martes, 27 de agosto de 2024

Amado Nervo: del Río de Tepic al Río de la Plata

En México todos somos poetas, se empieza a pergeñar versos cuando aún no apunta el bozo, y en verso se sigue viviendo toda la vida. Este es el país de las alondras y los ruiseñores” …Los yankees no hacen versos, y estoy por decir que no comprenden el arte sino en la magnitud; alguien dice que por eso son ricos. Un yankee, lo primero a que procede cuando sabe escribir es a hacer números: nosotros, lo primero a que procedemos es a hacer versos (En verso, 1898)

 

Amado Nervo, como pocos escritores fue poeta y novelista, ensayista y crítico, autor de obras de teatro y periodista, cronista de la vida cultural, columnista y cuentista. Puede decirse que abarcó toda la producción literaria desde el lugar que como escritor se formó. Ese lugar fue haciéndose a partir del público al que se dirigía: en Zamora, empieza a escribir páginas autobiográficas y cuentos (1881-1890) que posteriormente dieron lugar a Mañana del poeta. Posteriormente, en su paso por Mazatlán, adopta diversos pseudónimos de acuerdo a lo que desea publicar. Como Román, elabora crónicas de la vida cotidiana, como El Conde Juan firma “Semblanzas” versificadas, como Rip-Rip, crónicas de teatro y ópera; con el de Tricio, Triples y Joie, escribe “Fuegos Fatuos”, artículos de tono humorístico; con el pseudónimo Roxana escribe “Crónicas de la Moda”.

 

Los pseudónimos le sirven para crear alteridades a partir de las cuales se apropia de una manera de mirar, de crear un yo escritural.

 

Fue devoto cultivador de la ciencia y del ocultismo. Su entusiasmo hacia la vida, su observación hacia las artes y su curiosidad científica lo llevó a asomarse a la astrología, la ciencia y la hipnosis AN buscó la emoción religiosa a través del espiritismo y la magia. Se acercó a las sesiones donde se convocaba a los muertos, a las fotografías con fantasmas.En su construcción mental cabía lo visible y lo invisible, lo claro y lo misterioso, lo inteligible y lo ininteligible, lo racional y lo irracional. Su curiosidad era total: lo mismo le interesaba el volar de las abejas, la escritura correcta, la mentepsicosis, el asesinato de un príncipe y la revista de modas. Se acercó a la filosofía de los pitagóricos para escoger la teoría de la transmigración de las almas y las múltiples vidas. A la de Nierzche para quedarse con el eterno retorno: todo aquello que le permitía abordar la inmortalidad del alma, la necesidad del eterno retorno. Todo lo que miraba, vivía y sentía, lo volvía literatura.

 

AN buscaba lo sobrenatural hasta que se resignó a lo sobrenatural cotidiano y a lo cotidiano poético (Reyes, 1920)

 

Amado Nervo nunca intentó luchar contra su forma de escribir. Desde las páginas autobiográficas de su infancia siguió escribiendo una amplia biografía donde volvía recurrentemente a la infancia de su primer hogar. En El Salón de Patinar, escrito en (1894), escribe:

 

En las navidades se hacían saraos en las casas de las familias. Las muchachas tocaban el piano mientras los muchachos atisbaban cuál les podría contestar una carta. Los nacimientos daban de qué hablar. Con ese pretexto íbamos casa por casa a admirar al Señor San José y a la Santísima Virgen. Con qué pulimento se arrimaban piedritas del río para simular el curso de una cascada. "¡Había heno, mucho heno! Recuerdo la Nochebuena en que desfilaron frente a nuestras puertas los Reyes Magos, dejando en el calcetín pendiente de las rejas el presente cariñoso: la Misa del Gallo, rebosante de fulgor y de aromas: a mi madre, el hogar lejano... ¡cuántas cosas dice el heno..."(En el Salón de Patina, 1894).

 

La revolución mexicana de 1910 le englobó el mundo a Amado Nervo y le acentuó el escepticismo por la Patria. De la paz Porfiriana en la que había crecido a la revuelta que lo había puesto lejos del país y dejado sin hogar, AN se convierte en un escritor de temporalidad absoluta, inserto en los acontecimientos que ocurren porque AN está aferrado a la vida. Lejos de él la contemplación abstracta, la poesía como escape de la realidad. Al contrario, lo que pasa en su patria, lo que pasa en el mundo, también le ocurre a él, por eso se convierte en la mirada acuciosa de lo que transcurre. Testigo de una época, del tránsito de un siglo a otro.

