viernes, 14 de julio de 2017

Están matando a las más grandes, seguiremos nosotras

Nos queremos vivas

Íbamos en la marcha del 6 de julio cuando unas adolescentes de secundaria nos vieron pasar. Una le dijo a la otra “¿de qué se trata?” La compañera contestó: “De que están matando a las más grandes, ven porque seguiremos nosotras”.

La estatua de la Hermana Agua, donde nos habíamos congregado, quedó atrás. La estatua de una mujer desnuda, supersexualizada con que se representa a las mujeres en el imaginario masculino, había sido el punto de encuentro para protestar. Protestamos precisamente por eso: porque la supersexualización de las mujeres, nos mata. No importa que nos digan”hermana”, como la “Hermana Agua”, de todos modos nos matan.

Nos matan dentro de las casas y fuera de ellas. Las casas no son seguras para las mujeres. Puede estar el vecino espiando los horarios de la vida cotidiana para entrar y dar el golpe mortal o pueden estar conviviendo en alguna forma de relación para lastimar, vejar, violar a las mujeres, a las niñas, a las muchachas. O puede estar en la calle, acechando en la parada del autobús.

Según el recuento de la Colectiva Feminista Nayarit en lo que va del año, a partir de la prensa escrita se tienen múltiples asesinatos de mujeres. La trivialización del asunto menciona que son mujeres “vinculadas al narcotráfico”, como si anotarlas del lado de “los malos” pudiera ser una justificación de sus muertes. También se menciona que se trata de “suicidios”, pero ¿tal alta es la tasa de suicidios en Nayarit?

La conciencia vence al tiempo, a las leyes, a la justicia. La conciencia y el sentido común nos dice que la violencia social en Nayarit no es efímera, llegó para quedarse desde el momento en que la política deja de ser el lugar para la resolución de conflictos; desde que ocupar cargos de elección popular se convirtió en la canonjía para interpretarse a sí mismo en el eterno teatro de lo absurdo.  Servirse a sí mismo a partir de tener al alcance las arcas públicas, las relaciones, las redes de complicidades que da el poder, ha sido la tónica de gran parte de la clase política.

Ante la violencia social y ante los asesinatos de las mujeres, la solución estatal es “quedarnos en casa”. Dijo el Secretario General de Gobierno: “no deben salir, si no tienen algo urgente que hacer”. Con esas palabras se cancelan los derechos de las mujeres, con esas palabras vuelven a ser ellas las responsables de sus muertes. Si antes lo eran porque “daban motivo”, ahora lo son porque “salen de su casa”. Pero también nos matan dentro de las casas.

No nos tocan los derechos, nos toca poner a las muertas.

¿Podemos imaginar desamparo más desastroso?

Ninguna autoridad masculina nos recibió en el Poder Ejecutivo, en el Poder Judicial, en el Poder Ejecutivo. Fueron las funcionarias mujeres, mujeres funcionarias del Poder Ejecutivo, una magistrada del Poder Juficial, diputadas del Poder legislativo quienes recibieron la marcha de las mujeres.

El poder masculino no escucha a las mujeres.

El poder tiene cuerpo de hombre, oidos de hombre, ojos de hombre, razones de hombres.

Queremos decirles a las adolescentes de secundaria que no seguirán ellas, que toda la sociedad nos uniremos para que no sigan ellas, ni sigan las grandes ni las pequeñas. Que nadie siga.

Dónde están

¿Dónde están las palabras para consolar a la madre de Brenda,
la muchacha tirada en el cañaveral?
¿Dónde está el aliento para José, padre de Catalina,
abandonada en una brecha del camino?
¿Dónde están las canciones para las hermanas de Eva,
arrojada al canal de desagüe a media noche ?

No callo por ustedes

Quiero levantar esta voz por todas
por Carmen, Yolanda, Maricruz
por todas estas madres que buscan a sus hijas
por todos estos padres que interrogan la noche

Seamos voces
Seamos griterío 
Seamos multitud de manos enlazadas

¿Qué tan lejos queda el silencio 
para no saber las últimas palabras de su boca?
¿Que pájaros  cruzaron el cielo mientras te asesinaban?

Rompen los huesos de las muchachas
y los asesinos siguen impunes
Pisotean los ojos de las mujeres
y los asesinos siguen impunes 
Amordazan las bocas, violentan  los cuerpos
y los asesinos siguen impunes.

¿Quien se llevó a Karla?
¿Donde está la niña que jugaba en la esquina?
¿Por qué calles perdieron a  Dolores? 
¿Cuatro, dieciséis, veintidós?
Nadie las cuenta porque no cuentan. 

Por todas estas madres que interrogan en la obscuridad
Por el obsesivo péndulo que da vueltas a la nada
Seamos griterío 
seamos multitud entrelazada

Las bocas saciadas de los asesinos
nombrarán democracia
comprarán leyes
venderán  sentencias.

Nosotras, clamamos otra voz
otra justicia
otro orden que nos devuelva la vida de las hijas
donde las estrellas reluzcan un mañana

¡Donde estemos todas!
¡Donde quepamos vivas!



Socióloga de la Universidad Autónoma de Nayarit lpacheco_1@yahoo.com