domingo, 30 de enero de 2022

La disputa por la Universidad


En una casa de estudios,

todos tenemos la responsabilidad 

de que nuestra casa sea casa.

 

Pablo González Casanova

 

Paulatinamente, quienes trabajamos en las universidades vivimos diversos cambios en las labores que realizamos. Quienes nos incorporamos en el último tercio del siglo XX a las actividades académicas, lo hicimos a una Universidad cuyo sentido se ubicaba en el compromiso con la realidad que la circundaba a fin de propiciar la transformación social al lado de campesinos, obreros, pobladores urbanos de las periferias, todavía con el impulso del movimiento estudiantil del sesenta y ocho. Queríamos desarrollar pensadores críticos, comprometidos con su realidad y con un sentido de la ética como norma para el desarrollo profesional. 

 

Poco a poco, las comunidades académicas fuimos empujadas a otro modelo educativo donde la educación fue conceptualizada como inversión, el estudiantado se convirtió en capital humano y el profesorado, en modeladores de trabajadores para el capitalismo que requería egresados eficientes, capaces de lograr rendimientos óptimos con una visión de ganancia. Adiós a las ideas de comunidad y de conciencia social. 

 

Los programas a los estímulos económicos basados en la productividad, se tradujeron en un desgaste personal, en una explotación de las condiciones labores y en la fractura de toda idea de trabajo colectivo al interior de las universidades. Los académicos y académicas teníamos que tener un bajo perfil -o nulo- de responsabilidad ante los problemas comunitarios para emprender un engrosamiento individual del currículum vite, en condiciones de competencia esquizofrénica, utilización de la ciencia dentro del mercadeo de las revistas académicas a fin de cumplir estándares de calidad, evaluada por dictaminares de papeles. 

 

Actualmente, estamos en la posibilidad de resignificar la relación de la Universidad con el Estado y con la sociedad. En ese horizonte de sentido tiene lugar la defensa de la Universidad pública como defensa de valores y responsabilidades asumidas por las generaciones de adultos sobre el futuro de las juventudes. Es claro que esa posibilidad no puede ser realizada solamente por las comunidades académicas que se piensen críticas, debido a que es imposible crear islas dentro de ambientes que arrastran a las Universidades a convertirse en espejos del modelo neoliberal. 

 

¿Cómo reposicionar la nueva responsabilidad social de la universidad en las condiciones actuales de globalización, pobreza generalizada, criminalización galopante, violaciones a los derechos humanos, guerra de baja intensidad contra las mujeres, pérdida de institucionalización, entre otros? A ello debe agregarse el apuro financiero de buena parte de las universidades derivado de la petición de cuentas de la federación ante Universidades con poca o nula transparencia. Es cierto que ello es necesario, pero las corrupciones de las universidades no son un invento de los universitarios, sino que son parte del mecanismo del modelo político que requería la corporatización de los sectores universitarios para garantizar la continuidad en el poder. 

 

Es necesario crear reflexiones sólidas que discutan las visiones sociales, económicas y políticas que se quieren imponer. Estamos en el momento de crear confrontaciones simbólicas entre dos modelos de universidad. Por una parte, el modelo neoliberal con su carga de pragmatismo y por la otra, el modelo social como una alternativa para recrear la Universidad del compromiso social y ambiental. Es el tiempo de repensar todo el modelo de la educación superior para proponer una "Universidad de todos los saberes" capaz de crear profesionales para la vida, antes que para el mercado. 

 

No se trata de revivir los ideales del sesenta y ocho. De lo que se trata es de precisar cuáles son los compromisos contemporáneos de la Universidad pública. Entonces esas aparentes islas de la reflexión preocupada encontrarán un cauce para vincularse con otros grupos sociales a fin de construir alternativas de sociedad, que permita coincidir en un esfuerzo colectivo de cambio. Tejer discursos críticos, tener congruencia académica para la transformación social, construir Universidades pertinentes con el entorno, propiciar una ciencia comprometida con la resolución de los problemas del presente, es parte de las disputas de la sociedad actual. Integrar no solo a expertos sino a sabios.

 

Esta es también la disputa de la Universidad Autónoma de Nayarit, que se encuentra en la sexta década desde su creación. Disputa que se presenta con los ropajes de los grupos internos quienes intentan mantener privilegios de pocos o de quienes pretendemos un modelo vinculado a la función social de la universidad.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 1 de febrero de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

lunes, 24 de enero de 2022

Las consagradas ante el covid


Nada te turbe

Nada te espante

Todo se pasa,

Dios no se muda

 

La paciencia 

todo lo alcanza.