 

Se conmisera del mundo como se conmisera de la Emperatriz Carlota a quien ve de lejos en su castillo de Miramar:

 

Bella del bosque durmiente, medio siglo habéis dormido y más os valiera no despertar. Vuestra patria ya no existe; vuestro hermano murió hace tiempo; vuestro sobrino apenas tiene tierra de Bélgica suficiente para poner el pie. El mundo se desangra en la más espantosa de las guerras que han visto los hombres... No miréis tantos horrores... Dormíos blandamente en vuestro lecho blanco, y que os lleven al lado de vuestro emperador de leyenda, cuya alma inquieta en las riberas de la sombra, murmura: “¡Cuánto, cuánto tarda en llegar...!”  (La última vanidad y otros artículos).

 

La escritura de AN describe, impone, cuenta, pinta, convence, propone, sugiere, descubre, inventa, humoriza, caricaturiza, destaca. A través de sus escritos se inventa a sí mismo como personaje, como ser poeta, como literato. Pero también recrea el mundo que se le da: la circunstancia es más circunstancia en la pluma de AN porque, al sacarla del destino de pasar, la fija para los lectores de su época y la fija para nosotros. El escritor se convierte en el seleccionador de lo que debe permanecer. Al acontecer le da un estilo, al fluir lo atrapa en la mirada y lo deja para siempre en esa manera de ser nombrado.

 

Su ironía sobre la política y los políticos merece un comentario aparte:

No hay gobernante en el mundo, por malo que sea, por analfabeto que sea, que al cabo un de año en el Poder no vuelve a la vida privada con cien libros dedicados, con doscientas pinturas, trescientas obras de orfebrería y cuatrocientos álbumes” (Dedicatorias, 1896).

 

AN supo intercalar la fama con el ritmo de la creación. La fama le permitía desplegar su ímpetu mientras que la creación le permitía conservar un tiempo como realidad persistente indefinible y reacia a ser apresada en razones. Entonces la traducía a literatura, a imágenes, a sentimientos, a caracterizaciones. La escritura le preservaba de ser destruido por la realidad, por sus leyes biológicas y sociales. AN, demiurgo al fin, apresa la realidad en su escritura para convertirla en protectora presencia, para encantarla en el permanente juego de fijar lo que pasa, para ampararse en ella.

 

¿Cómo ocultar la emoción que a AN le produce el vivir? Su escritura, el gran diario destinado a nosotros abre la emoción del poeta ante los atardeceres de París, la apertura de la Exposición Anual, las crisantemas, el diálogo entre un rubí y un diamante, el origen de la neurosis moderna, el dolor y el socialismo. Al fijar lo instantáneo, lo fugaz de la existencia de las cosas, la repetición de los actos, transforma el universo en una cuenta de hechos donde transcurre la vida. AN es un contador de universos porque se supo espíritu, afán creador.

 

AN escribe para sí mismo y para los otros. Los otros que ahora somos nosotros, porque ningún escritor escribe para sí solo. El escritor inventa su pasión, forzado por la exigencia del llamado humano que adopta el aspecto de necesidad de ser realizado. ¿Podía no escribir AN? No, porque se había inventado a partir del sentido de la escritura, nudo que ata la circunstancia personal y social y, al mismo tiempo, desata otros nudos donde se hace asequible lo antes cerrado. Así AN inventó un destino al que acabó venciendo.

 

Porque hoy, AN triunfa desde la escritura de lo pequeño, de lo banal, de lo sensible, de lo no importante. Su escritura traza su cárcel de circunstancias: ellas son las que exigen el cumplimiento de determinada mirada liberadora porque la determinación histórica es más constreñida que la designación individual con que el escritor la traduce hasta nosotros.  Esta elección del destino es más enigmática cuando la mirada traza como límite la intimidad y dentro de ella se consuma el drama, la decisión y la libertad. Desde eso íntimo y personal se lleva a lo histórico, a lo que trasciende.

