martes, 13 de noviembre de 2018

Los que nacieron de la tierra: Sismos de septiembre en México

Hay algunos que nacieron de la tierra, otros quedaron allí. Muchachas estarían aquí entre nosotras viendo el atardecer, quizá un poco envejecidas para llamarlas muchachas, pero estarían con sus recuerdos de la infancia en Tlatelolco.

Supongo incluso que algunos quedaron unidos en un abrazo al verse a esa hora en la Alameda, porque también sabemos que los brazos llenos de vida, nos rodean en cualquier minuto ante bahías deslumbrantes o en bancas, frente a mausoleos de los Héroes de la Patria.

A veces me causa dolor el morado deslumbrante de las jacarandas de Reforma donde el rocío vuelve a posarse sobre las hojas, indiferente a la ausencia de quienes ya no volvieron a detenerse en su sombra.

Otros nacieron de la tierra. Nacieron ahí mismo en el minuto preciso cuando las olas del silencio, vagabundas o perezosas, dejaron pasar los quejidos, las canciones, los murmullos, los sonidos de quienes aún respiraban en el inframundo de los escombros.

No, no se los tragó la tierra. Alguien los volvió a tomar desde el fondo de la entraña y los trajo al verde de la orilla, al amarillo, a los atardeceres rosados. Quizá alguien recuerde cómo fue. Tampoco me importa el instante preciso, la crónica de los segundos, porque hoy están plantando sus propios verdores en el valle de ceniza donde resurge la vida.

Quizá, una noche, el mismo sueño se apodere de los matorrales del recuerdo y toquen virtuosos el piano, agranden los panales de las abejas, canten las melodías de la milpa o dibujen volcanes flotando en el aire, como se debe. Entonces, los verás caminar en el empedrado de un pueblo que todavía no los convierte en nostalgia.

Ayer, en el aeropuerto, un rescatista me mostró la placa que lleva colgada al cuello, rescatista en  Oaxaca, hace un año. Me dijo que la lleva porque si la gran tierra se fractura, bajará de nuevo en busca de quien aún late, niña o anciano; vida, la que sea. Regresaba a casa por el momento. No huye, sabe que puede volverse escombro, pero la placa lo devolverá de la tierra, del silencio.

Debo mucho a los que nacieron de la tierra. Debo la hermosa ilusión de estar en la vida.


Socióloga, investigadora de la Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco_1@yahoo.com
Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit noviembre 13 de 2018.


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