lunes, 24 de enero de 2022

Las consagradas ante el covid


Nada te turbe

Nada te espante

Todo se pasa,

Dios no se muda

 

La paciencia 

todo lo alcanza.

 

Eleva el pensamiento,

al cielo sube,

por nada te acongojes,

Nada de turbe.

 

Santa Teresa de Ávila

 

Creemos en el poder de la oración”, dijo Mariza, cuando le pregunté si se habían vacunado. “No nos ponemos la vacuna porque sabemos que Dios es quien decide quién enferma y quien muere. Tampoco te puedo decir que la vacuna no sirve o es mala. Yo no soy científica. Solo que, en mi comunidad, dejamos nuestra vida en manos de Dios”. 

 

Mariza, junto con otras jóvenes, son mujeres consagradas al culto católico a través de Santa Clara y San Francisco. Visten el hábito franciscano con sandalias que apenas las protegen de las piedras donde caminábamos. Seguimos hablando de las mujeres que las inspiran: “primero queremos ser como Santa Clara, pero yo también quiero ser como Santa Teresa de Ávila que era muy decidida”. Recordé, entonces la vida de Santa Teresa de Ávila, mística que durante el siglo XVI fundó conventos femeninos, lo cual ocasionó una revolución en esa época. También propició reformas en los seminarios masculinos.

 

Llegó Carmen quien se unió a la conversación: “todas las tardes nos consagramos a la oración, sabemos que es la unión más fuerte que tenemos con Dios, además Jesús nos dejó como indicación la de orar”. 

 

Tampoco usan cubrebocas ni se aplican gel en las manos. A mí me da la impresión de que van vulnerables por el mundo ante una infección que se propaga con rapidez. Es cierto, viven en lugares con contactos reducidos, pero aún así, tienen relaciones con el mundo exterior, ya que no se trata de monjas de clausura, por el contrario, ellas realizan servicio de asistencia en diversos sectores de la población.

 

Las dos jóvenes, con sus caras sonrientes, confiadas en sus convicciones, las vemos en las mañanas cuando se dirigen a sus encomiendas. Por las tardes, regresan a sus lugares donde tienen rutinas de meditación a través de la oración. 

 

Cae la noche. Se oyen los cantos desde sus habitaciones. Suenan a arropamiento, a comunidades tibias, a sol que permanece en el tinte de la tarde. A veces, en ocasión de celebraciones religiosas, salen y ejecutan danzas sobre las piedras. 

 

Al despedirnos, vi su seguridad dentro de ellas. Van confiadas por la vida como si el hábito fuese un escudo protector. Las consagradas no son antivacunas, no realizan proselitismo para que dejen de aplicarse las vacunas, solamente han tomado la decisión de no aplicárselas. Tampoco es la postura oficial de la iglesia católica, ya que el Papa fue de las primeras personas que se vacunó. 

 

Las consagradas rezan por toda la humanidad. La certeza con que guían sus pasos me hace pensar en ese componente de convicción que hemos trasladado a la ciencia. Solo que, en este último caso, dejamos un resquicio por donde se cuela la duda: las vacunas tienen un cierto porcentaje de efectividad; producen resultados diversos en cuerpos diferentes; su mal manejo puede conducir a errores, etc. Las consagradas, en cambio, viven con la certidumbre de su fe, con la creencia de que la oración es suficiente para no enfermar. 

 

Es cierto que la neurociencia ha documentado el hecho de que la oración y la meditación llevan al cerebro a generar una sustancia que alivia la ansiedad. También es cierto que hoy se ha propagado que los pensamientos, en sí mismos, modulan el cerebro. Sí, eso lo podemos entender, pero de la evidencia de que orar puede calmar la ansiedad a que te protejan de las enfermedades como el covid, existe un abismo.  

 

Hay algo en esa actitud que nos produce expectación: pienso que las consagradas caminan sobre cristales ardientes; que tarde o temprano lamentaremos el abandono de esta juventud a pensamientos circulares. Tal vez la generación nacida en el siglo XIX vivió con esas certezas, tal vez, nuestras abuelas, por ejemplo. 

 

También me pregunto ¿qué hemos, hecho de la educación, para propiciar pensamientos acientíficos en las jóvenes tan jóvenes?

 

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 24 de enero de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

1 comentario:

  1. Excelente tema! Invita a la reflexión sobre una sociedad que a pesar de vivir en la era de la información, no tienen el hábito de la lectura. Gracias por compartir

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