 

AN vuelve a nosotros desde el pensamiento del eterno retorno donde todo está destinado a transcurrir:

 

¡Efímera humanidad! Si hay algo en ti que no muera, ¡con qué ironía debe mirar más tarde, ese algo inmortal, tu agitado paso por la tierra, en pos de un ideal que, como Apolo ante Héctor, burla siempre tus esfuerzos!” … Pero no dejemos oír el eco funeral de lamentaciones que no bastarán ¡Ay! a animar como soplo de vida el cadáver que la tierra estrecha ya entre sus brazos húmedos, para operar en él la eterna transformación que es una de las leyes de la materia vil” (Notas ligeras, 1894:243).

 

Los años de su infancia, en Tepic, los extendió a todos los lugares en los que vivió. Del 27 de agosto de 1870 cuando nació, al 24 de mayo de 1919 cuando murió en Montevideo, Uruguay, AN trasladó su mirada de la orilla del río Mololoa donde atrapaba peces y renacuajos a la orilla del Río de la Plata donde el siglo XX se abría paso. Es sintomático que hoy, el Hotel del Parque, donde AN murió, sea el edificio que alberga al MERCOSUR, la propuesta de integrar al cono sur latinoamericano en un bloque económico. El intercambio comercial, la economía de servicio y el desarrollo industrial marca la fisonomía de Montevideo, ciudad cosmopolita, último hogar de AN, donde parece que la poesía tiene escasa cabida. Pero un taxista me llevó a la calle llamada AN y pudo decir, de memoria, algunos versos. Las librerías de Montevideo ofrecen sus libros en distintas ediciones, los planes de estudio de las escuelas de Uruguay aún obligan a aprender a AN. Dije al taxista que yo venía de la ciudad donde AN había nacido y el señor creyó que del Distrito Federal. Para qué explicarle que una pequeña ciudad en el Occidente del país era el lugar del nacimiento de un escritor tan fiel a sí mismo y por ello, tan claro.

 

El argentino Eduardo Talero dijo de Nervo

 

“¿Cómo recompensar al gran poeta por el inefable bien que sus poemas hicieron y seguirán haciendo en el cultivo de nuestra espiritualidad? ¿Adquieren mayor reconocimiento quienes aumentan riqueza, ciencia, libertad de un pueblo, que quienes le enseñan a odiar el odio y a enamorarse del amor?” (Yañez, 1992)

 

Cuando Amado Nervo murió, era ya completamente feliz, (dice Alfonso Reyes). Había renunciado a casi todas las ambiciones que turban la serenidad del pobre y del rico. Como ya no era joven, había dominado esa ansia de perfeccionamiento continuo que es la melancolía secreta de la juventud. Como todavía no era viejo, aún no comenzaba a quedarse atrás y gustaba de todas las sorpresas de los sucesos y los libros: aún amanecía, cotidianamente, con el sol. Estaba en esa edad usual que ya no se ve ni se distingue, cuando ya no duele el sentimiento del yo. Por eso había logrado también dos grandes conquistas: divertirse mucho con sus propias ideas en las horas de soledad, y divertir mucho a los demás en los ratos de conversación y compañía” (Reyes, 1920)

 

Si se leen con acuciosidad sus crónicas, retratos, ensayos y cuentos, nos sorprenderemos de cómo AN llevaba la infancia en su corazón vinculada a esta pequeña ciudad que hoy lo recuerda.  Partió de aquí y se fue al mundo. El mundo fue su condición de privilegio para la búsqueda de un saber escritural donde encontró un lugar propio, una sede desde la cual vivir.

 

Hoy lo recordamos como escritor total en su propia voz. He seleccionado el siguiente fragmento de un relato:

 

San Isidro es uno de mis conocidos y amigos más viejos. En mi niñez recurría yo frecuentemente a él, en verso, pidiéndole que “mandara la lluvia para que no hubiese escuela”.

 

Afortunadamente, el santo no me hizo caso jamás.

