lunes, 10 de diciembre de 2018

No robaré

El ángel:
 -Si puedes destruir en Fausto lo divino:
 tuya será la Tierra.
Mefisto:
-Ningún hombre se resiste al mal!
Acepto la apuesta.

Goethe. Fausto

La insólita voluntad de ser honesto le valió a AMLO para llegar a la Presidencia de la República, y la tenacidad. 

La honestidad se convirtió en una moneda de difícil circulación en México donde los integrantes del poder político afamaron el éxito vinculado a la rapacidad con que convertían los bienes públicos en patrimonio privado.

Ese larga práctica de la rapacidad pública alcanzó a una gran cantidad de instituciones donde se maneja dinero del erario nacional: lo mismo hospitales que universidades; partidos políticos que programas sociales: todo dinero público era posible extraer, convertirlo en riqueza personal o canalizarlo para campañas políticas que permitieran el triunfo de bandoleros.

La rapacidad alcanzó a todos los agentes de la arena pública, quienes se mimetizaron en ella.

El patrimonio público fue empobrecido. Las calles de la ciudad donde vivo son una muestra del robo sistemático de los recursos destinados a la urbanización. ¿Cómo llegamos a tener una ciudad sucia, deteriorada, mal oliente, insegura, obscura, fea, con monumentos de unicel, peligrosa para las mujeres, la niñez? Deberíamos echar un vistazo a las fortunas  de los presidentes municipales y su funcionariado de los últimos treinta años para encontrar la respuesta.

¿Por qué subraya AMLO la honestidad como atributo de sí mismo? Porque requiere construir un imaginario basado en la confianza ya que la honestidad no se refiere solo a que no tomará dinero de las arcas de la república, sino a que el robo no será la marca del gobierno.

La confianza es un sentimiento que se ubica en otro lado diferente a la razón. Consiste en la franqueza, la capacidad de decir la verdad (con todo y lo que ello implica); no depende de consensos, sino que depende de la percepción que se genera ante la coherencia y la sinceridad. La integridad es la consecuencia de ambas. Nos da la impresión de apertura, respeto por sí mismo y los demás; bondad, disposición a vivir en la frugalidad, despojarse de falsedades, engaños, egoísmo.

No robaré es más bien, la adopción de un mandamiento por medio del cual, el presidente AMLO quiere sintetizar ser decente, justo, reservado, prudente, razonable, claro, acertado, benévolo, cumplidor de palabra. Los signos exteriores fueron: manejar un coche barato, vivir en un departamento de clase media, llevar la cotidianidad sin ostentaciones, vivir sin escándalos, no entrar a la farándula. Abrir el tiempo de la república franciscana.

No robaré se asume como lema de gobierno, como política correcta, desarrollo moral, vida buena, sello personal.

¿Cómo desandar los caminos de las microrapacidades que permanecen?
¿Y si todos y todas lo imitaran, tendríamos un mejor país?

No robaré llevó a AMLO  a la presidencia de la república.

No sé si le valdrá para gobernar porque ¿cómo se convierte No Robaré en justicia, en empleos, en seguridad?

Socióloga, investigadora de la Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco_1@yahoo.com
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit diciembre 10 de 2018.


lunes, 26 de noviembre de 2018

Aquí la ilusión se paga con la vida: el núcleo duro del patriarcado


“Aquí la ilusión se paga con la vida”
Elena Garro

Vuelan máquinas en el aire, nadan artefactos debajo de las aguas, se escudriña el centro de la tierra con robots inteligentes, se construyen ciudades sobre el agua, pero en el mundo, una de cada tres mujeres ha padecido violencia física y/o sexual a lo largo de su vida. En algunos países, lo ha sido el 70%.

Se puede construir vida artificial, se clonan las ovejas y muy pronto, los murciélagos. Se crean cadenas genéticas artificiales, se predicen las enfermedades desde la concepción, la vida vivible llega casi a los cien años, pero nueve mujeres son asesinadas cada día en un país llamado México.

No estamos en guerra pero las mujeres son maltratadas y violentadas. En amplias zonas del mundo las mujeres no disponen de su propio cuerpo para decidir con quién vivir. En 29 países, son mutiladas con la ablación del clítoris para evitar el placer en las relaciones sexuales. En otros más, carecen de mayoría de edad, por lo que siempre están bajo la tutela de los hombres de su familia.

Desaparecen niñas, muchachas que simplemente caminan por las calles, que salieron de su casa para ir a la escuela, para cruzar la calle, para estar con las amigas y desaparecen. Las alcanzan las mafias de la trata de personas que, especialistas en robar mujeres de los países pobres, se afianzan sobre ellas, con saña. Las llevan a las redes de prostitución donde hombres de países ricos, las usan (¡y eso es el progreso!).

Nadie ha declarado la violencia contra las mujeres como zona de desastre. Nadie ha pedido fondos especiales para atender la epidemia.

América Latina se considera la región más letal para las mujeres, la zona más violenta del mundo fuera de un contexto de guerra, según la Organización de las Naciones Unidas. ¿Qué provoca que las mujeres sean violentadas, desaparecidas, robadas, ultrajadas, asesinadas, introducidas en redes de trata? Una de cada dos mujeres asesinada, el autor es su compañero sentimental o un hombre de su familia. Quienes juraron amarlas, las matan.

Los documentales nos asombran con hazañas del rescate de flores que miran al cielo; de pequeñas aves que hacen sus nidos en montañas escarpadas; de la vida de peces diminutos en medio del océano congelado. Las conciencias de la defensa de la especie se ha revolucionado. Hoy queremos salvar al planeta, al último ejemplar de alguna especie sobre la tierra, se lanzan naves al espacio en busca de planetas que ni siquiera imaginamos, pero el núcleo duro del patriarcado permanece.

Las iglesias han dejado de buscar la boca del infierno en algún lugar sobre la tierra, ahora el infierno es una metáfora de la arqueología religiosa. La iglesia descontinuó diversos santos después del Concilio Vaticano II; el Limbo fue declarado inexistente en 2006, pero las mujeres siguen considerándose  indignas para hablar con los dioses, para oficiar los cultos. Todo ello porque las mujeres son consideradas inferiores, indignas, pecadoras, demoniacas, culpables.

Todo ello nutre al patriarcado en su núcleo duro.

Puede cambiar la energía que mueve el planeta: la energía puede ser leña, carbón, petróleo, o fuerza atómica. Pueden cambiar los medios en que se mueven los seres humanos: animales de carga, vehículos de tracción, de vapor, de motor, eléctricos. Se puede mirar el cielo a ojo abierto, a través de  telescopios, con naves siderales. Lo que no puede cambiar son las relaciones de hombres y mujeres. Lo que no puede cambiar es la concepción misma de qué son las mujeres: débiles, inferiores, malas, traidoras, desleales, antojadizas, frágiles, culpables de lo que sea.

Por eso las matan, las violan, las enmudecen. ¿Que somos libres? ¿que somos iguales?
¡Oh, vana ilusión que se paga con la vida!

Socióloga, investigadora de la Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco_1@yahoo.com
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit noviembre 26 de 2018.


martes, 13 de noviembre de 2018

Los que caminan llevan el hogar consigo

¿Qué son sino caracoles los que caminan? Llevan su propia casa sobre sí y en cualquier lugar se meten en ella para vivir. ¿Dónde está el hogar de los que caminan? ¿de los que desde la pobreza del sur se dirigen a la riqueza del norte?

Viaja la pobreza a la riqueza; viaja la inseguridad a los lugares seguros; viaja la vida violentada al espejismo de una vida regulada por derechos. Nos preguntamos por qué salen de Honduras, de Nicaragua, del Salvador, de Venezuela. No son infieles a sus países, buscan sobrevivir porque en sus lugares de origen ni eso es posible. Huyen de la muerte.

Los que caminan dividen las opiniones de la población de los lugares donde transitan. Para unos, son la invasión de los otros, de los que nos vienen a quitar qué. Para otros, son personas en busca de un mejor lugar para vivir. Son personas. Si partimos de este principio, son como tú y como yo. O más bien, son el espejo de ti y de mi.

¿Por qué caminan hacia Estados Unidos? Puede ser que EU no sea en este momento el país mas rico del mundo, pero es un país rico. Ha desplegado en todo el mundo el “modo de vida americano” de dispendio y derroche, de holgura y desenfado, de vanidad y fastuosidad. Ese aparador del mundo que ha significado Hollywood ha posicionado a los EU como el lugar donde todas las fantasías son posibles. ¿Es ilógico que viajen hacia allá? De ninguna manera, es una consecuencia de la disparidad ocasionada de enriquecer un lugar del planeta a costa de empobrecer otras partes.

Volteo al cielo. Las aves vuelan en perfectas rectas siguiendo el vértice de alguna. Pasan al sur, hacia la claridad de los mares que en este momento del año, empiezan a calentarse. Viajan en sentido contrario al de los migrantes. Desde la pequeña ventana donde habito se abre el cielo. Si volteo a la tierra veo a seres humanos trashumantes sobreviviendo en una agresiva selección natural. Me empeño en mirar el cielo hasta perder de vista a las aves en su orden de vuelo. Huyen del frío a empollar en nidos donde la vida sea posible. Multiplicados en el aire desaparecen en el firmamento. Es la vida la que atraviesa, es la paz.

Mientras, abajo, la muchedumbre de seres humanos pueblan los caminos, alertan a los gobernadores para que pasen rápido. Nadie los quiere detenidos. Que pasen, que pasen, que nadie quede. Esta es la tierra del pasar.

