lunes, 26 de julio de 2021

¿A quién obliga la paridad en todo?

La igualdad de género

 ha de ser una realidad vivida.

 

Michelle Bachelet

 

Para mis colegas y amigas del grupo 

Mujeres en Voz Alta, 

con agradecimiento a las complicidades.

 

¿Desde cuándo la paridad en todo es un principio constitucional? Lo es desde el 6 de junio de 2019 cuando fue reformada la Constitución General de la República fecha en que se realizó la reforma más importante para el reconocimiento del principio de paridad al reformar 9 artículos (2, 4, 35, 41, 52, 53, 56, 94 y 115) de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Con ello, se objetiva la máxima tutela de los derechos humanos de participación y representación política de las mujeres. La paridad se convierte en un principio ordenador de política entre los géneros en los tres poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, así como en los tres órdenes de gobierno Federal, Estatal y Municipal, además de los organismos autónomos.

 

¿Es obligatoria la paridad en Nayarit? Sí lo es porque lo mandata la Constitución del Estado Libre y Soberano de Nayarit, puesto que el 6 de octubre de 2020 se publicó en el Periódico Oficial del Gobierno del Estado de Nayarit el Decreto que hace obligatorio el principio de paridad en todo en los diversos órdenes de gobierno. Es obligatoria también en todas las Entidades Federativas, hayan o no reformado su constitución, porque es una disposición de la Constitución General de la República. En Nayarit, el Decreto de reforma tiene vigencia a partir de un día después de su publicación. Además, el artículo tercero transitorio de este Decreto menciona: 

 

“Tercero. -La observancia del principio de paridad de género a que se refiere el presente Decreto, será aplicable a quienes tomen posesión de su encargo, a partir del proceso electoral siguiente a la entrada en vigor del presente Decreto, según corresponda”.

 

Por ello, las autoridades electas en el proceso electoral 2021 están obligadas a observar este principio en la integración de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial y en los organismos autónomos. 

 

¿A quién obliga la paridad en todo? Además de los órdenes señalados, la paridad en todo obliga a los ayuntamientos; a los partidos políticos, a los Órganos Autónomos; a los Organismos Públicos Descentralizados; a los Fondos y Fideicomisos de Participación Estatal. Los Organismos Autónomos reconocidos en Nayarit son: La Comisión de Defensa de los Derechos Humanos para el Estado de Nayarit; el Instituto de Transparencia y Acceso a la Información Pública (ITAI); el Instituto Estatal Electoral de Nayarit (IEEN) y la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN). 

 

¿Se tiene que quitar a quiénes fueron nombrados antes del 7 de octubre de 2020? No, pero cuando renuncien o se deban dar cambios, deberán realizarse los ajustes para lograr la paridad. Los reemplazos deberán realizarse con este criterio.


¿Qué ocurre cuando los cargos son impares? En estos casos uno de los géneros tendrá un representante menos que el otro. Por ejemplo, si en Nayarit, el Poder Ejecutivo tiene 13 secretarías, siete serán para un género y seis para el otro. Así lo establece la Suprema Corte de Justicia: “De decidirse un número non de integrantes, entonces la designación entre mujeres y hombres deberá ser lo más aproximado a la paridad” (SUP-JDC-123/2019). 

 

¿A quién le corresponde vigilar la aplicación de la norma? La paridad en todo está vigente desde el 7 de junio de 2019. Su cumplimiento y vigilancia corresponde a los poderes constituidos. También la ciudadanía y los actores políticos pueden demandar el cumplimiento de la paridad en todo a través de los medios de impugnación establecidos. 

 

¿La paridad es una medida compensatoria? No, no lo es. Es un principio de igualdad que tiene como finalidad la igualdad sustantiva entre los sexos. Es parte de la consolidación de la democracia real y consecuencia de los compromisos internacionales aceptados por México para lograr condiciones de igualdad entre mujeres y hombres. Es un principio permanente por la cual se garantiza la incorporación de las mujeres a los espacios de decisión, por lo tanto, llegó para quedarse. 

La paridad en todo es un principio constitucional que alude a la efectiva distribución del poder público entre mujeres y hombres, no a su enunciación abstracta. Las consecuencias de ello será la promoción de una agenda de gobierno que atienda y elimine la reproducción de la desigualdad estructural de las mujeres y realice la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres en todos los ámbitos del poder: el público y el doméstico.

 

Para lograrlo, es crucial la articulación entre organizaciones de la sociedad civil, los grupos de activistas, las académicas y las instituciones; sobre todo, la vinculación con las mujeres que sean designadas o electas para cargos públicos. Por ello, más allá de los límites partidistas y las ideologías debemos unir fuerza y talento para hacer realidad la paridad en todo. 

