jueves, 25 de julio de 2024

Portar la insignia

Dios puso una marca en Caín 

para que quien quiera

 que se encontrara con él,

no lo matara

 

La Biblia. Génesis.

 

¿Por qué los seguidores de Trump se vendaron la oreja en los mítines de apoyo al candidato? Porque ello significa pertenencia al grupo. Se trata de una insignia de identidad que otorga valor a quien la porta.

 

Las insignias son eso, distinciones para salir del anonimato y entrar a otro anonimato. Se sale de la masa, de la muchedumbre para entrar a formar parte de un grupo que se adhiere a principios específicos; se identifica con quienes persiguen los mismos ideales; se señala la pertenencia.  

 

Las marcas están establecidas en la Biblia como señales para matar, para castigar, para diferenciar. Veamos el siguiente pasaje del Éxodo:

 

“Echen la sangre del cordero en una vasija, tomen luego unas ramas de hisopo y unten con ellas la sangre en los marcos de las puertas de sus casas. Después de esto, nadie deberá salir de su casa hasta el día siguiente. Así, cuando nuestro Dios recorra el país para quitarles la vida a los hijos mayores de los egipcios, verá la sangre en los marcos de las puertas y pasará de largo. Dios no permitirá que muera ninguno de ustedes” (Éxodo 12:22-23).

 

La marca, en el Éxodo, libera de la muerte porque aquellas casas que la tenían no sufrirán la venganza de Dios quien matará al hijo primogénito, claro, de los egipcios.

 

Desde entonces, las marcas se han sucedido como símbolos de pertenencia a determinados grupos. La esvástica del nazismo, la cruz del cristianismo, el pañuelo verde de quienes apoyan el aborto legal.

 

Todas las insignias nos atrapan en la experiencia fascinante de lo que no se agota en lo real, de lo que se desea.

 

La insignia como tal no tiene que explicarse porque entonces se pierde el significado y se divaga porque la insignia es, en sí, una superstición que se desliza hacia lecturas que atrapan los deseos; se deja arrastrar la conciencia hasta el lugar de lo que se afirma. La insignia, en sí, el lugar de llegada; es la propia seguridad.

 

Se nos hace absurda la actitud de los seguidores de Trump porque se muestran fanáticos, seguidores sin conciencia crítica. Sin embargo, este adornarse el cuerpo con la venda, expresa la necesidad de una causa para vivir y, tal vez, morir.

 

Si lo vemos como parte de los absurdos de la sociedad digital que incorpora la política estereotipada, los diálogos de necios, el uso recurrente de los sinsentidos, entonces daremos cuenta del resultado de la combinación de elementos para producir una farsa hilarante. Vemos que regresamos a un lugar de lo onírico donde la insignia denomina el significado, puesto que conduce lo real a lo simbólico.

 

Estamos en presencia de la farsa, del carnaval, donde el disfraz es indispensable para actuar en los mítines. Aquí, la promoción del absurdo al rango estructurante de la política se convierte en la textura dominante de un espacio de por sí, cargado de calificaciones. La farsa construye el discurso, se convierte en su despliegue cuando los seguidores aceptan aparecer en público con la venda como insignia.

 

Vemos claramente el ridículo en los seguidores de Trump, porque la materialidad de la insignia nos parece banal. Sin embargo, todas las insignias tienen esa característica: nos marcan como acólitos de una iglesia, militantes de un partido, integrantes de una escuela, activistas de un movimiento.

 

Porque la insignia funde dos dimensiones, al menos: la dimensión ficcional (que puede desaparecer si me quito la insignia) y la dimensión real donde actúo, donde está mi contexto y donde me vinculo con los otros, que, como yo, portan la marca, porque la insignia me suma a los otros, me registra como parte de los mismos y me introduce al testimonio.

 

Ahí pertenezco, a ese grupo pequeño o grande que me arrastra, donde floto en una nueva masa que me conduce por vericuetos donde espero sobrevivir, con tal de estar con los otros, como única posibilidad de valorarme.

 

 Porque la insignia marca esa necesidad de pertenecer inherente a lo humano. Mendigamos la ocasional migaja de la pertenencia.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 26 de julio de 2024.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

lunes, 15 de julio de 2024

Casarse con robot de Inteligencia Artificial o el regreso de Galatea

Entre tanto, con técnica admirable

esculpió con éxito un mármol blanco

como la nieve y le dio una hermosura

con la que ninguna mujer puede nacer

y se enamoró de su obra.

 

Ovidio. Metamorfosis.

 

Había una vez un rey, en Chipre, llamado Pigmalión. Muy temprano se desencantó de las mujeres debido a las Propétidas que se atrevieron a negar la divinidad de Afrodita y se prostituyeron. Pigmalión decidió no casarse hasta encontrar una mujer bella y virtuosa, la mujer perfecta. Desde luego, no la encontró entre las mujeres realmente existentes, pero se dedicó a realizar esculturas de mujeres. Se enamoró de una de ellas, a la que denominó Galatea “la viste y la adorna de anillos y collares y zarcillos y cintas: todo le queda bien. Y tan hermosa como vestida, aparece desnuda y la llama esposa…” (Ovidio, Metamorfosis, capítulo X). Era tal su pasión por la estatua que le pidió a Afrodita, diosa griega del amor y la belleza, que la convirtiera en humana.

 

La lleva a su lecho, la besa, la viste y la desviste, se fascina antes los ojos que él mismo robó al mármol. En la hora azul le dice palabras de ternura y en la tarde húmeda quedará absorto con la blancura, con la corriente de aire que viaja por su boca.

 

Cada vez con mayor frecuencia tenemos acceso a noticias de que diversas personas se casan con robots diseñados con inteligencia artificial. No todos los robots son elaborados por quienes se casan con ellos, pero sí pagan cantidades considerables de dinero para conseguir a la mujer de sus sueños o al hombre que desean.

 

Actualmente circula en redes el caso de Rosanna Ramos, una mujer que se casó con Eren Kartal, creado por Inteligencia Artificial, a través del software de IA Replika. De la misma manera se tiene a la artista española Alicia Framis, primera mujer en casarse con un holograma, creado por ella misma (https://es.euronews.com/2023/12/17/la-artista-espanola-alicia-framis-la-primera-mujer-en-casarse-con-un-holograma).  

 

En 2018 conocimos la noticia del japonés Akihiko Kondo quien se casó con un holograma de Miku Hatsune, por lo que se convirtió en la primera persona que se casó con una muñeca artificial. Después, las noticias se sucedieron hasta que poco a poco deja de ser tema espectacular para pasar a formar parte del anecdotario de la sociedad mundial digital.

 

Galatea tiene que ver con el deseo, pues es una criatura que nace como una joven capaz de satisfacer el deseo sexual de Pigmaleon. No es la única que nace adulta, sino que Palas Atenea surgió de la cabeza de Zeus como una joven con la virtud de la razón. Galatea solo tiene la obediencia y la sumisión puesto que su origen es el mármol, piedra vítrea asociada con el lujo, pero no con lo humano. Al estar destinada a satisfacer el deseo de Pigmaleón se convierte en una criatura destinada a obedecer y satisfacer el deseo de él, como los robots u hologramas de la era digital.


¿Por qué son perfectas y deseadas estas criaturas robot, estas criaturas holograma, las estatuas, los maniquís? Quizá porque carecen de historia, de infancia, de pasado, de parentesco. Carecen de los defectos de las mujeres reales (o de los hombres en los hologramas masculinos) y como en Frankestein, tienen una lealtad a su creador.

 

Estamos ante el regreso de los Pigmaleones, enamorados de sus propias obras inertes y de las nuevas Galateas, mujeres de la satisfacción del deseo. Los Pigmaleones compiten con Dios en crear seres, pero a diferencia de éste, las obras creadas no son “a su imagen y semejanza”, sino la figura de la mujer (u hombre) ideal para el deseo sexual.

 

Ya Serrat nos había enseñado a cantar el amor de un hombre enamorado de un maniquí, como reacción a las mujeres que le arañaron el corazón, en Cartón Piedra:

 

Era la gloria vestida de tul

con la mirada lejana y azul

que sonreía en un escaparate

con la boquita menuda y granate

Y unos zapatos de falso charol

que chispeaban al rose del sol.

 

Limpia y bonita siempre iba a la moda

arregladita como pa`ir de boda

 

y yo, a todas horas la iba a ver

porque yo amaba a esa mujer

de cartón piedra…

 

No era como esas muñecas de abril

que me arañaron de frente y perfil

que se comieron mi naranja a gajos

que me arrancaron la ilusión de cuajo…

 

El mito de Pigmaleón y Galatea también puede pensarse como una metáfora de la acción del deseo sobre lo inerte. En este caso, la mujer sería lo inerte, la que carece de deseo, por lo que es el deseo del hombre quien ablanda la piedra hasta que la convierte en ser sintiente.

 

La mujer perfecta para el ideal masculino consiste en la belleza y la sumisión. Estos partos masculinos conducen a crear cuerpos para su deseo; presencias físicas sin alma, sin proyecto de sí, ni libre albedrío ni esperanza.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 16 de julio de 2024.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

lunes, 8 de julio de 2024

El primer voto de las mujeres no fue el 3 de julio… en Nayarit

No olvidéis, jamás, 

que bastará una crisis política,

económica o religiosa

para que los derechos de las mujeres

 vuelvan a ser cuestionados.