Las criadas de mi casa habíannos enseñado a mis hermanos y a mí a rezarle a San Isidro, en los siguientes términos: para no ir a la escuela:

 

San Isidro Labrador;

pon el agua y quita el sol

 

Esto lo gritábamos en el patio, a fin de que, a cielo abierto, nuestra súplica llegase más pronto a los oídos del santo. El admirable dístico, merced a una sencilla alteración de forma, podía expresar una petición absolutamente contraria a la anterior, a saber:

 

San Isidro Labrador,

quita el agua y pon el sol.

 

Excusado es decir a ustedes que esta segunda plegaria se la dirigíamos no para que el tiempo nos permitiese ir a la escuela, sino para que nos permitiese ir a paseos en los días de fiesta.

Como se vera, pues, habíamos hecho del buen santo un patrono de la haraganería” (La gran romería, 1906).

 

Hoy recordamos esta infancia de Nervo, en su Tepic natal, porque al final de cuentas, con los ojos de la infancia observó la vida. 

 

Publicado en Meridiano de Nayarit, agosto 26 de 2024

Socióloga. Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

 

 



[1] Investigadora de la Universidad Autónoma de Nayarit lpacheco@uan.edu.mx

martes, 20 de agosto de 2024

55 años de la Universidad Autónoma de Nayarit

Pensaba que un Ingeniero Pesquero

podía aplicar los estudios,

los conocimientos,

 para multiplicar la riqueza de los esteros

 

Julián Gascón Mercado. 1985

 

No pretendo hacer loas acríticas a la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN) en el aniversario 55. Tampoco me sumo a las diatribas fáciles con que se sataniza a las autoridades por el funcionamiento de la Universidad, sobre todo, por la falta de pago oportuno de la primera quincena de agosto.

 

Lo que pretendo es una reflexión que pueda contribuir al momento contemporáneo con la finalidad de circular ideas sobre la institución de educación superior más importante del Estado de Nayarit. En primer lugar, diré que la UAN ha tenido una evolución desde su fundación, como universidad de estado, hasta una institución autónoma; lo que ha significado: a) diseñar una estructura específica para impartir educación media superior, superior y de posgrado, realizar investigaciones científicas y crear cultura; además de difundirla y realizar extensión social, b) diseñar órganos de gobierno autorregulatorios, capaces de mantener la estabilidad al interior de la UAN, c) realizar cambios de autoridades dentro de la legalidad, lo que da soporte institucional.

 

En segundo lugar, diré que la UAN es una institución que depende financieramente de los recursos públicos, lo que significa que no hay, ni podrá haber, autonomía financiera; esto último es una característica de las universidades privadas que son empresas en el rubro de la educación. Por ello, son las políticas de asignación de recursos las que determinan montos, periodos y alcances de las finanzas hacia las universidades públicas autónomas. Las políticas de financiamiento a las Instituciones de Educación Superior (IES), dependen de una complejidad de factores, entre ellos, la importancia que se asigna a la universidad pública en cada sexenio; el apoyo o no a grupos políticos de facto al interior de cada IES. Además, de lo que cada grupo gobernante, en los diversos sexenios, pretende que las universidades ejecuten parte de sus metas de gobierno, dentro del la lógica del dinero: “el que paga, manda”.

 

Porque las políticas de financiamiento tienen rostro. No son decisiones que se toman de manera abstracta por lógicas implacables o algoritmos. Se trata de personas con sus propias ideas de lo que debe ser una universidad determinada. Los recursos públicos, entonces, se utilizan para castigar o para premiar. Porque en nuestro sistema de gobierno los gobernantes se crean la ilusión de que ellos “otorgan favores” a las instituciones universitarias, cuando lo que realizan es un uso discrecional de los recursos públicos.

 

Es cierto que las universidades han sido utilizadas como botín por diversos grupos, pero ello ha sido parte de las complicidades entre las estructuras del sistema político y las de la propia universidad. La mayoría de quienes formamos parte de las comunidades académicas somos ajenos a tales prácticas.  

 

En tercer lugar, el destino del financiamiento está determinado por cuestiones internas a la propia universidad: 1) las necesidades básicas de la institución como pago de nómina y de servicios como luz eléctrica y servicios de agua; 2) la creación de infraestructura, la habilitación del profesorado y los asuntos que deben ser atendidos: por la institución, jerarquizado en cada periodo rectoral: reforma a la educación media superior, renovación de la planta académica, impulso al posgrado, profesionalización del funcionariado, formación en medio ambiente, construcción de igualdad, creación de bibliotecas, responsabilidad social, etc.