 

Las mujeres de múltiples países, de México y de Nayarit hemos caminado largamente hasta llegar a lograr el reconocimiento de la paridad en todo. Por ello, esperamos que Nayarit sea un Estado que se ubique a la vanguardia nacional de su cumplimiento. 

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 25 de julio de 2021.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

lunes, 19 de julio de 2021

¿Por qué matamos a las cucarachas y no a los gatos?

La cucaracha, la cucaracha

 ya no puede caminar; 

porque le falta, porque le falta

 la patita principal.

 

Canción popular

 

Al final de una reunión familiar, pedí a mi nieto de cuatro años que se despidiera de quienes estaban presentes para regresar a casa. El niño besó a abuelas, tías, primos y también a los dos perros y a la gata de esa casa. Alguien corrió a detenerlo, pero ya tenía a la gata entre sus manos dándole el beso de despedida. En su percepción, los animales son dignos de besos porque forman parte de lo próximo con que convive. 

 

¿Cuándo hacemos la jerarquización entre lo humano y lo animal que nos permite matar cucarachas, pero no gatos? Es cierto, no matamos a los gatos; por el contrario, les adjudicamos un nombre, los acurrucamos, les construimos repisas para que trepen, los llevamos al veterinario para controlar su salud. En cambio, a las cucarachas las matamos sin misericordia, cuando podemos. Digo cuando podemos porque las cucarachas se mueven tan rápidamente que es, muy difícil, matarlas.

 

¿Alguna vez has visto volar una cucaracha que después aterriza en tu pelo o pecho? Es una sensación que no se la deseo a nadie porque produce una mezcla de miedo y asco. Asco porque las cucarachas huelen mal y son resbalosas, y miedo porque nos atemorizan. Recuerdo las oraciones de la infancia cuando la abuela nos hacía repetir algo así como: “San Jorge Bendito, amarra tus animalitos, por la cola y el hociquito, con tu cordón bendito”, antes de irnos a dormir. Yo imaginaba a las cucarachas, alacranes y choras hechas arquitos, colgadas de algún escapulario, durante toda la noche. Con la seguridad de ese conjuro dormíamos tranquilas mis hermanas y yo. 

 

Hoy sabemos que las cucarachas coexistieron con los dinosaurios y, gracias a la película Wall-E, pensamos que existirán en algún futuro que sobreviva a la radiación nuclear con que terminará el mundo, así que no tenemos manera de terminar con ellas. Sentimos asco porque las asociamos a la basura y, por ende, a lo inmundo; matarlas produce un sonido desagradable asociado a un olor repugnante. Verlas salir de su piel vieja cuando la mudan es aún, más desagradable: se ven blancas y pegajosas. Duran así muy pocas horas hasta que vuelven a tener el color cucaracho. 

 

Nos hemos dado permiso para matar a las cucarachas, a los mosquitos, a las tarántulas; casi, casi, es una obligación deshacernos de ellas. La justificación deriva de que nos agreden, nos causan daño, transmiten enfermedades. También justificamos matar a pollos, cerdos, vacas, conejos porque proporcionan alimento. En ambos casos, la vida humana está en el centro, en un pensamiento donde los homo sapiens son la cúspide de la cadena alimenticia. Cuando pensamos en los dos grupos de animales, los que nos agreden y los que proporcionan alimento, lo hacemos en plural, sin diferenciar a cada uno, salvo que convivamos con ellos, lo que nos permitirá reconocer a cada individuo de la especie. Los pensamos indiferenciados; cada vaca igual a la otra; cada cerdo siendo solo cerdo; las cucarachas equivalentes, entre sí, igual a las miles o millones que hay en el mundo.

 

Quizá, por ello, la expresión “mátalos como cucarachas” utilizada por dictaduras de diversos tiempos se ha referido a la eliminación de jóvenes, pobres, migrantes, chicanos, mujeres, indígenas, descontentos, rebeldes. La expresión alude a lo indiferenciado que agrede. 

 

La cucaracha más famosa de la literatura es Gregor Samsa, un viajante de negocios que una mañana despierta transformado en una cucaracha gigante en el relato La metamorfosis (1915) de Franz Kafka (1883-1924). Hoy existen diversos libros que la utilizan de metáfora como El efecto cucaracha. La guerra de drogas en Tampico (Diana Aquino y Lance Manley, 2004)libros desde la transgresión La revuelta del pueblo cucaracha (Oscar Zeta, 2013) que refiere a literatura chicana. Y cuentos infantiles que tratan de convertir a la cucaracha en personaje de aventuras, para lograr empatía con estos seres. 

 

En México, quizá lo más conocido, sea la canción La cucaracha ya no puede caminar, una tonada traída de España, al decir de José Joaquín Fernández de Lizardi (1819) pero que en México se adaptó para referirse, de manera despectiva, a las tropas francesas, durante la invasión y después a Victoriano Huerta porque era cojo y fumaba mariguana. Los estribillos han cambiado en diversas épocas. La versión más popular se la debemos a Óscar Chávez. 