Quienes caminan viajan sin desprenderse de sus hogares, del cuerpo migratorio al que ahora pertenecen. La tierra los divide y dispersa, pero cada quien, lleva su hogar, su patria, su familia, consigo. También, como las aves, es la permanencia de la vida la que pasa.


Nadie quiere quedar en la lenta y larga noche mexicana. Quieren llegar a una frontera desde la cual ver nacer a sus hijos y como las aves, empollar en nidos.

Publicado en Nayarit Opina, noviembre 13 de 2018

Los que nacieron de la tierra: Sismos de septiembre en México

Hay algunos que nacieron de la tierra, otros quedaron allí. Muchachas estarían aquí entre nosotras viendo el atardecer, quizá un poco envejecidas para llamarlas muchachas, pero estarían con sus recuerdos de la infancia en Tlatelolco.

Supongo incluso que algunos quedaron unidos en un abrazo al verse a esa hora en la Alameda, porque también sabemos que los brazos llenos de vida, nos rodean en cualquier minuto ante bahías deslumbrantes o en bancas, frente a mausoleos de los Héroes de la Patria.

A veces me causa dolor el morado deslumbrante de las jacarandas de Reforma donde el rocío vuelve a posarse sobre las hojas, indiferente a la ausencia de quienes ya no volvieron a detenerse en su sombra.

Otros nacieron de la tierra. Nacieron ahí mismo en el minuto preciso cuando las olas del silencio, vagabundas o perezosas, dejaron pasar los quejidos, las canciones, los murmullos, los sonidos de quienes aún respiraban en el inframundo de los escombros.

No, no se los tragó la tierra. Alguien los volvió a tomar desde el fondo de la entraña y los trajo al verde de la orilla, al amarillo, a los atardeceres rosados. Quizá alguien recuerde cómo fue. Tampoco me importa el instante preciso, la crónica de los segundos, porque hoy están plantando sus propios verdores en el valle de ceniza donde resurge la vida.

Quizá, una noche, el mismo sueño se apodere de los matorrales del recuerdo y toquen virtuosos el piano, agranden los panales de las abejas, canten las melodías de la milpa o dibujen volcanes flotando en el aire, como se debe. Entonces, los verás caminar en el empedrado de un pueblo que todavía no los convierte en nostalgia.

Ayer, en el aeropuerto, un rescatista me mostró la placa que lleva colgada al cuello, rescatista en  Oaxaca, hace un año. Me dijo que la lleva porque si la gran tierra se fractura, bajará de nuevo en busca de quien aún late, niña o anciano; vida, la que sea. Regresaba a casa por el momento. No huye, sabe que puede volverse escombro, pero la placa lo devolverá de la tierra, del silencio.

Debo mucho a los que nacieron de la tierra. Debo la hermosa ilusión de estar en la vida.


Socióloga, investigadora de la Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco_1@yahoo.com
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit noviembre 13 de 2018.


miércoles, 24 de octubre de 2018

Instrucciones para que pase el huracán

Para Amapola

Desacostúmbrate al orden del día, de ti misma y corre a abrazar a las niñas mientras tengan ese brillo en el desordenado cabello.

Abandona la ropa de la calle y vístete para vivir dentro de la mariposa que acaba de entrar en tu habitación. Ella también es atraída por un corazón que brilla en la obscuridad.

¿Y los árboles? Pregúntate qué dicen cuando se acercan uno a otro. Tal vez escriben el nombre con el que te llamo.

La montaña, entre tanto, es catarata. No desaparecerá aunque el viento borre los senderos. Las estrellas aparecen como salvación en el lado que da al mar.

Escucha el ronroneo del gato, nada quiere de la vida. Le acompaña su sombra a donde va.

Deja tus manos una sobre otra y pregúntate ¿dónde está la escena que armabas con el vuelo de las nubes y el de las palomillas al inicio del verano?

El perro ladra al viento, escucha sus huesos golpear uno con otro y es como si algún diablo pasara.

Entibia la leche. El amor correspondido suena en el alba como si una pequeña pluma de pájaro triunfara en el tiempo. Como la melancolía, que también es dulce.

Recuerda a la tía que murió de amor, sus ojos contagiosos miraban la tristeza de ángeles caídos.

Sonríe porque tu hermana te llamará y el olor del pan honeado te devolverá a la eternidad de la infancia.

Apaga la luz de todos los pasillos, de todas las habitaciones. Busca una aguja con que vencer las grietas.

Y si sigue lloviendo, si oyes el aire ulular, sé ligera al volver la cabeza. Duerme para que inventes los sueños del pasar.

Socióloga, investigadora de la Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco_1@yahoo.com
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit octubre 23 de 2018.