 

Un aspecto crucial son los compromisos que la UAN, como institución, ha creado con organismos externos como el Instituto Mexicano del Seguro Social, la Comisión Federal de Electricidad, el Sistema de Administración Tributaria, etc., y también, con organizaciones internas, como los sindicatos o el personal jubilado. Problemática que comparte con otras instituciones, como los ayuntamientos.  

 

Ahora bien, en términos de pagos, la UAN, como otras instituciones, atiende lo urgente, no siempre lo necesario. Y sabemos que lo urgente es el pago de nómina. Así que se tienen que garantizar los recursos suficientes para que, quincena tras quincena ese pago esté asegurado. Con ello, se construye normalidad; una normalidad que se convierte en condición de posibilidad para que todas las metas y compromisos de la UAN se fragüen. En caso de incumplimiento de pago, se inician movimientos que pueden terminar en una crisis aguda de la institución, lo que no ha ocurrido en los últimos tiempos, puesto que las organizaciones internas sindicales contribuyen a que ello no suceda; junto con un desánimo de trabajadores, vinculado a la falta de formación sindical, la carencia de liderazgos y, sobre todo, a una desvalorización de la fuerza de trabajo relacionado con la amenaza de despidos, cierre de la institución, etc., que atraviesa la fragilidad del trabajo en esta segunda década del siglo XXI.

 

La UAN no se puede analizar por partes ya que se trata de un organismo complejo, donde las diversas estructuras están interrelacionadas. Así, la reforma académica no pudo llevarse a cabo si no se emprendía una reforma política basada en la renovación del funcionariado, la observancia de la legalidad, el abandono de prácticas depredatorias, la eliminación de liderazgos tradicionales -que, como dije, fueron funcionales al sistema político-. Como muestra están los grupos y líderes que monopolizaron los cargos de representación al interior de la UAN, ocuparon diputaciones, fueron candidatos a cargos públicos, etc.

 

Hoy la UAN cumple 55 años, es el tiempo de regresar al origen mismo de la universidad: generar conocimiento para construir una sociedad justa; generar conocimiento pertinente para el contexto. El Dr. Julián Gascón Mercado lo expresaba diciendo que esperaba que la universidad creara “una variedad Tuxpan de tabaco” (Entrevista en Convergencia, no. 3, revista de la UAN, enero-junio 1985), Pero ni la sociedad es la misma de hace 55 años ni el conocimiento se construye de la misma manera. Lo que sí permanece es la necesidad de construir conocimiento situado con esos mismos campesinos, que seguramente ya no buscarán una variedad Tuxpan para seguir siendo productores exitosos de la costa, pero sí nuevas técnicas y formas de agrupación que les puedan proporcionar novedosas formas de producción a fin de enfrentarse a las nuevas desigualdades e injusticias, que esas sí, no desaparecen: se transforman y agudizan.  

 

La universidad debe generar conocimiento de alto rigor científico en permanente diálogo y colaboración con saberes de grupos sociales, de pueblos nativos, de mujeres sabias, de poblaciones en movilidad; reconocer los múltiples lugares donde se generan conocimientos para la vida. Lejos de auspiciar conocimiento para la ganancia, se trata de generar conocimiento para contribuir a mitigar y erradicar las desigualdades, las violencias, promover el acceso a derechos y contribuir a resolver problemas contemporáneos y, como dice el Dr. Julián Gascón Mercado “aplicar los estudios, los conocimientos para multiplicar la riqueza de los esteros” y así encaminarnos a una sociedad que procure la vida digna de la colectividad.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 21 de agosto de 2024.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx

martes, 13 de agosto de 2024

Rosario Castellanos, la narradora del Chiapas interior

El dios de los hombres blancos 

es un dios vengativo.

Dicen que los que ven su cara

caen muertos.

 En cambio, el dios de los indios

 es una piedra.

Una piedra que duerme en la montaña

y no daña a nadie.

 

Rosario Castellanos. Ciudad Real (1960)

 

La primera novela de Rosario Castellanos, Balún Canán (1957) inicia: “Mi nana dice que no debo jugar con los niños de la cocina. Dice que se me puede pegar algo. Yo no entiendo qué se me puede pegar. Porque la nana misma dice que las enfermedades se pegan y los niños de la cocina no están enfermos.”