Estos derechos nunca se dan por adquiridos,

debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida

 

Simone de Bauvoir

 

Se considera el 3 de julio de 1955 como el Día de la Emisión del voto femenino porque ese día las mujeres mexicanas sufragaron por primera vez en una elección federal. Sin embargo, la primera elección en que participaron las mujeres nayaritas, después del 17 de octubre de 1953, fecha en que se reconocieron los derechos político electorales de las mujeres, fue la que ocurrió el 7 de noviembre de 1954 en la que se eligió diputado por el Primer Distrito, que comprendía los municipios de Tepic y Jalisco y presidente municipal para el Ayuntamiento de Tepic. Los candidatos, respectivamente, fueron Fernando Álvarez Rodríguez y Alberto Medina Muñoz. Sobre la participación de las mujeres en las elecciones, El Nayar del lunes 8 de noviembre dice:

 

El sector femenino, en su primera prueba ciudadana, ejerció sus derechos cívicos de manera parcial. Votaron solo las sindicalizadas, y en parte porque las empleadas del Gobierno no fueron vistas. La mujer aristócrata y de mejores recursos económicos también brilló por su ausencia… En la casilla número 1, la votación arrojó el siguiente resultado: PRI 477 y PP 1, que emitió una exigente mujer.”

 

Es interesante observar que el único voto emitido en contra fue de una “exigente mujer”. No sabemos su nombre ni las razones para votar en contra de los candidatos oficiales, pero sí quiero resaltar el hecho de que la primera vez que las mujeres votaron en Nayarit, al menos una, marcó la diferencia.

 

Un año antes, cuando se aprobaron los derechos político electorales de las mujeres, se pensaba que el derecho reconocido era solo a votar, lo cual harían las mujeres, de vez en vez.  Se tenía que argumentar que el voto no les quitaría feminidad a las mujeres, porque votar

 

“…no hará de la mujer un ser monstruoso ni mucho menos…el derecho político femenino no ha entrañado pérdida de feminidad, ni trastorno social. Han seguido siendo varones los que, por una mayor vocación social, han tenido en sus manos, y siguen teniendo, la dirección de la cosa pública…El hecho de que las mujeres vayan a votar, -lo que no ocurrirá sino muy de vez en vez- no será obstáculo para el cumplimiento de sus deberes de familia” (Carlos Alvear, “A propósito de la política”, El Nayar, 21 de octubre de 1953).

 

Después de diez años del reconocimiento del voto, se eligió a la primera diputada en Nayarit: María Isabel Herrera Lara, quien fue diputada en 1963 en el sexenio gubernamental de Julián Gascón Mercado. Un año después, en 1964, Marina Núñez Guzmán se convirtió en la primera diputada federal.

 

El ritmo de la democracia en México no permitía la participación de las mujeres en ámbitos de decisión acorde a la presencia de las mujeres en la sociedad. Por ello, a partir de la década de los 70´s se adoptaron medidas afirmativas como las cuotas primero, y la paridad, después, para acelerar la participación de las mujeres en las decisiones públicas, porque, de no hacerlo, la democracia solo representaba los intereses del colectivo masculino. Las mujeres tenían que entrar en masa a las asambleas legislativas para que su presencia fuera significativa; ello tenía su fundamento en que, de acuerdo a diversos estudios, se necesitaba una participación superior al 30% para que las mujeres tuvieran una influencia real en la toma de decisiones públicas, lo que impactaría en las medidas para la construcción de igualdad.

 

Sin embargo, la realidad suele ignorar las teorías y aún más, establecer sus propios axiomas porque es cierto que las mujeres incrementaron su presencia en los órganos de gobierno, sobre todo, en las asambleas legislativas donde establecieron agendas de género impensadas hasta esa fecha, pero de ahí a afirmar que han conseguido un mayor poder político para el colectivo de mujeres, hay una distancia considerable.

 

Lo que es innegable es que las medidas afirmativas (a través de la judicialización para lograr su cumplimiento), llevaron a las mujeres a acceder a puestos de poder; el reto hoy es lograr una real influencia en las decisiones públicas.

 

Las mujeres hoy ocupan cargos de relevancia en los tres poderes del estado mexicano, sin embargo, siempre debemos preguntarnos ¿tienen poder las mujeres en el poder? Quizá el problema sea que llegan mujeres de manera individual, cuando de lo que se trata es de conseguir poder como colectivo.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 9 de julio de 2024.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx