los instintos y las rabias.

 

Las máscaras que hemos construido para vivir no sirven para morir. Debemos entrar con el rostro profundo de lo que somos, sin nombre ni bandera; ni padres ni madres; ni hijas ni amantes. Sin voz ni aullido.

 

La muerte es lo desconocido sin más, sin falsos atractivos. Todas las palabras del después, toda la imaginación y el deseo inagotable de la promesa, toda la fantasía de reinos con ríos luminosos; de infiernos de hierro y fuego; de jardines majestuosos y plácidos; de estrellas al alcance y de abismos de polvo, detienen la salida, oxidan la cordura.

 

La muerte, incendia los instintos. Los rebela en su límite de soplo, de viento que pasa, petrificada cabellera del espanto.

 

Nos habita el silencio y el vacío. Cesa el canto y el beso; cesa la danza y el llanto. Cesa mi semejante, mi tribu.


Publicado en Meridiano de Tepic, octubre 31 de 2022

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, lpacheco@uan.edu.mx

 

lunes, 24 de octubre de 2022

Paisaje con huracanes

El agua y la tempestad comenzó a crecer tanto 

que no menos tormenta había en el pueblo que en la mar,

porque todas las casas y iglesias se cayeron,

y era necesario que anduviésemos siete u ocho hombres abrazados

unos con otros para podernos amparar que el viento no nos llevase.

 

Alvar Núñez de Cabeza de Vaca. Naufragios. 1555.

 

Muchos años vivimos en un paisaje sin huracanes. No teníamos ninguna razón para estar despiertas cuando escuchábamos el ruido de la lluvia caer en las azoteas de las casas. Estábamos seguras de que, al otro día, la mañana llegaría con los sonidos de la ciudad: ¡calabaza enmielada! ¡agua de Acayapan!

 

Dejaríamos el sueño para adentrarnos en una paz amplísima donde el paisaje era trastocado por los suspiros de llegar a la adolescencia. El volcán del San Juan seguía ahí, en su afán de muralla frente al mar, albergando los colores del atardecer. Entretanto, las estrellas miraban la elección de nuestros vestidos, la frugalidad de los diálogos.

 

Ahora el sueño se detiene a media noche sobre el vendaval que alimenta la tormenta, la locura de las aguas, la furia del viento. El agua alcanza los pies y puede ser, que llegue hasta el pecho. Despertamos al paisaje donde el agua desbordada es el sello de la noche. Relampaguea la certeza del trueno mientras la fina lluvia se empecina en vibrar sobre las casas, ensanchar los ríos, ahogar los caracoles.

 

De nada sirve estar si no descubres tu sentir.

 

Otros años, fuimos a expiar la juventud en localidades lodozas para espantar las epidemias, acarrear muebles, ahuyentar dolores. Otros años estuve en las carreteras truncadas donde mujeres de ropa colorida pasaban de una barca a otra abrazando a sus hijas y ellas, a su perro; los hombres cruzaban las aguas en su heroicidad de tierra firme.

 

Vimos embarcaciones llevadas hasta el cine municipal, vacas arrastradas río abajo, peces aventados al centro de la plazuela. La danza del aire y del agua vislumbrada a la luz de los relámpagos muestra el terrestre poder, el celeste poder de lo indomable. Quedan las casas enlodadas, la estufa en la esquina de la calle, la cama en el fondo del arroyo. Ahí clamamos sobre el frío que multiplica el desamparo.

 

Ante mujeres errantes o marineros perdidos, las aguas borran la frontera de lo conocido; nos colocan en otro lugar desde donde sentimos la fragilidad, lo inesperado del cielo, el pájaro que huye. Clamamos como todas las multitudes de las costas huracanadas desde los tiempos del judío errante hasta los de la energía atómica.  

 

Hoy caminamos en el sendero de ciclones anunciados, de octubres líquidos, de sueños improbables. Permanece la ciencia de la naturaleza amenazante, cruel, vengativa de las acciones humanas.  Consultamos los cielos del internet para dominar el miedo en aras de no hacer alusión a deidades primitivas, a castigos demoníacos.

 

Sin embargo, ante el bramido del océano inmenso, del agitar de los vientos, del desprendimiento de palmeras; de los monstruos de agua y aire nacidos en el mar, prevalece la soledad de la conciencia que siente. Entonces, abstraída, muda, surge la veleidad de diosas antiguas en perdidas creencias; diosas de conjuros secretos, a las cuales nos entregamos.

 

En la perplejidad, el paisaje huele a inundación, a zozobra humana.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 24 de octubre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

No robaré

El Ángel:

-Si puedes destruir en Fausto lo divino:

 tuya será la Tierra.

Mefisto:

-¡Ningún hombre se resiste al mal!

Acepto la apuesta.

 

Goethe. Fausto


La insólita voluntad de ser honesto le valió a AMLO para llegar a la Presidencia de la República, y la tenacidad. La honestidad se convirtió en una moneda de difícil circulación en México donde los integrantes del poder político afamaron el éxito vinculado a la rapacidad con que convertían los bienes públicos en patrimonio privado.

 

Esa larga práctica de la rapacidad pública alcanzó a una gran cantidad de instituciones donde se maneja dinero del erario nacional: lo mismo hospitales que universidades; partidos políticos que programas sociales: todo dinero público era posible extraer, convertirlo en riqueza personal o canalizarlo para campañas políticas que permitieran el triunfo de bandoleros.

 

La rapacidad alcanzó a todos los agentes de la arena pública, quienes se mimetizaron en ella.

 

El patrimonio público fue empobrecido. Las calles de la ciudad donde vivo son una muestra del robo sistemático de los recursos destinados a la urbanización. ¿Cómo llegamos a tener una ciudad sucia, deteriorada, mal oliente, insegura, obscura, fea, con monumentos de unicel, peligrosa para las mujeres y la niñez? Deberíamos echar un vistazo a las fortunas personales de presidentes municipales, gobernadores y su funcionariado de los últimos treinta años para encontrar la respuesta.

 

¿Por qué subraya AMLO la honestidad como atributo de sí mismo? Porque requiere construir un imaginario basado en la confianza ya que la honestidad no se refiere solo a que no tomará dinero de las arcas de la república, sino a que el robo no será la marca del gobierno.

 

La confianza es un sentimiento que se ubica en otro lado diferente a la razón. Consiste en la franqueza, la capacidad de decir la verdad (con todo y lo que ello implica); no depende de consensos, sino que depende de la percepción que se genera ante la coherencia y la sinceridad. La integridad es la consecuencia de ambas. Nos da la impresión de apertura, respeto por sí mismo y los demás; bondad, disposición a vivir en la frugalidad, despojarse de falsedades, engaños, egoísmo.

 

Abrir el tiempo de la república franciscana.

 

No robaré es más bien, la adopción de un mandamiento por medio del cual, AMLO ha querido sintetizar ser decente, justo, reservado, prudente, razonable, claro, acertado, benévolo, cumplidor de palabra. Los signos exteriores han sido: manejar un coche barato, vivir en un departamento de clase media, llevar la cotidianidad sin ostentaciones, vivir sin escándalos, no entrar a la farándula.

 

No robaré se asume como lema de gobierno, como política correcta, desarrollo moral, vida buena, sello personal.

 

¿Cómo desandar los caminos de las microrapacidades que permanecen?

 

No Robaré sirvió para llegar a la presidencia del país. No sé si le ha valido para gobernar porque ¿cómo se convierte No Robaré en justicia, en empleos, en seguridad?

 

Publicado en Meridiano de Nayarit, Tepic, Nayarit, 24 de octubre de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx