martes, 23 de abril de 2024

¿Qué tiene que decir la interculturalidad a las mujeres indígenas?

Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones,
sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.

 

Eduardo Galeano. Los nadie

 

Nazaria es una mujer wixaritari que cada cuando llega a la puerta de mi casa a venderme pulseras de chaquira. Este mes ha venido con mayor frecuencia porque no pudo seguir en el campo como jornalera, debido a que a su hijo pequeño no lo aceptaron en el albergue para hijos de jornaleras, ya que tiene fiebre. Vuelve, entonces, a pedir comida a cambio de las pulseras de chaquira que alcanza a hacer con los escasos recursos que tiene. Al niño lo carga en el regazo.

 

Tengo alumnas wixaritari en la universidad. Desde luego, sufren también discriminaciones por su condición de mujeres provenientes de un pueblo indígena. Sin embargo, aquí quisiera referirme a las diferencias entre las mujeres que viven en comunidades rurales o en barrios urbanos de la periferia y aquellas que lograron concluir la educación básica y que ahora están en la universidad. Ambas son mujeres wixaritari, pero las condiciones de unas y de otras son muy diferentes.

 

Casi todas las alumnas de origen indígena que están en la universidad, provienen de hogares cuyos padres ya habían salido de la comunidad o más bien, habían salido del trabajo agrícola. Se trata de profesores de la educación bilingüe o de choferes al servicio de departamentos gubernamentales indígenas. La característica es que ya no vivían de sembrar la parcela, sino del ingreso que les proporcionaba el sueldo del magisterio o la administración. Ya no dependían de las lluvias, sino del cheque quincenal.

 

Los destinos de las hijas de unos y otros tomaron caminos diferentes. En tanto, en las comunidades y barrios urbanos marginados permanecen mujeres sujetas a la tradición y a la pobreza, por decirlo de manera rápida, en las ciudades, las mujeres de origen indígena que terminan la educación básica, van accediendo a nuevas relaciones sociales, a diferentes explicaciones sobre ellas, a nuevas narrativas sobre su propia cultura; acceden a otros recursos tanto materiales como simbólicos, donde se posicionan como habitantes de su cultura desde otro lugar.

 

A ello se debe agregar la situación social en que se encuentran porque les otorga condiciones diversas: son mujeres wixaritari, pero no tienen las mismas circunstancias  ni los mismos horizontes: para una, ser jornalera en los campos tabacaleros, de café o de frijol es el único destino; para las otras, la educación superior y, posiblemente, posgrados.

 

¿Qué tiene que decirles el enfoque intercultural a estas mujeres? La discriminación por origen étnico tiene como supremacía el pensamiento mestizo con que se ha conformado la sociedad mexicana; en tanto que la discriminación por ser mujeres, se afianza en la supremacía que tiene como modelo al hombre. Tanto la pertenencia a la etnia y la pertenencia al género femenino son realidades que no desaparecen con el tiempo, sino que son parte de la persona para siempre; no se puede salir de ellas.

 

Es cierto que esas dos pertenencias, la etnia y el género son naturales, pero sobre esa situación natural, se construyen condiciones de desigualdad, de opresión, de exclusión.

 

La articulación de la etnia y el género se traducen en narrativas y simbolismos (del indio flojo, al antepasado glorioso); en formas estructurales de discriminación (el español como idioma oficial) y en prácticas concretas y situadas tanto colectivas como individuales.

 

¿Cómo transformar las relaciones entre la sociedad mexicana para empoderar a los grupos que han sido vituperados, excluidos, empobrecidos y al mismo tiempo cambiar la percepción de la mayoría mestiza sobre esos grupos? ¿Cómo promover procesos recíprocos de identidad entre mestizos y descendientes de grupos étnicos que conduzcan a construir una sociedad que no discrimine, que no excluya que no desprecie?

 

Veo a Nazaria cruzar la calle para dirigirse a algunos negocios que se encuentran en la cercanía de mi casa. Para ellos es una mujer indígena sucia, con un niño hambriento, y le adjudiquen calificativos de “posible ladrona”. No es de esperar que la consideren como parte de los pueblos indios vencedores ni como nuestros antepasados gloriosos de la historia patria. Lo más probable es que quieran que desaparezca de su banqueta lo más pronto posible.

 

Porque Nazaria es parte de los nadie del poema de Eduardo Galeano, esos nadie cuyas historias no hacen Historia.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 23 de abril de 2024.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

1 comentario:

  1. Excelente reflexión, importante analizar el sector de mujeres indígenas que logran estudiar en la Universidad y después ocupar cargos en el sector público y privado, incluso en la política... Muchas veces son la esperanza para mejorar las condiciones de vida de los pueblos, sin embargo, otras veces reproducen las mismas conductas discriminatorias e individualistas de los mestizos, mucho tiene que ver que la educación media superior y superior carece de una visión intercultural para la formación de los profesionales indígenas, sean hombres o mujeres.

    ResponderEliminar