 

La segunda novela Oficio de Tinieblas (1962) inicia: Aquí estoy, llamándote. Vuelve los ojos a mí. Tú, el que eres, el que vive y reina. Ten misericordia de nosotros.

 

La tercera novela de la autora, Rito de iniciación, publicada póstumamente en 1997, inicia: “Primero, todo está oscuro y callado Después, alguien enciende la luz y yo no puedo permanecer en mi cuarto. Tengo que incorporarme, que ponerme de pie, que calzarme y vestirme a toda prisa porque mi madre me espera y con ella, mi destino.”.

 

En estos tres párrafos iniciales de la narrativa literaria de Rosario Castellanos, encontramos las voces de una niña, en Balún Canán; de un indígena en Oficio de Tinieblas y de una joven mujer en Rito de iniciación. Con ello, quiero señalar la intención de RC de dar voz a quienes han sido colonizados porque tanto la niña, como el indígena y la mujer joven, son sujetos convertidos en silencios en medio de sociedades que los oprimen y los convierten en no personas.

 

Las niñas, las mujeres, los jóvenes, los indígenas, son los borrados dentro de la cultura de la dominación. Por eso, al arrebatarles la voz, se les exilia al lugar de la inferioridad.  

 

Rosario Castellanos va más allá de simplemente otorgarles voz: les otorga el silencio, ese silencio generador de mundos donde habitan porque la lengua española es la que vehiculiza las leyes del dominador; es la lengua en la que se expresa la autoridad de la razón. En cambio, las lenguas indígenas en este caso, el tzotzil, tojolabal, chamula y lacandona, entre otras, son las lenguas silentes, las que necesitan callar para poder escucharse, las que se expresan a través de los sueños y los silencios.

 

Aunque niñas, indios y mujeres han sido convertidos en inferiores, sus voces se convierten en murmullos. En susurros dichos entre ellas mismas o vertidos en oraciones a sus dioses antiguos como suspiros, como alientos apenas; murmullos para desatar el nudo de palabras no dichas y, por lo tanto, contenidas en un discurso ahogado.  

 

En esos silencios se agolpan las esperanzas no dichas, los cantos de la tribu, el pasado abolido del nosotras. Ahí también se encierran las profecías de los antecesores. De ese silencio se levanta la sospecha, la insurrección: la sospecha de que la autoridad del ladino es una mera estratagema para someterlos; la insurrección para reclamar lo perdido.

 

Las voces dadas por Rosario Castellanos a los inferiorizados no son palabras de la razón. Porque en la razón del ladino, de la autoridad, ellos no pueden expresarse. Son voces del deseo de existir de otra manera, como si el lenguaje de los inferiorizados tuviera que inventarse para poder existir; es más un deseo de pronunciación, de cambiar las condiciones mismas de quien habla.

 

“En este papel que habla se consigna la verdad. Y la verdad es que todo este rumbo, con sus laderas buenas para sembrar trigo, con sus pinares que han de talarse para abastecimiento de leña y carbón, con sus ríos que moverán molinos, son propiedad de don Diego Mijango y Orantes…Así que tú Juan Domínguez Ventana o como te llames, estás sobrando, estás usurpando un lugar que no te pertenece y es un delito que la ley persigue. Vamos, vamos, chamulas. Fuera de aquí (Ciudad Real, 1960).

 

RC revela la injustica de los dominadores donde quiera que mire: en la sociedad mestiza, en la familia o en las comunidades indígenas. Lejos de construir una mirada idílica sobre los pueblos indígenas, la niñez o las mujeres, descubre la injusticia donde quiera que sea o, más bien, devela las relaciones de poder que atraviesan las diversas relaciones sociales, así sean íntimas o no tanto.

 

RC fue partidaria de la libertad al mostrar la esperanza que anida en los grupos subordinados. Sus letras revelan el anhelo de buscar otra forma de ser.

 

Publicado en Nayarit Opina, Tepic, Nayarit, 12 de agosto de 2024.

Socióloga, Universidad Autónoma de Nayarit, correo: lpacheco@uan.edu.mx