 

Eleva el pensamiento,

al cielo sube,

por nada te acongojes,

Nada de turbe.

 

Santa Teresa de Ávila

 

Creemos en el poder de la oración”, dijo Mariza, cuando le pregunté si se habían vacunado. “No nos ponemos la vacuna porque sabemos que Dios es quien decide quién enferma y quien muere. Tampoco te puedo decir que la vacuna no sirve o es mala. Yo no soy científica. Solo que, en mi comunidad, dejamos nuestra vida en manos de Dios”. 

 

Mariza, junto con otras jóvenes, son mujeres consagradas al culto católico a través de Santa Clara y San Francisco. Visten el hábito franciscano con sandalias que apenas las protegen de las piedras donde caminábamos. Seguimos hablando de las mujeres que las inspiran: “primero queremos ser como Santa Clara, pero yo también quiero ser como Santa Teresa de Ávila que era muy decidida”. Recordé, entonces la vida de Santa Teresa de Ávila, mística que durante el siglo XVI fundó conventos femeninos, lo cual ocasionó una revolución en esa época. También propició reformas en los seminarios masculinos.

 

Llegó Carmen quien se unió a la conversación: “todas las tardes nos consagramos a la oración, sabemos que es la unión más fuerte que tenemos con Dios, además Jesús nos dejó como indicación la de orar”. 

 

Tampoco usan cubrebocas ni se aplican gel en las manos. A mí me da la impresión de que van vulnerables por el mundo ante una infección que se propaga con rapidez. Es cierto, viven en lugares con contactos reducidos, pero aún así, tienen relaciones con el mundo exterior, ya que no se trata de monjas de clausura, por el contrario, ellas realizan servicio de asistencia en diversos sectores de la población.

 

Las dos jóvenes, con sus caras sonrientes, confiadas en sus convicciones, las vemos en las mañanas cuando se dirigen a sus encomiendas. Por las tardes, regresan a sus lugares donde tienen rutinas de meditación a través de la oración. 

 

Cae la noche. Se oyen los cantos desde sus habitaciones. Suenan a arropamiento, a comunidades tibias, a sol que permanece en el tinte de la tarde. A veces, en ocasión de celebraciones religiosas, salen y ejecutan danzas sobre las piedras. 

 

Al despedirnos, vi su seguridad dentro de ellas. Van confiadas por la vida como si el hábito fuese un escudo protector. Las consagradas no son antivacunas, no realizan proselitismo para que dejen de aplicarse las vacunas, solamente han tomado la decisión de no aplicárselas. Tampoco es la postura oficial de la iglesia católica, ya que el Papa fue de las primeras personas que se vacunó. 

 

Las consagradas rezan por toda la humanidad. La certeza con que guían sus pasos me hace pensar en ese componente de convicción que hemos trasladado a la ciencia. Solo que, en este último caso, dejamos un resquicio por donde se cuela la duda: las vacunas tienen un cierto porcentaje de efectividad; producen resultados diversos en cuerpos diferentes; su mal manejo puede conducir a errores, etc. Las consagradas, en cambio, viven con la certidumbre de su fe, con la creencia de que la oración es suficiente para no enfermar. 

 

Es cierto que la neurociencia ha documentado el hecho de que la oración y la meditación llevan al cerebro a generar una sustancia que alivia la ansiedad. También es cierto que hoy se ha propagado que los pensamientos, en sí mismos, modulan el cerebro. Sí, eso lo podemos entender, pero de la evidencia de que orar puede calmar la ansiedad a que te protejan de las enfermedades como el covid, existe un abismo.  

 

Hay algo en esa actitud que nos produce expectación: pienso que las consagradas caminan sobre cristales ardientes; que tarde o temprano lamentaremos el abandono de esta juventud a pensamientos circulares. Tal vez la generación nacida en el siglo XIX vivió con esas certezas, tal vez, nuestras abuelas, por ejemplo. 

 

También me pregunto ¿qué hemos, hecho de la educación, para propiciar pensamientos acientíficos en las jóvenes tan jóvenes?

 

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 24 de enero de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

lunes, 17 de enero de 2022

Las izquierdas del siglo XXI


 La voz, orillada

como una lanza lejos de la contienda,

 tañido apenas sobre el fluir del tiempo, 

dialoga con la muerte.

 En cada advenimiento de dolor

 se funda.

 

Elva Macías

 

Las creencias, narrativas y principios en que se basó la sociedad mundial desde comienzos del siglo XVIII fueron ahuecadas por las nuevas realidades económicas, tecnológicas y políticas de fines del siglo XX. De esta manera, los ideales de las izquierdas conformadas como oposición al capitalismo explotador en la esfera económica y al conservadurismo de privilegios en la política, vieron cambiar los viejos mapas de la política sin tener claro a dónde navegar. 

 

No solo las izquierdas como organizaciones, sino que las personas, tanto individual como colectivamente, tuvieron que desplazar sus anhelos hacia ninguna parte.

 

¿Por qué hacia ninguna parte? Porque las narrativas basadas en un mundo futuro, denominado socialista, quedaron atrás. De ahí entonces, que las izquierdas, sin el meta relato del socialismo quedaron despojadas de horizonte hacia el cual caminar, por lo que las izquierdas ya no tienen como meta derrotar al capitalismo, pero sí  la corrección de las desviaciones del capitalismo:  lograr su “humanización”. 

 

 Ello, porque el capitalismo ha dado muestra de una gran capacidad de reorganización ante las crisis que ha tenido. La reorganización hegemónica del capitalismo mundial ocurrida a fines del siglo XX y principios del XXI abarca todas las dimensiones de la vida humana: desde la reagrupación territorial por regiones; la articulación de diversos agentes a nivel local, nacional y supranacional, hasta la construcción de subjetividades mundiales acordes a los intereses de su funcionamiento.  En ese desfile, los Estados perdieron su centralidad ante los procesos económicos, pero no los perdieron en cuanto al control político. Por ello, sigue siendo tan eficaz el control gubernamental sobre los movimientos sociales y políticos.

 

¿Dónde quedó la izquierda? En el escenario anterior, “tomar el poder” significaba la clave para la transformación, -meta y táctica- porque el Estado se consideraba el aparato reproductor de las relaciones de dominación. Sin embargo, en la actualidad, con la retirada del Estado de las decisiones clave de la economía y de la reproducción, ¿cuál es la agenda de la izquierda? 

 

En América Latina se está desplazando a los gobiernos de derecha por gobiernos de izquierda ¿Qué significa eso, hoy? Significa que a partir de procesos democráticos está ocurriendo una transformación ya que se están eligiendo representantes capaces de romper el ciclo de obediencia de los cánones de la economía neoliberal: Gabriel Boric, en Chile; Xiomara Castro, en Honduras; Alberto Fernández en Argentina y Pedro Castillo en Perú. Se trata de un giro a la izquierda, pero no tan a la izquierda como lo pretendió el chavismo en Venezuela. 

 

Es cierto, los gobiernos de izquierda hacen reaparecer el gasto social destinado a mitigar la desigualdad y la pobreza en un esquema de “salvar a los pobres”, como en México; sin pensar en nacionalizaciones heroicas porque la lectura del contexto contemporáneo no da para ello.

 

En síntesis: la agenda de la izquierda se integra con la recuperación del rol del Estado en el gasto social, disminuir la desigualdad social (aún a costa del crecimiento económico) y aumentar el espectro de derechos humanos y libertades públicas para amplios grupos. Todo ello anclado en un nuevo esquema económico, donde la economía legal se articula con la ilegal y, por lo tanto, la política también tiene su inframundo.

 

Seríamos miopes si pensamos que ahí termina la izquierda porque tenemos que mirar otro tipo de acciones políticas que no se ven en la superficie, pero hacen temblar en su centro la tierra: las resistencias indígenas a lo largo del territorio nacional; las acciones reivindicadoras de las feministas; las policías comunitarias en territorio rurales; las agrupaciones de migrantes; las organizaciones de madres que buscan a sus hijos desaparecidos. Quizá acciones hacia lo próximo, hacia lo inmediato, hacia lo que nos duele. En esta posibilidad de pasar de la resistencia a la acción solidaria y común

 

Ahí está el germen de la nueva izquierda en un dulce escepticismo del corazón que no sabe que sabe.   

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 18 de enero de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

miércoles, 12 de enero de 2022

¿Me regalas una cobija?

Esta también es mi nación

 yo soy la nación, 

yo hago de mi nación un lugar 

donde mis hijos puedan vivir

 

Comandanta Ramona del EZLN

 

Dos mujeres wixaritari llegan a la puerta de mi casa a vender pulseras de chaquira. Las caritas de cuatro niñas asoman mientras que las madres, cada una, trae una criatura en brazos. La niña más grande me dice ¿Me regalas una cobija?Abraza a una hermana pequeña para darle calor.

 

Pienso, entonces, en la Comandanta Ramona del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en su proclama de organización de las mujeres: Quiero que todas las mujeres despierten y siembren en su corazón la necesidad de organizarse porque con los brazos cruzados no se puede construir el México libre y justo que todos deseamos”. Ella desde su experiencia de mujer pobre, analfabeta, sin educación, sin alimentos, transitó hasta convertirse en una insurgenta que gritó al México mestizo el abandono en que se tenía a las comunidades indígenas y en particular, a las mujeres indígenas.

 

A partir de la experiencia de ser mujer pobre explicó su decisión de irse a la montaña: Nosotras de por sí, ya estábamos muertas, no contábamos para nada…pedimos democracia, justicia y dignidad… Tenemos hambre, nuestra comida está hecha a base de tortillas y sal, comemos frijoles cuando hay, casi no conocemos la leche ni la carne. Nos faltan muchos servicios que tienen otros mexicanos

 

Ellas, como las mujeres wixaritari, cargan a sus niños y en ese cargar al hijo construyen su estar en la comunidad. La maternidad les es impuesta a muy temprana edad; por ello a los veinticinco años ya tienen cuatro hijos o cinco. Ninguna propuesta de avance de las mujeres indígenas se puede concretar si ellas están encerradas en el destino impuesto por el machismo, bajo su disfraz de naturaleza biológica. No es la naturaleza quien les impone la maternidad, son las reglas sociales que las reducen a esa función.

 

La experiencia de las mujeres indígenas de la maternidad se realiza como un acto colectivo porque en las comunidades, la maternidad no es algo que le ocurra a una mujer de manera individual, sino que la maternidad es un espacio de la colectividad desde la cual ellas entienden su lugar en la comunidad. Por ello, las mujeres del EZLN pudieron reflexionar desde el dolor de ser madres para proclamar otra forma de ser mujeres indígenas que no sea desde la pobreza y la desposesión. 

 

Al decir el dolor de su maternidad, gritan el dolor de México, porque ahí está encerrado el grito fundamental que surge desde las entrañas.

 

La comandanta Esther decía Nos fuimos a la montaña para dejar de ser piedras y plantas olvidadas. Tuvieron que irse a la montaña, hacer una guerrilla, tapar su rostro, para vestirse con los derechos básicos (a hablar español, leer, alimentarse, vivir; derecho a que no las vendan, no las golpeen) que si bien, son derechos viejos para la sociedad mestiza, son nuevos para las mujeres indígenas.

 

Hablaron al mundo desde el rostro oculto por el pasamontañas y en ese ocultamiento abrieron otro horizonte de visibilidad para las mujeres indígenas, pobres e ignoradas. Hoy su herencia, entre ellas Ley Revolucionaria de las Mujeresabre el camino para las jóvenes indígenas contemporáneas en una nueva manera de pensar, sentir y estar en el mundo.

 

La comandanta Ramona, junto con otras insurgentas, organizaron a las mujeres indígenas del sur del país para iniciar una nueva etapa de exigencia de derechos básicos para ellas y para sus hijos e hijas. Hoy, se celebran talleres para mujeres donde no solo se las capacita para elaborar proyectos productivos, sino que se las introduce en la capacitación para la vida política, para asumir cargos y decidir en las comunidades.  

 

¡Nos hacen falta las Comandantas Ramonas de la Sierra del Alica!, ¡Nos hacen falta las Comandantas Esther de las wikaritari y de las nayerij! Que sus pasos, sus palabras, sus ejemplos, sean capaces de organizar a las mujeres de nuestro sur que se empecina en quedarse en el norte y en el occidente.

 

Vi alejarse a las niñas wixaritari con sus cobijas y suéters que les dimos. Agregamos dulces, también. Quisiera haberles dado esa chispa de las mujeres zapatistas organizadas para que, al vislumbrar otro horizonte, caminaran hacia él. Comprendí la conciencia de clase media con que actúo y sí, sentí vergüenza.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 12 de enero de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

miércoles, 5 de enero de 2022

La puerta apenas entreabierta del 2022

Lo importante es no dejar de cuestionarte. 

Albert Einstein

 

La abuela decía que los primeros doce días de enero marcaban el estado del clima de todo el año, de tal manera que observando lo que ocurría en esos primeros días, podíamos tener una idea de lo que ocurriría posteriormente. Era una cuenta donde cada día reflejaba un mes en el saber popular de la mirada anticipatoria. Después se nos olvidaban las predicciones; sin embargo, era divertido pensar que llovería en mayo porque el cinco de enero, había lloviznado un poco.

 

Lo que predicen los primeros días de enero son el panorama que nos espera en lo próximo. La estampida del covid omicrón no ha generado las reacciones de política que se esperaba; por el contrario, los gobiernos se muestran cautos con esta nueva ola de la pandemia: reacios a volver a establecer las medidas de contingencia para acotar la diseminación del virus por el impacto en la economía. Al minimizarlo por su poca letalidad, se deja en manos de cada persona, de cada familia, la resolución de las consecuencias. El espacio público se angosta y ahora es en la vida privada donde se tiene que resolver un asunto de salud pública. En esta dinámica, las familias invierten los ahorros, se endeudan, con tal de obtener salud. 

 

“Fuimos a la cena de navidad y ahí nos infectamos”; “después de la boda, surgieron los contagios”; “en la posada del trabajo no hubo filtros, lo que ocasionó contaminaciones”. Las anteriores son expresiones comunes derivadas de la realización de actividades colectivas a partir de la seguridad de las vacunas. Como ya se ha visto, las vacunas protegen de los síntomas graves, pero no evita el contagio. 

 

En estos primeros días asistimos al aumento de los precios y la consecuente elevación de la tasa de inflación. Aunque se supone que será una tasa anual superior al 4% durante todo el 2022, -lo que implica una tasa moderada-, el impacto en productos como las tortillas, la gasolina y la leche es directo a los bolsillos de todas las personas. Representa una disminución del poder real de adquisición y, por esa vía, puede pensarse que se trata de una forma de impuesto a la pobreza. Por cierto, los migrantes con sus remesas, palian el asunto de la pobreza en México: pobres ayudando a pobres en la única solidaridad posible.

 

Las migraciones masivas también se cuentan entre los escenarios de los primeros tres días del mes de enero. En la ciudad donde vivo hay refugios para haitianos en su paso a los Estados Unidos y se ha vuelto común encontrar migrantes de El Salvador y Honduras en los cruceros de las principales avenidas solicitando apoyo para continuar el viaje. Los vemos de ida o de regreso en ese permanente pendular de los expulsados de la tierra, entre el espejismo de la riqueza de EU y los rincones empobrecidos de América Central donde vuelven a sus paisajes, sus afectos y tiranías de gobiernos.

 

Aunque ya venía desde el 2021, por la puerta apenas entreabierta del 2022 también se asoma México como un país de muertos y desaparecidos; de muertas y desaparecidas. Entre las víctimas del covid, la industria criminal y los feminicidios, los muertos son de todos los días, de todas las horas. Siete desaparecidos al día en 2021; diez mujeres matadas diariamente, de acuerdo a las cifras oficiales, otorgan el panorama de lo que vendrá.

 

¿Sólo ocurren cosas negativas? El desencuentro del Presidente con periodistas y científicos; el enfrentamiento con quienes no estén de acuerdo con sus ideas, ha convertido la vida democrática en un anecdotario de escándalos. Ello, aunado a las críticas a la conducción de las políticas de salud y educación, asilo y migrantes; las lesiones a instituciones de prestigio como el CIDE o el INE, el gasolinazo que no iba a ocurrir, dan cuenta del clima político en que nos encontramos. ¿Es este el cambio de régimen que deseamos?

 

En estos cinco días también están las resistencias feministas, las redes de apoyo de desaparecidos, la lucidez de periodistas y analistas, en cuyas reflexiones nos repensamos. Están también las resistencias de quienes son agraviados. Todavía no asoma una sociedad igualitaria, pero sí atisbos de una sociedad solidaria y empática entre sí, lo que puede transformarse en otra forma de entender la endeble vida de cada quien, la necesariedad de lo colectivo para sobrevivir como pueblo, como nación, como grupo identitario, como especie. 

 

Sobrevivimos en comunidad, en su compañía es más fácil encontrar la solución a los días tórridos. Esto también anuncia la puerta entreabiabierta del 2022.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 5 de enero de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx