jueves, 1 de diciembre de 2022

Marchas

¡Viva la Independencia!

¡Viva la América!

¡Muera el mal gobierno! 

                                                                                                                                                Miguel Hidalgo 

He marchado del otro lado del poder, generalmente, para abrir el horizonte de gobernabilidad a quienes han sido excluidos de él.

Vi tomar las calles de Tepic, en 1975, cuando Alejandro Gascón Mercado reclamaba el respeto al voto popular en las elecciones donde había contendido bajo las siglas del Partido Popular Socialista (PPS) frente al Coronel Flores Curiel, candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Ahí marchamos junto con campesinos que portaban banderas rojas-solferinas y pobladores urbanos.

 

En la Ciudad de México, estuve en algunas sesiones del movimiento de 1971, porque mi hermana estaba en la Facultad de Medicina y la acompañaba. Ahí experimenté ese sentido de comunidad estudiantil, de rebelión justa de quienes reclamaban.

 

En Guadalajara fui a marchas contra la guerra de Vietnam, en un ambiente de transgresión, de fiesta colectiva, al son de la canción de protesta con que cantábamos la indignación. Cantábamos junto con Joan Baez, Mercedes Sosa, Víctor Jara y Amparo Ochoa.

 

También marchamos los 26 de julio para conmemorar la revolución cubana junto con el Movimiento Revolucionario del Magisterio (MRM) que por entonces llenaba de rojo la Escuela Normal Superior de Nayarit durante los veranos. Ahí conocí a personas que habían sido desterradas por Gustavo Díaz Ordaz como Judith Reyes, cantante y compositora mexicana que recién regresaba del destierro. Eran los años setenta del siglo XX.

 

En Berlín, en la década de los ochenta, marchamos en contra de la utilización de la energía nuclear que había sido utilizada contra Japón, cuando este país, prácticamente se había rendido. Pedíamos la no utilización de la energía atómica con fines destructivos.

 

También marchamos contra las tiranías que dominaban en América Latina: la salida del dictador Somoza de Nicaragua; en protesta por los golpes de Estado de Chile, Brasil, Argentina. Llorábamos cuando llegaban los jóvenes nicaraguenses y chilenos mutilados por su participación en la resistencia.

 

En la Ciudad de México marchamos por el reconocimiento del profesorado  universitario como trabajadores dentro del apartado A del artículo 123 de la Constitución. Esa lucha se dio porque se pretendía no reconocerlos como trabajadores, sino considerarlos “profesionistas”, lo que implicaba, en la práctica, negarles el derecho a constituirse en sindicatos.

 

En Nayarit, las primeras marchas fueron por la desaparición de mujeres. Recuerdo el caso de Brenda, una joven de 17 años que en 2005, fue degollada y tirada en un cañaveral. Fue, quizá, la primera marcha que hicimos las mujeres vestidas de blanco; fuimos las madres quienes acompañamos a la familia de Brenda para pedir justicia. Recuerdo que el Procurador nos dijo que eran “problemas pasionales”, “seguramente el muchacho era su novio”. La culpa era siempre del lado de las mujeres.

 

No teníamos Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia: a nivel general se aprobó en 2007 y en Nayarit, a fines de 2008. Tuvimos que marchar para que ese marco normativo se pusiera en vigor en Nayarit. Tampoco teníamos conceptos para identificar la violencia como una consecuencia de la desigualdad estructural en que estamos las mujeres, pero sí la indignación.

 

También marchamos por el respeto al sufragio del voto en elecciones locales; por el subsidio a la Universidad; por los derechos de los pueblos indígenas; por las madres de hijas e hijas de desaparecidos y por el reclamo de justicia de las mujeres víctimas de feminicidios.

 

Nunca he marchado del lado del poder. Pienso que la toma de las calles es un ejercicio de ciudadanía que se ejerce cuando los caminos legales se cierran o para presionar para que se tomen las medidas que se deben tomar. El poder ya tiene el poder. Creo que hay algo inmoral en apoyar al poder desde estas acciones que han sido las estrategias de la sociedad alternativa. 


También, porque mi madre nunca nos llevó a peregrinaciones.

 

Publicado en Meridiano de Nayarit, Tepic, Nayarit, diciembre 1 de 2022.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

1 comentario:

  1. Lourdes, yo también marché siempre contra el poder establecido, tampoco he marchado para apoyar un gobierno legítimo como el de López Obrador, sin embargo, me hubiera gustado marchar para enfrentar a la ultraderecha que está rabiosa porque han resentido la pérdida de sus privilegios que gozaron durante muchos años con el sistema corrupto y criminal del PRI y el PAN, contra quienes hemos luchado toda la vida, tal vez el gobierno actual no es el que soñamos desde el 68, pero es el que logró derrotar a una buena parte de la oligarquía, no cabe duda que necesitamos una nueva generación de revolucionarios de los tiempos de Mercedes Sosa o Amparo Ochoa, incluso me encantaría que reviviera Ricardo Flores Magón y Emiliano Zapata.

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