 

A los gatos que crecen en nuestra compañía, los singularizamos. Les damos un nombre, lo que rápidamente conduce a asignarles una personalidad. Entran y salen de nuestra casa en horas que marcan rutinas de ellos y nuestras. Están ahí para romper soledades, ser juguete de niñas y niños pequeños, sustituir querencias, ser interlocutores de nuestros monólogos y testigos de la vida que pasa. Podemos desnudarnos en su presencia o sentir su tibieza cuando se meten a las cobijas. 

 

Quizá porque nos ven desde algún otro lugar de lo viviente, a los gatos los sentimos cercanos a la vida humana. No podríamos matar lo que nos ve; quien advierte nuestra presencia en la obscuridad; quien nos mira y nos ignora, sin juicio moral. 

 

La gata que vive en mi casa puede estar en cualquier rincón desde el que me acecha. Si percibe mi presencia se lanza para atraparme como presa, pero otras veces, simplemente da un largo bostezo para volver a dormir. 

 

Para mi nieto, los gatos y los perros son tan vidas como la de su hermana o su madre; están en ese nivel de lo viviente próximo. ¿Cuándo se pierde ese horizonte? Nunca he podido decirle a mi nieto que mate una cucaracha aún cuando esté a su alcance, porque, si todavía no hace una distinción entre lo vivo que debe preservarse y lo vivo que debe matarse ¿por qué desde la abuelez se debe establecer? Es cierto, ya no le diré la oración de San Jorge Bendito si tiene miedo por las noches; en cambio, tendré un discurso animalista. 

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 19 de julio de 2021.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

domingo, 11 de julio de 2021

¿Quién, yo? La sedosa madeja de la identidad

Tengo miedo de tener un cuerpo

tengo miedo de tener un alma

profunda, -precaria propiedad

posesión, no opcional.

 

Emily Dickinson

 

Cuando pensamos en quienes somos abrimos un hueco al vacío. Somos lo que la sociedad nos dice que somos, pero también lo que nosotras nos decimos que somos. Este trabalenguas tiene sentido si tomamos en cuenta que la identidad es un castillo de arena construido sobre rituales y patrones simbólicos. Uno de ellos es la identidad sexual.

 

La identidad sexual es uno de los patrones simbólicos más fuertes de la fundación de la identidad individual ya que en la carga biológica “genitalizada” se hace residir el futuro de la persona, las preferencias amorosas, la profesión que deberá seleccionar, los imaginarios a los que tendrá acceso, etc. El nombre expresa esa determinación, ya que en todas las sociedades se tienen nombres diferentes para hombres y para mujeres. En español existen muy pocos nombres que pueden ser utilizados por ambos siempre y cuando se anteponga otro nombre que de clara cuenta del sexo de la persona.

 

La identidad se construye a partir de rituales, de costumbres vueltas normas, de pasado seleccionado para dar cuenta de esta que soy o de lo que no soy. Por eso, las personas nos construimos narrativas de la infancia, de la adolescencia, a través de fragmentos que vamos hilando para dar cuenta de quienes somos.

 

Somos fieles a la imagen que queremos dar de nosotros mismos, de la imagen que yo tengo de mí misma, de lo que tenemos que ser. Somos rehenes de los pensamientos con que nos pensamos, verdaderos camuflages para andar por la vida. La identidad es un fingimiento necesario.

 

Existimos a consecuencia de una invención, por eso nos abrimos al vacío cuando le damos forma en un cuerpo determinado. El cuerpo debe tener un pasado para entenderse en el presente y también dialogar con el futuro deseado o posible. ¿Podemos tener más de una identidad? Los artistas y los poetas, crean alteregos, identidades ficticias para hacer surgir la literatura; pero las normas de la razón arrojan, a quienes tienen más de una identidad, al páramo de la locura.

 

Por eso, la diversidad sexual altera el orden social como quizá ninguna revolución hubiera imaginado, porque no solamente se cambian los lugares de las clases sociales como ha ocurrido con las revoluciones del orden económico, sino que apela a esas fronteras donde se pierde la seguridad de lo que somos, de lo que hemos sido como individuos y como colectivos. Las personas trans muestran una sociedad cautiva de sus propias normas, la posibilidad de una libertad de otro tipo, una libertad ni siquiera sospechada y vista de reojo: la libertad desde el cuerpo.

 

La libertad desde el cuerpo no como ejercicio de la sexualidad normada a partir de códigos heterosexuales y de sus intersticios; sino la libertad de asumir identidades masculinas o no y femeninas o no, a partir de cambiar las marcas del cuerpo. Es una libertad, también, respecto de la naturaleza porque se desliga de la genitalización dada. Es una libertad respecto de la cultura porque se aparta de los disfraces de género para trascenderlos.

 

No se trata solamente de ser mujer y después, ser hombre o viceversa. Tampoco se limita al mero disfrute de la sexualidad total o dejar salir a la mujer atrapada en un cuerpo de hombre. La transgresión contenida en lo tran va más allá del juego de los papeles binarios en que la sociedad nos ha dividido.

Entramos a la sedosa madeja donde la identidad no estará referida a lo opuesto. Estamos ante el abismo de dejar de ser lo que hemos sido porque empezamos a negar lo que hemos sido, a sentir lo que no hemos sentido. Hombre-mujer, mujer-hombre, campo reservado a los dioses, resonancia de ecos tribales y sagrados.

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 12de julio de 2021.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

lunes, 5 de julio de 2021

La sirena del río Mololoa

La mole negra del buque avanza.

Se abren en silencio los valles de agua

Ojos fosforescentes 

asoman a los pozos de las aguas:

¿Sirenas en hileras? 

¿hacen, acaso, guardia?

 

Alfonsina Storni. Marcha en silencio 

 

Para Dalinda Sandoval y sus urdimbres

 

En Tepic, la ciudad donde vivo, hay un río y en él habita una sirena. Tienes razón en dudar porque las sirenas son del viejo continente, entonces ¿cómo vino a vivir a este río cerca del mar Pacífico? Una tarde de verano paseaba alrededor de Bellavista, un poblado de casas juiciosas, cuando percibí un canto melodioso y un resplandor. Traté de localizar el origen del canto, pero, a cada paso, se remontaba dentro de la corriente. Seguí el curso del río sin darme cuenta que dejaba atrás el caserío. La noche caía, un trueno mostró su pico amarillo, silbaba el viento. Agotada, me senté a la orilla buscando refugio a la tormenta, en tanto que las hojas de los árboles volaban a todas partes.

 

En un destello del trueno la vi. Recargó su cuerpo en una roca de la orilla sin salir del todo. Las escamas lucían debajo de su cintura, con colores indescriptibles en un admirable espectáculo. No sé si vio mi sorpresa porque siguió sobre la roca en tanto los pájaros buscaban refugio en sus nidos. Una gota gigante de lluvia aumentó el cauce de la corriente de tal manera que pensé perderla de vista. Cuando pasó el torrente, rompió una celeste obscuridad. Ella seguía ahí y yo también. 

 

¿Era un idioma? cantaba, aunque yo sólo notaba un murmullo en el agua. Vivía en una saliente del mar al borde de un castillo medieval; en una ocasión, las aguas llegaron hasta las puertas del castillo de tal manera que la furia de la tempestad la arrinconó en un amplio salón. No pudo encontrar la manera de saltar hacia el mar por lo que se escondió en una oquedad del muro y así había venido en la bodega de un barco que atravesó el Océano Atlántico hasta llegar al puerto de Veracruz. De ahí se trajeron, en carretas de mulas, engranajes de fierro y las muestras de la edificación en que ella venía. 

 

Solo una de las pasajeras del barco la reconoció. Una niña llamada Liisa. Todas las noches bajaba hasta el pedazo de muro para rociarla con agua y aún, en el traslado por tierra, dejaba caer gotas cerca de ella. Liisa se casó con Jean Brugman y vio crecer y morir a sus hijas en el caserío.  No supo encontrar el camino de regreso porque las aguas de este río tenían otros sabores y olores que no la podían orientar. Cuando cesó la búsqueda del regreso, se abandonó a habitar aquí, buscando entre las niñas a alguna Liisa que le recordara el país de donde venía. A veces las encontraba lavando ropa, a veces capturando pequeños peces. Ella trataba de hacer amigas, de seguir sus juegos, de cantar sus melodías. 

 

Entonces recordé una historia que contaba mi abuela después de hilar la manta. Hablaba de una sirena llamada Lorelei que les hacía travesuras a las que iban a lavar al río. La sirena llevaba las prendas hasta el fondo para que, al buscarlas, la pudieran divisar. La cara de mi abuela se iluminaba cuando hablaba de ese ser hermoso como golpe de vida. El festín de su semblante otorgaba suntuosidad al lujo de mirarla una sola vez. “Después de casada, nunca la volví a ver” decía la abuela ya casi para morir. Vivía con ese atisbo como conciencia de sí. 

 

La roca con su sirena se metió a la obscuridad. Desaparecimos una para la otra sin la luz fugaz de los relámpagos. Mi familia venía en mi búsqueda. 

 

A veces, vuelvo a vagar por la orilla del río, no para buscarla, sino para evocar en la más remota lejanía, sobre laderas distantes, eso que nos habla. Lorelei, si es que así se llamaba, no tenía expresiones en su rostro; sin embargo, su presencia te hacía olvidar el polvo que somos. 

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 5de julio de 2021.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx